sábado, 20 de noviembre de 2010

Sociedad : Galileo y el Dios de las ciencias. Carlos Rivero Collado

Decir que la Tierra gira alrededor del sol es tan erróneo como decir que Jesús no nació de una virgen –Cardenal Roberto Belarmino, 1633.
1-. El lento proceso
Antes de entrar en la vida, obra y tragedia de Galileo Galilei, quiero decirles a quienes no han leído mis trabajos sobre ciencia y religión que rechazo toda concepción sobrenatural de Dios y lo sitúo, íntegramente, en el mundo de la materia.
No existe espíritu ni alma, más allá ni más acá, cielo ni infierno, ángeles ni demonios, santos ni vírgenes, pecados ni perdones, milagros ni maldiciones, ni nada que se halle fuera de la materia.
Sé que a los camaradas que se llaman a sí mismos ateos no les gusta que se use la palabra Dios porque, según ellos, no existe, y se les debe dar la razón en cuanto a que no existen los dioses que nos han presentado las religiones con sus biblias llenas de bromas tan curiosas, pero si por Dios entendemos loque creó al universo, entonces Dios sí existe porque el universo está creado y tiene que haber sido creado por algo.
Una actitud similar mantienen muchos de los que se llaman a sí mismos agnósticos, no-religiosos, no-creyentes, etc., de los que se cree, incluyendo a los ateos, que sean más mil millones de seres humanos, aunque en esto hay que incluir a cientos de millones de personas de China e India que descienden de los que, históricamente, se han afiliado al culto de las filosofías, no de las religiones.
Las religiones, violando las más elementales leyes de la Física y la lógica, dicen que el universo fue creado por alguien; quienes creemos en las ciencias, sobre todo en el Gran Estallido o Big Bang, aceptado por todos los astrofísicos –exceptuando los muy pocos que se han vendido al oro o al terror de las iglesias o sienten miedo en defender la verdad frente a los muchos que defienden la mentira-- decimos que fue por algo, o sea por la desintegración del átomo original, o élam, que era una octillonava parte más pequeño que el átomo actual y liberó, en forma ultracompacta y ultracaliente, un caldo energético que se fue expandiendo por la acción de la Física que transformó la energía en materia con el nacimiento, primero de subpartículas atómicas y después con la materia, propiamente dicha, en la forma inicial de átomos de hidrógeno y helio. Ese proceso cósmico comenzó hace unos 13,900 millones de años y aún se sigue desarrollando.
¿Cómo se les debe llamar a quienes tienen por "religión" al Gran Estallido? Sugiero que se les llame elamitas.
Nada ha habido fuera de la energía ni la materia. Todo lo que ha existido, existe y existirá es parte de un proceso físico que aún se manifiesta porque el universo se sigue expandiendo y nuevas galaxias y estrellas y, casi de seguro, planetas, se siguen formando en la insondable y hasta inconcebible amplitud del universo.
2-. El conflicto esencial
Hace miles de años el ser humano carecía de conocimientos científicos. No existían telescopios ni microscopios, no había ni siquiera un simple tubo de laboratorio. No había nada, sólo la mente, que en algunos seres humanos, a los que Pitágoras llamaría muchos siglos después filósofos, era suficiente.
Entonces surgieron las religiones y se usó el vocablo que en castellano se dice "Dios" para denominar al creador de la Naturaleza, y no fue un error porque, efectivamente, la Naturaleza ha sido creada.
El error consistió en darle a la palabra "Dios" un sentido sobrenatural, extrafísico, espiritual, que a la luz de la ciencia actual parece una broma, no un principio, aunque hace miles de años, ante la ignorancia general, sobre todo en Física, era algo comprensible, a pesar de que antes del nacimiento del cistianismo, y aun del judaísmo, ya había filósofos que planteaban, teóricamente por supuesto, que nada existe fuera de la materia.
Los atomistas lo hicieron mucho antes de Jesús, pero Leucipo y sus discípulos moldearon sus ideas en conceptos de filósofos anteriores que vivían, sobre todo, en el Fértil Creciente, como el fenicio Mokus de Sidón, que vivió unos 750 años antes de Leucipo, en la propia época en que los judíos se establecían en el valle del Jordán, después de su salida de Egipto y de su larga permanencia en la península de Sinaí, suponiendo que esto haya sido cierto y no otra de las tantas fábulas de la Biblia.
Debemos tener en cuenta, sin embargo, que la iglesia católica de hoy no es la de antaño, a pesar de los muchos curas infames que violan a los niños y de lo cual, las iglesias, en general, no tienen la culpa.
Acusar al papa Benedicto XVI del trato cudelísimo que se le dio a Galileo en los últimos años de su vida y del asesinato anterior de Giordano Bruno, sería como acusar a Barack Obama por la destrucción del Maine en la bahía de La Habana y la masacre de 260 marinos estadounidenses.
El conflicto de quienes creemos en las ciencias, no es con los representantes de las iglesias, sean éstas de cualquier denominación y surgidas en los más diversos países. El problema es con el dogma. La mentira no está en los papas ni en los cardenales ni en los sacerdotes, sino en el "Creador". La enfermedad está en el tronco, no en las ramas.
3-. Misioneros de las ciencias
Sería un error, sin embargo, que una persona que carezca de un mínimo de cultura científica renunciara a las ideas religiosas porque se crearía una gran confusión.
No creer en ninguna religión sin que se tenga una base científica para ello, sólo por un mero capricho, es una estupidez.
Quienes se declaran a sí mismos ateos sólo porque les da la gana de ser ateos, o sea por el capricho de no acreptar ninguna autoridad "divina", cometen un grave error y el día en que algún religioso falaz, y sutil, trate de convencerlos, los convencerá porque no son ateos de verdad, sino de capricho.
Hasta los salvajes que viven en las selvas más apartadas del mundo –que no deben ser tan salvajes porque no han vivido nunca en la Casa Blanca--, creen en alguna forma de religión o, al menos, tienen mucha curiosidad sobre el nacimiento, la muerte, las enfermedades, las estrellas, la lluvia, el cambio de día en noche, o sea en cuestiones estrictamente físicas, pero que ellos identifican con misterios, o sea con la superstición, la religión.
El ser humano necesita creer en algo. Si no le ofrecemos la información mínima para que se dé cuenta que las religiones son falsedades basadas en la ignorancia –y en el interés que tienen algunos grupos de poder de dominar a los ignorantes-- y que la única verdad está en las ciencias, creerá en la religión ... porque es lo más simple.
Por eso es tan necesario que los gobiernos que no se han sometido a la presión dominante que ejercen las religiones mayoritarias de sus países, realicen una ofensiva cultural mediante la creación de Escuelas Populares Científicas para llevar a la mayoría de sus ciudadanos una clara, aunque simple, noción de conocimiento científico que les haga entender, al menos en principio, que no podían existir el pensamiento ni la voluntad ni el deseo, ni nada que tenga ver con la biología, antes del nacimiento de la Física.
Así como la prédica de la religión llega hasta los últimos confines del planeta, así debe llegar la prédica de la ciencia. Los defensores de la mentira no deben ser más enérgicos que los defensores de la verdad. Si la prédica ignorante de la religión llega a un mayor número de personas que la sabia enseñanza de la ciencia, entonces habrá más personas supersticiosas que razonables. La mentira no debe ser más accesible que la verdad. Adonde se predique la luz, se desvanecerá la sombra. Hay más claridad en el crepúsculo del amanecer que en el de la tarde.
4-. El genio innato
Honrar a Galileo es enaltecer a las ciencias.
Galileo no dedicó su vida a criticar a las iglesias cristianas, que en su época eran todopoderosas en Italia y el resto de Europa, en toda América y en algunas regiones de Asia y Africa, ni a ninguna otra institución o idea religiosa; pero, al convertirse en el primer científico de su época, estaba realizando, de hecho, una cruzada contra todas las religiones.
Hagamos un resumen de la vida de este glorioso genio de la verdad para después entrar, brevemente, en su obra y en la tragedia que vivió cuando ya tenía setenta años, que se prolongó por los últimos siete años tormentosos de su vida.
Galileo di Vincenzo Bonaiuti de' Galilei nacio el 15 de febrero de 1564, en la ciudad de Pisa, Ducado de Florencia, cuando Italia no era un país unido, sino una península fragmentada en varios países, unos independientes, otros dominados por varios imperios, entre ellos el de la Iglesia católica, al que se llamaba Estados Pontificios.
Después de cursar por un tiempo la carrera de medicina, estudió matemáticas en la Universidad de Pisa. Estudió, además, diseño, lo que le permitió obtener una plaza como profesor en esa materia a los 24 años, especializándose en el chiaroscuro.
Unos meses después, fue nombrado profesor de matemáticas en la propia universidad. En 1592, se estableció en la Universidad de Padua, como profesor de geometría, mecánica y astronomía, y mantuvo estas cátedras hasta 1610, cuando ya tenía 46 años.
En este periodo, hizo importantes descubrimientos sobre mecánica y física. Fue el primer cientifico moderno que planteó, lo que ya Pitágoras había dicho 2,000 años antes, que las leyes de la Naturaleza siguen principios matemáticos.
Descubrió que las mareas no dependían de la luna, como planteaba Kepler, sino del movimiento de rotación de la Tierra, que ya había sido planteado por varios filósofos griegos unos siglos antes de que se iniciara la larga noche del miedo y la ignorancia en que el catolicismo convirtió al noble cristianismo original. La rotación de la Tierra prueba la falsedad de la Biblia de que esta fija en el centro del universo.
Galileo planteó que las leyes de la Física son las mismas en cada sistema que se esté moviendo a una velocidad constante en línea recta, independiente de su velocidad particular o dirección, o sea que no existen el movimiento ni la quietud absolutos. Esta idea fue la base para la Teoría de la Relatividad de Abert Einstein.
5-. La nueva astronomía
En 1608, Hans Lippershey inventó el telescopio, pero Galileo lo perfeccionó elevando su magnitud 30 veces y después a más. Usando el telescopio en sentido inverso hacia un objeto, Galileo creó el microscopiocompuesto, sobre la base del microscopio simple que ya había sido inventado por el propio Lippershey y Hans Janssen, en 1590. Estos dos instrumentos son los más importantes en la historia de las ciencias y ambos se deben, en parte, a Galileo. Por ello, y por muchos otros descubrimientos, se le ha considerado “Padre de la Ciencia Moderna”.
Al descubrir los cuatro mayores satélites de Júpiter, a los que después se llamaría “Las Galileas”, y comprobar las fases de Venus, probó en la práctica la teoría heliocéntrica, que casi 2,000 años antes había sido planteada por el filósofo griego Aristarco de Samos –y aun antes por Pitágoras, según el testimonio de Filolao-- y que un siglo antes de Galileo replantease, no ya sobre la base teórica sino por estudios más modernos, el científico polaco Nicolás Copérnico, y que, en 1600, le había ocasionado la tortura y la muerte en la hoguera a Giordano Bruno, el gran defensor de las ciencias en Europa. Galileo descubrió, además, y estudió, las “manchas” del sol.
El 7 de enero de 1610 Galileo observó, con su telescopio, lo que le pareció que eran tres pequeñas estrellas fijas próximas a Júpiter, invisibles a la vista humana. Al proseguir sus observaciones, notó que estos cuerpos celestes estaban cambiando de posición, por lo que no podían ser cuerpos fijos.
Tres días después se dio cuenta que uno de ellos había desaparecido, intuyendo que se había ocultado detrás de Júpiter. Comprendió que eso sólo podía ser así porque estaban orbitando a ese planeta. El cuarto cuerpo celeste lo descubrió el 13 de enero. Eran cuatro de los satélites de Júpiter, a los que se les dio después los nombres de Io, Europa, Ganimede y Calisto.
Fue el mayor descubrimiento científico que se había hecho hasta entonces y contradecía toda la Astrología Aristotélica, que había sido aceptada por casi mil años por la Iglesia y la mayoría de los filósofos posteriores a la decadencia de Grecia, y probaba que no sólo la Tierra daba vueltas alrededor del sol, sino que otros planetas tenían su propio sistema de satélites.
Galileo calculó que las estrellas pudieran estar a una distancia de nosotros de unos pocos cientos a unas dos mil veces la distancia del sol a la Tierra. Por supuesto que con un telescopio tan primitivo, no podía darse cuenta que la distancia entre Alfa Centauri, la estrella más cercana a nuestro sistema solar, y nuestro planeta no era de sólo unas cientos de veces los ocho minutos-luz –o sea la velocidad de la luz: 300,000 kilómetros por segundo--, que hay de la Tierra al sol, sino de más de cuatro años-luz, o sea que Alfa Centauri está a unas 275,840 veces más lejos de nuestro planeta que el sol, que se halla a 92 millones de kilómetros de nosotros. Imagínese el lector a la distancia tan enorme que están las estrellas que se hallan a miles de millones de años-luz de nosotros.
A pesar de su limitada observación del cosmos, Galileo planteó que había una gran cantidad de estrellas o soles en el universo. Hasta ese momento, la creencia, basada en Pitágoras, Aristarco y Copérnico, era que el sol era el centro del universo y que la Tierra y las estrellas giraban en torno a él. Eso hoy nos parece absurdo, pero en aquella época fue una gran revolución científica porque Galileo no sólo teorizaba sobre estas ideas, sino que lasprobaba con la aplicación del telescopio.
6-. Un imperio que me recuerda … algo
Por supuesto que la todopoderosa Iglesia católica que, por miles de años, había aceptado la teoría geocéntrica, o sea que la Tierra era el centro del universo y que en torno a ella daban vueltas el sol y las estrellas, no podía permitir que prosperasen los descubrimientos de Galileo porque los mismos demostraban, en la práctica, las mentiras de la Biblia.
Dos de los clérigos que se opusieron a sus ideas, cuyo nombre no menciono por respeto a las ciencias, lo denunciaron a la Inquisición en 1615.
(La Inquisición --digamos mejor las Inquisiciones--, que ya existía desde 1,184 –una especie de Abú Ghraib religioso que duró más de siete siglos, dirigido por muchos George Bush de sotana blanca-- no surgió para oponerse a las ciencias, sino a los movimientos que el Vaticano consideraba heréticos o apóstatas, o sea que diferían de las llamadas “Escrituras”, basadas en el libreto humorístico de Moisés, conocido como La Santa Biblia, y de las estrictas normas del catolicismo)
Aunque Galileo no sería procesado entonces por la Iglesia, ésta declaró, en febrero de 1616, que la teoría heliocéntrica era “falsa y contraria a las Escrituras” y le advirtió que debía abandonar esas ideas, o sea esas “herejías”. Galileo lo aceptó por varios años, pero en 1632, publicó “Dialogo Concerniente a los Dos Principales Sistemas del Mundo” en el que reafirmaba sus descubrimientos.
Al año siguiente, cuando sólo le faltaban unos meses para cumplir setenta años, la Iglesia lo llamó a Roma y le inició un proceso en que lo acusó de “apoyar con vehemencia la herejia”. (Cuando aquello la Iglesia no era una mera institución religiosa, sino un imperio criminal, insolente y poderoso, que me recuerda a otro que tengo … bastante cerca).
Después que en el sótano de una iglesia romana le enseñaran los instrumentos de la tortura y lo amenazaran con quemarlo vivo en la hoguera, fue obligado a “abjurar, maldecir y detestar” sus descubrimientos astronómicos. Fue, además, condenado a presidio, pero al día siguiente se le conmutó la pena por arresto domiciliario por el tiempo que le quedase de vida, y vigilado de cerca por las autoridades de la Iglesia. Fue condenado también a que se prohibieran sus libros, incluyendo los que escribiera en el futuro, y a que leyera todas las semanas, por tres años, siete salmos penitenciales.
A partir de 1,634, se le permitió que su arresto fuera en su villa de Arcetri, cercana a Florencia, en la que fue atendido, con gran amor, hasta su muerte, por su hija María Celeste. Mientras tanto, Galileo, en secreto, burlando el espionaje de la Iglesia, escribió Dos Nuevas Ciencias, trabajo por el cual, junto a los otros, Albert Einstein lo llamaría, tres siglos después, “Padre de la Física Moderna”.
Sus últimos años fueron de gran tormento, no sólo por su infame encierro, sino porque sufrió de una hernia que le causaba grandes dolores. Padeció, además, de insomnia y ceguera progresiva. Quedó totalmente ciego en 1638.
Murió el 8 de enero de 1642, a los 78 años de edad.
Concluyo. Sé, por experiencia, que un artículo muy largo no lo lee ni el que lo escribe. Discúlpenme que le haya hecho hoy un homenaje tan pequeño a una vida tan grande ☼ 
Fuente, vìa :

http://www.kaosenlared.net/noticia/galileo-dios-de-las-ciencias

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