martes, 3 de julio de 2012

Perù: Ollanta Humala...¿Gran traición o desenmascaramiento? ...por Miguel Aragón

Engaño político con el cual la mayoría de la “izquierda” peruana ha sido cómplice, y que ahora algunos muy ruborizados pretenden ocultar
1.- Con fecha 04 de junio el veterano “hayista” César Vásquez Bazán publicó una caricatura con el título de "Gran Transformación se convirtió en la Gran Traición" de Ollanta Humala. Para este redomado e incorregible aprista, el gran problema del Perú es “la gran traición de Ollanta Humala”.
Al día siguiente, 05 de junio, el joven “antiimperialista” Guillermo Bermejo por su parte publicó un artículo suyo titulado "Ollanta y la Gran Traición", que termina por desnudar al joven “antiimperialista”. Es conocido, que desde hace varias semanas, e incluso de unos pocos meses atrás, los veteranos Carlos Tapia y Sinesio López, y algunos periodistas del diario "La Primera", también nos vienen hablando y denunciando “el estancamiento”, “el cambio”, “el viraje a la derecha”, e incluso “la traición” de Ollanta Humala.
Ls cuatro personajes mencionados, durante el transcurso del primer semestre del año 2011 (no sabemos si por casualidad, o tal vez por acuerdo previo) coincidían en ser furibundos propagandistas del candidato Ollanta Humala, en un grado tal de identificación que incluso uno de ellos llegó a ofrecer públicamente que si su candidato salía elegido presidente, en el Perú ya no habría Dictadura nunca más.
¿Será cierto que desde el 28 de julio de 2011, al juramentar el actual presidente, ya “no hay dictadura de la clase burguesa” en nuestro país? ¿alguna persona seria puede creer en la veracidad de semejante ofrecimiento?
2.- Por ahora, nos parece que lo más importante a comentar de las opiniones de esas cuatro personas, resulta verificar si es cierto que Ollanta Humala “se ha estancado”, o si “ha virado hacia la derecha”, o si incluso “ha traicionado al pueblo peruano”. ¿Será cierto? ¿Cuál es el fundamento para lanzar semejantes y denigrantes acusaciones al presidente Humala?
Nos parece que a una persona solo se le puede considerar “traidor al pueblo peruano” si esa persona previamente ha estado identificada y ha defendido al pueblo peruano. Si esa persona nunca ha sido parte del pueblo peruano, sería un grave error que se le considere “un traidor”. ¿Traidor a qué, y por qué?
Por nuestra parte nosotros estamos convencidos que no estamos observando “una gran traición”, sino que estamos siendo testigos públicos de UN DESENMASCARAMIENTO del engaño político montado en las elecciones presidenciales de 2011.
3.- Sin necesidad de adentrarnos mucho en la vida de Ollanta Humala, ni pretender elevarnos a biógrafos de un personaje tan insignificante, algo que no nos interesa en lo más mínimo, todos los hechos conocidos públicamente nos demuestran que ese señor desde muy joven se sintió identificado y defendió al aparato estatal burgués, a la dictadura de la clase dominante, y a la gran propiedad de la burguesía.
Ollanta Humala nunca en su vida estuvo identificado con el pueblo, ni participó en ninguna lucha reivindicativa ni política al lado del pueblo. Entonces, en estos momentos no tenemos nada que reclamarle. El está siguiendo su propio camino elegido voluntariamente, así como nosotros seguimos nuestro propio camino.
Desde sus años de formación en la Escuela Militar en la década de 1980, y de sus primeros años de ejercicio de su función militar, a fines de la década de 1980 y comienzos de la década de 1990, cuando se vivía en tiempos de los gobiernos burgueses de Alan García y Alberto Fujimori, el muy eficiente “capitán Carlos” junto con su hermano Antauro, estuvieron destacados a la acción represiva contra los movimientos insurreccionales de esos años, e hicieron los méritos suficientes ante sus superiores, como combatientes en defensa del estado burgués y de la gran propiedad.
La asonada de Locumba en el año 1999 a finales del gobierno de Fujimori, y la posterior provocación en Andahuaylas el año 2004 a mediados del gobierno de Alejandro Toledo, fueron dos acciones diversivas que formaron parte de su preparación para transitar del escenario militar al escenario político, para lo cual venían siendo preparados solícitamente por la propia clase dominante. Tanto la asonada de Locumba, como la provocación de Andahuaylas, forman parte de las acciones organizadas y promovidas por la propia clase dominante, y no forman parte de la historia de las luchas del pueblo peruano.
La clase dominante, la clase propietaria de los principales medios de producción, tiene amplia experiencia en preparar “cuadros” políticos con la debida anticipación. Algo similar ocurrió con el joven Víctor Raúl Haya en mayo de 1923, con Fernando Belaunde en junio de 1956, y con Alejandro Toledo en julio del año 2000. La clase dominante con la debida anticipación prepara y promueve a sus futuros candidatos, presentándolos como “radicales”, e incluso los “reprime” a golpes, varazos, persecuciones, encarcelamientos temporales, y todo tipo de acusaciones y denuncias, que les sirvan precisamente para que “se hagan conocidos” dentro del pueblo. (Si la memoria no nos falla, nos parece que hace cuatro o cinco años atrás, la clase dominante propagandizó a un confundido grupito de jóvenes “bolivarianos”, encarcelándolos por varias semanas). De esa manera la clase dominante prepara y organiza a su propia “oposición” protestataria, que se complementa con el “oficialismo” en el juego democrático.
La clase dominante hizo famoso a Haya persiguiéndolo y reprimiéndolo después de “la jornada del 23 de mayo de 1923”; hizo famoso a Belaunde reprimiéndolo en el Jirón de la Unión con “el manguerazo” en la Plaza de la Merced en junio de 1956; e hizo famoso a Toledo reprimiéndolo en la llamada “Marcha de los Cuatro Suyus” del 28 de julio del 2000. Marcha que fue organizada, financiada, y publicitada por la propia clase dominante. La asonada de Locumba, y la provocación de Andahuaylas, se inscriben en esa misma línea de acciones promovidas por la propia clase dominante para confundir y manipular al pueblo.
4.- En las elecciones del año 2006, la elaboración del programa de gobierno que improvisó el candidato Humala fue dirigido y asesorado por Salomón Lerner y Gonzalo García, dos eficientes ingenieros que se formaron en la década de 1960 en las canteras universitarias del aprismo, al lado de Alan García, Agustín Mantilla, Luís Alva Castro, Jorge del Castillo, Carlos Roca, José Barba, Alberto Borea, y otros contemporáneos suyos, todos ellos formados en el anticomunismo más rabioso y enfermizo.
Al iniciarse el régimen militar velasquista en octubre de 1968, los jóvenes universitarios recién egresados Salomón Lerner y Gonzalo García se iniciaron como funcionarios públicos, cumplieron funciones burocráticas muy rentables, amasaron las bases económicas de sus futuras fortunas personales, y se integraron a la estructura del aparato estatal permanente, al cual siempre han estado vinculados de múltiples formas, ya sea como funcionarios de oficio, o como contratistas privilegiados (entre otros negocios muy rentables, el servicio de alquiler de helicópteros y el tráfico de armas).
No hay que olvidar que la victoria electoral de Alan García en el año 1985 fue celebrada en la vivienda de Salomón Lerner, y es muy posible que algo similar haya ocurrido en junio de 2011 para celebrar la victoria electoral de otro candidato, en este caso de Ollanta Humala.
Con esa experiencia acumulada, para las elecciones de 2006 S. Lerner y G. García improvisaron un libreto saturado de “hayismo-velasquismo”, es decir de populismo burgués por un lado, y de nacionalismo burgués por otro lado. Ese programa de gobierno, es diferente en la forma, pero no es contrario a los intereses de clase del programa de gobierno neoliberal. Pero si es diferente, y totalmente contrapuesto en lo esencial, al cambio social y al socialismo, aunque en la forma intente parecerse, y más de un ingenuo encuentra puntos de aproximación y confunde “populismo burgués” con “socialismo”.
En nuestro país, el populismo burgués y el neoliberalismo son las dos manifestaciones políticas de una misma clase burguesa, cuyo común objetivo central es sostener al estado burgués para garantizar la gran propiedad privada sobre los medios de producción. Ante esa identidad sustancial, todas las otras diferencias meramente formales pasan totalmente a segundo plano.
Después de esas elecciones del 2006, que le sirvieron de “ensayo y preparación”, la clase dominante siguió capacitando y entrenando al eficiente “capitán Carlos”, y le ayudó a formar un nuevo equipo de gobierno, con un brazo militar, un brazo político, e incluso asesores extranjeros.
En el brazo militar cumplieron función destacada el capitán Villafuerte y otros oficiales más, todos ellos entrenados en la lucha antisubversiva, y la represión del pueblo, durante el primer gobierno de Alan García el gobierno de Alberto Fujimori.
En el brazo político se integraron personajes como Carlos Tapia y Sinesio López, que provenían de algunas de las ramas de la descomposición del APRA Rebelde. También se sumaron otros técnicos más, entre ellos Félix Jiménez, todos los cuales se reagruparon bajo la batuta del “hayista-velasquista” Salomón Lerner. Este grupo ahora se ha vuelto a reagrupar en el movimiento Ciudadanos por el Cambio (CxC), para nuevamente volver a montar otro engaño político en las próximas elecciones, para lo cual nuevamente necesitan el “apoyo” de la blandengue y sumisa “izquierda” peruana. Es cuestión de revisar los primeros pronunciamientos públicos que esa nueva versión de “Izquierda Unida” está divulgando en las últimas semanas, para comprobar estos “pasos previos” para el próximo engaño político.
5.- Entre los años 2006 y 2011 este grupo organizado y manipulado por la propia clase dominante elaboró el plan de gobierno llamado de la Gran Transformación, con el cual postularon el 10 de abril de 2011 a la primera vuelta de las elecciones presidenciales, plan que al día siguiente le cambiaron de forma con la llamada Hoja de Ruta, que al igual que la versión original, tenía el mismo objetivo, defender al estado burgués y defender la gran propiedad de la clase dominante. Para que no quedaran dudas de su identificación con los intereses de la clase dominante, apresuradamente llamaron a Mario Vargas y Alejandro Toledo para que avalaran y garantizaran su real carácter de programa de gobierno burgués, defensor de los intereses de la clase dominante. Con la publicación de la Hoja de Ruta no hubo ni estancamiento, ni viraje a la derecha, simplemente fue el primer paso del desenmascaramiento.
Veamos ahora, cuál era el aspecto esencial de la llamada Gran Transformación, con la cual algunos confundidos todavía siguen soñando. En esencia, no era otra cosa que la reaccionaria propuesta de la restauración populista. Por oposición formal al continuismo neoliberal que se viene aplicando en el país desde el autogolpe de estado del 5 de abril de 1992, en la Gran Transformación se proponía restaurar la política populista que ya se había aplicado en el país durante treinta años, desde el golpe de estado de junio de 1962 hasta julio de 1990. Esa política reaccionaria fue aplicada por el primer gobierno de Fernando Belaunde (1963-1968), el gobierno militar de Velasco-Morales (1968-1980), el segundo gobierno de Belaunde (1980-1985), y el primer gobierno de Alan García (1985-1990), y cuyos lineamientos generales se ordenaron tardíamente en la Constitución de 1979, que fue una síntesis del populismo burgués, y que muchos ex funcionarios del estado siguen añorando, y pretenden restablecerlo como “gran reivindicación popular”, para lo cual incluso vienen reclamando “Asamblea Constituyente”.
Toda esa política populista, que se aplicó en el país durante cerca de treinta años (1962-1990), seguía los lineamientos generales de la CEPAL y los lineamientos particulares de la Alianza para el Progreso, diseñados ambos en forma conjunta por los funcionarios del gobierno norteamericano y los funcionarios de los gobiernos de los países “latinoamericanos”, para todos los países de América. Durante la década de 1980 esa política populista (capitalismo de estado, exoneraciones tributarias, aparente estabilidad laboral, asistencialismo, etc.) llevó a todos estos países al hundimiento y bancarrota.
6.- Con esa preparación teórica y esa experiencia militar y política, Ollanta Humala llegó al gobierno en julio de 2011. Lo cierto es que él nunca estuvo identificado con el pueblo, por lo tanto pensamos que no se le puede calificar de “traidor”. Por el contrario, nos está demostrando que él es un hombre muy consecuente.
Entonces lo que realmente ha ocurrido en los últimos meses, no es una “traición”, ni “viraje a la derecha”, sino simplemente un desenmascaramiento de un engaño político fría y meticulosamente preparado por la clase dominante. Engaño político con el cual la mayoría de las tendencias de la “izquierda” peruana han sido cómplices convictos y confesos, y que ahora algunos de ellos, muy “ruborizados” y hasta ligeramente “avergonzados”, pretenden ocultar que precisamente fueron ellos quienes entregaron su servil apoyo a lo que ellos mismos dieron en llamar “la esperanza del pueblo”.
A comienzos del año 2011 mientras Guillermo Bermejo pronosticaba y ofrecía a los cuatro vientos “dictadura nunca más”, otros le hacían el coro con algo más de moderación propagando que “Gana Perú representaba la esperanza del pueblo”, y que por lo tanto había que apoyarlo. Y así lo hicieron, y lo hicieron con mucha entrega y entusiasmo.
7.- Pero todo esto ya es “historia pasada”, páginas de un “periódico de ayer”, y lo que ahora cuenta es el presente, y sobre todo lo que nos debe preocupar es el futuro. Veamos que nos propone ahora el confusionista Guillermo Bermejo.
Al final de su confusa arenga, Bermejo nos reclama: “Deshacernos de Valdés y este gabinete impresentable será un buen comienzo, debilitar al sector más retrograda de este cavernícola gobierno será un avance, sin perder el objetivo que es que el país se enrumbe por lo que la mayoría votó: Respeto de la decisión del modelo de desarrollo que los pueblos elijan a través del cambio del modelo económico y Asamblea Constituyente”
Esa es la parte esencial de la vergonzosa propuesta del “antiimperialista” Bermejo, que el se preocupa en pregonar a “todas las voces”.
8.- En los meses finales del gobierno de Fujimori y vísperas de las elecciones del año 2000, el candidato Alejandro Toledo con voz engolada declaraba solemnemente: “No se preocupe Sr. Fujimori,… nosotros construiremos… el segundo piso del fujimorismo (entendido como el neoliberalismo)”. Y hay que reconocer que lo cierto es que Toledo fue muy consecuente con su compromiso. Durante su gobierno (2001-2006) cumplió su palabra, construir el segundo piso del fujimorismo.
En las siguientes elecciones de 2006, Alan García no ofreció tal compromiso, pero todos tenemos que reconocer que se preocupó por construir el tercer piso del fujimorismo. Y ya no cabe duda alguna, que el gobierno de Humala instalado a partir de julio del año 2011 está construyendo el cuarto piso del fujimorismo. Por más anti fujimorista que se declare, no cabe duda alguna de lo esencial de su política gubernamental.
El gobierno de Humala está desarrollando “un fujimorismo sin Fujimori”, de eso ya no existe duda alguna, y ya no es tema de debate. Lo que ahora debemos de preguntarnos, es ¿que nos ofrecen los veteranos S. Lerner, C. Tapia, y S. López, al igual que el joven Guillermo Bermejo? La respuesta también es sumamente clara, ellos pretenden ofrecer un vergonzante “humalismo sin Humala”.
Ese es el trasfondo real de todos los que ahora se sienten “traicionados” por Humala. Pretenden seguir engañando al pueblo confundiendo populismo burgués al estilo “hayista-velasquista”, con socialismo proletario al estilo del “Camino de Mariátegui”. Y tenemos que reconocer que no están solos, ni son pocos, los que están haciendo esa prédica confusionista.
Camino Socialista - Extractado por La Haine
Vìa:
http://www.lahaine.org/index.php?p=62616

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