"(...)la masacre de mis tres hijos no la realizó un solo militar, ese crimen lo cometieron varios militares... hay 7 morrales cundidos de sangre, salivas y semen.”El 14 de octubre, tres niños, de 6, 9 y 14 años, fueron secuestrados, violados y asesinados por soldados de la Decimoctava Brigada del Ejército colombiano. Este crimen ocurre en Arauca, zona particularmente rica de Colombia, que el Estado ha militarizado intensivamente con el fin de reprimir a la población descontenta del saqueo que perpetran varias multinacionales entre las cuales BP, Repsol, la Occidental Petroleum.
Álvaro Torres, padre de los niños.
Los cuerpitos torturados de Jefferson Torres, Jimmy Torres y Jenny Torres fueron encontrados en una fosa común. Se ha encontrado sangre en los morrales de 7 de los 60 soldados de esa unidad del ejército, y semen en los cuerpitos acuchillados de los niños. Además al menos 8 militares presentan rasguños.
Se trata de un crimen realizado por unos hombres amparados por la impunidad y la costumbre a las prácticas del Terrorismo de Estado.
Los militares objeto de investigación: el teniente coronel Germán Belarcázar, el teniente coronel James E. Pineda, el mayor J. Alberto Granados, el subteniente Raúl Muñoz Linares, el sargento viceprimero Luis Giovanni Torrijos, y dos Cabos. Pero ya son varios los intentos de la cúpula militar de dejar este crimen totalmente impune. Cabe recordar que la impunidad es parte del mecanismo del Terrorismo de Estado y por tanto son escasísimos los militares condenados en Colombia, y los pocos que han sido condenados lo son como “individuos descarriados”: señalados de“manzanas podridas dentro de la entidad militar”. Centenares de miles de víctimas esperan aún la condena a la entidad militar por sus Estrategias de Terrorismo de Estado.
La impunidad garantiza la continuidad de la Estrategia de Terrorismo de Estado
Es bajo la impunidad que la institución militar podrá seguir perpetrando la guerra sucia; por ello la cúpula militar incurre en declaraciones aberrantes:El general Navas indicó que el subteniente Raúl Muñoz habría cometido violaciones el 2 y 14 de octubre, pero que, según su confesión, “las dos relaciones fueron consentidas por las niñas”. El comandante del Ejército dijo que: “Todavía no hay un hecho que nos haga pensar sobre la responsabilidad directa”. La violación y asesinato de los niños ocurrió a 254 metros del campamento militar, y matar a los niños y cavar los huecos requiere tiempo y control del área, por lo cual la versión de las “manzanas podridas en el ejército” es inverosímil.
Álvaro Torres, el papá de los tres niños, reclama justicia: "(...)la masacre de mis tres hijos no la realizó un solo militar, ese crimen lo cometieron varios militares... hay 7 morrales cundidos de sangre, salivas y semen… el delincuente Raúl Muñoz dice que él hizo uso de las dos niñas: de la de 13 años y de la hijita mía, pero ‘porque ellas aceptaron’… yo les pregunto a los señores de la fiscalía y a los militares, si sería que ella entonces estaría de acuerdo que la asesinaran a ella y a sus dos hermanitos, que eran mis queridos hijitos?"
Pero pese a las evidencias, las instituciones pretenden hacer recaer toda la responsabilidad sobre un solo militar… Los mass-media, afectos al régimen militarista que gobierna Colombia, implementan la desinformación: vienen difundiendo múltiples montajes tendientes a lavar la imagen del ejército como institución, como lo escribe el periodista Miguel Suárez:
“un sofisticado proceso de lavamiento de imagen del descompuesto ejército colombiano se está llevado a cabo. Primero nos dijeron que eran un grupo de 8 los asesinos uniformados, que tenían arañazos que los niños en su desespero les ocasionaron (…) y muestras de sangre en sus mochilas. Luego vino un reciclaje de asesinos y nos dijeron que las muestras de sangre en las mochilas eran debidas a las comidas que ellos llevan en sus maletas, no entendí si nos querían decir que eran caníbales.” Y continúa analizando la manera habitual en que los mass-media en Colombia crean ‘noticias’ para tapar los crímenes de Estado: “En todo este proceso no podían faltar los ‘falsos positivos’, y llegó la ‘Buena Nueva’ de que en el departamento de Santander, el ejército de la oligarquía colombiana había ‘liberado’ a un niño de 10 años ‘recién secuestrado’ y nos mostraban a un niño que contaba como fue su “secuestro”, dándole las gracias el ejército “liberador”… pero se sabe que es práctica del ejército secuestrar y luego liberar para hacer montajes mediáticos cuando estos les hacen falta para tapar sus crímenes… De los supuestos secuestradores, como es habitual en los ‘falsos positivos’ nunca se nos dijo nada.” Eliminar denunciantes mediante amenazas o a cómo de lugar; mientras que los mass-media operan
Por otra parte la cúpula militar ya ha comenzado el mecanismo de eliminación de denunciantes, tan común en sus prácticas (recordemos sólo 2 casos: los asesinados y torturados por denunciar la fosa de la Macarena, y los testigos asesinados en el caso San José de Apartadó). El General Rafael Neira comandante de la Brigada18 del Ejército, ya ha proferido declaraciones amenazantes contra los denunciantes de la violación y asesinato de los niños: trató al Presidente de la Comisión de Paz y DDHH de la Asamblea Departamental, diputado Ferney Tique y al Presidente del CPDH-Arauca Martín Sandoval, de “irresponsables, que debían demostrar sus calumnias ante los estrados judiciales” y dijo que “los campesinos están siendo manipulados por la guerrilla, para que denuncien al ejército”.
Los mass-media callan la realidad de la comunidades campesinas y exponen el drama entre amarillismo y manipulación. Así, El Tiempo (propiedad de la familia Santos), nos dice, en su artículo ‘Las últimas horas de los tres niños asesinados en Tame, Arauca’: “Tampoco sentían temor, sabían que desde hacía una semana un grupo del Ejército estaba acampando a menos 500 metros de su casa.” Tratando de inducir al lector a pensar que los niños en Arauca no sienten ningún temor frente al ejército... nada más alejado de la realidad, pues las atrocidades cometidas por el ejército colombiano han sido particularmente bárbaras en Arauca, debido a la militarización intensiva de la región para reprimir a la población descontenta del saqueo que perpetran varias multinacionales. Continúa elTiempo con la manipulación: “Llegar al sitio donde mataron a los niños no es fácil. Los propios moradores del lugar confesaron en voz baja el temor. "La semana pasada estuvieron por ahí los otros (las Farc) y nos da miedo (…)". Así son los mass-media en Colombia: ante la evidencia de una atrocidad cometida por el ejército tratan de confundir, de difundir su propaganda… buscan eliminar la percepción y análisis de la realidad, buscan ocultar el Terrorismo de Estado.
Violaciones e infanticidios: armas de guerra sistemáticas del Terrorismo de Estado
Este crimen no es un caso aislado: donde se asientan las tropas del Ejército se han registrado múltiples casos de violencia sexual, muchos contra menores de edad, de manera sistemática y generalizada. Las represalias en caso de denuncia hacen callar a muchas víctimas; no obstante se conocen múltiples casos de violaciones a manos del ejército. Las denuncias de las comunidades campesinas, sin embargo, pocas veces llegan a ser publicadas en los grandes medios de comunicación.
Dentro de la guerra sucia adelantada por el Estado colombiano, la violación y el asesinato de menores son armas de guerra: en la medida que estos actos de Terror buscan paralizar a toda la comunidad aldemostrar quienes tienen poder de vida o muerte y actúan como propietarios de los cuerpos de los hijos de la comunidad: asesinos uniformados y salvaguardados bajo el manto del Estado que les brinda total impunidad, ya que la impunidad garantiza la continuidad del mecanismo de terror.
El Estado colombiano, pese a intentar presentarse como una “democracia”, adelanta una guerra del terror contra la población, ya sea mediante la fuerza pública o mediante sus agentes encubiertos (su herramienta paramilitar). El carácter sistemático y la gravedad de estas aberraciones contra los niños exigen claridad: estos crímenes no son una cuestión de “manzanas podridas en el ejército colombiano”, son parte de una Estrategia estatal de terror. Esta es la política guerrerista del gobierno colombiano, alimentado por Estados Unidos, con asistencia de Israel y de la U.E.
Atemorizar a la población: 3 mecanismos de la demostración del poder Estatal
Se trata de callar las reivindicaciones sociales de la población mediante la demostración del poder absoluto que tiene un Estado:
Primero: la violencia ejercida por militares que perpetran torturas, violaciones y asesinatos, de manera‘coincidencialmente’ intensiva ante reivindicaciones sociales de la población…
Segundo: la impunidad otorgada a los militares por los estamentos judiciales, sella su poderío sobre la población…
Tercero: Para terminar de consolidar la demostración de poder, ocurre el lavado de los crímenes del ejército mediante la propaganda de los mass-media que enterrarán los crímenes de Estado bajo montañas de propaganda.
Mientras las violaciones a los derechos humanos continúan en Arauca a manos de la Decimoctava Brigada, la manipulación y mentiras continúan en los medios, alineados con la web del ejército. Dicha web, en su propaganda, relata así el supuesto amor que los niños tienen por el ejército: “(…)Allí los saludos y agradecimientos para los soldados salían de sus bocas sin mayores esfuerzos, dando de esta manera ejemplo a los mayores que en ocasiones olvidan el sacrifico de sus soldados (…)Mensajes iban y venían: “Hola soldado, donde quiera que estés cuídate mucho por favor, muchas gracias por cuidarnos… Saludos de una niña muy bonita” (…) dijo otra menor que con sus cortas palabras llenó de orgullo y compromiso los corazones de todos los soldados de la Decimaoctava Brigada.”
Esta versión contrasta bastante con las últimas horas vividas por Jenny, Jimmy y Jefferson a manos de la Decimoctava Brigada… contrasta con el terror que ejerce el ejército en Arauca.
Los niños juegan y ríen. Los niños tienen una dulzura infinita. Los niños acarician de inocencia este maltrecho mundo… Pero el mundo los agrede. El sistema de acumulación de capital, basado en el saqueo de los recursos naturales y la explotación del ser humano asesina a los niños. Los priva de educación al convertir la educación en una mercancía, los priva de alimentación al convertir la alimentación en un negocio macabro, los priva de salud al convertir la medicina en otro negocio, los desplaza de los campos, los mata de hambre…
Colombia: ejemplo por antonomasia de lo que causa el capitalismo
Colombia es un país desgarrado: es el ejemplo por antonomasia de lo que causa el capitalismo y de cómo se mantiene en pie un sistema tan criminal. En Colombia mueren anualmente 20.000 niños por desnutrición.
Mientras se difunde la mentira de un gobierno de Santos más “moderado” que el de Uribe, la realidad habla por sí sola. El exterminio del pueblo colombiano a manos del Estado continua: la misma semana en que Jenny, Jimmy y Jefferson fueron violados y asesinados, varias organizaciones de DDHH denunciaron al gobierno de Santos por el asesinato de 22 defensores de derechos humanos en los primeros 75 días de gobierno. Y el 10 de noviembre fue publicado otro informe: 50 líderes políticos y sociales han sido asesinados en los 90 primeros días del Gobierno de Santos. Asimismo fue detenida y torturada una defensora de derechos humanos, una de las principales denunciantes de la mayor fosa común de Latinoamérica: Marisela Uribe García, embarazada de 5 meses, quien perdió a sus 2 bebés debido a la tortura sufrida a manos del Estado Colombiano. Y fue asesinada una líder de desplazados (Polo). Y fue asesinada la educadora Ligia González (6 de noviembre).Y fue asesinado otro niño por el ejército el 5 de noviembre. Y el 26 de octubre 2010 fue asesinado otro sindicalista, víctima del paramilitarismo auspiciado por la multinacional Drummond, con él ya son 40 los sindicalistas asesinados en Colombia en el 2010.
Colombia es el país más peligroso del mundo para ejercer el sindicalismo, el 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo son asesinados en Colombia a manos de la herramienta paramilitar del Estado y multinacionales, o directamente a manos de la fuerza pública. Los maestros, estudiantes, periodistas, sociólogos, líderes agrarios, ambientalistas, abundan en las cárceles y en las listas de desaparecidos.
El Estado colombiano persigue, encarcela y asesina a todo aquel que ose adelantar un pensamiento crítico en Colombia. Con la estigmatización del pensamiento crítico el régimen colombiano mantiene encarcelados a 7.500 presos políticos, muchos de ellos en condiciones de tortura extrema (OMCT).
Desaparición forzada y Hornos crematorios del Terrorismo de Estado
Las listas de desaparecidos engrosan: sólo en los últimos 3 años se han registrado 38.255 desapariciones forzadas. La “democracia” genocida de Colombia ha superado, con creces, la escalofriante cantidad de desaparecidos por la dictadura Argentina. El crimen de Estado de la desaparición forzada en Colombia ha rebasado todo lo imaginable; se estiman en más de 200.000 los desaparecidos en los últimos 20 años… La desaparición forzada es un crimen de Estado que acalla al desaparecido a la vez que busca inyectar terror en los sobrevivientes: persigue la parálisis de la reivindicación social. A la sociedad se le manda un mensaje que persiste en el tiempo: “todo aquel que piense, que reivindique, será castigado”.
La desaparición cumple además la funcionalidad “practica” para los estados represores de reducir las cifras de asesinatos. En Colombia varios jefes Paramilitares han confesado cómo desde los altos mandos militares y políticos era enviada la orden que desaparecieran “de cualquier manera” a las víctimas para no dejar rastros y evitar que las cifras de homicidios crecieran de manera desproporcionada en las zonas urbanas. Varios miembros de la Estrategia paramilitar han confesado que implementaron la utilización de criaderos de caimanes y de hornos crematorios en los que quemaban a las víctimas, a veces vivas: “(…) Lo echaron vivo ahí (…) El horno lo manejaba un señor que le decían ‘funeraria’, creo que se llama Ricardo; dos señores le hacían mantenimiento a las parrillas y a las chimeneas, porque se tapaban con grasa humana”. Confesó un paramilitar.
Saqueo de los recursos y saqueo de la mujer y los niños
Colombia es uno de los países más ricos del mundo, y sin embargo su población es gravemente empobrecida. La explotación y saqueo de Colombia ha configurado un panorama de desintegración social desolador:
Hay miles de niñas prostituídas, o esclavas en las casas de la oligarquía… Niñas campesinas sin futuro en un campo empobrecido por las fumigaciones, por la minería multinacional, y devastado por las masacres de paramilitares y militares; con hambre y miedo en los ojos, malviviendo en los cinturones de miseria de las grandes urbes, niñas servidas en bandeja para que la oligarquía las pueda utilizar… Niñas de 10, 12, 13 años trabajando de sirvientas en las casas de la clase media-alta y de la oligarquía, haciendo de todo: incluso servirle al “señor de la casa” para que pueda “desahogar su hombría”… El empobrecimiento crea una verdadera “cantera de niñas esclavas”: para poder echarlas a la mínima muestra de insumisión, o cuando queden embarazadas. La injusticia social permite a los oligarcas alimentar permanentemente la cantera de esclavizables; y utilizan el terror para asesinar cualquier germen de emancipación que pueda llegar a privarlos de sus privilegios feudales.
El 68% de la población de Colombia vive en la pobreza e indigencia. La concentración de la riqueza es escandalosa: Colombia es el 11º país con más desigualdad social del mundo (coeficiente GINI), y es el país más desigual del continente americano. Hay 8 millones de indigentes y 20 millones de pobres. Mueren anualmente más de 20 mil niños menores de 5 años por desnutrición aguda (cifras UNICEF), de cada 100 madres desplazadas gestantes, 80 padecen desnutrición crónica. Simultáneamente, y correlativamente a esta miseria, un solo banquero, Sarmiento Angulo, controla el 42% del crédito nacional y declaró ganancias de 1.250 millones de dólares en el último bimestre de 2009.
El gran capital y su guerra contra los niños; mientras la empatía es declarada “terrorista”
Paul Martin, representante de UNICEF para Colombia, expuso de qué manera el desarrollo cerebral de un niño se ve atrofiado por la desnutrición, mostrando la gravedad de la situación de la infancia en Colombia: “Tenemos 12% de los niños de Colombia con un problema de desnutrición crónica (…) Van a sufrir física y mentalmente: nunca este 12% va a tener la oportunidad de contribuir con el 100% de su capacidad humana para el desarrollo del país (…) sabemos que el 90% de la capacidad del ser humano se desarrolla en sus primeros 3 años, y sabemos que los niños o niñas que están desnutridos antes de la edad de 3 años nunca serán capaces de recuperar esta parte de su capacidad humana. (…) En una radiografía del cerebro de un niño bien nutrido se puede ver que el cerebro es muy denso, con muchas interconexiones; y junto a él, el cerebro de un niño con desnutrición severa se ve delgado, se pueden ver los agujeros, incluso en el área del cerebro en sí: esto es el daño físico causado por la desnutrición que no puede ser recuperado.”
“La pregunta que nos debemos hacer es: ¿Queremos un país de niños bien alimentados con cerebros capaces de aprender? ¿O una nación de cerebros desnutridos y atrofiados (…)?”. Su pregunta era retórica, pues se espera que ante una pregunta semejante todo ser humano sea contundentemente partidario de un país de niños alimentados, con cerebros no atrofiados… Pero pese a estas advertencias, las grandes fortunas nacionales y multinacionales han seguido intensificando su fortuna en Colombia: gracias al despojo de millones de campesinos de sus tierras, gracias a la privatización de la salud y demás servicios, al cobro de intereses usureros, al encarecimiento de los productos de primera necesidad, al pago de salarios de miseria, al establecimiento de zonas francas, gracias a la utilización del erario público para la financiación de la banca y del gran latifundio (caso Agro Ingreso Seguro), etc. Las ganancias en Colombia le han resultado tan jugosas a la oligarquía en el último periodo que los billonarios Mario Santo Domingo y Sarmiento Angulo, ambos del privilegiado grupo de los 1.125 billonarios del mundo, aumentaron vertiginosamente sus fortunas. Santo Domingo posee 6.000 millones de dólares: ganó 2.000 millones de dólares en el último año, y ascendió al puesto 123 de las fortunas más enormes del planeta. Sarmiento Angulo dio un salto de 150 puestos en la lista de los ricos más enriquecidos del planeta, al pasar del puesto 285, al 135, con una fortuna de 5.600 millones de dólares: incrementó en un año su fortuna en 3.200 millones de dólares.
Mientras la oligarquía festeja ganancias, millones de niños verán sus esperanzas de desarrollo truncadas por el empobrecimiento correlativo a la acumulación de capital en pocas manos. Reaccionar frente a esta dramática realidad de injusticia social es castigado en Colombia. El pensar y el sentir empatía social han sido convertidos en un delito por el Estado colombiano.
Repudiar la estrategia paramilitar del Estado, o repudiar la estrategia de desplazar a millones de personas mediante las masacres y bombardeos, o repudiar que el DAS haga explotar bombas y siembre “pruebas” contra opositores, es algo que puede costar la vida, o la cárcel. Repudiar la tortura e inyección del terror preconizada por los instructores USA, o repudiar las Bases militares USA, es algo que se hace por simple pensamiento. Y no por hacerlo, el que lo haga es de la guerrilla… La oligarquía usa la estigmatización establecida desde las “listas Bush” para neutralizar el pensamiento crítico y la empatía social: neutraliza al que reivindica declarándolo “terrorista”. Pero los verdaderos terroristas, los que masacran poblados enteros, es decir los militares, los paramilitares, y los “formadores” estadounidenses, son premiados con parte de las tierras despojadas a los campesinos o con la gestión regional del narcotráfico, que regentan la oligarquía colombiana y la CIA. Esta última regenta el narcotráfico a nivel internacional y usa los ingresos del Narcotráfico para financiar sus operaciones encubiertas en todo el continente.
¿Qué explica la saña de las torturas paramilitares y militares?
Los oligarcas no quieren gente pensante. Quieren un país de Narcotraficantes instalados en el gobierno, quieren que la CIA siga cosechando los dineros del Narcotráfico, mientras Colombia pone los muertos y es fumigada en la pantomima de la “lucha contra el narcotráfico”. Quieren un país de militares y paramilitares enardecidos por las masacres y la alienación religiosa inyectada por una iglesia cómplice que los exculpa y los fanatiza llevándolos a asesinar no sólo a todo el que piense en la reivindicación social, sino incluso a todo aquél que se salga mínimamente de la normativa (asesinan homosexuales)… Los oligarcas quieren un país dócil y atemorizado por miles de paramilitares que regentan prostíbulos de niñas y violan a las estudiantes “rojas” o “guerrilleras”, como dicen ellos... Miles de paramilitares que fueron un día jóvenes del pueblo, y hoy son monstruos entrenados que descuartizan vivas a las personas, que las queman en hornos crematorios y las arrojan a sus criaderos de caimanes; paramilitares henchidos de machismo, religión, anticomunismo, que depredan al pueblo colombiano, bajo la siniestra sonrisa de sus amos de la oligarquía, para quienes despejan el país de reivindicación social.
La oligarquía reina en su feudo sobre millones de siervos merced a la ignorancia y la alienación inyectada por los mass-media que normalizan los valores depredadores e individualistas que imponen sus dueños. La implementación de toda una red de prejuicios y mecanismos de discriminaciónnormaliza el clasismo que legitima la existencia de una élite por encima de los demás. En cada ser humano pisado y humillado debe cortarse de cuajo la inquietud ante la injusticia. En cambio, debe llevársele a defender a los que lo pisan; para ello le dan el mezquino “privilegio” de poder desahogarse con los que están más abajo en la pirámide. Sin duda este mecanismo perverso es el que explica la saña de las torturas paramilitares y militares.
Los “falsos positivos”, La mayor Fosa Común de Latinoamérica, y el autismo internacional
Los ‘falsos positivos’ son asesinatos de niños y jóvenes por parte del ejército colombiano, para después mediatizar sus cadáveres como “guerrilleros dados de baja en combate”. La directiva 029 premia a los militares por cadáver presentado. El presidente de Colombia, Santos, fue ministro de Defensa mientras estas prácticas aumentaron vertiginosamente. Ya han sido reportados más de 5.000 casos.
El exterminio del pueblo colombiano continúa agravándose ante el autismo internacional; al parecer no hay crimen que no se le perdone al Estado colombiano… ¿hasta cuando?
Miles de cadáveres de opositores, campesinos, estudiantes, sindicalistas, están enterrados en las fosas comunes. Recientemente se descubrió en Colombia la mayor fosa común del continente americano: descubrimiento que ha sido casi totalmente invisibilizado por los mass-media (ver 9). Contiene los restos de al menos 2.000 personas. Desde 2005 el Ejército ha enterrado allí a miles de ‘desaparecidos’.
Las masacres son usadas por el Estado para paralizar la reivindicación social, y para lograr el desplazamiento masivo de poblaciones: de esta forma ha desplazado de sus tierras a más de 4,5 millones de personas, que han abandonado más de 10 millones de hectáreas. Tras los bombardeos y las masacres, las tierras son entregadas vacías de sus habitantes a la codicia de las multinacionales y terratenientes, que son co-financiadores del Paramilitarismo.
Es en este contexto de Saqueo y Terrorismo de Estado, que fueron violados y asesinados Jennifer, Jimmy y Jefferson… es un crimen de Estado.
La Haine
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