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La Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos son los megaeventos más
importantes y lucrativos del capitalismo global. En el marco de su
preparación, se radicalizan la privatización de la ciudad y de las
políticas públicas contra las que históricamente la izquierda brasileña
ha luchado. En Brasil , la realización de estos megaeventos ha afectado
la vida de más de 250.000 brasileños que han visto sus derechos
violados: comunidades desplazadas, favelas militarizadas , trabajadores
desplazados y accidentados, niños y adolescentes en riesgo de
explotación sexual, la población que vive en la calle violentamente
reprimida, manifestantes criminalizados...
¿Cuál es entonces el significado del silencio de la crítica a la Copa del Mundo por parte de destacados intelectuales y activistas de movimientos y partidos de izquierda ?
Para responder a esta pregunta desconcertante nos volvemos hacia el contexto de la construcción en los últimos años de una plataforma de gobierno que se comprometió a traducir algunas de las principales líneas de la política de izquierda en Brasil , con especial atención a las políticas de reducción de la pobreza. Confiados este proyecto, los movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil hicieron una apuesta estratégica de confiar políticamente en el proyecto llevado a cabo por el Partido de los Trabajadores (PT). Por un lado, eso generó más confianza política, estabilidad y cooperación en la construcción de un proyecto transformador del país; por otro, silenció muchas de las críticas y las luchas justas que se deberían frente al gobierno por temor a “fortalecer la derecha”.
Me pregunto, sin embargo, ¿qué ocurre con un gobierno dentro del sistema capitalista que ya no recibe la presión del movimiento popular?
El PT nunca ha dejado de ser presionado por la derecha y hoy constatamos que para mantenerse en el poder el partido tuvo que ceder a perversos acuerdos políticas con los sectores de la élite agraria y urbana, nacional e internacional. En el marco de la Copa Mundial la FIFA emerge como una perversa fuerza política transnacional que ha llevado al país a profundizar modelos de desarrollo que violan los derechos de los pueblos y las soberanías locales.
La crítica a la Copa del Mundo, por tanto, es una crítica justa que no puede ser condenada ni silenciada, porque supondría darle la espalda a los que fueron oprimidos en el contexto de la preparación del mundial. Los Comités Populares de la Copa del Mundo, que operan en las 12 ciudades que serán sede de la competición, integrados en la Coordinación Nacional de los Comités Populares de la Copa (ANCOP), están organizándose y denunciando los efectos de este megaevento desde hace cuatro años. Se trata, por ejemplo, de comunidades que se han plantado delante de la policía y de las excavadoras en contra de los procesos de desplazamiento que la Copa intensificó.
Compuesto por las comunidades afectadas, movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil, los Comités creen que la crítica a la Copa del Mundo no sólo es justa, sino cada vez más necesaria.
Vivimos en un escenario dominado por un clima de insatisfacción con la Copa del Mundo en Brasil. La mayoría de los brasileños se ha dado cuenta de que el Mundial no va a dejar un legado positivo para la población. A poco más de 30 días del Mundial, en las calles la gente habla de la Copa con resentimiento y cuando evoca la frase “Imagine Cup” siempre viene acompañada de comentarios desalentadores.
Actualmente, la Copa del Mundo ha politizado el debate nacional sobre una serie de cuestiones estructurales en el país, desde la cuestión de las prioridades en inversión pública hasta las discusiones sobre la democracia y las políticas urbanas. Este debate es muy saludable y revela el descontento de gran parte de la población con la conducción de los procesos políticos en el país.
Este debate, sin duda, influirá en el contexto electoral de octubre de 2014 y, por lo tanto, tienen razón los intelectuales y los activistas que hablan de la posibilidad de pérdidas electorales por culpa de la celebración de la Copa Mundial. No tiene razón, sin embargo, en apostar al silencio -o incluso la celebración del Mundial- como una medida de protección del Gobierno Federal. Si la crítica de hoy se basa en hechos, ¡es necesario discutirlo en el campo popular!
Por ello, debemos hacer frente a algunas de las falacias que se repiten para acusar a aquellos que luchan contra la Copa del Mundo en Brasil:
En primer lugar, es falso que las movilizaciones contra la Copa sean promovidas por la derecha o por facciones políticas cuya crítica está vacía de contenido. Si bien es cierto que hay sectores que tratan de aprovechar el contexto político creado por la Copa para atacar al Gobierno se trata de grupos minoritarios, aunque sea una minoría significativa en términos de acceso a los medios de comunicación y de su capacidad para despertar la atención sobre sus planteamientos.
En el campo popular, están organizados en las 12 ciudades sede los Comités Populares de la Copa Mundial, movimientos sociales y organizaciones políticas que han juegan un role crítico con la Copa. En Belo Horizonte, las ocupaciones urbanas amenazadas de desalojo lanzaron la consigna “Si tenemos Desalojos , no tendrán Copa” y, más recientemente, el MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra), el mayor movimiento social que lucha por la vivienda en Brasil, realizó una ocupación a la que llamó “Copa del Pueblo”, como parte la lucha contra la “ciudad de excepción” promovida por el Mundial. Además de estos, colectivos de arte urbano, movimientos por la tarifa cero y el pase libre (en el transporte), barrios y favelas de todo Brasil se organizan para disputar el Mundial.
La crítica a la Copa del Mundo de construyen estos grupos no se centra en cuestiones vacías que busquen incidir negativamente sobre el gobierno federal, tales como la corrupción, que se presenta de manera moralista por los principales medios de comunicación. Se trata, en realidad, de cuestiones importantes relacionadas con las violaciones de derechos, con la intensificación de un modelo neoliberal de ciudad , con las prioridades en la inversión de los recursos públicos, etcétera.
En segundo lugar, es falso decir que la prensa nacional está a favor de las críticas de la Copa o de los que se manifiestan en contra de la Copa del Mundo. En los últimos meses los medios de comunicación han aumentado la criminalización de la protesta y han empujado a toda la opinión pública en contra de las diversas formas de crítica. En un número reciente de la revista Veja, los Comités Populares de la Copa fueron presentados como amenazas equivalentes a organizaciones terroristas internacionales. Es preciso tener en cuenta que este medio es financiado por las empresas patrocinadoras de la Copa, que se benefician enormemente con su celebración.
Si las manifestaciones callejeras toman grandes proporciones en el transcurso de la Copa del Mundo es claro que habrá intereses de la derecha que querrán aprovechar las críticas que surgen de las calles. También es cierto que esos sectores utilizarán los medios para disputar el espacio de esa crítica, por lo que estaremos en un escenario de grandes desafíos. Por eso mismo, se necesita ahora más convergencia en la construcción de una crítica sobria, justa y necesaria a la Copa Mundial que provenga de los más variados sectores de la izquierda, independientemente de las diferentes opciones electorales.
En el clima actual, es muy difícil predecir cuáles serán las movilizaciones durante la Copa del Mundo e incluso cómo será el contexto electoral, pero de algo podemos estar seguros: nuestra fragmentación y desconexión alimenta los intereses de aquellos que desean ver reproducidas las diversas formas de exclusión social y política que marcan el día a día de la gente en las ciudades y en las zonas rurales de Brasil.
El contexto de las ‘Jornadas de Junio’ (de 2013) nos lleva a reflexionar que aunque hayan participado miles de personas, con una lista de demandas muy diversa, esas personas se habían organizado principalmente en espacios de articulación y de deliberación “cara a cara” que construyeron contornos políticos de izquierda para las acciones colectivas en ese mes y en los otros que le siguieron. Hasta cierto punto estrecho y disputado, ellos y ellas fueron sujetos decisivos en la convocatoria de las protestas y en la construcción de contra-información mediática, discursos y narrativas sobre el significado político de estar en la calle, luchando una batalla difícil con los medios de comunicación hegemónicos y con otros grupos sociales y políticos. Como consecuencia, las Jornadas de Junio hicieron emerger una importante agenda política como la reducción de la tarifa (del transporte), la desmilitarización de la policía y la reforma política, además de haber alimentado en muchos el deseo de luchar por una sociedad mejor.
¿Por qué no renunciamos a criticar a la Copa del Mundo? Porque la Copa del Mundo ha provocado sufrimiento humano injusto y violaciones de los derechos humanos que nos deshumanizan a todos y porque creemos que la lucha es la forma más efectiva y democrática forma de transformación de esas condiciones de opresión.
Criticar la Copa del Mundo para no invisibilizar el legado perverso que está dejando deja a muchos brasileños y brasileñas, para que nunca perdamos nuestra capacidad de indignación ante la injusticia. Luchamos para que los derechos de los pueblos sean reparados y para que cese el proceso de ‘limpieza’ y militarización de las ciudades en detrimento de los grupos más vulnerables. Luchamos para que el modelo de ciudad impulsado por este megaevento no se transforme en la pauta cotidiana en la producción de los espacios urbanos de Brasil.
Criticamos la Copa, así como todos los megaproyectos de desarrollo que ponen por encima los intereses del capital a los derechos y la dignidad de las personas. Rechazamos la forma como el gobierno de Brasil ha facilitado estos megaproyectos en Brasil y en otros países de Sur
Criticamos la Copa Mundial de la FIFA, no al fútbol en general, un deporte que despierta muchas emociones y alegrías. La FIFA es hoy, a nivel mundial, uno de los símbolos más evidentes de lo peor que tiene el capitalismo: pulsión desenfrenada de comercializar todas las esferas de la vida; política internacional imperialista y corrupta; dominación y desprecio de las poblaciones locales; presión para el establecimiento de un estado de excepción cuyo objetivo final es destruir la democracia para garantizar la acumulación sin fin.
Por estas razones, el 15 de mayo se inició el programa de lucha unificada contra el Mundial. Este plan, ampliamente debatido en el I Encuentro de Afectados de la Coordinación Nacional de los Comités Populares de la Copa, cuestiona de forma incisiva el actual modelo neoliberal de políticas públicas en las zonas rurales y en la ciudad y la criminalización de la disidencia y de la protesta, que actualmente se intensifica en el país con la Ley General de la Copa y la activación de leyes retrógradas, como la Ley de Seguridad Nacional. ( Haga clic aquí para leer el manifiesto de ANCOP del 15 de mayo)
Creemos que el silenciamiento y la sumisión no pueden ser herramientas eficaces en la construcción de una política progresista y popular. La crítica es una parte fundamental del proceso democrático, cuando es sobria y consecuente consigue un alto potencial transformador en la sociedad. Si estuviéramos abiertos a evaluar el potencial de ese contexto de profundización del debate democrático y de la politización de las cuestiones estructurales, tal vez pudiéramos convertir esta situación en un momento importante para el impulso de las luchas sociales históricas en el país, luchas que no se inician con la Copa del Mundo y no acabarán con ella.
* Isabel G. Miranda es militante del Comité Popular de Afectados por la Copa BH y parte de la Coordinación Nacional de los Comités Populares de la Copa .
vía:
http://otramerica.com/temas/razones-seguir-cuestionando-mundial-futbol-brasil/3202
¿Cuál es entonces el significado del silencio de la crítica a la Copa del Mundo por parte de destacados intelectuales y activistas de movimientos y partidos de izquierda ?
Para responder a esta pregunta desconcertante nos volvemos hacia el contexto de la construcción en los últimos años de una plataforma de gobierno que se comprometió a traducir algunas de las principales líneas de la política de izquierda en Brasil , con especial atención a las políticas de reducción de la pobreza. Confiados este proyecto, los movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil hicieron una apuesta estratégica de confiar políticamente en el proyecto llevado a cabo por el Partido de los Trabajadores (PT). Por un lado, eso generó más confianza política, estabilidad y cooperación en la construcción de un proyecto transformador del país; por otro, silenció muchas de las críticas y las luchas justas que se deberían frente al gobierno por temor a “fortalecer la derecha”.
Me pregunto, sin embargo, ¿qué ocurre con un gobierno dentro del sistema capitalista que ya no recibe la presión del movimiento popular?
El PT nunca ha dejado de ser presionado por la derecha y hoy constatamos que para mantenerse en el poder el partido tuvo que ceder a perversos acuerdos políticas con los sectores de la élite agraria y urbana, nacional e internacional. En el marco de la Copa Mundial la FIFA emerge como una perversa fuerza política transnacional que ha llevado al país a profundizar modelos de desarrollo que violan los derechos de los pueblos y las soberanías locales.
La crítica a la Copa del Mundo, por tanto, es una crítica justa que no puede ser condenada ni silenciada, porque supondría darle la espalda a los que fueron oprimidos en el contexto de la preparación del mundial. Los Comités Populares de la Copa del Mundo, que operan en las 12 ciudades que serán sede de la competición, integrados en la Coordinación Nacional de los Comités Populares de la Copa (ANCOP), están organizándose y denunciando los efectos de este megaevento desde hace cuatro años. Se trata, por ejemplo, de comunidades que se han plantado delante de la policía y de las excavadoras en contra de los procesos de desplazamiento que la Copa intensificó.
Compuesto por las comunidades afectadas, movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil, los Comités creen que la crítica a la Copa del Mundo no sólo es justa, sino cada vez más necesaria.
Vivimos en un escenario dominado por un clima de insatisfacción con la Copa del Mundo en Brasil. La mayoría de los brasileños se ha dado cuenta de que el Mundial no va a dejar un legado positivo para la población. A poco más de 30 días del Mundial, en las calles la gente habla de la Copa con resentimiento y cuando evoca la frase “Imagine Cup” siempre viene acompañada de comentarios desalentadores.
Actualmente, la Copa del Mundo ha politizado el debate nacional sobre una serie de cuestiones estructurales en el país, desde la cuestión de las prioridades en inversión pública hasta las discusiones sobre la democracia y las políticas urbanas. Este debate es muy saludable y revela el descontento de gran parte de la población con la conducción de los procesos políticos en el país.
Este debate, sin duda, influirá en el contexto electoral de octubre de 2014 y, por lo tanto, tienen razón los intelectuales y los activistas que hablan de la posibilidad de pérdidas electorales por culpa de la celebración de la Copa Mundial. No tiene razón, sin embargo, en apostar al silencio -o incluso la celebración del Mundial- como una medida de protección del Gobierno Federal. Si la crítica de hoy se basa en hechos, ¡es necesario discutirlo en el campo popular!
Por ello, debemos hacer frente a algunas de las falacias que se repiten para acusar a aquellos que luchan contra la Copa del Mundo en Brasil:
En primer lugar, es falso que las movilizaciones contra la Copa sean promovidas por la derecha o por facciones políticas cuya crítica está vacía de contenido. Si bien es cierto que hay sectores que tratan de aprovechar el contexto político creado por la Copa para atacar al Gobierno se trata de grupos minoritarios, aunque sea una minoría significativa en términos de acceso a los medios de comunicación y de su capacidad para despertar la atención sobre sus planteamientos.
En el campo popular, están organizados en las 12 ciudades sede los Comités Populares de la Copa Mundial, movimientos sociales y organizaciones políticas que han juegan un role crítico con la Copa. En Belo Horizonte, las ocupaciones urbanas amenazadas de desalojo lanzaron la consigna “Si tenemos Desalojos , no tendrán Copa” y, más recientemente, el MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra), el mayor movimiento social que lucha por la vivienda en Brasil, realizó una ocupación a la que llamó “Copa del Pueblo”, como parte la lucha contra la “ciudad de excepción” promovida por el Mundial. Además de estos, colectivos de arte urbano, movimientos por la tarifa cero y el pase libre (en el transporte), barrios y favelas de todo Brasil se organizan para disputar el Mundial.
La crítica a la Copa del Mundo de construyen estos grupos no se centra en cuestiones vacías que busquen incidir negativamente sobre el gobierno federal, tales como la corrupción, que se presenta de manera moralista por los principales medios de comunicación. Se trata, en realidad, de cuestiones importantes relacionadas con las violaciones de derechos, con la intensificación de un modelo neoliberal de ciudad , con las prioridades en la inversión de los recursos públicos, etcétera.
En segundo lugar, es falso decir que la prensa nacional está a favor de las críticas de la Copa o de los que se manifiestan en contra de la Copa del Mundo. En los últimos meses los medios de comunicación han aumentado la criminalización de la protesta y han empujado a toda la opinión pública en contra de las diversas formas de crítica. En un número reciente de la revista Veja, los Comités Populares de la Copa fueron presentados como amenazas equivalentes a organizaciones terroristas internacionales. Es preciso tener en cuenta que este medio es financiado por las empresas patrocinadoras de la Copa, que se benefician enormemente con su celebración.
Si las manifestaciones callejeras toman grandes proporciones en el transcurso de la Copa del Mundo es claro que habrá intereses de la derecha que querrán aprovechar las críticas que surgen de las calles. También es cierto que esos sectores utilizarán los medios para disputar el espacio de esa crítica, por lo que estaremos en un escenario de grandes desafíos. Por eso mismo, se necesita ahora más convergencia en la construcción de una crítica sobria, justa y necesaria a la Copa Mundial que provenga de los más variados sectores de la izquierda, independientemente de las diferentes opciones electorales.
En el clima actual, es muy difícil predecir cuáles serán las movilizaciones durante la Copa del Mundo e incluso cómo será el contexto electoral, pero de algo podemos estar seguros: nuestra fragmentación y desconexión alimenta los intereses de aquellos que desean ver reproducidas las diversas formas de exclusión social y política que marcan el día a día de la gente en las ciudades y en las zonas rurales de Brasil.
El contexto de las ‘Jornadas de Junio’ (de 2013) nos lleva a reflexionar que aunque hayan participado miles de personas, con una lista de demandas muy diversa, esas personas se habían organizado principalmente en espacios de articulación y de deliberación “cara a cara” que construyeron contornos políticos de izquierda para las acciones colectivas en ese mes y en los otros que le siguieron. Hasta cierto punto estrecho y disputado, ellos y ellas fueron sujetos decisivos en la convocatoria de las protestas y en la construcción de contra-información mediática, discursos y narrativas sobre el significado político de estar en la calle, luchando una batalla difícil con los medios de comunicación hegemónicos y con otros grupos sociales y políticos. Como consecuencia, las Jornadas de Junio hicieron emerger una importante agenda política como la reducción de la tarifa (del transporte), la desmilitarización de la policía y la reforma política, además de haber alimentado en muchos el deseo de luchar por una sociedad mejor.
¿Por qué no renunciamos a criticar a la Copa del Mundo? Porque la Copa del Mundo ha provocado sufrimiento humano injusto y violaciones de los derechos humanos que nos deshumanizan a todos y porque creemos que la lucha es la forma más efectiva y democrática forma de transformación de esas condiciones de opresión.
Criticar la Copa del Mundo para no invisibilizar el legado perverso que está dejando deja a muchos brasileños y brasileñas, para que nunca perdamos nuestra capacidad de indignación ante la injusticia. Luchamos para que los derechos de los pueblos sean reparados y para que cese el proceso de ‘limpieza’ y militarización de las ciudades en detrimento de los grupos más vulnerables. Luchamos para que el modelo de ciudad impulsado por este megaevento no se transforme en la pauta cotidiana en la producción de los espacios urbanos de Brasil.
Criticamos la Copa, así como todos los megaproyectos de desarrollo que ponen por encima los intereses del capital a los derechos y la dignidad de las personas. Rechazamos la forma como el gobierno de Brasil ha facilitado estos megaproyectos en Brasil y en otros países de Sur
Criticamos la Copa Mundial de la FIFA, no al fútbol en general, un deporte que despierta muchas emociones y alegrías. La FIFA es hoy, a nivel mundial, uno de los símbolos más evidentes de lo peor que tiene el capitalismo: pulsión desenfrenada de comercializar todas las esferas de la vida; política internacional imperialista y corrupta; dominación y desprecio de las poblaciones locales; presión para el establecimiento de un estado de excepción cuyo objetivo final es destruir la democracia para garantizar la acumulación sin fin.
Por estas razones, el 15 de mayo se inició el programa de lucha unificada contra el Mundial. Este plan, ampliamente debatido en el I Encuentro de Afectados de la Coordinación Nacional de los Comités Populares de la Copa, cuestiona de forma incisiva el actual modelo neoliberal de políticas públicas en las zonas rurales y en la ciudad y la criminalización de la disidencia y de la protesta, que actualmente se intensifica en el país con la Ley General de la Copa y la activación de leyes retrógradas, como la Ley de Seguridad Nacional. ( Haga clic aquí para leer el manifiesto de ANCOP del 15 de mayo)
Creemos que el silenciamiento y la sumisión no pueden ser herramientas eficaces en la construcción de una política progresista y popular. La crítica es una parte fundamental del proceso democrático, cuando es sobria y consecuente consigue un alto potencial transformador en la sociedad. Si estuviéramos abiertos a evaluar el potencial de ese contexto de profundización del debate democrático y de la politización de las cuestiones estructurales, tal vez pudiéramos convertir esta situación en un momento importante para el impulso de las luchas sociales históricas en el país, luchas que no se inician con la Copa del Mundo y no acabarán con ella.
* Isabel G. Miranda es militante del Comité Popular de Afectados por la Copa BH y parte de la Coordinación Nacional de los Comités Populares de la Copa .
vía:
http://otramerica.com/temas/razones-seguir-cuestionando-mundial-futbol-brasil/3202
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