La colaboración médica cubana con muchos
de los países más empobrecidos e ignorados del planeta es un entrañable
capítulo por escribir de la revolución en la mayor de las Antillas. Sus
inicios se remontan a los tempranos años 60 cuando ya había médicos
internacionalistas cubanos en varios países de África. Pero fue hasta
décadas después que Cuba pudo disponer para este fin de una gran fuerza
de profesionales de la salud excelentemente educados pues después del
triunfo de la revolución Estados Unidos estimuló el éxodo de la mitad de
esos profesionales. De modo que hubo que formar aceleradamente decenas
de miles de trabajadores de la medicina que proporcionaran una
universalización de calidad de los servicios recibidos gratuitamente por
la población cubana en lugar del sistema prerrevolucionario de atención
elitista y restringido a las áreas urbanas.
La labor formativa hizo posible enviar colaboradores de la salud de
manera creciente a países subdesarrollados, como es el caso ejemplar,
pero lejos de ser único, de la Brigada Médica Cubana (BMC) en Haití,
convertida en la fuerza decisiva en el combate a la epidemia de cólera
en la hermana república. El enorme éxito de lograr menos de uno por
ciento de mortalidad entre los pacientes atendidos por la BMC, comparado
con 3.2 de otras instituciones, sólo se explica por la entrega sin
reservas al paciente que prevalece en la profesión médica en Cuba y por
la larga tradición de trabajo de campo de sus profesionales en las
condiciones geográficas, climatológicas y económico-sociales más
adversas, aunque siempre ligados a la comunidad y con su apoyo,
principio fundamental en que descansa el propio sistema de salud cubano.
Un factor muy importante también es la familiaridad de la BMC con el
terreno y la cultura haitiana y sus estrechas relaciones con la
población, los ministros de culto, alcaldes, activistas comunitarios y
autoridades sanitarias nacionales y de otros grupos internacionales que
le han proporcionado su presencia durante 12 años en el país, donde ya
pueden comunicarse con los pacientes en el patois haitiano.
La epidemia de cólera en Haití es extremadamente amenazadora por su
aparición en un país destrozado por el terremoto de enero de 2010,
inundado por el ciclón que lo abatió después, que sufre la ausencia de
la tan proclamada ayuda internacional y, por consiguiente, del inicio de
la reconstrucción. Fidel Castro ha sacado la cuenta de lo
insignificante que resulta la cifra de 20 mil millones calculada
necesaria para la reconstrucción si se la compara con el millón 500 mil
millones gastados anualmente en armas y guerras. Pero quien conozca la
historia sabe que sería ingenuo esperar ese aporte de los países
desarrollados ni siquiera en justa retribución al fabuloso aporte de la
otrora colonia francesa de Saint Domingue a la acumulación originaria
capitalista y a la opulencia de aquellos. Existe, además el grave
peligro de que esta epidemia, de una cepa asiática desconocida en
América Latina, se extienda por la región.
En todo caso, el gobierno cubano decidió poner todos los
recursos disponibles para enfrentar de conjunto con las autoridades
haitianas y otras organizaciones la epidemia que ya ha cobrado más de 2
mil 200 vidas y se pronostica que podría infectar a 400 mil personas
sólo en Haití. Luego del incansable trabajo inicial de la BMC en el
enfrentamiento y labor de profilaxis ante el mal, Cuba envió en refuerzo
a la Brigada Internacional Henry Reeve, integrada por graduados de
varios países de la Escuela Latinoamericana de Medicina, así como
personal médico y de enfermería cubanos, para un total de mil 200
profesionales que llegará a todas las comunas, suficiente para derrotar
el mal en opinión de la dirección de la BMC.
El portal británico Worlwide Healthcare at a Glance
interrumpió por un instante el ciego silencio mediático sobre este gran
combate del siglo XXI por la vida. Allí se lee: “Cuba sin hacer
publicidad ha hecho más que nadie para ayudar a su vecino y ha cooperado
con Naciones Unidas en el envío de su personal a las zonas más
difíciles de ese país. Los médicos cubanos están en los lugares donde
los médicos de habla inglesa jamás han conseguido llegar ni con grandes
subvenciones –los pueblos de montaña más afectados– y en esos lugares
incluso han creado centros estables para el tratamiento de la
emergencia”. Ya son nueve los grandes Centros de Atención al Cólera
establecidos por Cuba con apoyo venezolano, y llegarán a 20.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2010/12/16/index.php?section=opinion&article=030a1mun
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2010/12/16/index.php?section=opinion&article=030a1mun
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