El actual presidente, señor Piñera,
no escapa a esta norma. Durante su primer semestre de mandato hay
aspectos que ya comienzan a ser evidentes en su modo de conducir el
país. Así, el protagonismo mediático del señor Presidente es un rasgo
inequívoco de su manera de hacer las cosas. Un estilo que preocupa más a
sus aliados que a sus opositores. En efecto, preocupa que para la
mayoría del país estemos ante el gobierno Piñera y no ante un gobierno
de coalición. Su excesivo personalismo a la hora de tomar algunas
decisiones, tanto como su figuración televisiva le ha permitido mantener
la iniciativa política ante su entorno político y ante la oposición,
pero, al mismo tiempo, no permite proyectar todavía la continuidad de la
derecha.
Su gol ante el equipo de los mineros
resulta ser una buena metáfora de un gobierno que ha logrado, hasta
aquí, mantener un marcador favorable. La actitud del presidente ante el
rescate de los mineros fue una apuesta temeraria, un capital simbólico
que le dio ganancias netas en el país y en el extranjero. La imagen del
gobierno Piñera logró instalarse no sólo como un gobierno de eficiencia
sino que fortaleció el perfil del presidente como la de un hombre
sensible y paternalista ante la desgracia de los trabajadores, lo que
en lenguaje popular se llama “un patrón bueno”.
El actual clima favorable al gobierno de
la derecha, según se desprende de las encuestas, no está exento de
riesgos y tensiones. Las imágenes mediáticas poseen la fuerza de la
seducción en amplias masas aspiracionales, sin embargo, son tan intensas
como efímeras, es decir, obedecen a la lógica de la moda. Hemos
asistido a una fuerte exposición mediática de la presidencia que ha
llevado al límite sus posibilidades con un resultado feliz. Sin embargo,
no es posible sostener esa presencia en los medios con la misma fuerza
en el mediano y largo plazo.
Es claro que una cosa es la seducción de
los públicos y otra, muy distinta, son las dinámicas en la llamada
clase política. Pareciera que toda la capacidad de seducción mediática
mostrada por el señor presidente no es suficiente para conseguir
mayorías amplias y estables en el mundo político. Es más, se advierten
algunas tensiones al interior del propio conglomerado que lo puso en el
gobierno. Este segundo semestre del primer gobierno de derecha será
decisivo para mostrar que más allá de la seducción mediática existe real
capacidad política para alcanzar acuerdos en torno a los grandes y
urgentes problemas que aquejan a la sociedad chilena.
Fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2010/11/05/la-imagen-del-patron-bueno/
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