(apro).- En medio de la narcoviolencia y altos niveles de crueldad
concluye uno de los años más sangrientos del sexenio calderonista.
El aumento del crimen organizado en México ha ido aparejado
de escenas cada vez más espeluznantes. Un ejemplo de ello fue lo
ocurrido el 12 de diciembre: el hallazgo de tres cuerpos mutilados en la
carretera de Acapulco. El hecho no resulta novedoso de no ser porque
las tres personas fueron desolladas de la parte superior del cuerpo.
Como trabajo de filigrana, quienes lo realizaron hicieron cortes
precisos para arrancarles la piel de la cara y, cual si se tratara de
mascaras, fueron presentadas y colocadas sobre las barras de concreto de
la carretera con sus respectivos narcomensajes.
Esta parte, oscura y repulsiva del narcotráfico, es lo que
la población va conociendo día tras día; es lo que la autoridad y los
medios de comunicación muestran. Pero del otro lado de la moneda está el
beneficio que deja tanta ejecución y crueldad al crimen organizado: el
blanqueo de sus ganancias, de su dinero sucio y lleno de sangre.
Las ejecuciones son producto de enfrentamientos entre
diversas organizaciones criminales que, a su vez, se disputan el
territorio y el mercado para la venta de estupefacientes. Si la lucha es
tan cruenta es porque el negocio para los narcotraficantes vale la
pena, porque la plaza es buena, porque la venta de droga les resulta
gratificante. Siendo así las cosas, todo parece indicar que, a mayor
violencia, mayores ganancias.
Y si las ganancias son multimillonarias, ¿por qué el
gobierno no habla de ello? ¿Por qué no ataca el lavado de dinero en
México? ¿Por qué ni siquiera, cuando aborda el tema, ofrece cifras
creíbles? ¿Qué hay detrás del silencio y la inacción gubernamental?
Las cifras que dan el gobierno y organismos internacionales
son diametralmente opuestas. Por ejemplo: de acuerdo con la Procuraduría
General de la República (PGR), cada año se lavan 10 mil millones de
dólares producto del narcotráfico; según el la consultora internacional
Mancera, Ernst and Young la cantidad asciende a 24 mil millones de
dólares. Para el Fondo Monetario Internacional (FMI) es de entre 8 mil y
25 mil millones de dólares, pero para expertos independientes, como la
firma estadunidense “No Money Laudering”, el lavado es de alrededor de
45 mil millones de dólares al año.
Y siendo cantidades impresionantemente, ¿por qué el gobierno
no habla de esa parte que también genera el crimen organizado, porqué
sólo muestra la parte escandalosa y terrible de la muerte?
Quizá el gobierno evita hablar del lavado de dinero porque,
como dicen los expertos, toda la economía mexicana está inundada de ese
dinero ilícito. Porque ese dinero es el que circula en casas de cambio,
bancos, casas de bolsa, empresas de seguros, subastas de arte v venta de
joyas, de inmuebles de aeronaves, de yates, de autos, de aparente
explotación de minerales, conglomerados de medios de comunicación y, lo
más novedoso, por las agrupaciones religiosas.
Y sin olvidar a los sindicatos, fideicomisos, obras de
gobierno y, por supuesto, de campañas políticas. Por lo menos es lo que
sostienen especialistas, como Edgardo Buscaglia.
A partir de esto, podemos entender que “los señores del
dinero en México” tendrían que ser investigados, pues quizá, sin
saberlo, sus grandes empresas están siendo utilizadas para lavar
multimillonarias sumas de dinero. ¿Será por esto que el gobierno no
habla de esa otra parte del crimen organizado? Porque si verdaderamente
investiga llega hasta su propia casa pasando por todos los poderes
fácticos del país.
En 2008, el gobierno federal anunció al Poder Legislativo
que presentaría su iniciativa sobre el lavado de dinero, pero tuvieron
que pasar dos años para que cumpliera. Apenas en agosto pasado, Calderón
envió su iniciativa contra el blanqueo de dinero, pero ésta no ha
podido avanzar en la Cámara, cuyos legisladores no han tenido la
capacidad política para concretar la política de su jefe: el Presidente
la República.
¿O será a caso que esto es una farsa y en realidad no se
pretende atacar el problema, justamente porque se podrían afectar
grandes consorcios y diversos sectores de la sociedad? No lo sabemos. Lo
único que vemos es que mientras el gobierno más se tarda en atacar lo
que da vida al crimen organizado, su sistema financiero, las nuevas
formas de lavar dinero siguen apareciendo y con altas posibilidades de
que aquí en México se estén poniendo en práctica.
Por ejemplo, según la Internacional Compílanse Association,
ICAM, un instituto académico con sede en Londres y que en forma asociada
con la Universidad de Manchester imparte capacitación en materia de
criminalidad financiera y políticas sobre el combate al lavado de
capitales, la forma más novedosa de lavar dinero es a través de
actividades aparentemente religiosas y que tienen representación en
diversos países de Latinoamérica.
Es decir, parte del lavado de dinero se realiza en
organizaciones que dicen ser religiosas Si esto efectivamente es así,
entonces el gobierno de Calderón debiera incluir en su iniciativa la
indagación de los recursos que “mueven” las 7 mil 554 asociaciones
religiosas que existen en el país y que tienen registro en la Secretaría
de Gobernación.
No es novedad que algunas membresías de carácter religioso
en México no sólo se dedican al culto, sino que han participado en
algunos delitos, como por ejemplo la introducción de un buen número de
extranjeros al país, muchos de los cuales lo hacen con documentos que se
han detectado como falsos.
Entonces, si el gobierno quiere acabar con la
narcoviolencia, con el desollamiento de jóvenes atrapados por el narco,
con los mutilados, descabezados y ejecutados, debe empezar por atacar
esta parte de la cadena del crimen organizado: el blanqueo del dinero
sucio, que por cierto, no sólo es producto de la venta de
estupefacientes. También está el secuestro y tráfico de indocumentados,
por ejemplo, acontecimientos que, por cierto, son con los que esta
cerrando el gobierno calderonista.
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/86862
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