Refugiado en Los Andes, en el fundo “El
Guindal”, de la familia política del Seremi de Agricultura de
Valparaíso, Francisco Vial Lira, Fernando Karadima espera el veredicto
final sobre los abusos sexuales de los que se le acusa y sobre el uso de
dineros de la Iglesia para pagos de posibles testigos. En paralelo, la
situación del obispo auxiliar de Santiago y ex presidente de la Unión
Sacerdotal, Andrés Arteaga, se ha complicado por las graves
contradicciones surgidas sobre el monto de los ingresos y destino de los
dineros de dicha entidad y de la Parroquia El Bosque. En este
reportaje, cuatro instituciones desmienten donativos del círculo de
Karadima que el presidente de la Acción Católica de El Bosque, Francisco
Costabal, declaró ante la PDI.
“La madre superiora manda a decir que nuestra congregación no ha
recibido nada y no entendemos por qué hemos sido citadas”. Así de clara y
terminante es la respuesta de la hermana María Francisca de la
congregación de las monjas de Belén de Casablanca, cuando se le consulta
si alguna vez recibieron donaciones de la Parroquia El Bosque, de la
Pía Unión Sacerdotal o del sacerdote Fernando Karadima.
La misma respuesta obtuvo CIPER al consultar a la Fundación Luz, a la
Radio de María y a dos de las sedes de la congregación de las
Carmelitas Descalzas. Estas cuatro organizaciones católicas y benéficas
fueron mencionadas por el presidente de la Acción Católica de la
Parroquia El Bosque, Francisco Costabal, en sus declaraciones a la PDI
como receptoras de cuantiosas donaciones de esa parroquia. Así lo
consignó el vespertino La Segunda el 4 de noviembre.
El ingeniero comercial Francisco Costabal es uno de los integrantes
del círculo íntimo de Karadima que se ha mantenido incondicional al
sacerdote, al punto que desde que éste debió abandonar la parroquia -a
petición del cardenal Francisco Javier Errázuriz-, su primer exilio lo
vivió en el fundo de los Costabal en María Pinto. Hoy el presidente de
la Acción Católica de El Bosque sigue acompañando a Karadima en su nuevo
refugio en Los Andes: el fundo de la familia política del actual seremi
de agricultura, Francisco Vial Lira.
La enumeración de donaciones hecha por Costabal a la PDI buscó
mostrar cierta claridad en el destino de los cuantiosos tributos que
recibían de sus fieles tanto la parroquia regida por Karadima –a pesar
de que el párroco desde 2006 es Juan Estaban Morales- y la Unión
Sacerdotal, presidida hasta hace algunos días por el obispo auxiliar de
Santiago, Andrés Arteaga.
El origen y uso de esos fondos es un punto clave en la investigación
en manos del fiscal Xavier Armendáriz, quien busca dilucidar el motivo
de las curiosas y cuantiosas donaciones a empleados de la parroquia y
otros cercanos a su círculo. Precisamente a quienes podrían testificar
en contra de Karadima y del vicario de la Parroquia El Bosque, Diego
Ossa, en la investigación por abusos sexuales contra ambos en la que
Karadima ha declarado como inculpado.
Los
dineros que manejaba el círculo de Karadima y su uso es también una
pieza clave de la investigación que lleva a cabo el interventor de la
Unión Sacerdotal que nombró recientemente el Arzobispo de Santiago: el
sacerdote Fernando Vives, vicario de la Zona Cordillera.
Por ello resulta relevante que representantes autorizados de las
cuatro instituciones que Francisco Costabal nombró ante la policía como
receptoras de las generosas donaciones del círculo de Karadima, nieguen
haber recibido dinero vinculado a la Parroquia El Bosque o a Karadima.
Carolina Molina, de la Radio María, aseguró a CIPER que esa
institución no ha recibido ningún tipo de ayuda de parte de Francisco
Costabal, la Parroquia El Bosque, la Unión Sacerdotal o del mismo
sacerdote Karadima. En la casa principal de las Carmelitas Descalzas,
que como monjas de claustro se comunican con el exterior a través de una
“hermana tornera”, responden: “en nuestros registros no consta ningún
donativo recibido del entorno” de ese sacerdote.
Solo la Fundación Luz recibió dinero alguna vez:
-Al ver la nota de La Segunda me sorprendí mucho, pues
nosotros recibimos un solo donativo de ellos (el 12 de abril de 2007),
cuando nos encontrábamos haciendo la construcción de la enfermería del
colegio Santa Lucia. Por ética no puedo decirle el monto, pero si lo
requiere un tribunal, evidentemente lo pondría a disposición ya que esta
registrado en la contabilidad –dice Sebastián Pérez Campino, director
de la “Red de Amigos de la Fundación Luz”.
A Pérez le interesa aclarar el punto porque “en lo que leí se da la
idea de que fueron varias e importantes donaciones las que nosotros
recibimos y eso no es real”.
Por el contrario, los donativos que si se encuentran acreditados son a personas que podrían ser testigos en contra de Karadima.
Los beneficiados, según el informe de la PDI que reproducen La Segunda y La Tercera, y que habían sido anteriormente revelados por CIPER, son: la cocinera de la parroquia desde 1994, Silvia Garcés,
que recibió $29 millones entregados por Karadima (su esposo, Juan
Onésimo Cea, es sacristán de la misma iglesia desde 1982); y Patricio Vasconcellos, sacristán de El Bosque desde hace 6 años, que recibió $10 millones con fondos parroquiales (ver pagaré).
LOS DONATIVOS QUE COMPLICAN
Si bien los dos receptores citados son personas de recursos
limitados, situación que podría justificar eventualmente alguna ayuda de
emergencia, hay otros dos beneficiados que simplemente escapan a
cualquier lógica de beneficencia y amenazan con derrumbar las
explicaciones que hasta hoy han dado los directivos de la parroquia y la
Unión Sacerdotal.
La primera es María Pía José Riesco Bezanilla, la administradora
financiera de la Parroquia El Bosque. La mujer de la máxima confianza de
Fernando Karadima, ya que también tenía acceso al menos a una de sus
cuentas bancarias personales, aparece recibiendo un donativo de $13
millones. Difícil justificar la entrega de dicha cantidad ya que Riesco
tiene bienes.
Por último, está el “donativo” que más complica judicialmente tanto a
Karadima como al vicario Diego Ossa, y al abogado del primero, Juan
Pablo Bulnes, otro de los últimos incondicionales al ex párroco. Según
el informe de la PDI, Oscar Osbén recibió $13 millones de Karadima. Los
correos y otros testimonios que recibió CIPER con antelación indican que
la cifra podría ser mayor. En uno de esos correos, Osbén le escribe al
sacerdote Diego Ossa y le recuerda que fue manoseado y masturbado por
él, situación que se reiteró y le provocó daño, por lo que pide ser
compensado con $100 millones.
ARTEAGA EN PROBLEMAS
A estas alturas, tanto el informe de la PDI sobre los movimientos de
dinero de la Parroquia el Bosque como los testimonios, documentos y
otras pruebas recogidas y reveladas por CIPER en agosto pasado, han
demostrado las inconsistencias y graves vacíos de sus libros contables.
También
en esos reportajes hay constancia de los montos entregados y también de
cómo y dónde se hizo el traspaso. En los pagos a Osbén, por ejemplo,
intervino directamente Karadima y su abogado Juan Pablo Bulnes. Eso
indica que el Arzobispado de Santiago no puede fehacientemente afirmar
que no hubo dineros de fieles destinados a entregar donaciones a
testigos de los abusos de los que se acusa al sacerdote. Y ello porque
simplemente nunca existió un sistema contable en El Bosque. De hecho,
solo había un libro de ingresos y de egresos donde las cifras calzaban.
Pero son libros contables primarios. Ni siquiera incluyen balances.
La falta de transparencia en los montos que manejaba Karadima y la
Pía Unión Sacerdotal llegaban al extremo de confundirse, ya que tanto la
parroquia El Bosque como la entidad religiosa tienen el mismo RUT.
Por ello no fue difícil que los detectives detectaran que había
donaciones que no se ingresaban al libro. Y así lo confirmaron al
interrogar al responsable de esas cuentas: el obispo auxiliar de
Santiago Andrés Arteaga, director de la Pía Unión Sacerdotal hasta que
el cardenal nombró al vicario Fernando Vives como interventor.
Cabe recordar que tras los reportajes de CIPER, que pusieron de
manifiesto los extraños manejos de dineros de la Unión Sacerdotal, doce
religiosos de esa asociación clerical decidieron alejarse. Arteaga declaró entonces que: “en
relación a algunos cuestionamientos sobre asuntos económicos y
financieros de esta asociación aseguro enfáticamente que están en pleno
orden, de acuerdo a su finalidad y a la legislación civil y canónica”.
Argumentó también que “la entrega de la información con toda la documentación disponible a la autoridad eclesial evidenciará la grotesca
distorsión, falsedad e impresiones de muchas afirmaciones publicadas y
que desgraciadamente, ha encontrado al parecer eco entre estos
sacerdotes.”
Frente al interrogatorio de los detectives, el obispo auxiliar
Arteaga cambió de tono y de respuestas. En el informe de la PDI que dio a
conocer La Tercera, Arteaga se ve obligado a admitir que los
libros de la parroquia no incluyen inversiones financieras como
“depósitos a plazo” cuyos montos él mismo desconoce.
Consultado sobre los manejos de dineros, Arteaga reconoció que pese a figurar como la cabeza de esta organización desde hace dos décadas “no tengo poder de firma”.
Y afirmó que tampoco conoce los detalles de los manejos de las platas
de la Unión Sacerdotal, “puesto que yo trabajo en la universidad y no
tengo mucho tiempo”.
Lejos de demostrar que los dineros de la asociación que presidía
están en orden, el también vicecanciller de la Universidad Católica
terminó diciéndole a la PDI que la persona que debían consultar para
tales efectos era a Guillermo Tagle: “quien podría explicar con mayor precisión estos temas”.
¿CUÀL ES EL ROL DE TAGLE?
Los Tagle son una familia muy ligada a la Iglesia Católica. Cuando El Mercurio
hizo un perfil de este clan tituló la nota: “Entre finanzas y rezos”.
Son nueve hermanos y de ellos el diario de Agustín Edwards afirmaba:
“Los nueve hermanos traen el servicio público y la sensibilidad social
genéticamente incorporados. La autoexigencia también se da en todos y el
interés por las finanzas, en varios de ellos.”
Guillermo
Tagle, al que Arteaga sacó al ruedo, es el más conocido del clan debido
a sus importantes roles en el mundo financiero que lo hacen fuente
habitual de la prensa especializada. Es ingeniero comercial de la
Universidad Católica y director docente de la Escuela de Administración
de esa casa de estudios. Fue director de AFP Bansander hasta 2006 y actualmente es socio y Director Ejecutivo de IM Trust.
Su hermano Arturo es gerente general del Banco de Chile y su padre,
Guillermo Tagle Castillo, llegó a ser vicepresidente del mismo banco.
Cuando declaró ante el fiscal Armendáriz, Guillermo Tagle dijo que no
creía en ninguna de las acusaciones hechas contra el sacerdote pues
tenía una profunda confianza en Karadima. En ese lugar dice, “conocí a
mi señora y fundé a mi familia. He alentado a mis 8 hijos, seis de ellos
varones, a que participen en la Parroquia de El Bosque… pienso que se
trata de una instancia de crecimiento y desarrollo espiritual que
espero que sea tan buena como la que viví yo”.
Tagle está muy vinculado al entorno de Karadima. Según testimonios
judiciales en varias ocasiones participó de los viajes que realizaba
Karadima a Europa, tal como lo hicieron otros laicos: Francisco
Prochaska, Gonzalo Tocornal y Juan Carlos Cruz, uno de los acusadores
del sacerdote.
También figura como socio de uno de los hombres más cercanos a
Karadima hasta hace pocos días: Francisco Prochaska, quien vivió en la
parroquia varios años, fue ayudante personal del sacerdote y solo tras
las denuncias se ha distanciado. Tagle y Prochaska son socios en
Trilogic, una empresa de informática.
En la declaración ante Armendáriz, Guillermo Tagle, un experto en
manejos financieros, no cuenta que su relación con la iglesia de El
Bosque no se limita a ser un feligrés. Es quien ayuda en la
administración de los dineros de la parroquia. De hecho, cuando el
Arzobispado de Santiago quiso ver los libros contables para saber si
había o no alguna irregularidad, Tagle acompañó a los directivos de
ésta que concurrieron a la cita con el obispo Fernando Chomalí.
LO QUE SABIA ARTEAGA
Los acusadores de Karadima hacen varias menciones críticas sobre el
obispo auxiliar de Santiago, Andrés Arteaga. Lo presentan como una
persona que jamás les brindó ayuda. Varios de estos testimonios habían
permanecido inéditos.
El principal denunciante, el doctor James Hamilton, contó ante la
fiscalía que cuando no quería ceder a las presiones sexuales del
sacerdote Karadima y evitaba subir a su pieza, éste lo recriminaba
personalmente o pedía ayuda a otros sacerdotes. “Recuerdo que en una
oportunidad mandó a varios sacerdotes, entre ellos a monseñor Arteaga,
monseñor Juan Barros y otros que ya no recuerdo. Eran al menos seis
sacerdotes que me hablaron en una de las salas de reuniones del templo.
Se me indicó que mi fe flaqueaba y que el padre Karadima no estaba
contento conmigo y que debía rezar más y comprometerme con la parroquia.
La presión fue superior a mis fuerzas y cedí nuevamente”.
Hamilton no dice que esos curas supieran de los abusos, pero si
reclama que la soledad en que se encontraba frente al poder de Karadima
permitió que la relación con el sacerdote -que además era su guía
espiritual- se prolongara por 22 años.
Más
duro contra Arteaga dispara otro de los acusadores: el filósofo Andrés
Murillo. En su declaración, Murillo relata que el sacerdote
constantemente toqueteaba a los jóvenes que lo rodeaban con admiración,
recurriendo a movimientos que parecían accidentales o disfrazando sus
abusos como chistes:
“A veces me pedía que lo llevara en auto y más de alguna vez trató de
tocarme los genitales mientras manejaba, lo que me causaba mucha
confusión. Una vez le dije que no me parecía su manera de tratar a la
gente y se enojó muchísimo. Llamó al padre Andrés Arteaga y ambos, en
una sala de reuniones, me retaron fuertemente. Yo tenía 19 ó 20 años. Me
humillaron y Arteaga, quien era doctor en teología y posible obispo y a
quien yo consideraba muy inteligente, cuestionó mi inteligencia y me
dijo que debía dejar la filosofía y dedicarme al teatro, que debía
escuchar a Karadima…”.
Tiempo después de ese episodio, Murillo dice que le pidió a Karadima
que lo confesara y él lo llevó a su pieza. “Había ahí un obispo.
Karadima saca una botella de whisky. El obispo se puso muy nervioso y se
fue de la habitación. Me dio un vaso de whisky y me dijo ‘para que te
relajes’. Entonces comienzo a contarle mis problemas y Karadima me toca
la pierna y luego, rápidamente, me toca los genitales. Yo quedé
paralizado y no supe qué hacer. El abrió el cierre de mi pantalón e
intentó masturbarme. Cuando pude reaccionar lo detuve y huí llorando del
lugar”.
Al día siguiente Murillo trató de enfrentar a Karadima y el sacerdote
lo único que le dijo era que tenía que confesarse por lo que “ambos”
habían hecho la noche anterior.
Después de eso Murillo cortó los vínculos con la parroquia. Y tardó
varios años, con tratamiento sicológico incluido, en poder enfrentar lo
ocurrido. Cuenta que uno de sus primeros pasos fue escribirle en 2002 ó
2003 una carta al cardenal Errázuriz contándole lo que le había
ocurrido: “y me contestó que estaba rezando por mí”. Decidió, entonces,
hablar con Andrés Arteaga, pensando que encontraría comprensión.
-Fui a hablar con monseñor Arteaga, pues ahora era obispo auxiliar y
pensé que si era inteligente y justo, podría ayudarme, darme apoyo. Pero
sólo me recomendó que fuera al psicólogo, que todo era un mal entendido
mío. Que no siguiera diciendo esas cosas de Karadima, pues ellos tenían
muy buenos abogados. Me dijo que había leído la carta que yo le había a
enviado a monseñor Errázuriz hacía años atrás y que no continuara
hablado cosas porque estaba haciendo mucho daño. Le dije que era yo el
que había sufrido daños y que no me convirtiera en el victimario cuando
yo había sido la víctima –afirmó Murillo.
Otro testimonio que retrata al obispo Arteaga es el que entrega el
sacerdote Fernando Ferrada Moreira, miembro de la Unión Sacerdotal que
controlaba Karadima. El párroco de Jesús Carpintero declara en torno a
la acusación de abuso que hace Óscar Osbén contra de Diego Ossa. Según
relata el sacerdote Ferrada, un feligrés -Carlos Espinoza- le mostró los
correos que Osbén y Ossa mantenían y en los que se narraba la relación
de connotación sexual establecida entre ellos. También figuraba ahí la
petición de 100 millones de pesos que hacía Osbén como compensación por
los daños sicológicos.
“Carlos me dijo que a Óscar le habían pagado una camioneta y un
millón de pesos. Me pasó el set de email que se intercambiaban Oscar y
Diego Ossa. Eran cantidades grandes, millones. No quise seguir leyendo y
se lo devolví. En esos documentos venían 4 hojas contando la relación
de Óscar con el padre Diego y según me dijo ésta era similar a lo que
dice Hamilton del padre Karadima”, relató Ferrada.
Y agregó: “Luego me fui a hablar con el padre Andrés Arteaga, quien
me dijo que había muchas falsas acusaciones, que se arreglaran entre
ellos y no nos metiéramos nosotros. Le dije que él era el obispo y me
señaló que él haría lo que tenía que hacer”.
Pero el sacerdote Ferrada constató que luego de informarle de las
graves acusaciones al obispo Arteaga, nada ocurrió: los pagos se
hicieron y nada se investigó. “Ante esto fui hablar por segunda vez con
Arteaga. Me escuchó, pero lo llamaron avisándole de una noticia en el
diario que lo puso nervioso. Me dijo que no diera nombres de esto. Y por
segunda vez dijo que él haría lo que tenía que hacer. Luego tuve una
conversación con el cardenal Errázuriz en su casa, a principios de
junio. Me dijo que era correcto habérselo comentado al padre Arteaga y
me agradeció que se lo dijera a él. No sé de dónde habrá conseguido el
dinero Diego Ossa, pues él mismo me comentó que no tenía”.
DOS FINALES POSIBLES
El
lunes pasado, a las 10 en punto los sacerdotes de la Unión Sacerdotal
se dieron cita en la Parroquia El Bosque. No fue la lluvia de esa mañana
la que provocó una merma en la asistencia. Menos de 20 sacerdotes
llegaron a la cita de cada lunes. Sólo aquellos que se mantienen
incondicionales a Karadima llegaron a la misa, entre ellos el vicario de
la Zona Centro, el sacerdote Francisco Javier Manterola (Hermano Mayor
de la Cofradía Nacional del Carmen y Vicepresidente la Fundación Laura
Vicuña; entre 1992 y 2000 fue secretario general y canciller del
Arzobispado de Santiago).
Ese reducido grupo insiste en la inocencia del párroco y sigue sus
rutinas como si no ocurriera nada. El vicario de El Bosque, sacerdote
Diego Ossa, quien a pesar de las acusaciones de abuso sexual que pesan
sobre él sigue oficiando misa en la iglesia, mantiene su estrecha
relación con Karadima en estos días en que éste ha debido trasladarse de
fundo en fundo a la espera del veredicto que decidirá su destino.
A cada una de las casas en las que se ha exiliado el cuestionado
sacerdote ha llegado Diego Ossa y el ingeniero comercial Francisco
Costabal. El primero incluso le aporta las comidas que sigue
preparándole su antigua cocinera Silvia Garcés y que Ossa le lleva ahora
hasta su último refugio en el fundo “El Guindal” en Los Andes, de
propiedad de la familia política de Francisco Vial Lira (59 años),
seremi de Agricultura de Valparaíso y consejero de la Sociedad Nacional
de Agricultura desde 2009.
Si hasta hace pocos días Karadima, Andrés Arteaga, Diego Ossa, el
párroco de El Bosque Juan Esteban Morales y el pequeño circulo de laicos
que los rodea esperaban que no hubiera sanción alguna por no haberse
podido probar las acusaciones que pesan sobre él, ahora sólo enfrentan
dos alternativas. La primera es que por la edad del cuestionado
sacerdote (80 años), se le aplique una sanción expiatoria la que debería
cumplir en un lugar aislado y con restricciones y limitaciones de
distintas índole, entre ellas, el acceso de visitas. La segunda es la
más temida: la expulsión del estado clerical, para que no siga abusando
ni manipulando conciencias, lo que significa que ya no podrá seguir
ejerciendo nunca más como sacerdote.
El veredicto que para muchos fieles ya ha tardado demasiado, llegará
cuando la imagen de la Iglesia Católica entre los chilenos pasa por su
peor momento. Así lo constató una encuesta de CERC,
según la cual el 75% de los católicos califica como “verdaderas” las
acusaciones sobre abusos sexuales de sacerdotes. Tan duro como eso es
que solo el 34 % de los chilenos cree que la Iglesia tiene una
influencia positiva en Chile, porcentaje que está muy cerca de los que
creen que su influencia es perjudicial para el país y que suman un 30
por ciento.
Fuente, vìa :
http://ciperchile.cl/2010/11/11/acusan-al-obispo-arteaga-trato-de-acallar-a-las-victimas-de-karadima-y-no-responde-por-los-dineros/
http://ciperchile.cl/2010/11/11/acusan-al-obispo-arteaga-trato-de-acallar-a-las-victimas-de-karadima-y-no-responde-por-los-dineros/
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