Andrés Figueroa Cornejo (especial para ARGENPRESS.info)
Por otra parte, los daños asociados al terremoto-maremoto, rayan los 30 mil millones de dólares.
2. El capitalismo chileno se sustenta sobre la exportación de recursos primarios, pobremente elaborados. Las exportaciones representan el 40% del PIB, y los productos básicos constituyen las tres cuartas partes de las exportaciones totales. El cobre por sí solo, ofrece un tercio de los ingresos del gobierno. La venta de recursos se distribuye entre China 14,2%, EEUU 11,3%, Japón 10,4%, Brasil 5,9%, Corea del Sur 5,7%, Holanda 5,2% e Italia 4,4%.
En general el PIB está compuesto por un 50,5% de industria; 44,7% de servicios; y un 4,8% de agricultura. Dentro de los productos industriales están la exportación de celulosa, metanol, productos químicos y agroalimentarios; y la industria forestal, del salmón y el vino. Por el lado del trabajo, en Chile hay casi 7,5 millones de personas asalariadas, de las cuales en la agricultura labora un 13,2%; un 23% en la industria; y un 63,9% en el sector servicios. Un 10 % de la fuerza de trabajo está cesante, según moderadas cifras oficiales.
3. Los dineros provenientes de la privatización del sistema nacional de pensiones (AFP) representaron casi el 26% del PIB en 2007. Sin embargo, la AFP, que se basa en la especulación y se erige sobre las ruinas del antiguo sistema de seguridad social, sólo cubre al 55 % de la población activa (mucho menos de 4 millones de personas). Y la enorme mayoría de los cotizantes recibirá una pensión mínima estatal porque sus ahorros simplemente no alcanzarán para otra cosa. La pensión mínima se trata de un monto que cubrirá los rigores de la subsistencia a la edad de las enfermedades y el desamparo. Sólo significa una cifra helada, mucho menor que el sueldo mínimo.
4. Por otro lado, las inversiones en el país, principalmente aterrizan en el sector de la minería y en el sector servicios (especialmente en electricidad, telecomunicaciones y banca). Las barreras arancelarias en el país prácticamente no existen (su arancel máximo es de un 6% y mantiene un IVA parejo de un 19%, dos puntos bajo el griego).
Los principios jurídicos rectores del Estatuto de la inversión extranjera son la no discriminación entre inversores nacionales y extranjeros (lo que en los hechos privilegia el capital transnacional debido a su tonelaje objetivo); ningún sector económico o región geográfica está reservada a los inversores nacionales (los cuales, por lo demás, están entramados sanguíneamente con las megacorporaciones imperialistas); no hay ningún límite de porcentaje o duración de la propiedad extranjera de empresas conjuntas, empresas nacionales, edificios o tierras (soberanía nacional 0 %); existe invariabilidad tributaria hasta por 10 años (lo único que sube mensualmente en Chile es el costo de la vida para la gente corriente); cuenta con repatriación ilimitada de beneficios y del capital (deslocalización 100 %); y libre acceso al mercado cambiario formal, al tipo de cambio más favorable. En términos de legislación laboral, en el país reina el subcontratismo, la flexibilidad, y la creciente extinción de las relaciones contractuales indefinidas, y, con fortuna, la sobrevivencia de un sindicalismo domesticado y sin capacidad de negociación con el capital. Las formas descritas no son más que la expresión jurídica de la supremacía del capital sobre el trabajo y reflejo de las relaciones de fuerza entre la hegemonía de la minoría propietaria sobre la gran mayoría condenada a vender su fuerza de trabajo a un precio que apenas alcanza para endeudarse.
5. Hoy las noticias de Chile están ligadas invariablemente a los efectos del terremoto-maremoto del pasado 27 de febrero. Aún se desconoce el número de personas fallecidas, desaparecidas y heridas. Sin embargo, es preciso no olvidar que antes y después del 27 de febrero, Chile ya sufría las consecuencias sistémicas de la crisis económica mundial (las cifras de desempleo, la reducción del PIB y las inversiones, la destrucción y concentración de fuerzas productivas, son fenómenos anteriores al sismo).
Al respecto, la exportación frutícola ha disminuido un 9,3 % en relación a la temporada anterior. Sólo las manzanas cayeron un 42 %, las peras un 35 %, y la uva de mesa un 23 %.
La industria salmonera proyectó que el 2010 sus exportaciones disminuirán en casi 70 mil toneladas “debido al virus ISA”. Sobre la producción salmonera vale señalar la gravedad que comportó la votación en el Congreso de la denominada Ley de Privatización del Mar Austral –justo antes de la llegada de Piñera al Ejecutivo-, que en concreto entrega a las empresas salmoneras quebradas miles de hectáreas de mar y borde costero contra hipotecas en beneficio de la banca a la que adeudan multimillonariamente los dueños del salmón. Naturalmente, tanto la industria del salmón, como la banca involucrada corresponden mayoritariamente a capitales transnacionales.
Ya venía cayendo verticalmente la producción y exportación de celulosa como consecuencia de la baja demanda internacional, cuando el terremoto, en la actualidad, es el argumento que emplea el capital para detener el 100 % de las faenas. Las mayores empresas de celulosa en Chile –Arauco y Constitución (grupo Angelini) y Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (grupo Matte), por lo menos, desactivaron las máquinas durante marzo, lo que equivaldría a 400 mil toneladas del producto bajo lo habitual en el 2010. El desempleo en el sector se multiplica tan vertiginosamente, que es difícil ofrecer cifras que duren la lectura del presente artículo.
En la Octava Región , uno de las zonas más dañadas por el terremoto-maremoto, según las autoridades, la industria pesquera quedó en un 5 % de lo que era. Se perdieron 300 millones de dólares y 13 mil puestos de trabajo.
La banca no podía quedarse atrás. Los dividendos de los créditos hipotecarios aumentarán el 2010 como efecto del alza de alrededor de un 30 % de las pólizas de seguros y reaseguradoras asociadas a la compra de una vivienda. Si aumenta el riesgo, aumenta el precio. Esa es la ley.
6. Mientras se termina de escribir esta modesta panorámica, el servicio de electricidad recién comienza a funcionar otra vez, luego de un apagón que afectó al 90 % del país. Las explicaciones de la autoridad son crípticas. Lo cierto es que producto del desastre y el tratamiento mediático del desastre en un Chile donde la TV, la prensa escrita y casi el dial completo es propiedad de los mismos dueños de todo, existe una suerte de estado de excepción y toque de queda en la cabeza de un gran porcentaje de chilenos, independientemente del impuesto efectivamente en la zona del Bío Bío. De la incertidumbre al temor, las maneras conductuales hablan de un terremoto anímico en gran parte de la población. En Santiago -a varios kilómetros del centro de los sismos- la hipersensibilidad ambiental y social son las páginas donde se inscribe el miedo, la superstición, la angustia. Sin duda, no hay mejor control social que el terror amplificado de algún descalabro potencial de la naturaleza, anunciado explícitamente a través de los medios de comunicación, y la práctica del rumor sin origen, ni ciencia. Una cosa es el discurso de la "unidad y reconstrucción nacional" para beneficio de Piñera, postergación de las demandas sociales, militarización y disciplinamiento cuartelario de la vida civil, y vulneración de los derechos cívicos elementales. Pero otro fenómeno es el miedo diseminado y la sensación ampliada de inseguridad.
Afortunadamente, la sobreactuación estatal (¿un ensayo?) es contrastada por un conjunto de iniciativas solidarias que arrancan de la base social y hasta familiar. Estudiantes, trabajadores organizados y familias populares se las arreglan para solidarizarse por gestión propia, sobre todo en aquellos lugares donde no llega jamás la limitada ayuda del Estado corporativo de Chile.
fuente, vía:
http://www.argenpress.info/2010/03/chile-las-cifras-el-miedo-la-esperanza.html
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