1. Mientras Sebastián Piñera todavía exprime los últimos réditos
político-mediales del espectacular rescate de los 33 mineros de la mina
San José, también en Copiapó, el 8 de noviembre pasado Homero Aguirre y
Daniel Lazcano, trabajadores de la mina de cobre Los Reyes, murieron en
un nuevo accidente laboral. La explotación pertenece a la empresa
Sociedad Legal Compañía Minera Del Sur.
En
un microbús del Transantiago había un aviso pegado por algún usuario
que decía “Si pago el pasaje, no como”. Ello es una verdad del tamaño
del sol en un paisito cuyo PIB crece a un 6%, a costa de la más dura
desigualdad social, concentración económica y explotación sin coto ni
regulación alguna de seres humanos y naturaleza.
2.
Cuando cientos de cesantes, de los miles que quedaron en la calle luego
del abrupto final de los empleos de emergencia en Concepción –en
crítica situación luego del terremoto- maremoto de febrero de 2010-,
viajaron a Santiago y luego al Congreso de Valparaíso para exigir la
reapertura de los trabajados precarios; el presidente Piñera anunció las
vigas maestras de su agenda de gobierno titulada con pompa “Chile País
Desarrollado: Más Oportunidades y Mejores Empleos”. La fórmula
piñerista, simplemente es una extensión ampliada de las políticas de los
últimos gobiernos de la Concertación en orden a aumentar la inversión
en el país, incentivos tributarios a la reinversión de utilidades para
las pequeñas y medianas empresas, la ‘modernización’ del Estado; planes
de teletrabajo, facilidades para crear legalmente empresas, e impulso al
turismo. La fantasía publicitaria de convertir a Chile en un país no
subdesarrollado sobre pilares que intensifican el aperturismo económico y
la inversión transnacional sin trabas ni impuestos significativos sólo
vuelven más dependiente a Chile de los precios del cobre. No resulta
extraño que entre enero y octubre de 2010, el gobierno autorizara una
inversión histórica de capitales de mega corporaciones extranjeras que
asciende a US$ 13.257 millones de dólares (más de 200% respecto de igual
lapso del año 2009), distribuidos en un 83% hacia la explotación
cuprífera; 9,1% a servicios; electricidad, gas y agua con un 4%; y
comunicaciones con 3,4%. Los precios del metal rojo están en niveles
extraordinariamente altos (como todas las materias primas del
continente) debido a la temporal demanda asiática y particularmente,
China. Esto, como también ha ocurrido en otros períodos, vuelve muy
sensible la economía chilena al curso de las potencias que hegemonizan
el planeta. Al respecto, se agudiza el carácter primario extractivista
del país, esos capitales foráneos emigran a su antojo y de acuerdo a
variables incontrolables por el Estado chileno, y ofrecen poco trabajo.
En buenas cuentas, se incrementa la naturaleza rentista del patrón de
acumulación capitalista de la clase en el poder y se posterga la
industrialización y diversificación necesaria del país para impulsar un
proyecto nacional e integral de desarrollo. La clase mandante sólo
persigue el beneficio rápido y a corto plazo, e hipoteca las bases
genuinas de un país camino al desarrollo democrático, cuya estructura
económica es deforme y, contra toda soberanía, dramáticamente
subordinada al capital de las economías tutelares cuyos objetivos están
muy lejos del bienestar e intereses de las mayorías nacionales.
Asimismo,
con un desempleo estructural “oficial” que raya el 10%, la
simplificación de creación de microempresas –que en la mayoría de los
casos son negocios familiares- es una manera desesperada de multiplicar
el mal trabajo a cuenta propia debido a que no existe trabajo formal
para absorber la fuerza laboral sin empleo. Aquellas pequeñas y medianas
empresas que se dedican a actividades productivas, además, están
condenadas a vender sus productos a los precios que impone el gran
retail cada vez más concentrado (la cadena supermercadista
norteamericana Wal-Mart, que se llama Líder en Chile, es paradigmática
en este sentido), con el agravante de intentar competir con mercadería
asiática cuya importación carece de franquicias. Y cuando Piñera habla
de “modernización del Estado”, simplemente se refiere a su encogimiento,
con el subsecuente aumento de la cesantía y menor fiscalización en
todos los ámbitos. De hecho se esperan numerosos despidos hacia fines de
noviembre, en el marco de una dura negociación colectiva con la mesa
del sector público que demanda un incremento salarial de un 8,9%, toda
vez que hasta el momento el gobierno ha ofrecido un escaso 3,7% nominal.
3.
La acumulación capitalista por despojo o desposesión de recursos
naturales esta vez tiene su punto crudo en el territorio del Lago
Neltume, cuyas comunidades mapuche se resisten a la construcción del
túnel de prospección para la Central Neltume, propiedad de la
transnacional Endesa-Enel. Los comuneros mapuche indicaron que
“Endesa-Enel ha invadido nuestro territorio, quitándonos el agua,
apropiándose de los derechos de aprovechamiento continuo de los caudales
de varios esteros que corresponden a familias de nuestra comunidad”.
Entre las maldiciones de la prospección está que la compañía “nos dejará
sin nuestras yerbas medicinales al subir el caudal del Lago Neltume, la
que hemos usado desde tiempos ancestrales y sin ellas moriremos”, y los
mapuche aseguran que Endesa-Enel “debe comprender que los seres humanos
no somos dueños de la naturaleza, sino que formamos parte de ella, y
que el dinero y el lucro no pueden estar sobre los derechos colectivos
de los pueblos”.
4. Los 1.500 trabajadores de la
tercera corporación de cobre privada que explota el mineral en el país,
Doña Inés de Collahuasi, se encuentran en huelga desde el viernes 5 de
noviembre. A 4.500 metros de altura en el norte grande, el presidente
del sindicato, Manuel Muñoz informó que la compañía el 2010 tendrá
utilidades de 3.000 millones de dólares, mientras los trabajadores están
exigiendo 50 millones de dólares en tres años como suma de sus
demandas.
En otro sector, los obreros de la
construcción que edifican el Hospital de Puerto Montt, al sur de Chile,
cuyas empresas concesionadas para la obra son Besalco, Moller y Pérez
Cotapos, asociadas en el Consorcio Hospital de Puerto Montt, se han
movilizado por las malas condiciones de seguridad e higiene al interior
de una obra estatal. Los operarios agrupados en la Federación de
Trabajadores de la Construcción (Fetracoma), fueron desalojados de la
faena con extrema violencia por Fuerzas Especiales de Carabineros, con
la anuencia del Gobernador de la zona, Francisco Muñoz; la Secretaria
Regional Ministerial de Salud, Mónica Winkler, y la del Trabajo, Andrea
Rosmanich, quienes conocían perfectamente las pésimas condiciones en que
se labora en la edificación. 23 obreros y dirigentes sindicales fueron
detenidos.
5. Según la Encuesta de Caracterización
Socio Económica 2009, Casen, que se efectúa por el Ministerio de
Planificación cada 3 años, Chile es actualmente más pobre que el 2006.
Es decir, de acuerdo al reporte oficial, si el 2006 la pobreza alcanzaba
al 13,7% de la población nacional, hoy llega a un 15,1%. Por regiones,
la Casen titula en el ranking de la miseria a la Región de La Araucanía,
con un 27,1%; la del Bio Bío con un 21%; la del Maule con un 20,8%; la
de Los Ríos con un 20,4%; la de Atacama con un 17,4%; y la de Coquimbo
con un 16,6%. Como es ya estructural, las mujeres son más pobres que los
hombres (15,7 / 14,5%); y la población originaria más que la mestiza
(19,9% / 14,8%).
Ahora viene lo importante. El
corte o línea de la pobreza que fija el Estado es de $ 64 mil pesos al
mes (US$ 128 dólares) para los que viven en las ciudades y de $ 43 mil
pesos mensuales (US$ 86 dólares) para los que habitan zonas rurales. Es
decir, si al momento de realizarse la encuesta la persona obtiene un
peso más que los mínimos señalados, para efectos estadísticos, ya no es
considerada pobre. Y la línea de la pobreza se fabrica mediante una
misteriosa canasta “básica de alimentos por persona cuyo contenido
calórico y proteico permita satisfacer un nivel mínimo de requerimientos
nutricionales”. Esto es, un conjunto de productos alimenticios –cuya
calidad y origen no interesa- que un ser humano precisa para no
desfallecer de inanición.
Es más. Con un supuesto
fundado en el cinismo más abyecto, el informe de la Casen indica que “se
asume que los hogares que logran cubrir adecuadamente sus necesidades
de alimentación satisfacen, al mismo tiempo, los estándares mínimos de
las otras necesidades básicas”. ¿Por qué se supone que alguien que
apenas tiene para mal comer cuenta con los recursos para acceder a los
servicios básicos (vivienda, electricidad, agua, gas, teléfono); a la
salud, la educación y la seguridad social elementales y de excelencia, y
qué decir de la recreación, un empleo estable y un largísimo etcétera?
¿Qué ciencia soporta esa hipótesis?
Ahora bien, el
Estado raya la línea de la pobreza en $ 64 mil pesos, en un Chile donde
dos viajes en el transporte público cuestan mil pesos, un kilo de pan
otros mil pesos, una mensualidad universitaria más de $ 200 mil pesos
promedio, y el arriendo de una habitación o cuarto al mes con baño
compartido, entre 60 a $80 mil pesos. ¿Cuántos chilenos ganan por su
trabajo –considerando un desempleo estructural que no sale del 8 al 10%-
menos de $ 350 mil pesos (US$ 700 dólares)? ¿El 70 u 80% de la
población?
Resulta obvio que la pobreza o el
empobrecimiento de la población del país es mucho mayor que el 15,1%,
que no es más que una cifra colocada en la vitrina para las evaluadoras
de riesgo multinacionales que orientan al gran capital inversor para
beneficio de una minoría rentista y gran propietaria.
Fuente, vía :
http://www.argenpress.info/2010/11/en-chile-existen-mas-pobres-hoy-que-el.html
http://www.argenpress.info/2010/11/en-chile-existen-mas-pobres-hoy-que-el.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario