Joseph Golderberg (1874-1929) fue un
médico húngaro que desarrolló la mayor parte de su carrera investigando
el origen de numerosas enfermedades en varios países (EEUU, México o
Puerto Rico). Era uno de los mejores médicos del país -habiéndose
graduado antes de los 21 años-, se unió al ejército americano para
luchar en la Guerra hispano-estadounidense y, posteriormente se unió al
Servicio Público de Salud.
En 1914 su Gobierno le solicitó que
investigase la creciente epidemia de Pelagra que se estaba dando en los
estados del Sur. Según cálculos del Gobierno, entre 1907 y 1911 se
habían dado 16.000 casos de esta enfermedad que, en la época, era
altamente mortal.
La idea de los médicos del momento era
que la pelagra era una enfermedad contagiosa, sin embargo, los intentos
de demostrarlo que se realizaron con animales habían fallado. Además,
hubo una cosa que llamó la atención de Golderberg desde el principio: en
los orfanatos los niños contraían la enfermedad, pero los trabajadores
no. Para una persona que ya había estudiado otras enfermedades
infecciosas, como la enfermedad de Schamberg, estaba claro que el
problema no era una enfermedad contagiosa.
Rápidamente Golderberg pensó en la
alimentación como el principal problema, sin embargo, en principio, los
trabajadores y los internos se alimentaban de lo mismo, así que nada
indicaba que esa pudiese ser la causa. Pero en una investigación más
exhaustiva, Golderberg se dio cuenta de que los trabajadores comían
primero, llevándose así los trozos más grandes de carne y la comida que
mejor pinta tenía. Además, la leche no se solía servir a los pacientes,
pero los trabajadores la tomaban dos veces al día.
Por otro lado, Golderberg se fijó en la
gran incidencia que la enfermedad tenía sobre la población más
desfavorecida fuera de los orfanatos, concluyendo así que el problema
era la mala alimentación.
Esta teoría sentó muy mal en el
stablishment del sur -donde más incidencia tenía la enfermedad- ya que
no podían aceptar la idea de que en sus gloriosos estados existiese la
pobreza. En un telegrama que recibió el senador Tom Watson se podía
leer: “si esta zona de Georgia sufre hambruna, el resto del mundo debe
haber muerto ya”.
No ayudó a su causa el hecho de que,
según sus cálculos, se necesitarían $700 de la época por orfanato y año
para acabar con la epidemia de pelagra.
Pero Golderberg no se rindió y realizó
un experimento en dos hospitales, proveyéndoles de comida más saludable y
de mayor calidad, consiguiendo así que los casos remitiesen.
Cuando Golderberg presentó sus estudios
en una conferencia en Harvard, todos sus colegas le felicitaron por el
gran trabajo realizado e incluso algunos de ellos le propusieron para el
Nóbel. Sin embargo, cuando los presentó en la Southern Medical
Association no le fue tan bien, los médicos que apostaban por un origen
infeccioso de la enfermedad eran mayoría y sus resultados fueron
desechados.
Para convencer a los escépticos, con la
ayuda de un gobernador progresista de Mississippi, Golderberg realizó un
experimento en un grupo de internos de una cárcel en la que no había
ningún caso de pellagra. Los aisló de los demás internos y les dio una
dieta muy pobre. En 8 meses, 6 de los 11 pacientes contrajeron la
enfermedad. Sin embargo, los escépticos seguían pensando que se trataba
de una enfermedad contagiosa.
Así que Golderberg hizo algo
sorprendente: se inyectó a sí mismo, a su mujer y a sus colegas con
sangre de enfermos de pelagra, también se introdujo fluidos de la
garganta y la boca para intentar contraer la enfermedad. Los únicos
síntomas que presentaron fueron diarrea y dolores de cabeza.
Aunque a pesar de todo seguía habiendo
médicos que no creían la teoría de Golderberg, este decidió dejar de
intentar convencerles y pasar a buscar una cura, consiguiendo así
establecer que una carencia de Vitamina B era la causante de la
enfermedad.
Más información:
- Visto en reddit
- Página de Golderberg en Wikipedia (inglés)
- Top 10: investigadores que experimentaron en sí mismos.
- Institutos Nacionales de Salud de EEUU
- Politics and pellagra: the epidemic of pellagra in the U.S. in the early twentieth century, A. J. Bollet
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