El odio y la sed de venganza del gobernador colonial Luis
Fortuño contra los estudiantes en huelga de la Universidad de Puerto
Rico parecen no tener límites. Desde el inicio del movimiento, hace ya
cinco semanas, la policía arremetió contra los jóvenes dentro del
recinto de Río Piedras en violación de la autonomía universitaria y se
han escuchado frecuentes amenazas del funcionario al uso de la fuerza
frente a los huelguistas. La isla vio con indignación el ensañamiento
con que el cuerpo de elite policiaco tundía a macanazos a los padres,
activistas y artistas que intentaban pasarles alimentos a los alumnos en
resistencia a través de los sitiados portones del plantel de Río
Piedras. Hace unos días los esbirros de Fortuño hicieron caer a mansalva
sus cachiporras y rociaron gas pimienta sobre cientos de estudiantes de
la universidad y trabajadores que manifestaban en el hotel Sheraton de
San Juan en rechazo a las políticas antiobreras y privatizadoras del
gobernador, a unos metros de donde éste disfrutaba una cena tea
party a mil dólares el cubierto, un hecho que por sus
características hace pensar en una emboscada tendida con premeditación.
Sólo el firme apego a la lucha pacífica de los manifestantes impidió que
la provocación hiciera escalar la violencia fuera de control. Aquella
provino del entorno más cercano del gobernador, uno de cuyos escoltas
habría dado inicio a la agresión, denunció el doctor Héctor Pequera,
copresidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano.
Fortuño y el bloque de poder del llamado Estado Libre Asociado no
pueden calcular en su arrogancia y mediocridad colonialista el enorme
impulso que el actual movimiento estudiantil puede imprimir a las luchas
sociales en Puerto Rico, pero su instinto de clase los hace temer que
la más mínima concesión a los estudiantes siente un precedente peligroso
fuera de los planteles. En cambio, los profesores, intelectuales y
artistas patriotas y, por supuesto, los estudiantes, sí son conscientes
de la trascendencia histórica del movimiento, heredero de una vigorosa
tradición insurrecta. Al rechazar frontalmente el intento de liquidar la
universidad pública mediante la exclusión de los numerosísimos alumnos
de escasos recursos se ha convertido en el símbolo de la resistencia
puertorriqueña contra las medidas ultraneoliberales del gobierno de
Fortuño. En la proclama del primer día de trasmisión de Radio Huelga el
estudiante Ricardo Olivera Lora expresaba: “…este movimiento que apenas
comienza y que promete ser el pie forzado a un proceso de lucha social
en Puerto Rico… no toleraremos que las políticas sociales y económicas
del gobierno estén dirigidas a vejar al pueblo trabajador... hacer de
este espacio uno que ayude a devolver esa esperanza perdida…” Son ideas
que permiten comprender lo que está en juego en la huelga estudiantil
que no en balde ha ganado la batalla de la opinión pública y cuentan ya
con apoyos fundamentales como es el de los artistas y la coalición Todo
Puerto Rico por Puerto Rico, que agrupa a las centrales obreras y a la
mayoría de las expresiones del movimiento popular. En un hecho insólito,
los profesores de la universidad acordaron sumarse a la huelga en caso
que continúe la represión contra los jóvenes y que no exista voluntad de
diálogo por las autoridades de la institución.
El presidente de la universidad, nombrado por el gobernador, y
la Junta de Síndicos, designada por el presidente, han mostrado un gran
cinismo y cerrazón al sentarse a negociar con los representantes
electos de los estudiantes, a lo que se vieron forzados dada la enorme
fuerza moral y política del movimiento y el apoyo casi unánime con que
cuenta en la isla. Esos funcionarios son, además, personas contrarias al
espíritu y las prácticas universitarias, como ha sido denunciado por
numerosos profesores y egresados del alma mater. Así, es fácil
explicarse por qué no se avanza en la negociación, e incluso se
retrocede, pues cuando los síndicos aceptan un punto en una sesión, lo
rechazan en la siguiente.
Más de un mes de huelga de los estudiantes frente a la arrogancia y la represión del poder colonial de Estados Unidos en Puerto Rico es ya una gigantesca proeza que merece el reconocimiento y la solidaridad de los estudiantes y de los pueblos, en primer lugar los de nuestra América. Radio Huelga ha dicho que este movimiento contiene el sueño de
http://www.jornada.unam.mx/2010/05/27/index.php?section=opinion&article=024a1mun
Más de un mes de huelga de los estudiantes frente a la arrogancia y la represión del poder colonial de Estados Unidos en Puerto Rico es ya una gigantesca proeza que merece el reconocimiento y la solidaridad de los estudiantes y de los pueblos, en primer lugar los de nuestra América. Radio Huelga ha dicho que este movimiento contiene el sueño de
otro mundo posibley que los estudiantes no darán
ni un paso atrás.
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