sábado, 5 de abril de 2014

Brasil: 50 años después del derrocamiento del presidente democrático Joao Goulart, no debemos olvidar el apoyo de Washington a los golpistas... Eric Toussaint



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50 años después del golpe de Estado de los militares, el 2 de abril de 1964, y el derrocamiento del presidente Joao Goulart, no existe ninguna duda del apoyo activo del Gobierno de Estados Unidos, del Banco Mundial y del FMI. El 2 de abril de 2014, una organización no gubernamental en Estados Unidos, la National Security Archive (NSA!) ha publicado una impresionante serie de documentos oficiales desclasificados que demuestran la complicidad de Washington con los militares brasileños que derrocaron hace 50 años al régimen democrático de Joao Goulart.
En la tesis doctoral que defendí en 2004 en las universidades de Paría VIII y Liège, abordé el apoyo aportado por Washintong, el Banco Mundial y el FMI a los militares brasileños. En este cincuentenario reproduzco un extracto de esa tesis.
Apoyo a la junta militar de Brasil que derrocó al presidente João Goulart
El régimen democrático del presidente João Goulart fue derrocado por los militares en abril de 1964. Los préstamos del Banco y del FMI, que habían sido suspendidos durante tres años, se reiniciaron poco después.
Hagamos un resumen sucinto de los acontecimientos: en 1958, el presidente brasileño Kubitschek tuvo que entablar negociaciones con el FMI para recibir un préstamo de Estados Unidos de 300 millones de dólares. Finalmente, Kubitschek rechazó las condiciones impuestas por el FMI y prescindió del préstamo. Esto le valió una gran popularidad. 
Su sucesor, João Goulart anunció que pondría en práctica una reforma agraria radical y que iba a proceder a la nacionalización de las refinerías de petróleo: los militares lo derribaron. Al día siguiente del golpe, Estado Unidos reconoció al régimen militar. Poco después, el Banco y el FMI reanudaron la política de préstamos suspendida. Por su parte, los militares abolieron las medidas económicas criticadas por Estados Unidos y el FMI. Destaquemos que las instituciones financieras internacionales consideraron que el régimen militar tomaba sanas medidas económicas (sound economic measures), aunque el PIB había bajado un 7 % en 1965 y miles de empresas habían quebrado. El régimen organizó una fuerte represión, prohibió las huelgas, provocó una fuerte caída del salario real, suprimió las elecciones por sufragio directo, decretó la disolución de los sindicatos y recurrió con regularidad a la tortura. 
Gráfico 1. Brasil: desembolsos del Banco Mundial

Fuente: Banco Mundial, CD-Rom GDF. 2001
Desde su primer viaje, realizado en mayo de 1968, Robert McNamara se desplazó con regularidad a Brasil, donde no dejó de entrevistarse con el gobierno de los militares. Los informes públicos del Banco elogiaban sistemáticamente la política de la dictadura en lo concerniente a la reducción de la desigualdad. Sin embargo, en privado las discusiones podían llegar a ser agrias. Cuando el subdirector del departamento de Proyectos, Bernard Chadenet, declaró que la imagen del Banco se degradaría a consecuencia del apoyo que brindaba al régimen represivo brasileño, Robert McNamara reconoció que había una represión muy fuerte («a tremendous amount of repression»). Pero agregó: «no es necesariamente muy diferente de lo que ocurría bajo los gobiernos anteriores y esto no parece mucho peor que en otros países miembros del Banco. ¿Es que Brasil es peor que Tailandia?». Unos días más tarde, McNarama insistía: «No parece que haya una posibilidad de alternativa viable al gobierno de los generales». El Banco Mundial comprendía muy bien que las desigualdades no disminuían y que sus préstamos a la agricultura reforzaban a los grandes propietarios. De todos modos decidió continuar prestando porque lo que quería absolutamente era mantener su influencia sobre el gobierno. Empero, en este nivel tuvo un fracaso patente: los militares demostraron una profunda desconfianza ante la voluntad del Banco de aumentar su presencia. Por último, a finales de los años 70, aprovecharon la profusión de préstamos de bancos privados internacionales concedidos a un tipo de interés inferior al del Banco Mundial. Finalmente, a finales de los años 70 se beneficiaron de una profusión de préstamos de banqueros privados internacionales a tasas de interés inferiores a las del Banco y tomaron cierta distancia del Banco Mundial que les resultaba menos útil.
La política de préstamos del Banco Mundial está influenciada por consideraciones políticas y geoestratégicas
El artículo IV sección 10 estipula: «El Banco y sus responsables no interferirán en las cuestiones políticas de ningún miembro y les está prohibido dejarse influenciar en sus decisiones por el carácter político del miembro o miembros concernidos. Sólo las consideraciones económicas pueden influir sobre sus decisiones y estas consideraciones serán consideradas sin prejuicios, a fin de alcanzar los objetivos [fijados por el Banco] estipulados en el artículo I.»
A pesar de esto, la interdicción de tener en cuenta consideraciones «políticas» y «no económicas» en las operaciones del Banco, una de las condiciones más importantes de sus estatutos, es burlada sistemáticamente. Y ello desde el inicio de su existencia. El Banco se negó a prestar a Francia después de la liberación mientras hubiera comunistas en su gobierno (pocos días después de la salida de éstos del gobierno, en mayo de 1947, el préstamo solicitado y bloqueado fue acordado).
El Banco actúa reiteradamente contraviniendo el artículo IV de sus estatutos. En efecto, con regularidad toma decisiones en función de consideraciones políticas. La calidad de las políticas económicas seguidas no es el factor determinante de sus decisiones. El Banco presta con frecuencia dinero a las autoridades de un país a pesar de la mala calidad de su política económica y de un alto nivel de corrupción: Indonesia y el Zaire son dos casos paradigmáticos. Precisamente, las opciones del Banco relacionadas con países que constituyen un factor político importante, en opinión de sus principales accionistas, en general están vinculadas a los intereses y la orientación de éstos, comenzando por Estados Unidos.
Las decisiones del Banco y de su gemelo, el FMI, desde 1947 hasta el desmoronamiento del bloque soviético, han estado determinadas principalmente por los siguientes criterios:
- evitar que se mantengan modelos autocentrados;
- apoyar financieramente grandes proyectos (Banco Mundial) o políticas que permitan aumentar las exportaciones de los principales países industrializados (FMI);
- negar la ayuda a regímenes considerados una amenaza por el gobierno de Estados Unidos y de otros accionistas importantes;
- tratar de modificar la política de ciertos gobiernos de los países llamados socialistas, a fin de debilitar la cohesión del bloque soviético. Con ese objetivo se dio ayuda económica a Yugoslavia, que se había retirado del bloque dominado por Moscú en 1948, y a Rumania a partir de los años 70, cuando Ceausescu manifestaba sus veleidades de alejamiento del Comecón y del Pacto de Varsovia:
- apoyar a aliados estratégicos del bloque capitalista occidental, de Estados Unidos en particular (por ejemplo, Indonesia desde 1965 hasta el presente; el Zaire de Mobutu, de 1965 a 1997; las Filipinas de Marcos, el Brasil de la dictadura desde 1964; la Nicaragua de Somoza; la Sudáfrica del apartheid);
- intentar impedir o limitar, en la medida de lo posible, un acercamiento de los gobiernos de los PED al bloque soviético o a China: por ejemplo, tratar de que la India y la Indonesia de los tiempos de Sukarno se alejaran de la URSS;
- tratar, a partir de 1980, de integrar a China en el juego de alianzas de Estados Unidos.
Para seguir esta política, el Banco Mundial y el FMI aplican un táctica generalizada: son más flexibles con un gobierno de derecha (menos exigentes en términos de austeridad antipopular) si éste se enfrenta a una fuerte oposición de izquierda que con un gobierno de izquierda enfrentado a una fuerte oposición de derecha. Concretamente, esto significa que estas instituciones le harán la vida difícil a un gobierno de izquierda acosado por una oposición de derecha, para debilitarlo y favorecer el acceso de la derecha al poder. Siguiendo la misma lógica, serán menos exigentes con un gobierno de derecha acosado por una oposición de izquierda a fin de evitar el acceso al poder de ésta. La ortodoxia monetaria es de geometría variable: las variaciones dependen de factores políticos y geoestratégicos.
El FMI y el Banco Mundial —y otros poderes capitalistas—no vacilan en apoyar a una dictadura cuando lo consideran oportuno. Los autores del Informe mundial sobre el desarrollo humano realizado por el PNUD (edición de 1994) lo dicen con toda claridad: «De hecho, la ayuda suministrada por Estados Unidos durante los años 80 es inversamente proporcional al respeto de los derechos humanos. Los donantes multilaterales tampoco parecen estar preocupados por tales consideraciones. Parecen, en efecto, preferir los regímenes autoritarios, ya que consideran sin pestañar que éstos favorecen la estabilidad política y están en mejores condiciones de gestionar la economía. Cuando Bangladesh y las Filipinas pusieron fin a la ley marcial, su proporción en el conjunto de los préstamos del Banco Mundial disminuyó».
Fuente: http://cadtm.org/Bresil-50-ans-apres-le 
vía:
 http://rebelion.org/noticia.php?id=182949

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