sábado, 3 de septiembre de 2016

Cultura-Sociedad: Juan Gabriel.... Entre los memes, la homofobia y la cultura popular.....por Demián Reyes


¿Qué tengo que decir ante la muerte del cantautor?, una frase sola me responde: un espectáculo limitado. No es porque el hito melodramático huya de este suceso, sino porque se han creado fenómenos ampliados que equidistan del centro y origen, de la estética y la historia. Que las referencias a su homosexualidad para limitarlo a términos tan despectivos como el de “joto”; que la exaltación en redes sociales con memes y eventos fantasma (“Peda en memoria de Juan Gabriel” o la “Marcha para que revivan a Juan Gabriel”) para limitarlo como figura pública e ícono de la cultura de masas; pero también, el cuestionamiento de un sector minoritario que cuestiona su “talento innato” para limitarlo como un objeto especializado y no como el artista que fue.

La conmoción de su muerte es equivalente al interés mediático, ¿se exalta a una imagen o a un artista que permanece en lo etéreo?, ¿a ambos? -digo, doscientos años y las sinfonías de Beethoven siguen vivas a pesar de que a su entierro sólo asistieron unas cuantas personas-.  Nadie puede negar que el cantautor era un genio en tanto que artista autodidacta y que logró sintetizar todo un imaginario colectivo en sus canciones más populares, pasando desde el pop hasta “las rancheras”. Juan Gabriel arrastró a través de los años un estilo musical y una idea romántica que hoy sigue perteneciendo a tres generaciones (y las que vienen).
No busco verdades o razones espirituales en este artículo, sino una breve descripción de los límites creados que se transmutan en prejuicios, acompañantes desde hace varios años de Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan  Gabriel. En fin, lo que nos habla en la música es la autonomía de los sonidos y el sentir lírico.

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I – Sobre el arte popular: el ego “culto” y divinizado

“Si el fútbol es popular, es porque la estupidez es popular”, enmarca Jorge Luis Borges en una frase demoledora, quedando perfecta para iniciar este párrafo. ¿Pero a qué nos referirnos al enunciar el adjetivo “popular”?
Inmediatamente a datarse la noticia oficial de su muerte, las principales cadenas de televisión emitieron cápsulas especiales recordando al “Divo de Juárez”, con una preparación tan intrépida, escuchando entrevistas tanto con sus familiares como con personas del medio artístico; Alejandro Fernández, Daniela Romo, Roberto Cantoral, Juanes y Ricardo Montaner han sido algunos rostros que se hicieron escuchar en televisoras y que se han leído desde sus cuentas de Twitter. El mundo entero y su farándula se han detenido para dar el último adiós.
“-¿Y a mí qué?, era una figura de las masas y su música no era tan buena-“, dicen algunos; “No deberían darle tanta importancia a su muerte. Hace poco murieron Luis Villoro e Ignacio Padilla y nadie hizo tanto desmadre-“, replican otros. ¿Y qué, a uno por gustarle Juan Gabriel –y su música de vulgo- o sentir conmoción por su fallecimiento no puede expresarlo?
Lo popular no tiene problema alguno en sus cauces, pues refiere a lo inmanente de la voz de los distintos grupos humanos. El conflicto de lo popular es la pérdida de dicha inmanencia, o que una voz ajena hable por la vox populli[1]. Tengamos en nuestro televisor un especial de semanas y semana sobre la vida de Juan Gabriel, la gente seguirá escuchándolo y apreciándolo, incluso “más allá de las puertas del cielo”. No hablo de un lenguaje figurado, sino de algo tan claro como las palabras caminantes de Juan Gabriel en un polémico video en el que ‘veta’  a la producción de Televisa de su carrera artística, por actitudes como la arrogancia, ingratitud y autoritarismo. Son estas caretas las que secuestran la inmanencia de la que hablaba.

II – “Soy divo, ¿y qué?”

En un artículo bastante analítico del escritor Víctor Altamirano[2], se toma la figura de “Juanga” como la revolucionaria transfiguración del charro macho al charro ‘divo’, y claro, esta inocencia es temible. En la reciente serie biográfica Hasta que te conocí (que proféticamente culminó su último capítulo transmitido por TV Azteca el día de su muerte) se ha ilustrado de la forma más explícita el mundo sensible de este compositor proletario. Su infancia es una síntesis entre los conceptos de sensation (las vivas sensaciones y percepciones estéticas) y reflection (representación de la memoria y de la fantasía acorde al primero concepto) en el pensamiento empírico de Locke. Es esa etapa de desdicha y refugios –más la restitución constante de algunos caminos existenciales como los maltratos y prejuicios de su familia-, la que le daría la autorreferencia de un ser en “la marginalidad del amor”. Aquí no hay más que un nihilismo de espíritu reemplazado por una lírica romántica, precisa y vaciladora.
¿Qué experiencias pudo tener al estar preso en Lecumberri y dedicarse constantemente a escribir canciones y poemas?, ¿por qué no se unió a los demás reos para hacer pesas o aprender de un oficio “de hombres?, ¡es la fisura entre el machismo rígido y conservador, y el intento de un binomio entre masculinidad y femeneidad!
Respecto a ello, el virtuoso flautista y compositor Horacio Franco nos otorga una aproximación para entenderlo :  “(…) no podemos negar que el impacto social de su música -a mi gusto a veces simplona- le dio al clavo a la sensibilidad poética y sentimental del pueblo mexicano (…) Pero lo que más me asombra de este hombre es su capacidad para lograr ser, a pesar de su obvia homosexualidad, un ídolo querido y respetado en un país tan machista como México. Fue respetado, querido -y ahora venerado- por la sociedad, y aunque nunca lo confesó, la gente pasaba por alto su homofobia, sus prejuicios y el escozor que a muchos les causamos, porque su música -nos guste a muchos o no- ha sido un vehículo para que el machista pueblo nuestro se vuelque y se entregue de lleno a su común y corriente pero muy efectivo lenguaje poético musical”.
En 2002, el periodista Fernando del Rincón que pertenecía a la Cadena Univisión, entrevistó a Juan Gabriel con una pregunta que se impregnó en su carrera personal: “¿Juan Gabriel es gay?”, a lo que el ‘divo’ respondió: “-A usted le interesa mucho, yo le respondo, dicen que lo que se ve no se pregunta, mijo-”.

III – Algunas contradicciones y deslices (literal)

Otra de las cuestiones que se atraviesan en todo este fenómeno y redescubrimiento de la historia del cantautor fue el apoyo directo que mostró al equipo presidencial del candidado priísta Francisco Labastida en el año 2000, grabando el tema “Ni Temo ni Chente, Francisco será presidente”, cantando sin escrúpulos en su apoyo. ¡Vamos, pues!, esta decisión no quiere decir que su forma de actuar sea idéntica a la de los militantes del PRI, ni siquiera, que su música pretenda mostrar una posición ideológica clara. Todos somos presas de la ingenuidad en algún instante.
¿Y entonces? Que los inventos e imágenes de intolerancia a la diversidad sexual, los memes y la opinión de la mass-media se muerdan la cola. Nosotros, sólo disfrutaremos de las flores y espinas, de bailar en el “noa-noa” y de cantarle al dolor y la desdicha con el basto repertorio un grande.
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Notas y referencias

[1] Aquí nos encontramos con una oración que apunta hacia dos verdades sincronizadas. La primera es que sí existe un empleo peyorativo de la frase para dirigirnos hacia “la prole”; la otra es que en esa misma dirección, la colectividad se ha condenado a falacias ad populum que no sólo le cuestan la  veracidad de su opinión, sino su emancipación.
[2] Altamirano, Víctor, Juan Gabriel: Una escuela de la marginalidad, Horizontal, 03 de Noviembre de 2015. En línea en: http://horizontal.mx/juan-gabriel-una-escuela-de-la-marginalidad/
Demián Reyes
Publicado el 29 de Agosto en:


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