“No sé si los pondrán presos. Pero sí sé que esto sienta un
precedente para el resto de las localidades y para toda la gente que
está luchando por esto, contra las fumigaciones, los agrotóxicos y
contra este modelo sojero” dice a lavaca María Godoy,
una de las Madres de Ituzaingó. Dos productores sojeros y un piloto
serán juzgados a partir del 27 de febrero por fumigar con agroquímicos
como endosulfán y glifosato junto al barrio Ituzaingó Anexo, de Córdoba.
En ese lugar tristemente famoso, desde 2002 las Madres de Ituzaingó –a
quienes algunos, casualmente o no, llamaban “locas”- descubrieron a
simple vista la novedad que se había instalado entre los vecinos: el
cáncer. Muchas de ellas se presentarán como testigos al juicio ya que
fueron ellas las que desde ese 2002 relevaron casos de cáncer,
malformaciones, diabetes, hipotiroidismo y otras enfermedades.
Descubrieron 200 casos entre 5 mil habitantes. Todo se confirmó por
estudios del Ministerio de Salud (entonces a cargo de Graciela Ocaña).
Se calcula que 100 de los enfermos ya murieron. El 33% de las muertes en
Ituzaingó se debe a tumores.
Ahora, por primera vez en la historia, dos productores sojeros y un
piloto serán juzgados por fumigar con agroquímicos, principalmente
endosulfan y glifosato, a una distancia menor a la permitida por las
leyes provinciales. Los acusados son los productores agropecuarios Jorge
Gabrielli y Francisco Parra, y el piloto Edgardo Pancello, por haber
violado la ley 9164 de agroquímicos, que prohíbe las fumigaciones aéreas
de endosulfán (a menos de 1.500 metros) o glifosato (500 metros).
Entre otras 70 querellas que esperan resolución en la Corte, esta
causa impulsada por Merardo Ávila Vázquez – ex subsecretario de la
Secretaría de Salud de Córdoba- y el doctor Darío Avila toma curso
gracias al fiscal Carlos Matheu quien apeló el pedido de sobreseimiento
del juez de control por “falta de pruebas”. La Cámara de Acusación
también consideró suficientes las muestras extraídas por la justicia en
campos aledaños a la población, donde se encontraron los plaguicidas
endosulfan y glifosato, y fechó las audiencias entre el 27 de febrero y
el 2 de marzo en 2012.
Soja, pañuelos y barbijos
El endosulfán es un pesticida utilizado para controlar plagas de
insectos en algodón, tabaco, sorgo y soja, y que la Agencia de
Protección de Medioamiente (EPA) califica en la Categoría I: alta
toxicidad aguda. Sus efectos cancerígenos no fueron comprobados pero sí
sus daños en la reproducción y el desarrollo humano. Otra experiencia
aporta la Red de Acción sobre Plaguicidas (PAN), integrada por 600
organizaciones de 90 países, que afirma que “los efectos del endosulfán
incluyen deformidades congénitas, desórdenes hormonales, parálisis
cerebral, epilepsia, cáncer y problemas de la piel, vista, oído y vías
respiratorias”.
El glifosato es el veneno utilizado para los transgénicos,
principalmente la soja. Pero la historia del barrio Ituzaingó Anexo
comienza al revés. No fue la ciencia ni mucho menos la justicia quien
dio explicación sobre los pañuelos en la cabeza de las mujeres, para
cubrir los efectos de los tratamientos contra el cáncer, y los barbijos
en los niños. Para Sofía Gatica, allá por 2001, algo estaba pasando.
En el barrio viven cinco mil personas. Todos, cuentan las madres,
conocen algún amigo sino familiar con cáncer, tumores, diabetes o
malformaciones. “Para mí es el agua”, sugirió por entonces una vecina a
Sofía. Y entre las dos pronunciaron la palabra mágica: “juntémonos”.
Apagá la tele
Nacían, sin saberlo, Las Madres de Ituzaingó. En esa reunión el
marido de la vecina ensayó un mapa marcando cada casa de los enfermos
(conocidos): eran 200.
Gatica se presentó de inmediato a las autoridades del Ministerio de
Salud provincial con las pruebas caseramente recogidas: “Investiguen por
qué nos estamos muriendo”. No hubo respuestas. Entonces juntó y juntó
vecinas (hecho que el biólogo Raúl Montenegro, quien respaldó desde el
principio la lucha, resume así: “Me enojé mucho porque a la reunión
sólo fueron mujeres, los hombres estaban mirando un partido de fútbol”),
e insistieron no ya en los ministerios sino en la prensa provincial.
Recién cuando salieron ante las cámaras de televisión el ministro de
Salud de entonces, Roberto Chuit, les concedió una entrevista: admitió
que el agua contenía endosulfán y se dispuso a financiar los estudios
solicitados. El biólogo Montenegro resume algunos de los resultados:
“Había un transformador que tenía perdidas de aceite, había líneas de
media tensión superpuestas con líneas de baja, contaminación del suelo
con cromo, plomo y arsénico que es cancerígeno. Esta composición del
suelo se debe a un proceso geológico. También había 200 tanques de agua
sin tapa y todo lo que venía del campo o del propio movimiento del suelo
del barrio se depositaba en el agua”. La cantidad máxima de arsénico
que se encontró en el sedimento del agua de Ituzaingo fue de 44 partes
por millón. En Argentina se permite 0.05 partes por millón, aunque la
Organización Mundial de Salud recomienda solo el 00.1. Además, agrega
Montenegro, “todo el barrio estaba afectado por las fumigaciones con
máquinas mosquito y por avionetas”. La persistencia de las Madres obligó
también a que en marzo de 2006 el gobierno provincial realizara un
análisis para determinar el grado de toxicidad en sangre de 30 niños:
“La totalidad de las muestras tienen pesticidas, y de los 30, hay 23 con
niveles más altos de lo permitido”, contaba entonces Sofía.
Arsénico en tu tanque
Hasta la Organización Panamericana de la Salud llegó al barrio en
agosto de 2007 convocada por la municipalidad y, tras relevamientos,
entrevistas y confirmando las denuncias, concluyó: “El barrio Ituzaingó
Anexo puede considerarse como un sitio contaminado. Los contaminantes de
mayor importancia son los plaguicidas y el arsénico, fundamentalmente
en suelo. La presencia de plaguicidas en tanques de agua posiblemente
refleje la intervención de la vía suelo-aire.” Entre las imprescindibles
acciones recomienda “incrementar el control sobre fumigaciones
clandestinas a distancias menores a las permitidas por ley”.
Más casos en un barrio sitiado
Fue así, gracias al casero e insistente trabajo de
las Madres y el aval científico, que en febrero de 2008 tuvo lugar la
primera acción judicial en el barrio: El fiscal Matheu ordenó estudios
en los patios de las viviendas y confirmó la presencia de endosulfán y
glifosato, allanó galpones a chacareros y encontró tambores con los
agrotóxicos.
A casi una década de las primeras denuncias, el 30 de
diciembre de ese año la justicia cordobesa prohibió por primera vez las
fumigaciones terrestres a menos de 500 metros de zonas urbanas y las
áreas a la distancia mínima de 1500. El fallo, además, focalizaba en dos
agroquímicos, el endosulfán y el glifosato, este último pilar de la
industria sojera. Las Madres de Ituzaingó reconocen que el fallo
judicial llegó cuando todo estaba envenenado: “La situación en el barrio
sigue igual, siguen apareciendo casos de cáncer nuevos, sigue
falleciendo la gente… Incluso hace 4 meses le detectaron leucemia a un
chiquito de 2 años… Seguimos en la misma. Hemos recibido contaminación
por años y recién nos dimos cuenta con las enfermedades”, relata ahora
María.
Montenegro analizó para lavaca los
alcances de la medida: “Los plaguicidas en nuestro país se controlan por
la dosis letal o sub letal, que es la cantidad que puede matar a una
persona, pero no protege a las personas de las bajas dosis, que rompen
el sistema hormonal”.
La teoría lugareña de María: “Ellos nos van a seguir fumigando más
lejos, y van a seguir viniendo los agroquímicos por la deriva por el
viento en la zona, porque el barrio es como
Hacer justicia
La decisión judicial provincial motivó a que en 2009 la propia
ministra de Salud Graciela Ocaña llegara Ituzaingó por expreso pedido de
la presidenta Cristina Fernández. El resultado de la visita fue la
creación del llamado Plan Ituzaingó que impulsó la creación de una
comisión investigadora encargada de relevar y cotejar sobre las
enfermedades y su posible relación con los agrotóxicos. “Nunca nos
dieron los números finales, pero sí nos dijeron que el 33% de los
fallecidos en el barrio Ituzaingó Anexo son por tumores. Y que la tasa
es mayor que cualquiera a nivel provincial y nacional”, cuenta María
Godoy.
Todavía también esperan los resultados de los análisis en sangre en
140 niños de 4 a 14 años, realizados en 2010, así como las muestras de
suelo que allí tomaron “pero todavía no han sido llevados a análisis”.
Sigue Godoy: “Y nos siguen jugando así, al desgaste, pero mientras
avanzamos por otros lados”.
El Plan Ituzaingó poco aportó para ratificar las pruebas y avalar más
de las 70 querellas que la Corte archiva al respecto. Desde el año
2002, Las Madres y otros vecinos fueron presentando casos de afecciones
de distintos tipos; incluso muchos de los enfermos han fallecido a la
espera de justicia. María avisa: “De acuerdo a lo que se resuelva en la
Corte iremos a afuera, a la Corte Interamericana”.
La diferencia entre esas 70 y esta primera causa que llega a juicio
oral está, según María, en “las personas que están a cargo”, llámese
jueces y fiscales. En este caso, el fiscal de Instrucción del Distrito
III, Carlos Matheu, es el mismo que en 2008 determinó la figura penal de
“contaminación dolosa del medio ambiente de manera peligrosa para la
salud” por fumigaciones áreas en áreas urbanas, sentando el precedente
para la ley. Sin embargo, tuvo que sobreponerse al sobreseimiento del
juez de control Esteban Díaz a los dos productores y el piloto por
considerar “insuficientes” las pruebas científicas que determinaban
endosulfán y glifosato en tierras urbanas. Matheu apeló y la Cámara de
Acusación falló a su favor. Aunque la primera audiencia fue citada para
el 27 de febrero, María se ríe que “es feriado” y augura el comienzo
para las primeras semanas de marzo, a más tardar. Las muestras cotejadas
y los pesticidas en ella encontrados, que al juez le parecieron
insuficientes, son para María el motivo de la esperanza: “Creemos que va
a salir favorable. El hecho de haber tomado las muestras en las
plantas, en las hojas, en el campo y en las casas, y que dieron que
había edosulfan y glifosato, es contundente. Aparte, hay muchos testigos
y muestras humanas de lo que esto produce. Vamos a seguir esta causa y
todas las otras, y seguiremos peleando también por la gran deuda
pendiente: una ley nacional”.
Fuente, vìa :
http://lavaca.org/notas/ituzaingo-juicio-oral-y-publico-a-los-agrotoxicos/
http://lavaca.org/notas/ituzaingo-juicio-oral-y-publico-a-los-agrotoxicos/
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