La experiencia de Islandia,
cuyos ciudadanos no aceptaron pagar las deudas de la banca hace unos
años, lo que los tiene hoy con una economía próspera es la receta que
muchos ciudadanos del primer mundo ven para enfrentar las embestidas
neoliberales. El veterano progresista Ralph Nader cree que la próxima
rebelión ciudadana podría ser en Estados Unidos.
Al mismo tiempo que las revueltas árabes, en el estado de Wisconsin, Estados Unidos, crece un movimiento sindical y ciudadano de protesta. El gobernador republicano, Scott Walker,
pretendía eliminar el derecho de negociación colectiva de los
trabajadores públicos: sólo mejoras salariales y encima con el límite de
la inflación estatal.
La respuesta de los trabajadores públicos fue ocupar el Congreso de
Wisconsin para evitar la aprobación de la ley y los sindicatos
convocaron a manifestaciones solidarias en varias ciudades, encuentros
que congregaron a decenas de miles de ciudadanos. Un sondeo de The New York Times indica que el 60% de la población del país apoya a los trabajadores públicos. Algo se mueve.
El veterano progresista Ralph Nader
cree que la próxima rebelión ciudadana podría ser en Estados Unidos. La
protesta de Wisconsin es mucho más que una reclamación sindical. Es
defender la libertad y justicia logradas por los trabajadores contra la
reaccionaria pretensión de desmontar el estado de derecho y bienestar.
Da igual que aduzcan combatir el déficit. Es un pretexto soez. Lo de
Wisconsin es un ataque en toda regla contra los derechos de los
trabajadores y los ciudadanos por parte del conglomerado financiero y
corporativo empresarial, que tiene en los republicanos a sus mejores
defensores. Ataque que intentarán propagar por todos los Estados Unidos,
mutilando gravemente el sistema democrático.
Jeffrey Sommers, profesor de Stockholm School of Economics,
cree que “este movimiento es diferente, no tiene portavoces; la gente
se organizó, tomó decisiones, actuó y sus acciones dieron resultado. A
estudiantes, profesores y otros empleados públicos se unieron policías y
bomberos. Los policías ofrecieron café a los manifestantes encerrados
en el Capitolio”. Acaso esta vez sea diferente; sí.
¿Y LA VIEJA EUROPA?
Ya conocemos la respuesta ciudadana de Islandia.
El gobierno neoliberal dimitió acorralado por las protestas ciudadanas,
que forzaron un referéndum sobre el pago de la deuda de los bancos, y
más del 90% de ciudadanos decidió que no habría dinero público para la
banca.
Ignacio Escolar ha
escrito al respecto que “los islandeses se negaron a socializar pérdidas
y dejaron que la banca quebrase. Islandia ahora crece y el año que
viene su presupuesto público tendrá superávit: su situación económica es
bastante mejor que la de países como Grecia o Irlanda”.
En Grecia, muchos ciudadanos se niegan a
pagar peajes, tasas hospitalarias y billetes de transporte público que,
por cierto, han aumentado un 40%. Cunde la desobediencia civil
económica.
En Francia, la
creciente desigualdad propicia una irritación social que aumenta. Una
desigualdad que ocasiona que un tercio de franceses vivan peor que el
año pasado y no puedan pagar la calefacción este invierno. Una encuesta
de L’Humanité Dimanche indicó que más de la
mitad de franceses desea una revuelta popular, aunque el mismo
porcentaje cree que hoy no son capaces de hacerla.
Pero Rafael Poch ha
señalado con lucidez que “la actual aparente indiferencia y quietud
europeas pueden transformarse en grandes turbulencias, si no se cambia
la actual política. La política de austeridad, los recortes sociales, el
aumento del paro y la subida de la factura de la luz aumentan la
sensación de estafa”. Y el Nobel de economía Stiglitz recuerda
que “el neoliberalismo es una doctrina política, nunca respaldada por
la teoría económica ni por la experiencia histórica, que sirve a
determinados intereses”.
Porque la política neoliberal (hoy
enarbolada contra el déficit) no es más que “una verdadera revolución de
los ricos contra los pobres, de los mercados contra la soberanía
cívica”, como ha escrito Luis García Montero. Sin olvidar, como desvela Daniel Raventòs,
que “los ‘mercados’ son falaz eufemismo para designar a las grandes
empresas transnacionales, los grandes grupos bancarios y los grandes
especuladores”. Es decir, grandes delincuentes de guante blanco, si no
se hubieran derogado las normas económicas y penales anteriores a la
contra reforma neoliberal iniciada a finales de los ochenta.
En última instancia, tanto en Estados Unidos como en Europa, es urgente interiorizar la propuesta del Nobel de la Paz, Sam Daley-Harris:
“Dejar de pensar que no hay soluciones, que no importa lo que hagamos o
que la solución no depende de nosotros. Y dejar de actuar en
solitario”. En África del Norte lo han tenido en cuenta y les va bien.
A fin de cuentas, trabajadores y
trabajadoras, ciudadanos y ciudadanas, somos mayoría absoluta. Dueños
del poder político y de la soberanía.
El Ciudadano
http://www.elciudadano.cl/2011/03/05/multitudes-del-primer-mundo-empiezan-a-salir-del-letargo/
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