Hagamos el guión de una película gore
con tintes de drama: un ente maligno y desconocido encierra bajo llave y
candado a seis mujeres por doce horas; a las mujeres se les dice
solamente que tendrán que trabajar y ya, a la mañana siguiente volverán
por ellas y las liberarán si el trabajo ha sido cumplido. Cerca de las
diez de la noche, nuestros personajes detectan humo saliendo de la
planta baja del edificio. Al darse cuenta que había iniciado un
incendio, seguramente nuestros personajes verán primero la forma de
apagarlo y, ante la imposibilidad de esto, escapar ¿Cómo conseguir un
argumento creíble para generar un incendio difícil de apagar? Por
supuesto: una tienda departamental con toda serie de productos y
materiales altamente inflamables y muy pocos extinguidores. Si nuestro
guión no es lo suficientemente torcido y sádico aún ¿Por qué no
eliminamos todas las salidas de emergencia, de manera que la única
posible puerta sea la que el ente desconocido y maligno clausuró al
principio?
Pero este producto aún es apto para
grandes audiencias, incluyamos un par de detalles todavía más crueles
que le impriman un dramatismo quita alientos a la trama: una de las
mujeres consigue llamar a los bomberos y a su familia. Los primeros, a
pesar de llegar a tiempo, no podrán hacer nada, pues la única puerta
está –en efecto- sellada a puro metal. Mientras, dentro de nuestro
escenario, esta misma mujer se despide en el teléfono de su familia, que
desde afuera presencia los intentos inútiles de salvación. A pesar de
estar tan cerca, nadie puede hacer nada.
Para redondear a nuestros personajes y hacer aún más dramática esta historia, podemos incluir flashbacks
en los que veamos que cuatro de nuestras seis mujeres eran madres, dos
de ellas solteras ¿Por qué no mencionamos también el hecho de que la más
joven tenían 22 años y la mayor 36?
Naturalmente necesitaríamos incluir un
final en el que el fuego consiga apagarse tras un día de intentos por
parte del cuerpo de bomberos (que requirió ayuda de compañeros de otras
entidades) y que deje a 15 de ellos intoxicados. Posiblemente incluyamos
en este epílogo la reacción de los medios de comunicación, donde haya
alguno que censure la información (el nombre de la tienda, por ejemplo),
así como las inútiles y casi inhumanas declaraciones de los dueños de
la tienda.
A todo esto quedaría, por supuesto, la pregunta final ¿Y el hombre de las llaves?
Como bien saben, lamentablemente lo anterior no es ningún mal argumento hollywoodense.
Son los hechos de una nefasta realidad y como Truman Capote solía
decir: “La diferencia entre realidad y ficción es que la ficción tiene
que ser coherente”.
Y la realidad es que seis mujeres
murieron quemadas en una tienda Coppel en Culiacán, Sinaloa, tras estar
trabajando en un establecimiento que no contaba con medidas básicas de
seguridad y que acabó por convertirse en una trampa.
El señor Capote tenía mucha razón: si lo
anterior fuera el guión que propuse, sería en verdad malo, pues no hay
coherencia alguna ¿Cómo es posible, en primer lugar, que una empresa
decida encerrar a sus empleadas durante casi doce horas para trabajar?
¿No se supone que el tiempo máximo de un turno laboral es de ocho horas?
¿En verdad es necesario el trato casi esclavizante? Y eso no es todo
¿Cómo es posible que se mantenga abierta una tienda que no cumple con el
requisito de seguridad más esencial como lo es una salida de
emergencia? ¿Por qué nadie fue a abrir la tienda cuando los bomberos
estaban intentando ingresar?
Y podemos seguir ahondando en
incoherencias: me gustaría saber cómo es posible que existan empresarios
que no tengan el más mínimo ápice de preocupación por sus trabajadores
¿En verdad hay que llegar a estos extremos para darnos cuenta de las
cosas que no funcionan en este país?
Aquí podríamos mencionar a uno de tantos
que podría ser el hombre de las llaves: Roberto Gutiérrez Ruelas,
director administrativo de Coppel, que el pasado 12 de noviembre declaró
que las seis empleadas tenían llaves de la tienda y que pudieron haber
salido, que la tienda contaba con detectores de humo y que sí había
salidas de emergencia. Curiosa declaración, sobre todo tras el dictamen
emitidio por Rafael Avante Juárez, director General de Inspección de la
Secretaría Federal del Trabajo, que contradice las declaraciones de
Gutiérrez Ruelas, negando todo lo que el director administrativo de
Coppel afirma. Curiosas también estas declaraciones, pues los peritos de
la Procuraduría de Justicia siguen sin encontrar las supuestas llaves
de las empleadas.
Las incoherencias que hacen de éste un
evento inevitable y lamentablemente real continúan. La controversia
desatada en Twitter hace unos días demuestra otra de ellas. #Coppel se
convirtió en Trending Topic en la red, no sólo por lo infame del hecho
en sí, sino por la negativa por parte de Televisa a llamar a la tienda
por su nombre y dejar la nota en “el incendio de una tienda
departamental”.
Conductores como Carlos Loret de Mola se
limitaron a declarar en su cuenta de Twitter cosas tales como: “Lo del
incendio en Culiacán va a dar para mucho más. Hay que seguir el asunto”,
mientras que ni Joaquín López Dórga, ni el polémico Brozo, o ni
siquiera Emilio Azcárraga Jean mismo, han declarado algo al respecto.
Mucho menos se ha sabido de Enrique Coppel Luken dueño de la franquicia, que no ha hecho ningún tipo de declaración.
Supuestamente, la tienda abrió una
cuenta en Twitter para responder a todas las dudas o reclamaciones que
pudieran haber de este hecho: @TiendasCoppel. Originalmente, a través de
esta cuenta respondían a cada usuario que les cuestionara lo ocurrido;
sin embargo, desde ayer la cuenta se volvió privada y no han admitido a
ningún seguidor ¿Habrán sido tantos los reclamos o simplemente Coppel no
tiene la capacidad?
La indiferencia de la tienda llega al
grado de que, ni siquiera en su página oficial, han puesto algún
comunicado o algún correo al que la gente pueda hacer llegar sus
reclamos y quejas. De hecho, para la página oficial de la tienda,
parecería ser que nunca murieron seis de sus trabajadoras.
El año pasado tuvieron que morir 42
niños por la negligencia y la corrupción de las autoridades. Este año,
han tenido que ser quemadas vivas seis mujeres para evidenciar que a los
empresarios lo único que parece importarles es generar ganancias y
multiplicar sus franquicias.
Pareciera ser que se están guiando bajo
la política de “mujeres y niños primero” para demostrar las cosas que no
funcionan en este país, para enseñarnos cómo la corrupción, la ambición
y una franca inhumanidad están matando a nuestra gente.
El escenario de esta historia tiene un nombre claro que medios como Televisa se han negado
Volviendo al tema del cine, recordé una escena de la más reciente película de Quentin Tarantino, Inglorious Basterds
(2009), en la que Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent), una chica judía
que pierde a su familia a manos de los Nazis, decide hacer su propia
venganza. Tras mudarse a París y cambiar de identidad, Shosanna adquiere
un cine en el que consigue hacer una función especial de un filme de
propaganda Nazi a la que Hitler mismo asistirá. De forma catártica (y
recomiendo que quienes no hayan visto la película dejen de leer aquí),
Tarantino consigue que sus protagonistas encierren a los Nazis, los
quemen vivos y asesinen de forma violenta a Hitler.
Tal vez muchos de nuestros legisladores,
funcionarios y empresarios deberían de ver esta película –o incluso,
vivirla- para entender que la realidad es siempre peor que la ficción y
que no se puede seguir viviendo con tanta indiferencia e inhumanidad
ante la vida de los otros.
Fuente, vìa :
http://jenarovillamil.wordpress.com/2010/11/14/mujeres-y-ninos-primero/
http://jenarovillamil.wordpress.com/2010/11/14/mujeres-y-ninos-primero/
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