Con ilusoria idea de la unidad nacional
construida para enfrentar nobles propósitos, durante 32 años, la Teletón
ha proyectado una falsa unidad entre chilenos, sedimentando y
transformando en sentido común la respetabilidad y eficacia del modelo
dominante basado en la propiedad privada y en un rol subsidiario del
Estado al servicio de la inversión privada como eje central, la
desregulación de la economía y flexibilidad laboral, así como la
igualdad de oportunidades pero basada en la aceptación permanente de las
injusticias económicas y sociales como condición para el desarrollo.
La Teletón nos hizo olvidar desde sus
inicios que es el Estado el que debe hacerse cargo de la discapacidad en
todas sus dimensiones. El destino de su recaudación contribuyó con gran
éxito a instalar en el subconsciente colectivo la idea de que lo único
eficaz para hacer frente a la discapacidad es el sector privado a través
de fundaciones, sociedades, clínicas y establecimientos privados.
Ninguna campaña ideológica a nivel nacional en favor de un Estado mínimo
y subsidiario y de la primacía y eficacia de la empresa privada en
nuestra economía hubiese logrado tanto para aquellos propósitos como lo
ha hecho la Teletón en la construcción del “sentido común” nacional.
Con sus constantes llamados a la
“unidad nacional” y “a ponernos juntos de pie” se nos ha pretendido
hacernos olvidar nuestras diferencias sociales, culturales y de clase,
nuestros conflictos reales. El espejismo ejecutado una vez al año de
manera constante con gran publicidad, contribuye culturalmente a
hacernos olvidar la visualización del conflicto social y de la violencia
cotidiana que genera la desigualdad, la arbitrariedad y la
discriminación sobre el cual se basa el modelo económico actual.
A cambio de sus donaciones, el sistema
Teletón genera millonarias ganancias para las empresas participantes.
Por una parte, les permite descuentos por donaciones y ahorrarse
millonarias campañas en imagen y publicidad para sus productos y
servicios. Por otro parte, las empresas obtienen una alta fidelización
de sus consumidores y usuarios para productos y servicios.
Al ver en TV a sus ejecutivos entregar
con toda pompa y publicidad los cheques que se perciben como generosas y
altruistas donaciones, la Teletón nos hace olvidar las millonarias
utilidades que obtienen aquellos consorcios extranjeros y nacionales
expoliadores de nuestras riquezas y del trabajo de los chilenos. La
Teletón transforma y presenta así en nuevos héroes a los grandes
empresarios, lo que ahora también se extiende a sus familias y
dinastías. Ningún programa o espectáculo hizo tanto en favor de una
sociedad completamente mercantilizada.
El método Teletón opera como un “reality show”
basado en la explotación de la hipersensibilidad de los
telespectadores, en donde no sólo importan los discapacitados sino que
también la salud y el estado anímico de su animador principal. En medio
de una exhibición de publicidad, relaciones públicas, de marcas
comerciales, se desarrolla una guerra subterránea de los canales por
posicionar a sus principales animadores y “rostros” en la parrilla del
show espectáculo, compiten en sobre exposición con la farándula,
empresarios, parlamentarios y ministros del Chile binominal..
Me asumo como parte de una minoría de
chilenos y chilenas que creemos que hay que enfrentar la discapacidad
con otro tipo de solidaridad, aumentando la inversión pública y la
acción del Estado como resultado de una profunda reforma que aumente la
presión tributaria sobre las ganancias de las grandes empresas.
Fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/12/08/la-teleton-y-el-prestigio-del-modelo-neoliberal/
http://www.elciudadano.cl/2010/12/08/la-teleton-y-el-prestigio-del-modelo-neoliberal/
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