(APe).- La imagen es la de una fotografía quebrada. Como si estuviera
atravesada por un rayo perverso que divide el aquí del allá. Donde los
mundos son tan diversos y los caminos tan encontrados que no hay modo de
mirarse en un espejo al otro lado. La imagen de la fotografía desnuda.
Pone ante los ojos los rostros ajados y cansados de seres anónimos. Pero
también la obscenidad de los marioneteros del sistema. Que salen al
mundo con la mirada altiva y desafiante de quienes están convencidos de
que jamás los rozará siquiera un rasguño de ese otro universo.
Enormes murallas imaginarias (y también de las otras) se alzan entre esos dos márgenes de la imagen. El destello y la indignidad. La opulencia y la marginación. Las enormes cuentas bancarias y las monedas en la latita. La descollante 4x4 de vidrios polarizados y el carrito repleto de cartones y con viejos cd brillosos que penden de un caño. Las vacaciones en Buzios, Cariló o en una Mar del Plata invadida por ejércitos de turistas y la vereda eterna en musculosa con los chicos correteando y dando un salto a la piletita de lona cada tanto. El plato rebosante de manjares coloridos y la mesa eternamente vacía y sin esperanzas.
El único punto de encuentro puede ser -a veces, sólo a veces- el semáforo en el que el pibe ofrece como por asalto una limpiada rápida al vidrio. Unos cuantos malabares a cambio de monedas o unos ojos que se cruzan como por azar. Ojos que languidecen o que enfrentan con la denuncia dibujada en la mirada. Ojos rasgados y morochez eterna. Ojos dulces o penetrantes. Que producen lástima o miedo. Que obligan a desviar la mirada o a apretar fuerte el acelerador con el dedo puesto sobre la tecla del 911. Por si acaso. Con el gesto nervioso y la transpiración lista para fluir.
De un lado de la imagen, casi la mitad de los 32 senadores nacionales declaró un patrimonio mayor al millón de pesos. El sanjuanino Roberto Basualdo y el pampeano Carlos Verna consignaron bienes por más 50 millones. Basualdo, por 112.814.284 millones; Verna, por 63.867.368. Acciones en la Corporación Nacional del Cobre, de Chile; bonos de la deuda pública, empresas pujantes.
Lejos, muy lejos, y en las antípodas, del otro lado de la foto, el 30.9 por ciento del total de la población argentina que la consultora Ecolatina ubica bajo los niveles de pobreza. Tres de cada diez en medio de esos 40.910.359 de habitantes que nos dijo el Indec que somos. Aunque el instituto oficial marque su propio mapa de pobreza: apenas 4.800.000 pobres, dice.
Las matemáticas esta vez no mienten. Basta con depositar la mirada, por un rato apenas, sobre los índices de inflación que se reconocen y los que no. Mientras Ecolatina la ubica en el 26.6 % para todo 2010, el Indec la situó en el 10.9 %.
En tasas que si la atención se ubica únicamente en el rubro alimentos, engordarán aún más la disparidad. Para el Indec, alcanzó el 14.7 por ciento y para las consultoras privadas varió entre el 35 y el 42 %: el precio del pan se disparó en un 30 %; el de los lácteos, en un 35 %; el de la yerba, en un 43 % y el de la carne, en un 90 %.
La fotografía es en sí misma obscena. Desnudadora de realidades que confrontan más de un país. En las barriadas más castigadas los días transcurren. Con la cumbia estallante y los 39 grados de térmica que parecen instalados para siempre en la piel. Con la callecita poceada y el barro que se multiplica en los días de tormenta. Sin los carteles luminosos que declaran felicidad eterna para los paseantes. Ofreciendo, a veces, un pasajero souvenir fotográfico en perversos tours por las villas para que los viajeros regresen a su propio mundo con la convicción de que saben lo que significa exclusión en el sur del planeta.
En una indigencia feroz que va ganando territorios a fuerza de despojo. El colchón y los cartones bajo el puente. La pila de cajas de verduras que se transforman en mesa y la siesta del día tórrido en el pastito quemado ahí nomás de la geografía veloz de las autopistas.
La fotografía es inmoral y cruel. Es el elogio a la contradicción del sistema. Regala gotones de conciencia a quien la mire hondo. Y permite asomar entre las grietas de los márgenes una tenue y apagada lucecita que deberá (no existe otra alternativa posible) hacer fluir un par de semillas desconcertadas de esperanza entre el vértigo y la carcajada de un pibe que se niega a ser domado.
Enormes murallas imaginarias (y también de las otras) se alzan entre esos dos márgenes de la imagen. El destello y la indignidad. La opulencia y la marginación. Las enormes cuentas bancarias y las monedas en la latita. La descollante 4x4 de vidrios polarizados y el carrito repleto de cartones y con viejos cd brillosos que penden de un caño. Las vacaciones en Buzios, Cariló o en una Mar del Plata invadida por ejércitos de turistas y la vereda eterna en musculosa con los chicos correteando y dando un salto a la piletita de lona cada tanto. El plato rebosante de manjares coloridos y la mesa eternamente vacía y sin esperanzas.
El único punto de encuentro puede ser -a veces, sólo a veces- el semáforo en el que el pibe ofrece como por asalto una limpiada rápida al vidrio. Unos cuantos malabares a cambio de monedas o unos ojos que se cruzan como por azar. Ojos que languidecen o que enfrentan con la denuncia dibujada en la mirada. Ojos rasgados y morochez eterna. Ojos dulces o penetrantes. Que producen lástima o miedo. Que obligan a desviar la mirada o a apretar fuerte el acelerador con el dedo puesto sobre la tecla del 911. Por si acaso. Con el gesto nervioso y la transpiración lista para fluir.
De un lado de la imagen, casi la mitad de los 32 senadores nacionales declaró un patrimonio mayor al millón de pesos. El sanjuanino Roberto Basualdo y el pampeano Carlos Verna consignaron bienes por más 50 millones. Basualdo, por 112.814.284 millones; Verna, por 63.867.368. Acciones en la Corporación Nacional del Cobre, de Chile; bonos de la deuda pública, empresas pujantes.
Lejos, muy lejos, y en las antípodas, del otro lado de la foto, el 30.9 por ciento del total de la población argentina que la consultora Ecolatina ubica bajo los niveles de pobreza. Tres de cada diez en medio de esos 40.910.359 de habitantes que nos dijo el Indec que somos. Aunque el instituto oficial marque su propio mapa de pobreza: apenas 4.800.000 pobres, dice.
Las matemáticas esta vez no mienten. Basta con depositar la mirada, por un rato apenas, sobre los índices de inflación que se reconocen y los que no. Mientras Ecolatina la ubica en el 26.6 % para todo 2010, el Indec la situó en el 10.9 %.
En tasas que si la atención se ubica únicamente en el rubro alimentos, engordarán aún más la disparidad. Para el Indec, alcanzó el 14.7 por ciento y para las consultoras privadas varió entre el 35 y el 42 %: el precio del pan se disparó en un 30 %; el de los lácteos, en un 35 %; el de la yerba, en un 43 % y el de la carne, en un 90 %.
La fotografía es en sí misma obscena. Desnudadora de realidades que confrontan más de un país. En las barriadas más castigadas los días transcurren. Con la cumbia estallante y los 39 grados de térmica que parecen instalados para siempre en la piel. Con la callecita poceada y el barro que se multiplica en los días de tormenta. Sin los carteles luminosos que declaran felicidad eterna para los paseantes. Ofreciendo, a veces, un pasajero souvenir fotográfico en perversos tours por las villas para que los viajeros regresen a su propio mundo con la convicción de que saben lo que significa exclusión en el sur del planeta.
En una indigencia feroz que va ganando territorios a fuerza de despojo. El colchón y los cartones bajo el puente. La pila de cajas de verduras que se transforman en mesa y la siesta del día tórrido en el pastito quemado ahí nomás de la geografía veloz de las autopistas.
La fotografía es inmoral y cruel. Es el elogio a la contradicción del sistema. Regala gotones de conciencia a quien la mire hondo. Y permite asomar entre las grietas de los márgenes una tenue y apagada lucecita que deberá (no existe otra alternativa posible) hacer fluir un par de semillas desconcertadas de esperanza entre el vértigo y la carcajada de un pibe que se niega a ser domado.
Vìa :
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4996:contrastes&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4996:contrastes&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
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