Dentro del universo infinito de la ética,
la enfermedad, el medio ambiente y la política son, entre muchos otros,
temas socorridos y recurrentes. Por ser la enfermedad un asunto
universal, que atañe a la persona y a sus seres queridos, y de la cual
es casi imposible escapar, es muy frecuente, sobre todo, ante el vasto
despliegue de la tecnología, discutir acerca de
qué es lo mejorcuando uno enferma (escribí
casi imposible escaparpara referirme a quienes mueren en accidentes, como consecuencia de un infarto masivo, por la ruptura de un aneurisma u otras razones).
Cuando decisiones políticas se emplean para solventar (o complicar)
problemas de salud la ética es actor indispensable, sobre todo, si se
tiene en cuenta que muchos políticos denuestan la validez de esa
disciplina y no pocos médicos la pisotean. La reciente decisión del
gobernador de Misisipi, Haley Barbour, de liberar a las hermanas Scott
mezcla enfermedad, política y ética. Si no fuese porque es cierto, la
acción del gobernador podría ser un cuento de hadas y brujas, donde el
hado Barbour obra de buena fe y exonera a las brujas Scott –hado
significa
fuerza desconocida que, según algunos, obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos–. El affaire Barbour es un buen caso de estudio para la ética.
Las Scott –Gladys, de 36 años, y Jamie, de 38– fueron condenadas a
perpetuidad por tender una emboscada a dos jóvenes para que tres
cómplices les asaltaran y les robaran. Por el robo, el grupo se embolsó
entre 11 y 200 dólares.
El gobernador de Misisipi decidió excarcelar a las hermanas Scott no
por cuestiones éticas, no por corregir la brutal condena, no por
considerar la doble moral tan presente en la justicia estadunidense ni
tampoco porque las presas Scott se comportaron adecuadamente durante los
16 años que duró el confinamiento. Agrego: las hermanas no fueron
perdonadas, contarán con libertad condicional de por vida. Las Scott
fueron liberadas por cuestiones de salud y de dinero. Jamie padece una
enfermedad renal terminal no precisada, por lo que debe someterse a
diálisis; el procedimiento le cuesta al estado 200 mil dólares al año.
Aunque las hermanas ya fueron liberadas, hasta ahora no se han
practicado las pruebas necesarias para saber si existe compatibilidad
inmunológica entre ambas; a pesar de no ser indispensable, es deseable,
para el éxito del procedimiento, que exista compatibilidad hematológica e
inmunológica entre receptor y donante. Se ignora qué sucederá en caso
de que el trasplante no se pudiese concretar, ya sea por
incompatibilidad inmunológica o por falta de recursos económicos; al
abandonar la prisión las hermanas informaron que solicitarán donaciones
altruistas.
Durante años se hizo caso omiso a los abogados civiles que
sostenían, con razón, que el castigo impuesto a las hermanas Scott era
excesivo. Ahora Barbour tuerce, a su modo, y acopla a su conveniencia
las leyes para
liberara las hermanas. Exonerarlas por motivos económicos conlleva muchas dudas e igual número de preguntas.
Enumero y comparto mis preguntas y mis dudas: 1) ¿Conoce Gladys, la
potencial donadora, el origen de la enfermedad de su hermana? 2) ¿Saben
los médicos de la cárcel la etiología de la patología renal? 3) ¿Han
estudiado los médicos, y se lo han comunicado a la potencial donadora,
las posibilidades de que el riñón trasplantado y el riñón con el que
tendrá que vivir el resto de su vida se afecten por la misma patología
de la receptora? 4) ¿Fue altruista la acción de Gladys o tomó esa
decisión bajo presión? 5) Las hermanas fueron encarceladas cuando niñas:
¿tuvieron la oportunidad de generar criterios en la prisión para poder
decidir sobre temas tan complejos como la donación de órganos? 6)
Después de 16 años de prisión, ¿es sana, física y mentalmente la
donadora? 7) En caso de que el trasplante no se pudiese llevar a cabo,
¿qué sucederá con ambas?, ¿regresarán a la cárcel? 8) Los comités de
ética médica encargados de analizar el caso de las hermanas Scott,
¿decidirán, motu proprio, o se inclinarán por favorecer al
Estado y trasplantar en contra de lo que dicta la ética médica? 9) En
caso de que no haya compatibilidad entre las hermanas, ¿los comités de
ética propondrán a la enferma como candidata para recibir un riñón de
otra persona o de un cadáver a pesar de que la oferta de órganos en
Estados Unidos no es suficiente? 10) Si no se efectúa el trasplante y
las hermanas no regresan a la cárcel, ¿quién, en un sistema de salud tan
mediocre como el estadunidense, se encargará de dializar a Jamie?
Falta una pregunta: ¿qué tan amoral sería, en caso de que no
existiese ningún tipo de apoyo, que las hermanas perpetrasen muchos
asaltos, de preferencia sin lesionar a otras personas, para costear la
diálisis y así evitar la muerte de Jamie?
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/01/19/index.php?section=opinion&article=024a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2011/01/19/index.php?section=opinion&article=024a1pol
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