El 4 de diciembre de 1948, George Orwell mandaba a la editorial
Secker and Warburg el manuscrito de la que posiblemente sea su obra
cumbre. Durante meses antes de enviar el libro, estuvo dudando sobre su
título, barajando seriamente la posibilidad de titularlo “El último
hombre en Europa”. Su editor, Frederic Warburg le convenció de cambiarlo
por algo más comercial. Seis meses más tarde, el 8 de junio de 1949 se
publicaba en Estados Unidos “1984“.
La obra, como todo el que la haya leído sabrá, describe un mundo
dominado por estados totalitarios en los que todo gira en torno a la
censura. Las personas son educadas para no pensar, e incluso en Oceanía
(el estado en el que se centra el libro) se describe la existencia del
Ministerio de la Verdad. Un ministerio que, paradójicamente, está
ocupado de reescribir la historia, haciendo desaparecer de escritos y
fotografías a las no-personas, aquellos que alguna vez pensaron, se
opusieron al régimen y fueron capturados.
George Orwell, en una entrevista publicada pocos días después del
lanzamiento del libro en la revista Time, comentó cómo su último libro
no pretendía ser un ataque al socialismo, pero sí una muestra de sus
perversiones que ya habían sido descritas en los regímenes fascistas y
comunistas.
I: Feliz 1984: Pintada en el Muro de Berlín
Desde aquel momento, el horrible futuro descrito en “1984″ comenzó a
ser un libro de lectura obligada en multitud de escuelas
estadounidenses. El mundo estaba en plena guerra fría, y según los
educadores estadounidenses, “1984″ era un libro que describía cómo era
la vida bajo el gobierno comunista de los soviéticos.
Ciertamente, la censura existía en la antigua URSS. De hecho fue
especialmente tangible en la década de los 80, cuando un atrevido Carl
Sagan intentó publicar una crítica al enfrentamiento de las últimas
décadas entre las dos grandes potencias del mundo en su ensayo “El
Enemigo Común”. Sagan, envió dos copias del crítico escrito a sendas
publicaciones estadounidenses y soviéticas, con el preacuerdo de que
ninguno censuraría el contenido. La realidad fue totalmente distinta,
mientras en Estados Unidos se publicó el ensayo junto a una nota que
hacía dudar de la veracidad del mismo, en la Unión Soviética se hicieron
hasta 50 modificaciones que ocultaban la realidad del gobierno
comunista.
La caída del telón de acero
llegó en 1989, y desde entonces el mundo ha cambiado mucho. En estas
dos últimas décadas hemos vivido en un mundo en el que el capitalismo ha
salido victorioso, y nos creíamos que con ello también había triunfado
la libertad de expresión y el libre pensamiento, hasta que este año el
mundo nos ha mostrado lo equivocados que estábamos.
Durante los últimos años se ha estado criticando duramente la censura
de los pocos gobiernos comunistas existentes, centrándose las críticas
en China, pero sin olvidar a Cuba o Corea del Norte. Pero en los últimos
días estamos viendo como la censura está mostrándose fuera de las
fronteras comunistas para asentarse en el centro del mundo capitalista.
Con las recientes filtraciones de cables diplomáticos a través de
Wikileaks, el mundo está confirmando verdades que durante muchos años ha
sospechado. Estas verdades están relacionadas fundamentalmente con la
diplomacia estadounidense, y por ello el gobierno Estadounidense está
llevando a cabo un bloqueo y una censura sin precedentes.
II: Wikileaks
Estados Unidos está presionando con todo lo que está a su alcance
para acallar a Wikileaks e intentar borrarlo como si nunca hubiera
existido. Ningún juez ha determinado aún que Wikileaks o sus acciones
sean penables, pero como si de una no-persona se tratara, el gobierno
estadounidense está bloqueando a todas las empresas que dependen de un
modo u otro de él para dificultar la difusión de los dichosos cables. Lo
primero fue quitar el dominio http://wikileaks.org a Wikileaks. Después
llegó un bloqueo de las DNS que apuntaban a nuevo dominio localizado en
Suiza, y un intento de evitar cualquier tipo de donación económica,
forzando a PayPal, Mastercard y Visa a bloquear todas las cuentas y
transferencias a Wikileaks y a su fundador, Julian Assange.
Pero dentro de lo preocupante que esto puede ser, quizá simplemente se trate de la punta del iceberg. El pasado 4 de diciembre, The Huffington Post
filtraba la historia de cómo un antiguo alumno de la Universidad de
Columbia, acutalmente trabajando para el Departamento de Estado de los
EE.UU., avisaba a los estudiantes de su antiguo centro de que tuvieran
cuidado a la hora de opinar sobre Wikileaks o sus filtraciones en las
redes sociales, ya que podría perjudicar su futuro laboral.
El gobierno estadounidense está jugando a ser el Gran Hermano. Su
imagen se está transformando poco a poco en lo que tanto criticaba tres
décadas atrás cuando divulgaba 1984 entre sus estudiantes. Pero podemos
estar agradecidos de que en esta ocasión la realidad no alcanza a la
ficción, ya que las movilizaciones a lo largo y ancho del mundo están
mostrando imposibilidad de acallar a las no-personas.
Leer más: http://recuerdosdepandora.com/reflexiones/1984-wikileaks-y-como-el-gran-heramno-se-volvio-capitalista/#ixzz1AwyNX3aS
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