Hace muchas décadas que sabemos de los
gases y su efecto invernadero, que en palabras simples significa un
mayor calentamiento de la Tierra. Entre los gases más
conocido esta el vapor de agua, (H20) compuesto por minúsculas gotas de
agua líquida o cristales de hielo que conocemos como nubes, el óxido de
carbono, (CO2), o el metano, (CH4). Exceptuando los clorofluorocarbonos
(CFC) que los produce el hombre, los gases están presentes en la
atmósfera de manera natural, sin embargo, lo que ha ido cambiando ha
sido su alta concentración alterada por la actividad humana. El metano
es un gas de efecto invernadero relativamente potente que podría estar
contribuyendo a aumentar el calentamiento global del planeta en una
proporción de 1 a 23, lo cual quiere decir que cada 100 años, cada kilo
de metano calienta la Tierra 25 veces más que la misma masa de CO2. En
el efecto invernadero se han detectado excesos de algunos gases
artificiales como el dióxido de carbono y el óxido de nitrógeno que
están acidificando los océanos y reduciendo el fitoplancton por el
intensivo uso de combustibles fósiles y disminución de la forestación.
Lo ocurrido en Valparaíso no puede
separarse de los cambios climáticos que están ocurriendo en la Tierra,
fenómenos que han aumentado poniendo en más riesgo las grandes
aglomeraciones humanas, que en épocas anteriores estaban favorecidas por
un medio ambiente más acogedor y menor densidad de personas. Grandes
inundaciones, intensas nevadas, deshielos, huracanes o tifones que
ocurren en períodos muy cortos de tiempo están produciendo graves
consecuencias humanas y pérdidas materiales que no se pueden seguir
ignorando y que dan cuenta de las alteraciones del clima en todas
partes.
Los informes climáticos sobre Chile de
hace más de 20 años ya daban señales de la desertificación que se
produciría en el país. Hoy estamos en un serio proceso de falta de agua
en los pequeños y grandes pueblos del norte del país, provocando el
lento éxodo de sus pobladores, quienes además son asediados por las
mineras que se apoderaron de lo que queda de agua, en su afán de
continuar explotando una minería cuyos beneficios se va todo al
extranjero.
Del incendio de Valparaíso podemos
discutir eternamente si hubiera sido mejor tener buenos accesos, más
vías de agua o si hubiera sido preferible comprar modernos aviones para
combatir los incendios forestales. Hemos llegado a un punto en que
nuestra principal debilidad como país es, no poder producir reflexiones
inteligentes sobre los cambios que se están produciendo en la naturaleza
y en el aspecto social. Más de tres años de sequías en varias regiones
de Chile, producen sequedad de la vegetación en las zonas altas como los
cerros. Una humedad menor al 30 %, debiera decirles algo a las
autoridades. Era inminente el peligro que acechaba a las poblaciones
cercanas. Los funcionarios burocráticos no entienden que deben estar
constantemente analizando la información que reciben y actuar de
inmediato, sin embargo, queda la impresión que a pesar de la información
que reciben, no saben qué hacer con ella o se limitan a preparar un
informe a un superior, siempre muy ocupado en sesudas reuniones.
Cuando hablamos de reflexión inteligente
nos referimos a una exigencia que obligue a los políticos a estar
conectados con los cambios, a detectar no sólo los problemas originados
en la naturaleza, sino la propia acción depredadora del hombre. El
modelo económico neo liberal es una actividad depredadora, cuyo accionar
ha sido imponer más de lo mismo, como solución a problemas causados por
ellos a partir de los años 70. La crisis del petróleo la convirtieron
en un hito a partir del cual reforzaron la decisión de sustentar la
riqueza de los países ricos, con más explotación sobre los hombros de
los países más pobres, rentabilizando su pobreza con la precarización
del trabajo. A algunos países les tocó un golpe de Estado, como a
nosotros, a otros la guerra o simplemente fueron invadidos.
Los tiempos han cambiado, pero la crisis
que vive la sociedad actual, la llamada sociedad del conocimiento, se
ha ido larvado sobre una pobreza mentirosa, esa que permite tener un
moderno celular de una gran compañía, que se ha vuelto multimillonaria
vendiendo tecnología para la diversión, pero que no significa para las
personas tener un nivel de ingresos que asegure que podrán comer mañana.
Los políticos siguen preocupados de su rol tradicional. Escuchar a la
alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, hablando
sobre el incendio en los cerros, fue una verdadera arenga populista sin
contenido alguno, como si estuviera en campaña. Expresiones como esas
dan cuenta que los líderes no se hacen cargo de la necesidad de una
profunda reflexión que les permita entender los serios problemas que
tenemos como país y reconocer su origen. No es necesario tener un
Ministro del Interior acarreando paquetes con los jóvenes voluntarios, lo necesitamos pensando en los peligros y buscando las soluciones.
"Para mantener el engaño sistemático se sigue hablando de lo beneficioso del crecimiento del PIB, pero se calla la distribución de dicho ingreso, que llega solo al 5% de los más ricos de Chile."
Para mantener el engaño sistemático se
sigue hablando de lo beneficioso del crecimiento del PIB, pero se calla
la distribución de dicho ingreso, que llega solo al 5% de los más ricos
de Chile. Somos el país de los duros contrastes, como la pobreza que nos
volvió a recordar la desgracia de Valparaíso y la de los sectores
pobres afectados por el terremotos o el tsunami. Después de 20,
30 o más años de esfuerzos, algunas familias lograron armar sus
viviendas, la mayoría de ellas de material liviano, principalmente
madera y hojalata, muchas sin agua ni alcantarillado, donde deben vivir
confinadas a pasar los inviernos con muy poco que las proteja, y luego
sufrir los incendios en el verano. Si contrastamos dicha situación con
el beneficio del periodo 1990-2003, de US$ 220.000 millones de dólares
que se llevaron del país todas las mineras, nos quedamos mudos de
espanto e incredulidad.
Si se gastaran $ 20 millones de pesos
por cada casa, incluido el costo de $ 3 millones para instalarlas con
los servicios necesarios, las 2.900 casas para los damnificados
representan una cifra total de US$ 103,5 millones de dólares. Ahora, si
comparamos dicha cifra con las más de nueve veces que representa una
sola obra urbana en Santiago, como es el acceso al nuevo túnel autopista de Américo Vespucio, que incluirá pasar a través del cerro San Cristóbal, para unir la Ciudad Empresarial con Av. El Cerro,
tres pistas subterráneas, consideradas de relevancia para el sector
alto de la ciudad, a un costo de US$ 1.000 millones de dólares,
entendemos por qué necesita el Sr. Felipe Larraín, ex ministro de Hacienda de Piñera
seguir hablando del crecimiento, cuando dijo, “el principal recaudador
es el crecimientos económico. Cada punto de crecimiento del PIB, son US$
600 millones. La diferencia entre pasar de crecer en 3,5% a 5,5 % en el
PIB, al cuarto año son US$ 6.858 millones de recaudación solo por mayor
crecimiento de estos 2,5 puntos. El acumulado en cuatro años son US$
16.413 millones”. (El Mercurio 13 de abril 2014, B6).
Alguien cree después de revisar estas
odiosas discriminaciones en la inversión, que el crecimiento está
llegando a todos los chilenos, mientras la desgracia de miles de
personas en Valparaíso y sus casas incendiadas, viven una miseria
galopante y sin recursos para protegerlos. El impacto en estas personas
es más humano que material, significa asumir que perdieron años y años
de vida de trabajo y que no pueden regresar la vida atrás para empezar
de nuevo y seguir luchando contra una economía neo liberal que solo les
permite vivir en las laderas de los cerros. ¿De qué sirve crecer al 5%,
6% o 7%, como dice el Sr. Felipe Larraín, si todo el dinero va a parar
al bolsillo de los más ricos del país? Fue impactante conocer el caso de
un matrimonio adulto mayor fallecido en los cerros. Una pareja de
alrededor de 85 años, tomaron la decisión de quedarse en su casa e
inmolarse de una forma terrible. Los venció la dura realidad, no
tendrían vida suficiente para rehacer nada y optaron por la muerte que
se los llevó juntos.
Otro notorio contrastante en la inversión de los recursos fiscales es el Metro. En el Metro de Santiago se pueden notar las diferencias. Están las estaciones para el sector alto, Providencia o Las Condes
que cuentan con múltiples accesos, escaleras mecánicas, terminaciones
de gran costo, cafeterías, diversos servicios y carros con aire
acondicionado. Compárelas Ud., con las estaciones que van hacia el
sector poniente, sur y sur oriente y verá que algunas son simples
pasillos estrechos y largas escaleras que evidencian el ahorro
realizado, lo que se ratifica con la línea 4, que emerge a la superficie
después de salir de la zona central, cortando la ciudad en dos, para
dificultar más la circulación de las personas que deben caminar para
acceder al transporte público.
Solo con la firme decisión de un
gobierno con sentido social y fuerte compromiso para terminar con la
inequidad, se podrán evitar futuras tragedias que seguirán ocurriendo,
donde el mayor sufrimiento será humano. La gente afectada en Valparaíso y
por el terremoto, son personas sencillas que no tienen una maestría en
economía en Harvard, pero que han sabido sobrevivir a
un neoliberalismo despiadado que los confinó a su suerte y les impuso
más cargas sobre sus hombros, al bajar los salarios para que las
empresas de las elites resultaran rentables.
¿Cómo resolvería el país una grave
convulsión social, que puede provenir como consecuencia de la naturaleza
que se degrada de año en año o por una estrepitosa caída de las
economías mundiales? No es una exageración, Chile fue uno de los países
que más sufrió con la gran recesión iniciada en 1929 y volveremos a ser
atrapados por los grandes colosos, en caso de una debacle. Debemos ser
capaces de tener un pueblo organizado que sepa lo que debe hacer para
vivir las grandes crisis y no esperar que todos estén en la calle
tirando piedras o saqueando los supermercados para planear una solución
que le permita a la gente comer.
Con millones de chilenos viviendo en la
postergación de un ingreso promedio de $ 300 mil pesos no se necesita
ser adivino o agorero para pensar en futuras crisis que serán superiores
a la que viven los países desarrollados. Llegado el momento sólo podrán
aplicar fuerza letal, un recurso muy conocido y usado por el neo
liberalismo para trasladar la carga a los hombros de los más pobres, con
costo en vidas humanas, para que ellos sigan viviendo en opulencia.
http://www.elciudadano.cl/2014/04/18/104386/los-duros-contrastes-de-la-inequidad-que-vive-el-pais/
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