Desde el pasado 15 de mayo, el posible secuestro
del panista Diego Fernández de Cevallos ha ocupado los titulares de los
medios oficialistas.
El hecho viene a sumarse a otros con los que
en los últimos dos años la derecha en el poder, presentándose como
víctima, y consciente de que su gobierno no tiene legitimidad, ha
tratado de ganarse el apoyo de la sociedad usando estrategias de
manipulación mediática.
Cabe recordar, por ejemplo, los bombazos
contra el pueblo de Morelia el 15 de septiembre de 2008; la sospechosa
muerte de Mouriño, en un supuesto accidente aéreo; la de Carlos Abascal,
esta última por enfermedad; la pretendida epidemia de influenza, que le
sirvió a Calderón para presentarse como “salvador”, no sólo del país,
sino del mundo entero; la farsa de la “renuncia” de Gómez Mont a la
Secretaría de Gobernación, hace unos meses, y este último episodio, de
la repentina desaparición de Cevallos, quien fuera en 1995 candidato
presidencial por el Partido Acción Nacional (PAN).
Se trata de hechos de diferente origen
–algunos naturales, otros fabricados o exagerados; unos transparentes,
otros misteriosos–, pero que la propaganda oficialista ha usado para sus
propios fines: idealizar a los derechistas y respaldar las políticas de
Calderón, como es la militarización que con el pretexto de la “lucha
contra el narco” ha implantando el gobierno federal.
En todos esos casos, los sectores afines al
gobierno panista, como la jerarquía católica, grupos empresariales y,
ante todo, el coro mediático que apoya al gobierno espurio, hacen
visible su apoyo al panismo en el poder.
Al cierre de esta edición, se seguía
ignorando el paradero del panista, sobre el cual se manejaban versiones
contradictorias, pero lo que sí se puede constatar, independientemente
del desenlace que pueda tener, es la manipulación mediática que ha
motivado.
Salinista y reaccionario
Así, muchos medios han aprovechado la
coyuntura para hacer apología de Cevallos, refiriéndose a él como el jefe
Diego (¿jefe de quiénes?), y presentándolo como un gran héroe,
como si hubiera hecho cosas muy buenas para el pueblo de México.
La verdad es otra
Proveniente de una acaudalada familia de
panistas queretanos, Cevallos es uno de los personajes más identificados
con las raíces conservadoras del PAN y con los grandes intereses
económicos.
Hizo su carrera política en el sexenio de
Salinas de Gortari, cuando fue –junto con Luis H Álvarez, Carlos
Castillo Peraza, Francisco Barrio y Carlos Medina Plascencia– uno de los
panistas que le ayudaron a legitimar su gobierno luego del fraude
electoral de 1988.
Aunque en esa época los panistas salinistas
comenzaron a llamar a Cevallos el jefe Diego, éste se ganó
también el mote de la Ardilla por el mucho tiempo que pasaba en
Los Pinos intrigando con Salinas, que era su verdadero jefe.
Acerca de Salinas, Cevallos decía que “ha
recogido muchas demandas de la sociedad y muchos reclamos concretos del
PAN”, y que “acabó con una legislación de guerra contra la Iglesia
Católica” (Proceso 885, 18 de octubre de 1993).
A su vez, en su libro México. Un paso
difícil hacia la modernidad, que Salinas de Gortari publicó en 2000
(Plaza y Janés, Barcelona, página 435), calificaba a Diego como uno de
los miembros “más destacados y combativos” del PAN y como “uno de los
dirigentes panistas más lúcidos y de convicciones más firmes”.
Con el aval de Salinas, el PAN comenzó la
labor de destrucción del Estado laico, en la que sobresalieron en esa
época personajes como Cevallos, quien gustaba de ir a los recintos
oficiales ostentando en la frente la ceniza que le habían impuesto en el
templo, y hacía gala de su desprecio hacia las leyes de Reforma, al
estar casado sólo por lo religioso.
Hoy sabemos que, como suele suceder, esas
actitudes eran hipócritas y nacían de una doble moral, pues hace unos
años a Cevallos le dio por buscarse una novia en Arandas, Jalisco,
muchísimo más joven que él, en detrimento de su compañera de toda la
vida. Ésa es la religiosidad de los panistas, a quienes tanto bendice el
clero.
Como fruto del tórrido romance, el panista
aportó 32 de los 334 millones de pesos que costó la llamada “carretera
del amor” que llega a la población de Arandas (www.cnnexpansion.com/…/quien-es-diego-fernandez-de-cevallos,
15 de mayo de 2010), que va hacia la población de su amada.
Entre los hechos más conocidos de Cevallos se
cuentan: su apoyo a la llamada “Ley Televisa”, que benefició al
duopolio televisivo; sus litigios para defender a grandes empresas como
Jugos de Valle, a la que consiguió devoluciones de impuestos por 1 mil
800 millones de pesos, al igual que el regalo que recibió en 1993 de
manos del entonces gobernador de Guerrero, Francisco Ruiz Massieu
(cuñado de Carlos Salinas de Gortari), y que comprendía terrenos en
Punta Diamante en Acapulco, que sumaban 60 mil metros cuadrados (www.cnnexpansion.com).
El pueblo de México no le debe nada a
Fernández de Cevallos, quien por el contrario, ha sido defensor de los
más ricos y del clero.
No es bueno alegrarse de los problemas
ajenos, incluyendo los que pudiera tener Cevallos (si su “secuestro” es
real y no un mero montaje mediático), pero la solidaridad popular no
debe estar con los enemigos del pueblo, sino con quienes están sufriendo
las persecuciones del régimen: desde los electricistas y otros
trabajadores, hasta las mujeres que en muchas entidades son encarceladas
por abortar, o los periodistas de medios críticos que son perseguidos
por el gobierno.
Obviedad
Las estrategias mediáticas del calderonismo
suelen ser bastante obvias y están dirigidas al terreno fértil de un
público embrutecido por la costumbre de pasar muchas horas frente a la
televisión o por escuchar demasiada propaganda oficialista en los
programas de radio.
En este caso, del supuesto secuestro de
Cevallos, llama la atención que el asunto surja apenas a unos días de
que la derecha pudo constatar la reacción popular, incluso
internacional, de solidaridad motivada por el ataque contra activistas y
contra periodistas de la revista Contralínea en Oaxaca.
La derecha quiere fabricarle a Cevallos el
papel de héroe, creando consternación por su desaparición, como si él se
identificara con el pueblo o como si tuviera alguna autoridad moral y
no formara parte, por el contrario, del poder que ha estado expoliando y
masacrando a la población.
Es de notarse, también, que las tácticas
sanguinarias de gobernar mediante el miedo y el engaño colectivo,
tratando de atemorizar a la población mediante asesinatos, secuestros y
bombazos, son precisamente las que ejerció en su sexenio Salinas, y que
desembocaron en el asesinato de Colosio y de Ruiz Massieu. Al parecer,
los panistas están siguiendo los pasos de su maestro, sobre todo ahora
que se aproximan las elecciones de 2012.
*Maestro en filosofía; especialista en
estudios acerca de la derecha política en México
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