Una noticia sacudió hoy los medios de prensa
nacional, y ha causado una ola de indignación general. Pero era de
esperarse algo así de un gobierno que ya empezó mal, metiendo las patas,
al mejor estilo de los Arias, y de quien se autodenominó su heredero
natural. Recuerden la intención de subirse a sí mismos el sueldo en
casi un 100% de los diputados, iniciativa de Liberación y Libertarios
como primera propuesta al iniciar sus gestiones, mientras iniciativas
importantísimas hacen fila en la Asamblea Legislativa, durmiendo el
sueño de los justos.
Nos señalan los medios de
prensa que con el voto de las fracciones del Partido Liberación
Nacional, el Movimiento Libertario y uno de los “panderetas” (en el peor
sentido peyorativo)
el Congreso aprobó la solicitud de permiso para el arribo a costas costarricenses de 48 naves de guerra artilladas, helicópteros y otros equipos militares, así como el arribo de hasta 7.000 "marines" del ejército de los Estados Unidos de América.
el Congreso aprobó la solicitud de permiso para el arribo a costas costarricenses de 48 naves de guerra artilladas, helicópteros y otros equipos militares, así como el arribo de hasta 7.000 "marines" del ejército de los Estados Unidos de América.
El permiso aprobado por la coalición
gobiernista de facto y su monaguillo no establecen ninguna gradualidad
en la presencia de esta enorme fuerza militar, que según los
objetivos declarados vendría a reforzar la lucha
contra el narcotráfico, por lo que parte o la totalidad de la misma
podría ingresar al país de una sola vez.
Además, los soldados podrán recorrer con sus armas el territorio nacional sin ninguna limitación, y no estarán sometidos a la ley penal costarricense, por lo que -si cometieran delitos- no podrían ser detenidos ni juzgados y sus actos quedarían impunes.
Además, los soldados podrán recorrer con sus armas el territorio nacional sin ninguna limitación, y no estarán sometidos a la ley penal costarricense, por lo que -si cometieran delitos- no podrían ser detenidos ni juzgados y sus actos quedarían impunes.
¿Qué le parece? ¿De realismo mágico, verdad?
Pero no se podía esperar menos de
un partido político que entregó el país a los intereses económicos
norteamericanos y las grandes transnacionales gringas y europeas en el
gobierno anterior. Se ha alineado con Colombia y Panamá en su
entreguismo hacia el Imperio, y todo está hecho legalmente,
siguiendo los trámites. Pero en este caso: “de madrugón”, al mejor
estilo liberacionista.
Dos
reflexiones debo efectuar sobre este tema.
La primera tiene que ver con el hecho comprobado de que los
ejércitos jamás han controlado el narcotráfico, para ello tenemos
los ejemplos de México, Colombia, y los mismos Estados Unidos de
Norteamérica. Así que, a no ser que existan otras intenciones ocultas,
los resultados serán magros y muy temporales, pues es de todos conocido
que los narcos que han estado utilizando el territorio nacional como
bodega de enormes alijos, y nuestro desamparo territorial como el mejor
medio para el tránsito de cargamentos que se dirigen hacia Europa y los
Estados Unidos, lo que harán serán desviar temporalmente sus rutas, como
lo han hecho en el pasado y en otros países.
Y ello lo saben bien los actuales
gobernantes, pues no creo que sean tan ignorantes. Además, con las
once bases militares instaladas y por terminar de instalar en Panamá
- dizque con las mismas intenciones - a espaldas del pueblo y en
contra de la constitución de ese país, ¿no les es suficiente? Algo huele
feo en esta situación.
La
segunda tiene que ver con la política exterior del gobierno
norteamericano. Y para comenzar me remonto hasta el 27 de Abril
de 1983, cuando Ronald Reagan, en un discurso
ante una sesión conjunta del Congreso y el Senado de esa nación,
titulado “América central: defendiendo nuestros intereses vitales”,
señaló lo siguiente: “los problemas de América central afectan
directamente la seguridad y el bienestar en nuestro propio pueblo. Y
América central está mucho más cerca de los Estados unidos que muchos de
los lugares problemáticos del mundo que nos interesan…. El Salvador
está más próximo a Texas que Texas respecto de Massachusetts, Nicaragua
está tan próxima a Miami, San Antonio, San Diego y Tucson como estas
ciudades lo están a Washington…”
Y desde hace 27 años esta visión no ha cambiado, ni con Clinton, ni con Bush, ni con Obama.
Y desde hace 27 años esta visión no ha cambiado, ni con Clinton, ni con Bush, ni con Obama.
A las cúpulas
de Washington les cuesta enormemente admitir la derrota diplomática ni
la idea de que se está erosionando su poder en el mundo, y aunque es
esencial que cada nación importante evalúe periódicamente su posición en
el mundo y haga algunos juicios acerca de cómo responder mejor a los
cambios en los balances del poder y las amenazas implícitas de
determinados fenómenos (como el narcotráfico y el consumo aberrante de
drogas que existe en ese país, que es lo que lo estimula, no seamos
ingenuos), no hay ninguna duda que su posición en la esfera de
influencia en este continente ha cambiado desde que gobiernos más
progresistas e independientes se han instalado en el cono sur.
Porque lo que es Costa Rica, Panamá y Colombia están rendidas ante los intereses norteamericanos en muchos aspectos. Y ello es parte de una estrategia geopolítica y militar claramente observable. Somos los tres países el ombligo de América. Además, y ya habían tomado otras medidas militares, como la reactivación de la flota que ahora circula por aguas internacionales alrededor de América Latina.
Porque lo que es Costa Rica, Panamá y Colombia están rendidas ante los intereses norteamericanos en muchos aspectos. Y ello es parte de una estrategia geopolítica y militar claramente observable. Somos los tres países el ombligo de América. Además, y ya habían tomado otras medidas militares, como la reactivación de la flota que ahora circula por aguas internacionales alrededor de América Latina.
Tras casi un siglo de dominio, era
inevitable la erosión de la influencia norteamericana en Latinoamérica, y
no debería sorprender al Imperio que se estén dando fenómenos como el
que los países como el nuestro estemos buscando alejarnos de la
dependencia comercial hacia Norteamérica, las revoluciones a medias
aprobadas en las urnas en varios países del continente, el resurgimiento
del nacionalismo, y la demostrada incapacidad para controlar los
acontecimientos por la vía diplomática.
No debe sorprendernos tampoco el doble discurso de
Obama. Ya lo habíamos comprobado antes con otros hechos. Lo que
sorprende es el vigor de su administración en el intento de recuperar la
posición de los Estados Unidos en esta esfera de influencia. El
presidente está obviamente comprometido en una misión de asegurar que
los gobiernos amistosos continúen en el poder y que los gobiernos
hostiles no puedan difundir su doctrina de liberación con algunos tintes
marxistas.
Por ello han
vuelto –dado el fracaso de “la política de los dólares” y parcialmente
de la penetración cultural realizada a través del apoyo hacia las sectas
cristianas en Latinoamérica, para cambiar la mentalidad de los niveles
más bajos e ignorantes de los pueblos (la religión siempre ha sido un
instrumento político)- hacia la política de las armas y la charla
dura, que derivan hacia un real temor de estar a la defensiva y de no
estar haciendo lo suficiente para recuperar la iniciativa.
Esta no será una invasión como la
de Granada, Panamá, las maniobras para derrocar al gobierno nicaragüense
en la revolución de los contras. Esto es más alambicado. Y como de
costumbre, siempre el desplante ante el débil y el pequeño. ¡Estos
desplantes no se hacen ante China, Rusia, y otros países con capacidad
de respuesta militar!
A
diferencia de los tiempos en que los Estados Unidos tenían un libre
imperio en el hemisferio y podían lograr resultados sin temor a la
crítica o a la represalia, este país no puede actuar ya de manera
unilateral o esperar que su capacidad para controlar el destino de esta
región carezca de límites. Por ello ahora utiliza subterfugios como la
lucha contra el narcotráfico.
Hace
ya varios años analistas norteamericanos habían advertido que aunque
era mucho lo que podían hacer los Estados Unidos para influir en la
política y la economía internas en América latina, existían cada vez más
evidencias de que este país había llegado a un punto en que su
influencia empezaría a tener poco peso, y que esa disminución podía
estimular aún más el cambio.
Todo
está bien claro. Es el inicio de la crónica de una invasión anunciada.
En una nueva modalidad, muy a la medida de los tiempos, y en medio de
una situación delicada con Irán y Corea del Norte. Ya veremos
cuál será la reacción de la ciudadanía, pero mucho me temo que no se
hará nada, excepto que algún iluso como yo y unos pocos más expresemos
opiniones. Este es un pueblo indolente que adora soñar con ir a
Miami de compras, o de vestirse con las marcar norteamericanas de moda
(aunque sean falsificadas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario