1-. Noticias, verdades, fantasías y
necedades.
El pasado jueves, el papa
Benedicto XVI visitó la Basílica de Fátima, en Portugal, y celebró una
misa a la que asistieron medio millón de personas.
Tres días después, el domingo, más de 150 mil personas
se reunieron en la Plaza de San Pedro para oír al Papa y apoyar a la
Iglesia en la actual ola de escándalos de pedofilia que ha plagado a esa
institución religiosa de una de sus peores infamias.
Al día siguiente, el presidente Evo Morales visitó el
Vaticano y le manifestó su respeto al Papa, a pesar de que hay fuertes
sospechas de que encubrió a varios religiosos que habían perpetrado
actos pedófilos mientras ejercía su labor en Alemania, su país de
origen.
Por su parte, el presidente Hugo Chávez
manifiesta, con frecuencia, su devoción hacia Jesucristo, o sea su
adhesión a los dogmas cristianos.
El Canciller
del Vaticano, por otra parte, visita a Cuba y se entrevista con altos
dirigentes de la Revolución, estrechando las buenas relaciones que
existen desde hace muchos años entre la Revolución Cubana, basada en el
marxismo-leninismo, o sea en una concepción científica de la historia y
el origen del universo, y una iglesia que plantea que el universo fue
creado nada menos que por una mente cósmica que existía antes del cosmos
... o sea del tiempo y el espacio y la energía y la materia.
En Rusia, algunos de los que hasta hace apenas 20 años
eran dirigentes comunistas, asisten hoy a la Catedral de San Basilio y
le brindan sus respetos a los jefes de la Iglesia Ortodoxa, asistiendo a
sus liturgias, que sólo se diferencian de las católicas en la pompa, no
en el dogma.
Ayer, jueves, el presidente Raúl
Castro, sostuvo un encuentro muy cordial de cuatro horas con el
cardenal Jaime Ortega y el Arzobismo de Santiago de Cuba, Dionisio
García.
¿Significa esto que los líderes del
socialismo están renunciando a la concepción científica de la Naturaleza
para aceptar que el universo fue creado, según la Santa Biblia, por un
“ser supremo” que tenía la interesante facultad de pensar antes de que
existieran no ya las formas más primitivas de código genético, sino
hasta el átomo y sus antecedentes: quarks, gluones, leptones, protones,
electrones, fotones y demás?
¿Creen, acaso,
también, en el llamado “milagro de Fátima”?
¿Está
a la defensiva la ciencia, basada en verdades fácilmente comprobables,
ante dogmas que sólo se sustentan en la fe ciega, o sea en la fantasía
irracional?
Por supuesto que no. Nadie debe
confundir las buenas relaciones del Estado y sus dirigentes con los
postulados de una religión, sea la que fuese. Un armisticio no significa
que un bando adopte las ideas del contrario.
Creo
que, en este aspecto, la actuación de los presidentes de Cuba, Bolivia y
Venezuela es correcta, así como la de los antiguos dirigentes
comunistas que dejaron de serlo hasta el día en que se den cuenta que
cometieron un gravísimo error al dividir a la Unión Soviética y
empobrecer y debilitar a Rusia, para que el imperio yanqui quedara en el
mundo como el amo feroz de un mundo peligrosamente unipolar.
Creo que el Estado socialista y revolucionario debe
respetar todas las ideas religiosas, de la misma forma que respeta al
que rechaza la cultura y escoge la ignorancia; pero sería un grave error
que ese Estado no hiciera el máximo esfuerzo por divulgar los
principios científicos que convierten en obsoletas e inútiles a todas
las religiones.
Si el ser humano no tiene un
mínimo de conocimientos científicos que sustituyan las fantasías
religiosas por conceptos racionales, caerá, tarde o temprano, en las
sombras de la religión, o sea la superstición. Lo vimos,
lamentablemente, en Rusia después de diciembre de 1991.
Las relaciones entre el socialismo y la religión deben
ser pacíficas, pero sería un grave error del Estado socialista
permitirle a los religiosos que divulguen sus mentiras, o sea sus ideas
anticientíficas, sin que exista una fuerza igual o superior que propague
la ciencia, o sea la verdad.
Esa tarea no
puede ser exclusiva de las universidades ya que a ellas sólo asiste, aun
en Cuba, un por ciento mínimo de la población. Debe llevarse a cabo en
todos los lugares, en la fábrica y el campo, y en todos los centros de
actividad económica y social de un país. Debe ser divulgado por todos
los medios de difusión masiva: tribuna, radio, televisión, prensa
escrita, internet y demás.
Las campañas
didácticas en defensa del concepto materialista de la historia,
planteado por Marx, Engels, Lenin y sus seguidores, deben ir acompañadas
por la divulgación comprensiva y asequible a las grandes mayorías del
origen físico y la evolución del universo y, por supuesto, del
desarrollo de la vida en este planeta, ultramicroscópico en relación al
resto del cosmos, que da vueltas alrededor de una estrellita ni siquiera
caliente –las estrellas rojas tienen como promedio unos 25,000 grados
centígrados en su corteza exterior y la nuestra, que es azul, sólo tiene
unos 5,000--, que no es nada más que una de las tantas, por lo general
mucho más grandes, que forman la Vía Láctea, integrada, según creen
todos los astrónomos, de unas 100 a 400 mil millones de estrellas ... y
nuestra galaxia es una más de las al menos 100 mil millones que pueblan
el universo observable.
2-. En
defensa del burro
Dejaré para el
artículo de la semana que viene un breve estudio científico, escrito en
la forma más simple que me sea posible, sobre el origen físico del
universo, y abordaré en éste algunos de los “milagros” que, según la
Iglesia de Roma, hizo la llamada Virgen María, quiensegún la propia
iglesia, es la madre de Jesucristo, hijo de Dios y Dios él mismo, al que
concibió virginalmente, por obra y gracia del Espíritu Santo, violando
todas las leyes de la ciencia biológica que determinan, más allá de
cualquier duda razonable, que todo mamífero hembra, incluyendo por
supuesto a la mujer, sólo puede tener descendencia después de la cópula
con un ser del sexo opuesto –o por inseminación artificial--, acto en el
que se puede producir la mezcla del espermatozoide con el ovus para
crear el zigote, o sea la célula original que, por los procesos de
mitosis y meiosis, crea un nuevo ser humano en unos nueve meses, más o
menos.
El Nuevo Testamento no aclara, sin
embargo, si el llamado San José, marido de María y padrastro de
Jesucristo, consintió en esa relacion extramarital o si tuvo la
intención de plantearle el divorcio a la adúltera o buscar, enfurecido,
por las cercanías de Nazaret, al santificado espiritu para romperle sus
misteriosas narices.
Dicen que el burro, o sea
el asno, es el más estúpido de los mamíferos; pero ¿sería un burro tan
necio de creer que su burra tuvo un burrito por obra y gracia del
espíritu de un burro santo?
Antes de analizar
el contemporáneo “milagro de Fátima”, veamos otros dos “milagros”
famosos que “ocurrieron”, varios siglos atrás, según la Iglesia.
Pudiéramos mencionar cientos de “milagros”, más o menos parecidos, pero
con el modelo de estos tres basta ... por ahora.
3-.
La Virgen de Guadalupe
Cuando Hernán
Cortés ocupó Tenochtitlán, capital del Imperio Azteca, en 1521, los
conquistadores y sus cómplices genocidas, los curas, se dieron cuenta
que los pobladores del país al que hoy llamamos México tenían ideas
religiosas muy arraigadas y una cosmología florida e intricada. Había
que sustituir todas esas creencias para que los pueblos sojuzgados
creyeran en una fantasía similar, pero con nombres distintos, o sea en
el catolicismo.
Lo primero que hizo el Imperio
Español fue uno de los más graves crímenes culturales de la historia, la
destrucción total del Centro Ceremonial de los Aztecas, que se hallaba
en el área que hoy ocupa, en parte, el Palacio Nacional, la Catedral y
el Zócalo.
Los dóciles escribanos de la Iglesia
cuentan que diez años después, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un mísero
indio desconocido del cerro de Tepeyac, próximo a Tenochtitlán, hoy
Ciudad de México, se presentó a Juan de Zumárraga, primer obispo
católico del país, diciéndole que una misteriosa señora de piel morena y
rasgos indígenas se le había aparecido cuatro veces, nada menos que
flotando sobre el cerro, y le había ordenado cortar unasrosas, que no
florecen en esa árida región.
En la cuarta
aparición, la misteriosa dama morena le ordenó a Juan que se presentara
ante el obispo Zumárraga para revelarle su curiosa aparición. Al llegar
ante él, Juan desplegó ante el obispo su ayate –tela hecha de maguey--
en el que estaba dibujada una admirable imagen en colores de la extraña
señora y en el que había muchas rosas. La última aparición había sido el
12 de diciembre de 1531.
De inmediato, el
obispo de México dijo que la señora que se cernía sobre el cerro era
nada menos que la Virgen María, madre de Dios-Hijo, aunque no pudo
explicar como era posible que, de acuerdo al Nuevo Testamento de la
Biblia, una señora de raza semita, nativa de Nazaret, pudiera tener el
color y los rasgos de una raza que eradesconocida en el Cercano Oriente
en la época en que el Espíritu Santo la fecundó sin que José tuviera que
agitarse con los espasmosacezantes del sexo.
El
culto a la Virgen de Guadalupe no prosperó en los pueblos de México. A
principios del Siglo XVII había casi desaparecido; pero en 1649, cuando
ya el país habia sido férreamente dominado por el Imperio Español y el
culto a las antiguas deidades aztecas había casi desaparecido, se
publicó, con mucha alharaca y el respaldo de la Iglesia española y el
Vaticano, el relato canónico sobre “las apariciones de la Virgen” en el
Cerro de Tepeyac. Esto provocó un resurgimiento del culto a la imagen
guadalupana. Ciega adoracion que aún hoy existe y que, increíblemente,
profesan decenas de millones de mexicanos.
Sobre
este culto sería oportuno hacer algunas preguntas inocentes: ¿Por qué
la “Virgen” sólo se le apareció a un indio solitario en una zona
despoblada, sin que nadie más la viese, y no, por ejemplo, en una
reunión de miles de personas? ¿Nadie, entonces, sospecho que Juan, y
sobre todo Zumárraga, pudieron inventar lo de la Virgen para ganar los
adeptos que hasta ese momento le habian sido tan escasos a la Iglesia?
¿Y esas rosas, suponiendo que hubieran existido, no pudieran haber sido
llevadas de los lugares cercanos en que sí florecen en al área que hoy
comprende el Estado de México? ¿Quién pintó el ayate de Juan Diego con
esa imagen tan bien elaborada? ¿La Virgen? ¿Era, entonces un
autorretrato, como el de Van Gogh?
Es,
sencillamente, increíble que sobre un cuento tan simple, propio de un
niño de cinco años, se haya creado un culto tan prominente que aún hoy
profesan, confervor, tantos millones de seres humanos.
¿Puede ese culto, originado en la supuesta visión de
un campesino ignorante y en el testimonio de un fanático de rosario y
sotana, sustituir a las grandes verdades que por milenios han mantenido
filósofos y científicos sobre el origen del universo y la evolución de
la vida en nuestro mundo? ¿La realidad comprobable por la ciencia es
menos creíble que las absurdas fantasías? ¿Puede alguien ser tan obtuso
de creer que las sombras iluminan más que la luz y la ignorancia, que la
sabiduría?
4-. La Virgen de la Caridad
del Cobre
Cuando Colón llegó a Cuba a
fines de octubre de 1492, no existía en el país una religión organizada,
aunque los indígenas tenían, por supuesto, algunas creencias religiosas
sobre los misterios que no podían entender. El Imperio Español no tuvo
que destruir grandes centros ceremoniales ni perseguir a nadie por la
naturaleza de sus fantasías. Había tiempo.
Un
siglo después de lo que le dijo al obispo aquel Juan del Cerro de
Tepeyac, la Iglesia creó el mito de los Dos Juanes y el Rodrigo de la
Bahía de Nipe, al norte y el oriente de Cuba. Ahora ya no se trataba de
un extenso país de cerros y desiertos interminables, sino de una no tan
pequeña isla alargada con miles de kilómetros de costas, en que la vida
se desarrolla junto al mar o no lejos del mar. Ahora la visión tenía que
ser sobre el agua, no sobre el cerro. Había que amoldar la Virgen a su
nuevo escenario, como hacía Procusto con sus víctimas en su terrible
lecho ensangrentado.
Surgió, entonces, el mito
de la Virgen de la Caridad del Cobre, que se le apareció, en 1612 ó 1613
–parece que entonces los almanaques no estaban muy seguros de sí
mismos--, a tres niños esclavos ... siempre a los niños ingenuos, nunca a
los sabios ancianos.
La leyenda surgió del
relato que muchos años después, cuando ya era muy viejo, hizo “bajo
juramento eclesiástico” unnegro esclavo que se llamaba Juan Moreno. Pudo
haberse llamado, por supuesto, Juan Blanco o Juan Amarillo, pero eso no
tiene la menor importancia.
No sé, francamente,
qué significa “juramento eclesiástico”, pero pienso que si en una corte
de justicia una persona miente bajo juramento puede recibir una
sentencia por su delito, en el juramento eclesiástico puede ir
directamente al infierno a quemarse los tobillos y las cochezuelas por
muchos años, quizas por una eternidad. O sea que debemos imaginar que
cuando Juan Moreno hizo aquel “juramento eclesiástico” no tenía la
imagen mental de unos barrotes sino de unas llamas. Su tan tardía
“revelación” requirió, por supuesto, de un gran valor personal, por
cuanto la hizo a los 85 años de edad, muy cerca ya de los fuegos del
averno o de las delicias del edén.
El “Negrito
de la Caridad” le narró a la Iglesia que mientras iba por la bahía de
Nipe en busca de sal y montado en una canoa, casi setenta y cinco años
antes, en compañía de otros dos esclavos, los hermanitos indígenas Juan y
Rodrigo de Hoyos, observaron que algo flotaba sobre la bahía y vieron
con asombro y alegría que se trataba nada menos que de una imagen de la
Virgen María, con el niño Jesús en los brazos, y debajo había una
tablilla en que se podía leer: “Yo soy la Virgen de la Caridad”.
El Niño Jesús que la Virgen llevaba en los brazos no
era como el que nos presentan en Navidad. No. Era un negrito, a pesar de
que en todos los santuarios cristianos del mundo, el Niño Dios ha sido
siempre un blanquito.
Hay que suponer que si la
Virgen de Guadalupe se le hubiera aparecido a Juan Diego con un niño en
los brazos, el niño de seguro habría sido un indiecito.
La leyenda de la Caridad no aclara si tanto la Virgen
como el Niño nacieron así o si su piel fue oscurecida por la constante
acción del sol tropical sobre la ancha bahía de Nipe.
5-. La Virgen de Fátima
Por cuatro siglos, la Iglesia siguió hablando de
vírgenes que adoptaban otras razas como si se estuviesen cambiando de
zapatos.
De acuerdo a la leyenda de Fátima,
Lucía dos Santos, una niña de diez años, y sus primos Jacinta y
Francisco Marto, de seis y nueve años –otra vez los niños, siempre los
niños--, revelaron que el 13 de mayo de 1917 sintieron que el reflejo de
una luz se les acercaba y vieron, entonces, a una Señora vestida de
blanco que salía de una pequeña encina situada junto a una cueva. Los
niños aseguraron que se trataba de la Virgen María y que ésta les pidió
que regresaran al mismo lugar por seis meses todos los días 13.
Las supuestas apariciones sucedieron ese mismo día
hasta el 13 de octubre, con excepción de agosto, quizás porque ése es un
mes muy caliente en Portugal y la Virgen se estaba tomando unas
merecidas vacaciones junto a un lago de Suiza.
La
Virgen de Fátima, como desde entonces se ha conocido, era blanca, igual
que los tres niños. No era india ni mestiza ni negra ni mulata prieta o
blanconaza. Era blanca, como la gente de Portugal y el resto de Europa.
En ocasiones posteriores, los niños fueron
acompañados por miles de personas. Los niños se quedaban junto a la
encina y la multitud, a cierta distancia. De acuerdo a aquel “milagro”
ya casi mensual, Lucía y Jacinta dialogaban con la pálida Señora, pero
Francisco sólo la veía. Cientos de personas dijeron que habían visto una
luz junto a la encina, pero no a la Virgen. Después muchos dijeron que
para ellos la luz era la Virgen.
¿Era aquella
luz, realmente, la llamada Virgen María, esta vez blanca como la del
Nuevo Testamento? ¿O era una luz que algún potente artefacto eléctrico
de la pudiente Iglesia reflejaba sobre la encina?
En la película Los Diez Mandamientos de los años 50,
dirigida por el mago Cecil B. De Mille, cuando Charlton Heston, mejor
dicho Moisés, recibe los mandamientos, Dios es representado por una luz
que se proyecta en un arbusto que bien pudo haber sido, también, una
encina.
¿Habrá sido algún director del entonces
incipiente Hollywood quien dirigió la aparición de la Virgen, en Fátima,
aquellos días 13 de mayo a octubre, exceptuando las vacaciones de la
tan atareada Virgen en agosto? ¿O fue un buen telépata quien le hizo ver
a la multitud una luz que sólo existía en los reflejos internos de su
fe?
Si Richard Nixon engañó al mundo entero al
hacerle creer que Neil Armstrong y Edwin Aldrin habían caminado sobre la
superficie de la luna aquel 20 de julio de 1969, no le debe haber sido
muy difícil a De Mille dirigir la aparición de Fátima aquel año en que
ya se iba destacando como un gran futuro director.
Nadie se explica que aquella Virgen de Fátima tan
“milagrosa” no pudiera evitar la monstruosa epidemia de “gripe española”
que asoló al mundo de 1918 a 1919, asesinando de 50 a l00 millones de
seres humanos en el mundo, sobre todo en Europa. Víctimas de esta
epidemia murieron también los hermanitos Jacinta y Francisco Martos,
menos de dos años después de las supuestas apariciones. Al morir,
Jacinta tenía once años y Francisco, ocho.
Aquéllos
de Juan Diego, Juan Moreno, Lucía dos Santos y los hermanitos Martos
eran tiempos muy sanos en que los niños hablaban de vírgenes y
apariciones. Hoy hablan de abusos sexuales por parte de los mismos que
ayer les ayudaron a divulgar sus visiones ☼
fuente, vìa :
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