“Yo vine para evangelizar a los indios, pero terminé evangelizado
por ellos”, contó alguna vez Samuel Ruiz García, a quienes las
comunidades lo llamaban “el obispo de los pobres y de los pueblos
originarios”. Ayer murió y muchos lloran la ausencia de quien daba voz a
los sin voz.
Tatik Samuel –como lo llamaban en las comunidades indígenas– habría
sido objeto hoy de una celebración preparada desde hace meses en San
Cristóbal de las Casas, al cumplirse 51 años de haber tomado posesión
como obispo de la diócesis de Chiapas, de la que se retiró en noviembre
de 1999, cuando cumplió 75 años. En lugar de ello, sus restos son
velados desde anoche en la catedral de San Cristóbal, donde será
sepultado mañana.
Inmerso en los debates teológicos y canónicos del Concilio Vaticano
II y los subsecuentes concilios de Medellín, Puebla y Santo Domingo,
Samuel Ruiz fue partícipe y promotor de la Teología de la Liberación y
de la opción preferencial junto a los pobres que impuso en su diócesis
desde 1975, en una época en la que primaban los golpes de Estado y las
dictaduras militares en Latinoamérica. Pero fue a partir de su adhesión a
la corriente de la antropología cultural que llegó al que sería el
axioma de su pastoral: “la dualidad opresión-libertad y la propuesta de
un propio ser cultural, culminando con la iglesia autóctona” que
provocaba reacciones encontradas dentro y fuera de la Iglesia Católica,
según el historiador mexicano Jean Meyer, quien alguna vez lo comparó
con los obispos Helder Camara, de Brasil, y Arnulfo Romero, de El
Salvador, “arraigados en la tradición y flexibles en la acción”, que
reaccionaron “de manera complicada a situaciones complicadas”.
Pero no era marxista, como le achacaban sus detractores, ni de
lejos. Católico tradicional y ortodoxo, Samuel Ruiz llegó a Chiapas en
1959 como obispo de la diócesis de San Cristóbal, apenas 12 años después
de haber sido ordenado sacerdote al término de sus estudios de teología
en la Universidad Gregoriana de Roma. La realidad lo abofeteó: algunas
regiones de Chiapas vivían con estructuras sociales tan atrasadas que
semejaban al Medioevo, y su alma quedó atribulada por el trato de los
indios esclavos que se compraban y vendían como hatos de ovejas. Samuel
Ruiz sustituyó a un Estado ausente y se convirtió en defensor de los
pobres y procurador de los indios, promovió el respeto a la mujer y al
niño, la toma de conciencia de los actores sociales y la “revolución de
las expectativas crecientes”. En 1988 fundó el Centro de Derechos
Humanos Fray Bartolomé de las Casas, uno de los más importantes y
reconocidos en el país hasta la fecha.
Figura central en la Conferencia Episcopal Latinoamericana y en
Roma, saltó a la fama mundial en 1991 tras el alzamiento del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Su intervención impidió una
masacre que habría lindado el genocidio, y se convirtió en un actor
fundamental en las negociaciones de paz entre el EZLN y el gobierno
mexicano al que le había declarado la guerra, aunque el propio Jean
Meyer documentó la condena del Tatik Samuel a la lucha armada y su
distanciamiento del mítico Subcomandante Marcos, que nunca hizo
públicas. Pese a ello, en mayo de 1998, el entonces presidente Ernesto
Zedillo acusó al obispo de encabezar la “pastoral de la división” y la
“teología de la violencia”, debido a que el Tatik dedicó su vida a
formar comunidades eclesiásticas de base en cada una de las poblaciones
indígenas de Chiapas.
El papel conciliador de Samuel Ruiz propició que desde hace un par
de años formara parte de una comisión de mediación entre otra guerrilla
mexicana, el Ejército Popular Revolucionario (EPR), y el gobierno
federal. En esta misma comisión participaba también el escritor Carlos
Montemayor, fallecido el año pasado.
Samuel Ruiz vivía desde hace varios años en Querétaro, 200
kilómetros al norte de la capital del país, aunque realizaba visitas
esporádicas a la diócesis de la que fue nombrado obispo emérito. La
distancia que mantuvo obedecía a su intención de no obstruir la labor de
su sucesor, pero sus 40 años de labor en ese estado del sureste
mexicano dejó una impronta que el nuevo obispo Felipe Arizmendi no pudo
alterar, particularmente lo que el propio Tatik llamaba “la autonomía
participativa” de clero y laicos, a riesgo de provocar “una verdadera
sangría”, como advirtió en su momento el historiador Jean Meyer.
Como obispo de la diócesis de Chiapas, Samuel Ruiz desarrolló una
intensa acción a través del Comité de Solidaridad con los pueblos de
América latina, iniciando viajes a diversos países, con grupos, y
movimientos sociales cristianos y no cristianos. Una de sus
intervenciones más conocidas fue en favor de los miles de guatemaltecos
que huyeron hacia México a fines de los ’90 y principios de los ’80 para
evitar ser masacrados por el ejército de aquel país y sus escuadrones
de la muerte, conocidos como kaibiles.
Su activismo venía de antiguo. En agosto de 1976, apenas unos días
después del asesinato del obispo de la Rioja, monseñor Enrique
Angelelli, por la dictadura militar argentina, participa en el Encuentro
de Obispos Latinoamericanos celebrado en Riobamba, Ecuador, y es
detenido por la dictadura militar de ese país junto con otros 20
obispos, sacerdotes, teólogos y asesores, entre quienes se encontraba
Adolfo Pérez Esquivel. Veinticinco años después de ese episodio, el hoy
Nobel de la Paz argentino presentó la candidatura del obispo mexicano al
mismo premio.
El 16 de septiembre de 2001, en coincidencia con un aniversario de
la independencia de México, Pérez Esquivel ofreció un discurso
laudatorio sobre Samuel Ruiz en el Centro de Derechos Humanos de
Nuremberg, que le otorgó ese año su Premio Internacional de Derechos
Humanos, uno de los tantos que recibió el obispo emérito de Chiapas.
Pérez Esquivel dijo entonces que Samuel Ruiz era una de las “voces
proféticas que anuncian y denuncian la situación de violencia e
injusticias que vive la mayoría de los pueblos latinoamericanos. Son las
voces de los desposeídos, los sin voz que van recuperando su
protagonismo histórico, el sentido de vida, de dignidad y esperanza en
que es posible construir un mundo más justo y humano para todos”.
Vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-161103-2011-01-25.html
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-161103-2011-01-25.html
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