Fin de año: EEUU, AMLO, Chávez, Correa, Humala y demás gobiernos progresistas
Pedro Echeverría V.
Pedro Echeverría V.
1.
A López Obrador -por segunda vez candidato presidencial, por el despojo
del que fue víctima en 2006- lo atosigan desde entonces por empresarios
y políticos de ultraderecha con la acusación de ser “agente del
chavismo”, aunque nunca haya saludado a Hugo Chávez. Lo mismo nos
sucedió a los que éramos activistas de izquierda hace 50 años que fuimos
bautizados como “castristas”. La diferencia es que nosotros nunca
negamos que simpatizábamos con el socialismo, el comunismo y que
luchábamos por hacer una revolución parecida a la cubana; López Obrador,
por el contrario –en vez de estudiar bien lo que Chávez ha realizado en
Venezuela y defender lo que ese gobierno ha hecho por su pueblo- ha
preferido salirse por la tangente o negar cualquier relación para que lo
dejen de joder. ¿Y qué ha hecho Chávez? Reducir la pobreza, expropiar
medios informativos y empresas, elevar el gasto social y permitir que la
gente se organice desde abajo.
2.
La realidad es que si los gobiernos yanquis de Clinton, Bush y Obama no
hubiesen girado órdenes desde 1999 hasta estos días de combatir al
gobierno venezolano de Hugo Chávez por “socialista”, “populista” y
“enemigo de los empresarios”; si TV, radio y prensa no hubiesen
desarrollado una inmensa campaña de desprestigio contra Chávez ordenada
por los yanquis, su gobierno sólo sería una experiencia interesante. Lo
mismo sucedió desde 1959 contra Fidel Castro en Cuba, calificado por los
yanquis de comunista por el hecho de haber tomado medidas
expropiatorias contra propiedades yanquis y poderosos empresarios
cubanos. Pero los problemas se han agigantado porque los yanquis en Cuba
1961 y en Venezuela 2002 buscaron frenar esos procesos derrocando a
esos gobiernos y asesinarlos después. En los hechos son los yanquis y
los medios informativos a su servicio, quienes han agrandado la imagen
de Fidel Castro y Hugo Chávez.
3..
¿Qué pasaría si López Obrador dijera ante el pueblo mexicano que
personalmente no conoce a Chávez pero que mucho de lo que ha hecho ha
beneficiado a su pueblo y que además tres elecciones, consultas públicas
y referéndum con vigilancia internacional, han ratificado su gobierno?
Sería suficiente para que los medios, la TV en particular, calificaran a
AMLO de comunista y enemigo jurado de los empresarios. ¿Y, cómo
quitarse el montón de mentiras y sandeces que propagarían a los cuatro
vientos los medios de información si el pueblo no cuenta con canales
efectivos para desbaratar la campaña? El problema es que a AMLO lo
arrinconan con acusaciones de “chapista”, de “enemigo de los
empresarios”, de no ser religioso, de “mandar al diablo a las
instituciones”, de imponer sus ideas y, él, sin dar explicaciones o
defender su ideología, prefiere negar todo y lo siguen acorralando con
preguntas y cuestionamientos para que deje de pensar.
4.
Rafael Correa de Ecuador y Ollanta Humala de Perú, que llegaron al
gobierno con el apoyo de la izquierda y manejando un discurso
progresista esperanzador para los pobres, por sus acciones políticas
parecen ahora haber cambiado de bandera. Desde 2009 Correa –con mucho
empuje en el liderazgo latinoamericano- comenzó a tomar medidas
privatizadoras y a condenar y amenazar luchas populares. Lo mismo está
haciendo Humala -que tuvo que enfrentar a la derecha y a los corruptos
fujimoristas- a los pocos meses de ascender al gobierno. Mientras la
izquierda trabajó años, décadas entre los trabajadores para enseñarlos a
defender sus derechos, la burguesía en unos cuantos días acaba con lo
logrado y absorbe presidentes. ¿Qué pasó con Lula en Brasil y con el ex
guerrillero tupamaro uruguayo José Mujica? En México PRI y PAN son
partidos burgueses de derecha, pero López Obrador es una esperanza que
puede perderse.
5.
Mi amiga América Millán de Radio Nacional de Venezuela me ha pedido
que, como colaborador semanario de ese medio de información y análisis,
grabe un saludo para los venezolanos con motivo a Navidad y Año Nuevo.
La realidad es que me fue casi imposible manifestar mis deseos, mis
esperanzas (ideales) de que todos pasen bien sus fiestas navideñas y que
el próximo año sea de “de dicha y felicidad”; preferí hacer una
reflexión y un llamado a organizarse y luchar por sus derechos, que al
parecer es lo que cabe. La realidad es que las batallas que el pueblo
debe librar en Venezuela son diferentes a las que en México tenemos que
dar. En aquel país el pueblo debe presionar, obligar a Hugo Chávez a
construir -como ha dicho varias veces- el socialismo libertario; en
cambio en México tenemos que organizarnos para luchar con el fin de que
no se siga asesinando al pueblo, contra toda la injusticia y desigualdad
que impone el capitalismo.
6.
Como puede verse en todos los países el pueblo tiene que batallar: en
México por lograr sacudirse de la explotación y el hambre; en Venezuela
por empujar a su gobierno a expropiar a los empresarios más déspotas y
agresivos y construir políticas en beneficio directo de los
trabajadores. Como podrá verse no todos los gobiernos son iguales,
aunque sí como principio para mis compañeros anarquistas partidarios del
autogobierno, la autogestión o el gobierno directo de los trabajadores.
La bronca es cómo llegar a esas organizaciones colectivas,
igualitarias, sin jerarquías y horizontales en un mundo capitalista que
desde la familia, educación, la religión, impone una sociedad
jerárquica como si fuera una cosa natural. “El mejor gobierno es el que
no existe”, ¿pero cómo carajos llegamos a ese colectivo igualitario si
en el capitalismo lleva más de 500 años imponiendo costumbres y formas
de vida?
7.
Por ello pienso en este fin de año que los gobiernos de Cuba,
Venezuela, Bolivia y otros más cercanos a la izquierda, aunque en
determinados momento apliquen políticas “populistas” o hagan
“clientelismo” y “asistencialismo”, son los menos malos aunque estén
llenos de errores o incoherencias. Mientras esperamos otros 50 años para
que se presenten condiciones especiales para hacer una revolución junto
a los trabajadores, digo que no puede estar mal subsidiarlos con
dinero, con descuentos, con inversiones sociales, desayunos escolares,
comedores públicos, diversiones gratuitas, transporte barato, medicina
gratuita, a los sectores mayoritarios de la población. Luchemos por
reformas necesarias mientras preparamos condiciones revolucionarias;
vigilemos que esas políticas no desvíen el pensamiento ni retracen las
batallas. Pero en lugar de buenos deseos de fin de año, hagamos llamados
a la reflexión, la organización y la lucha. No hay de otra.
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