Diez años genoma humano |
Araxi Urrutia Odabachian
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Promesas rotas y hallazgos inesperados
En febrero de 2001, en conferencia de prensa televisada alrededor
del mundo, Bill Clinton, entonces presidente de los Estados Unidos,
anunció en persona la finalización de la primera fase del proyecto de
secuenciación del genoma humano, esto es, del conjunto de toda la
información genética de un ser humano. Clinton vaticinó que la lectura
de nuestro libro de la vida permitiría encontrar la cura para todas las
enfermedades que aquejan a los seres humanos y que en menos de una
década la medicina personalizada sería una realidad.
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El décimo aniversario de esa fecha
está por cumplirse y muchos nos preguntarnos ¿por qué tantas personas
siguen enfrentando diariamente devastadores diagnósticos de cáncer? ¿Por
qué aún sabemos tan poco acerca de muchos padecimientos que tienen un
fuerte componente hereditario, como la esquizofrenia? ¿Cuándo veremos
los beneficios prometidos con la publicación del genoma humano?
La secuenciación del genoma humano (es decir, la lectura de cada uno
de los casi 3 000 millones de "letras" químicas que componen las largas
cadenas de ADN que lo forman) fue la culminación de años de planeación y
una década de cooperación entre científicos y gobiernos en Asia, Europa
y América pa ra descif ra r los secretos de nuestro genoma. En la
ceremonia en que se presentó públicamente se anunció también una segunda
secuencia completa del genoma obtenida por el investigador Craig
Venter, quien participó en el proyecto de secuenciación llevado a cabo
por un consorcio de instituciones públicas y que, desencantado con la
lentitud de sus avances (ver ¿Cómo ves? Nos. 21 y 37) decidió fundar una empresa privada para el mismo fin.
Si bien la competencia directa de Craig Venter a través de la
compañía Celera al esfuerzo público fue controvertida y criticada por
numerosos científicos, muchos reconocen que las tecnologías
implementadas por Celera (que incluían métodos para automatizar el
análisis del ADN y poderosas técnicas computacionales para procesar la
información obtenida) fueron de gran ayuda para concluir la secuencia
del genoma, que hasta entonces procedía con extrema lentitud.
Pero ¿por qué la secuenciación del genoma no ha permitido curar todas
las enfermedades que aquejan a la humanidad? Si bien el genoma contiene
las instrucciones necesarias para construir todas las proteínas del
cuerpo humano, tanto las que son componentes estructurales como las
enzimas —catalizadores que facilitan las reacciones químicas dentro de
nuestras células—, leer estas instrucciones y saber cómo sus cambios
producen enfermedades ha sido más difícil de lo que originalmente se
pensó.
Los problemas para leer y entender el genoma son múltiples.
Para empezar, la secuencia publicada hace 10 años estaba incompleta
debido a que algunas regiones, donde hay mucha información repetida,
dificultan ordenar correctamente los fragmentos de secuencia genética
descifrada. La secuencia completa solo fue publicada tres años después, y
regularmente se reportan modificaciones menores.
Una vez que se tiene la secuencia, identificar los genes —las
unidades funcionales básicas dentro del genoma que contienen la
información para fabricar todas las proteínas— ha sido un reto, ya que, a
diferencia de los genomas de organismos unicelulares e invertebrados,
una parte significativa del genoma humano está constituido por
secuencias repetitivas que no contienen genes. Encontrar genes a lo
largo de la secuencia de los cromosomas se dificulta aún más porque
estos suelen estar partidos en pequeños componentes llamados exones.
Algunos exones son muy cortos, y pueden estar a gran distancia del
siguiente exón. Aun los mejores algoritmos para el análisis
computacional de secuencias de ADN son incapaces de identificar con
certeza todos los genes, por lo que muy probablemente el catálogo del
genoma humano continúa siendo incompleto.
Los genes descubiertos a lo largo de la secuencias de ADN, nos
dicen poco por sí solos acerca de la manera en la que las proteínas que
producen interactúan con otras proteínas y demás moléculas en el
organismo. La función de una proteína y su localización en el interior
de las células depende de cuándo y en qué cantidad es fabricada, de su
estructura tridimensional y de sus propiedades químicas. Cada una de
nuestras células contiene el mismo material genético. Lo que diferencia a
una célula del hígado de una fibra muscular en el corazón, o cualquiera
otra de los más de 200 tipos celulares de nuestro cuerpo, es el
conjunto particular de genes a partir de los que se sintetizan las
proteínas. Esta síntesis es un proceso controlado en muchos niveles, y
difícil de predecir a partir de la simple secuencia genómica.
El genoma contenido en cada ser humano lo liga a cada uno de los demás seres humanos vivos, y a sus antepasados más allá de los confines de nuestra especie, hasta llegar al antepasado común de todos los organismos que existen y han existido a lo largo de miles de millones de años. El genoma es transmitido de una generación a otra; en las especies con reproducción sexual la mitad del genoma nuclear proviene de la madre, y la otra mitad, del padre. Pero este proceso no es perfecto, y con el paso del tiempo se van acumulando errores, que llamamos mutaciones. Comparando las secuencias de varios individuos de una misma especie, o entre distintas especies, es posible reconstruir las relaciones evolutivas entre ellos, así como calcular el tiempo que ha transcurrido desde que cada par de grupos o especies compartió un ancestro común.
La comparación de secuencias de proteínas y genes individuales
de una variedad de organismos se ha usado desde hace varias décadas para
reconstruir las relaciones entre grupos humanos, y de nuestra especie
con otros organismos. Sin embargo, la secuenciación del genoma humano,
en la que se usó material genético de individuos de distintos
continentes, permitió por primera vez concluir inequívocamente que la
especie humana moderna es muy joven, evolutivamente hablando, y es
originaria de África. Las diferencias raciales son de origen reciente, y
superficiales en términos genéticos: cada ser humano que puebla el
globo comparte mas del 99.9% de su genoma con cualquier otro.
Caracterizar los perfiles de las diferencias genómicas entre
grupos étnicos ha permitido construir un mapa cada vez más refinado de
las migraciones humanas en sus rutas desde África a todos los rincones
del mundo, a lo largo de 60 000 años. Incluso, se han podido reconstruir
patrones de colonización, como la llegada de los españoles a América, o
estructuras sociales rígidas, que dejan marcas indelebles en los
genomas de las poblaciones humanas. Por ejemplo, el sistema de castas de
la India, donde los individuos deben casarse con miembros de su propia
casta, deja marcas genómicas. Estudios de genoma mitocondrial (que se
hereda solo por la vía materna) y del cromosoma "Y" (que solo se hereda
por la vía paterna) en poblaciones de América muestran un patrón de
mestizaje asimétrico, donde la incidencia de cromosomas "Y" europeos es
mucho mayor a la incidencia de mitocondrias europeas.
El genoma humano y los avances tecnológicos que se derivaron de
su secuenciación han permitido estudiar un número cada vez mayor de
genomas completos de distintos grupos, incluyendo los de plantas,
hongos, bacterias y animales vertebrados e invertebrados. Esto ha
permitido crear árboles genealógicos que nos ligan sucesivamente con
otros primates, mamíferos, vertebrados, hongos, los demás organismos
eucariontes y todos los organismos vivos que han poblado la Tierra a lo
largo de al menos 3 500 millones de años.
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Una caja de sorpresas
En última instancia, todo lo que somos está determinado por nuestros genes y nuestra interacción con el ambiente, que modifica los patrones de fabricación de las proteínas codificadas en el genoma. Si bien el impacto de la secuenciación genómica en el tratamiento de muchos de los padecimientos más comunes y devastadores es hoy desafortunadamente limitada, la era postgenómica sí ha revolucionado la manera en que entendemos el funcionamiento de los genes y el genoma en general.
Antes de la secuenciación del genoma humano, el consenso era
que el genoma era un repositorio relativamente pasivo de genes que
codifican proteínas, cuya actividad era controlada por genes
regulatorios cercanos. Pero diversos estudios pronto demostraron que el
genoma se encuentra altamente estructurado, y el orden y posición de los
genes a lo largo de los cromosomas no es aleatorio, sino que maximiza
la adecuada actividad génica para la síntesis de las proteínas.
La era genómica ha influido en todas las áreas de estudio de
las ciencias de la vida. El uso de tecnologías para medir la actividad
de genes a escala genómica es hoy rutinario en un creciente número de
laboratorios de investigación. Por ejemplo, la medición simultánea de
patrones de actividad de miles de genes ha permitido inferir relaciones
entre genes que no habían sido previamente halladas con los métodos
experimentales tradicionales. Los estudios de datos genómicos
conjuntamente con experimentos con genes y proteínas específicos han
permitido identificar genes importantes durante el desarrollo, durante
procesos fisiológicos normales así como en enfermedades. Esto ha llevado
al desarrollo de pruebas diagnósticas, como en el cáncer de mama, donde
la caracterización de los patrones de actividad de genes permite hoy en
día seleccionar tratamientos más efectivos para cada mujer.
Curiosamente, así como el genoma ha demostrado la gran
similitud entre todas las razas humanas —de hecho, el término "raza" es
hoy casi obsoleto—, la medición de patrones de actividad génica ha
demostrado extensas diferencias de género en el funcionamiento de los
genes activos en el cerebro; tal vez los hombres sí son de Marte y las
mujeres de Venus, como dice el famoso libro.
La era postgenómica ha revolucionado la manera en que entendemos el funcionamiento de los genes y el genoma en general. |
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Mirada al futuro
El genoma humano nos ha permitido grandes avances para entender los procesos fisiológicos de nuestro cuerpo, y las bases biológicas de un sinfín de padecimientos que en algunos casos han llevado al desarrollo de procedimientos diagnósticos y tratamientos clínicos ya en uso o en pruebas. Sin embargo, estos avances no han llegado a la velocidad esperada. Hoy nos encontramos a las puertas de la era de la genómica personalizada, en la que muy posiblemente será secuenciado el genoma de una proporción significativa de la población. ¿Podemos esperar que las promesas rotas se cumplirán en esta nueva década?
Los últimos años han visto un rápido aumento en el uso de
"estudios de asociación" para identificar regiones del genoma
relacionadas con una variedad de padecimientos, como la diabetes, la
obesidad, la esquizofrenia, la hipertensión, el mal de Alzheimer y el
cáncer de mama, e incluso con características de personalidad o
inteligencia. Estos estudios se basan en la comparación de millones de
fragmentos de información genética que pueden variar de un individuo a
otro, o entre grupos de personas con y sin una particular característica
o padecimiento. Al utilizar decenas de miles de casos, los estudios de
asociación pueden detectar pequeñas diferencias en la frecuencia con que
se presenta en la población una variante genética asociada con una
característica de interés. Las variantes identificadas de esta manera
suelen tener un valor predictivo bajo; es decir, que si un individuo la
presenta, su probabilidad de adquirir dicho padecimiento aumenta en
menos de 1%. Sin embargo, estas regiones importantes del genoma permiten
guiar futuras investigaciones y en algunos casos están permitiendo el
desarrollo de medicamentos que tendrán un impacto cada vez mayor a lo
largo de los próximos años.
Aunque comiencen a estar disponibles algunas terapias derivadas de la investigación genómica a lo largo de la siguiente década, es muy posible que no proporcionen curas "milagrosas" en un futuro cercano. |
El refinamiento de las técnicas de medición de la actividad
génica a gran escala ha permitido identificar el origen de distintos
tipos de tejidos cancerosos. Se ha encontrado que las células madre son
precursoras de muchos de los tipos de cáncer más agresivos e invasivos;
anteriormente se pensaba que la mayoría de las células cancerosas se
derivaban de células ya diferenciadas. Asimismo, mediante la comparación
de perfiles de actividad de muchas muestras provenientes de distintos
tipos de cáncer y de tejidos sanos, se podrán desarrollar terapias más
modernas.
La genómica personalizada posiblemente nos lleve a un
entendimiento más integrado de los estados de salud y enfermedad, donde
las enfermedades se entiendan como perfiles de actividad génetica
aberrantes o sanos, en lugar de genes aislados. Esta visión integradora
puede ser particularmente importante en el estudio de procesos complejos
como enfermedades mentales y comportamiento.
Los procesos de aprendizaje y memoria en el corto y largo plazo
dependen de cambios en los patrones de síntesis de proteínas. Dado que
los procedimientos actuales para medir patrones de actividad de genes y
síntesis de proteínas son invasivos, las aves silvestres se están
convirtiendo en modelos animales ideales para estudiar patrones de
comportamiento complejo. Las aves son muy diversas y presentan patrones
conductuales y de organización social y familiar semejantes a los
humanos, los cuales han sido estudiados por los ecólogos. La comparación
de los patrones de actividad de los genes en los cerebros de aves
silvestres con distintos patrones conductuales podrían proporcionar,
durante la próxima década, importantes avances en la comprensión de las
bases genéticas del comportamiento complejo.
Los efectos de la secuenciación genómica y sus tecnologías
asociadas continuarán creciendo en importancia, tanto en investigación
básica como aplicada, y es posible que sus efectos sean más palpables
para el público en general. Sin embargo, mientras algunas terapias
derivadas de la investigación con técnicas genómicas comenzarán a estar
disponibles a lo largo de la siguiente década, es muy posible que no
proporcionen curas "milagrosas" en un futuro cercano, ya que muchos
padecimientos no se derivan de cambios en la actividad de un gen, sino
de muchos genes en conjunto. Las intricadas interacciones entre los
genes dificultan predecir la reacción del resto del sistema en respuesta
a los tratamientos. Por ejemplo, algunas estrategias de terapia génica
en las que se introduce un gen en el genoma con fines terapéuticos,
enfrentan dificultades para lograr que el material genético nuevo se
inserte en regiones particulares del genoma. No obstante, en los últimos
cinco años la terapia génica se ha utilizado exitosamente en el
tratamiento de dos individuos con un tipo específico de melanoma (cáncer
de piel) y hay pruebas clínicas en marcha para tratar otras
enfermedades causadas por una mutación.
En resumen, y aunque las promesas de la era genómica no se han
cumplido a plenitud en su primera década, hay buenos motivos para
esperar que pronto se presenten avances que permitan que al menos una
parte de las esperanzas que se despertaron hace 10 años comiencen a
volverse realidad.
Araxi Urrutia Odabachian es licenciada en
Psicología por la UNAM. Hizo el doctorado en la Universidad de Bath,
Reino Unido, donde actualmente dirige un grupo de investigacion en
genómica evolutiva. Entre otros reconocimientos, ha recibido el premio a
joven investigador de la Sociedad Bioquímica del Reino Unido y fue
nombrada "mujer inspiradora" por la revista británica She.
Fuente, vìa :
http://www.comoves.unam.mx/articulo_146_02.html
http://www.comoves.unam.mx/articulo_146_02.html
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