Todos los años repetimos lo mismo, amargamente y a contra pelo del resto del país aseguramos a quien quiera oír que la Teletón es un negocio.
Reclamamos
por la caridad, por el morbo, y nuestros propios resentimientos se
mezclan con el humor negro. En nuestra condición de militantes sociales y
políticos no podemos dejar de denunciar lo que a todas luces es
evidente.
“…pa qué tan resentido”, me dice mi primo.
Yo pienso que son egoístas que pagan sus culpas una vez al año asumiendo esta farandulera solidaridad.
“…bueno, si no te gusta no lo mires…”
Termino expulsado de mi propia familia, como el señor Scrooge y sus monstruos de la navidad pasada recorro las calles de Santiago y nada parece escapar a Don Francisco y su colecta.
Si
todos están con la Teletón es porque todos son unos imbéciles. Mi
vecina, mi suegro, mi primo y algunos de mis amigos; el quiosquero, el
cajero y los cabros chicos. Nadie se salva. ¿Qué acto de bondad?, ¿Cuál
caridad?, ¿Cómo es posible?
Busco
refugio en casa de mis viejos colegas que tienen su odio propio intacto…
ahí están, haciendo su propia colecta para comprar un pedazo de carne y
algo para tomar… me sumo y ahí comenzamos con el pelambre a todo lo que
sea Teletón. Pasan las horas y de refilón uno pregunta… ¿alcanzaron la
meta?… todos nos miramos y nadie responde, el dueño de casa ya
desinhibido, prende la tele… y ahí quedamos…
Todos lloran… menos nosotros… todos se sienten parte… menos nosotros… qué deprimente.
Con
la hidalguía y la tontera que da el creer que uno “sabe lo que sabe”
camino a mi casa. Mi vecino está en la puerta regando y yo trato de
saludar a la carrera pero me ataja y me dice “llegamos a la meta, vio la
plata que dio la Telefónica“, descargo en él la furia
contenida…. ¿pero a quién le importa la meta?, ¿Cómo se compra el cuento
de la caridad?, los empresarios descuentan impuestos y la plata de
verdad la ponemos nosotros; no puedo creer tanta ingenuidad… ¿usted se
cree que los actores lo hacen porque son buenos, los animadores? aquí
cada cual hace su negocio y tanto es así que los codazos vuelan para
mantenerse en escena… kilos de maquillaje que bien valen varias sillas
de ruedas…
Mi vecino arrepentido me
pide que no me enoje, que no es pa’ tanto, “…al final yo estoy contento
por mi sobrino que se atiende en la Teleton y si no fuera por la plata
que se juntó de seguro seguiría postrado en una cama, ¿ud se cree que mi
hermana tiene plata pa pagarle a los médicos?, el Juan ahora camina…”
Si
estaba desencajado ahora quedo peor… ¿Cuántos se atienden en la
Teletón? ¿Dónde está el Estado?… ¿Si no existiese la Teletón que harían
los discapacitados?
Desde 1978 existe
la Teletón, ¿Cómo se atendían antes los discapacitados? En el sistema
público la mayoría, y los discapacitados ricos en sus clínicas y
servicios privados. Una cosa era clara, si tú eras discapacitado el
Estado daba la cobertura, buena o mala, pero era parte de las
problemáticas de la salud pública.
¿Y entonces para qué se crea la Teletón?, ¿por qué los pacientes dejan de ir al sistema público?
A
fines de los 70´, los recortes del Estado en salud, educación y
vivienda son gigantes, poco a poco el modelo económico se refunda y lo
público retrocede en función de lo privado… los pacientes no abandonan
el sistema público, es la salud pública la que los abandona a ellos… a
los discapacitados, a los enfermos de cáncer, a diabéticos e
hipocondríacos.
La Teletón y su
chantaje emocional cuaja en la cara más dramática de la reducción de la
salud pública… ya no es un problema del Estado sino de los chilenos, de
nuestros nacionalismos y espíritu solidario… es un problema de todos, y
todos somos una parte de esta gran iniciativa privada, ¿para qué darle
tantas vueltas al sistema público y a los derechos de los enfermos?
Toda
la tontera de la gran colecta y el gran apoyo popular esconde cierta
lucidez. Si no es por la Teleton, los niños discapacitados y sus
familias pobres estarían aun más desprotegidos… ¿Qué se puede esperar
del Estado? Al parecer muy poco… ¿es más confiable Don Francisco y su
parafernalia que el presupuesto nacional para la salud?
Tomé
aire y fui a disculparme con el vecino. De algo estamos seguros los
dos: si la iniciativa es privada, la iniciativa tiene lucro.
Mejor
hablemos de los estudiantes, le dije… es lo mismo en todos nuestros
derechos… si se termina el lucro, los privados la piensan dos veces… si
hay aportes basales, puede haber gratuidad.
Al
final es poco lo que gana el sobrino de mi vecino; es verdad que
camina, ¿pero hacia dónde? Va al mismo lugar que el resto de los
mortales; camina para llegar a su trabajo para pagar las deudas… o
camina a darse el trabajo de construir su futuro con nosotros, siempre y
cuando nosotros le hagamos un espacio, tratando ante todo de romper con
nuestras propias discapacidades y estrecheces, a ver si logramos salir
del encierro… porque por ahora nos quedan por resistir varias Teletones.
Mientras tanto la vecina de mi vecino emocionada no se cansa de
insistir que el guatón Francisco debería ser alguna vez presidente de Chile.
Tomado de www.elquinto.cl
Texto -de origen externo- incorporado a este medio por (no es el autor):
Cristián Andrés Sotomayor DemuthVìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/12/02/44936/sobre-la-teleton-mas-alla-del-lucro-y-del-corazon/
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