La OMS (Organización Mundial de la Salud) define el concepto de
droga como “cualquier sustancia que introducida en nuestro organismo,
produce cambios de conducta”. Aclararía además que no solo produce
cambios de conducta sino que genera adicción, que no son tan solo
sustancias sino actividades las que producen adicción, como el juego y
la apuesta, el Internet y los video juegos, las compras compulsivas, el
comer compulsivo, el sexo y un sin fin de acciones que generan
dependencia. El estudio y definición de la drogadicción siempre se nos
ha enseñado desde el individuo como objeto afectado por sustancias o
situaciones y para nada se remiten los estudios al diagnóstico social.
Los
llamados “tratamientos” con los que se aborda la adicción al alcohol,
drogas ilegales o actividades distintas no producen resultados
satisfactores al problema que pretenden resolver. Hay un tapón
epistemológico que no termina de entender que cuando un problema no lo
resuelve la ciencia que lo aborda es porque el problema va más allá de
la misma ciencia con se pretende resolver. Esto ha abierto un nuevo
concepto de abordaje integral que de forma tímida llama o invita a
terapias alternativas o auxiliares en donde algunas nuevas visiones se
están ensayando.
Yo comenzaré un enfoque sociológico antes que
seguir dando toda la responsabilidad al campo de la sicología y la
siquiatría. En la creencia total de que sin un cambio de visión y de
diagnóstico jamás podremos ponernos a la cabeza del problema y
continuaremos siendo lo que somos: un abordaje con un 80 % de fracasos
en las personas atendidas, que ya basta de achacárselo a la supuesta
“enfermedad de la adicción” y su temible e indoblegable malignidad. Solo
ampliando la visión a un problema más allá de lo biomédico y pudiendo
esbozarlo con una interpretación socio política y económica, podremos
allanar el camino a dar respuestas efectivas y desarmar un mal que ya
afecta a un 20 % de la población mundial si contamos que cada persona en
adicción, solo a drogas ilegales, sufren cinco personas más lo que
multiplica la misma cifra que da la OMS de 5 % de personas en consumo
al 20 o 25 % de la población mundial sin tomar dentro de las
estadísticas al porcentaje de afectados por la ingesta de alcohol.
Antes
que nada la droga es un negocio. Aquella diferenciación que construimos
al separar la demanda y la oferta, nos aleja de poder entender el nexo
que las interrelaciona. Cabe la pregunta: ¿Hay demanda porque la
ofrecen? ¿o la ofrecen para crear demanda? La industria del narcotráfico
ocupa los primeros puestos en facturación al lado de la industria de
las armas y el petróleo, es un arma política y en definidas cuentas la
caja chica del imperio del capital por su cualidad de no tener registros
fiscales de ningún tipo. Por tanto todo lo que derive de esta terrible y
gigantesca industria es antes que nada un problema de nuestra sociedad
de consumo. Seguir viendo a la persona consumidora como objeto
fundamental del problema nos difiere de tener soluciones efectivas en
nuestras sociedades. Hay que instituir a la persona como sujeto y no
como objeto y hay que ampliar el campo de “tratamiento” a la sociedad
entera, sin este cambio paradigmático nunca dejaremos de ser inútiles
paños calientes ante el dolor de tantas y tantas familias que pierden
seres queridos destruidos por la esclavitud al consumo o al tráfico de
las sustancias ilegales. De igual manera es necesario abordar el consumo
de bebidas alcohólicas como una patología social que origina la
violencia de nuestra sociedad. México y Colombia, sin dejar afuera al
resto de los países, son un claro ejemplo de cómo se desborda la
violencia que genera la industria de la evasión.
Quien está
enferma es la sociedad, sino se cura la sociedad jamás sanarán sus
habitantes, esto es claro. Decir que la sociedad no es cambiable y que
debemos abordar la atención colocando al individuo como objeto solo
producirá lo que hasta ahora ha producido: fracasos ante el avance
avasallador del imperio de los sicotrópicos, el juego y el alcohol.
Hay
que construir una visión sistémica y organicista en los procesos de
atención, no solo debemos generar tratamiento sicológico a las personas
consumidoras y sus familiares que desarrollan coadicción sino que
debemos dar una gran batalla en las comunidades y las escuelas, sino
generamos conciencia de peligro y el daño que produce esta industria, no
saldremos del laberinto.
La televisión es una droga, la moda
es una droga, el capitalismo en el imperio de las drogas. Se educa al
ser humano para que sea consumidor compulsivo e irracional de toda clase
de productos basura que crea la sociedad del dinero y la ganancia avara
y desmedida. Solo habrá avances desde lo cotidiano cuando hagamos un
abordaje integral en donde seamos capaces de crear conciencia y cambios
en nuestra sociedad, en donde estemos insertando a quienes tratamos en
nuevos modelos de sociedad experimentales que generen desde ellos y bajo
su responsabilidad una sociedad con nuevos valores sustentables que en
su crecimiento sean las fortalezas que derroten la sociedad en crisis
con respuestas generadoras de nuevos modelos.
El narcotráfico y
el alcohol producen exorbitantes cantidades de dinero que le dan el
poder de comprar impunidad y legalidad, lo que termina sentenciando a
los que son sus consumidores, es decir a quienes los enriquecen a
cambio de sus vida, en los únicos culpables castigados por todos.
Fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/sociopatologia-de-la-droga
http://www.kaosenlared.net/noticia/sociopatologia-de-la-droga
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