Los Juegos Olímpicos que se
inician este viernes en Londres están adquiriendo rápidamente el aspecto
de una vasta operación militar terrestre y aérea, en vez del de un
acontecimiento deportivo internacional.
En vez del sentimiento de fraternidad
internacionalista que deberían encarnar los Juegos Olímpicos, en Londres
reina una atmósfera amenazante de país en guerra con misiles
tierra-aire desplegados en los tejados de viviendas, los acorazados de
la Marina en estado de alerta y los cazas y helicópteros de las Reales
Fuerzas Aéreas patrullando los cielos de la capital británica.
Los Juegos empiezan el 27 de julio.
Entre los recientes acontecimientos figura el anuncio del ministerio
británico de Defensa de que quiere que se desplieguen 3.500 soldados
suplementarios para garantizar la seguridad de las treinta sedes que
acogen los acontecimientos deportivos. Se añaden a los 13.500 militares
ya asignados a la protección del público y de los equipos deportivos
contra los riesgos de un ataque terrorista.
El general británico Sir Nick Parker,
que supervisa los dispositivos de seguridad, declaró que uno de las
contingencias para las que se están preparando consiste en hacer frente a
un “suceso tipo 11 de septiembre”.
COPADO DE AGENTES
El despliegue total de tropas en Londres
y sus alrededores supone 7.000 personas más que las que están en las
actuales operaciones británicas en Afganistán.
Esta cantidad se añade a los 10.000
policías suplementarios y a una división de 10.000 agentes de seguridad
privados. La causa del más reciente reclutamiento de soldados
suplementarios fue la revelación hecha por G45, la empresa privada de
seguridad contratada para los Juegos Olímpicos, de que no sería capaz de
satisfacer las necesidades en términos de efectivos para garantizar la
seguridad de los Juegos.
El portavoz del ministerio de Defensa
reconoció sin querer la militarización de los Juegos Olímpicos cuando
declaró: “Muchas de las personas con las que se encontrará el público en
el punto de entrada de cada acontecimiento olímpico será ahora un
miembro en activo de las fuerzas armadas”.
Por su parte Boris Johnson, el
inconformista alcalde de Londres, afirmó: “El alcalde se toma muy en
serio la cuestión de la seguridad de los Juegos y debería reconfortarnos
el hecho de tener a nuestra disposición los hombres y mujeres militares
mejores y más valientes del mundo”.
El mayor acorazado de la Armada Real,
HMS Ocean, se amarrará en Greenwich en el Támesis y servirá de centro de
mando dedicado a la logística durante los Juegos. También servirá de
base para los helicópteros Lynx, equipados con tiradores de elite, que
harán constantes salidas por los cielos de la capital.
También se han asignado marines a barcos
patrulla y canoas neumáticas para patrullar el emblemático río que
transcurre entre los monumentos históricos de Londres.
La Real Fuerza Aérea (RAF, por sus
siglas en inglés) patrullará además los cielos de la capital con
helicópteros Puma y aviones caza Typhoon desde la base militar Northolt
de la RAF, al oeste de Londres, y desde la de Ilford al este de la
ciudad.
Pero el despliegue más controvertido ha
sido la instalación de baterías de misiles tierra aire en edificios de
viviendas en el empobrecido y decrépito barrio del East End de Londres.
Residentes en este barrio acaban de perder la batalla judicial que tenía
como objetivo impedir la instalación de baterías Rapier SAM.
Las comunidades locales formadas
principalmente por clase obrera se han opuesto a la militarización de
sus barrios. Además, han puesto en duda la seguridad de sus residente en
caso de que se utilicen las armas para abatir un avión sospechoso de
ser utilizado para atentados terroristas. Uno de ellos declaró: “¿Qué
ocurrirá si se rocían nuestras casas de desechos?”.
INVASIÓN MILITAR DE LOS BARRIOS
La invasión militar de los barrios
durante las cuatro semanas de los Juegos Olímpicos ha exacerbado la
irritación provocada por este colosal espectáculo. Zonas del este de
Londres como Tower Hamlets y Waltham Forest se sitúan a la sombra de las
instalaciones construidas expresamente para los Juegos. Se calcula que
el coste total de la organización de los Juegos Olímpicos, incluyendo la
gigantesca operación de seguridad, alcanzará entre 20.000 y 40.000
millones de dólares, una cantidad que en gran parte asumirán por los
contribuyentes. Todo ello en un momento en el que el gobierno británico
está en pleno periodo de restricciones presupuestarias y draconianas
medidas de austeridad que han eliminado unos gastos públicos del orden
de los 140.000 millones de dólares.
Comunidades socialmente desfavorecidas
del East End londinense han pagado los platos rotos de las reducción
presupuestaria necesaria para equilibrar la contabilidad del Tesoro, en
peligro debido a los generosos miles de millones destinados a salvar
bancos privados corruptos.
Con el paro y las privaciones que se
viven profundamente en zonas como el East End londinense, pocos de sus
residentes tendrán medios de asistir a los Juegos Olímpicos: las
entradas llegan a alcanzar los 3.000 dólares.
Dada la yuxtaposición de este
extravagante acontecimiento y su estridente patrocinio corporativo con
la lúgubre y extendida pobreza de muchos londinenses, con un telón de
fondo de operaciones militares y de vigilancia a gran escala, existe una
sobrecogedora sensación que recuerda a la novela de George Orwell,
1984.
Este relato ya clásico de Orwell de un
autoritario Estado policial se desarrolla principalmente en Londres,
convertido en la capital de Airstrip One, una provincia del super-Estado
estadounidense, Oceanía. La empobrecida mayoría de la población, los
“prolos”, tenía que contentarse con pubs sórdidos y la vana esperanza de
ganar una lotería semanal, mientras que el “círculo interno” trata con
prepotencia a las masas. Unos poderes de excepción y un permanente
estado de guerra mantiene a los prolos en su posición de servidumbre. En
1984 de Orwell la idea de que el supuesto estado de guerra y los
futuros ataques de enemigos anónimos son una estratagema de la elite
para infundir temor a las masas es también más que una sospecha.
Con la fundamental participación del
gobierno británico en la “guerra global contra el terrorismo” de Estados
Unidos y las pruebas de que la inteligencia británica actuó en
connivencia con los denominados atentados terroristas en el metro de
Londres del 7 de julio de 2005, 1984 de Orwell da la impresión de que la
vida imita cada vez más al arte.
1984 se publicó en 1949, un año después
de la celebración de los Juegos Olímpicos en Londres. Estos Juegos
tuvieron lugar inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial,
cuando gran parte del perfil de la ciudad de Londres seguía devastado
por la guerra relámpago de la Luftwaffe alemana.
En 2012 Londres volverá a parecerse a
una zona de guerra debido a la espuria “guerra contra el terrorismo” a
la que se han lanzado el gobierno británico y su aliado estadounidense,
ambos en busca del dominio tanto en el extranjero como interno.
Finian Cunningham
* Traducido para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
LEA ADEMÁS La limpieza social de los Juegos Olímpicos
Vía:
http://www.elciudadano.cl/2012/07/25/55372/la-militarizacion-de-los-juegos-olimpicos/
http://www.elciudadano.cl/2012/07/25/55372/la-militarizacion-de-los-juegos-olimpicos/
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