Es posible que los imperialistas invadan Libia, pero no completamente
seguro como parecía en los primeros momentos. La realidad los traba.
Durante la crisis de Libia muchas declaraciones de autoridades
occidentales superaron en agresividad a sus actos posteriores. Después
de casi anunciar una guerra relámpago al parecer se encerraron a
meditar.
Quizás es porque las potencias pasan en la actualidad por un mal momento.
Sus problemas económicos son graves. Tienen deudas gigantescas, el
crecimiento económico es débil y no mejora el empleo. No hay confianza
en el dólar ni el euro. La competencia china es implacable y aunque le
exigen revaluar su moneda no cede. Los ajustes neoliberales para
enfrentar los déficits tensan las relaciones con sus ciudadanos.
Suben los precios de los alimentos y del petróleo y se pueden
producir estallidos populares que rompan el orden creado con la
colaboración de gobiernos dependientes. La juventud de las capas medias
pese a su calificación no encuentra un lugar en el sistema y ha dado
pruebas de su ira en Egipto y Túnez.
China se alza como una potencia emergente que les amenaza el futuro.
En los primeros días los países dominantes parecían desconocer la
existencia del gobierno de Libia y por consiguiente de cualquier medida
que pudiera tomar frente a los rebeldes. Hillary Clinton y el secretario
general de la ONU son un ejemplo. En cambio hoy hablan de una guerra
civil entre un gobierno y rebeldes. Ya no se refieren a civiles
desarmados asesinados en manifestaciones sino a combatientes que se han
dado el objetivo de tomar el control del país. Se exige al gobierno de
Kadafi solo no atacar a los a civiles.
La campaña de prensa obsesiva ha dado paso a informaciones a veces en segundo plano.
Algunos mandatarios del bloque imperial daban señales de iniciar
acciones inmediatas e individuales. Pero vino la declaración del
secretario general de la OTAN que no habría intervención militar sin una
autorización del Consejo de Seguridad. Un retroceso en comparación con
la guerra ilegal que hicieron en Irak.
Los resultados de sus guerras contra Irak y Afganistán les han sido
negativos. Internamente enormes gastos y críticas. En los países
víctimas más de un millón de muertos, aumento de la pobreza, destrucción
material generalizada, migración de millones, odio a los agresores,
divisiones nacionales y ningún ordenamiento político subalterno sólido
de reemplazo. Consecuencias que conocen los libios.
Los ataques acordados contra Irán no han sido ejecutados. Movilizaron
medios militares, lograron legalizar la inspección de barcos de guerra
iraníes como detonante, pero han tenido que frenarse.
Al interior de los rebeldes los imperialistas no tienen una acogida
unánime. Hay corrientes opuestas, los que rechazan toda intervención
extranjera, los que piden una invasión, los que solo demandan una zona
de exclusión aérea por las potencias, los que únicamente aceptan la
entrega de armas. Eran rebeldes los que hicieron prisioneros y
expulsaron a soldados ingleses que se habían infiltrado.
Varias fuentes señalan como un factor importante en la indecisión de
los imperialistas la conducta valiente de los pueblos árabes contra las
dictaduras dependientes de las potencias. Se sabe que el ciudadano común
musulmán no quiere a sus antiguos colonizadores ni a Washington,
victimarios de sus hermanos iraquíes, afganos, paquistaníes, palestinos…
y se teme su reacción durante una guerra contra Libia.
En Estados Unidos se acusa a Obama de vacilante. Él y su sector
parecen estar conscientes que una intervención directa podría ser otra
mala aventura como las de gobiernos anteriores. Los servicios de
inteligencia tampoco ven que sea clara la derrota de Kadafi, algunos
piensan que se impondrá conservando el poder. La política de la
supremacía global norteamericana si bien tiene consenso en sus círculos
de poder presenta subjetividades durante las coyunturas que no logran
superar pese al gran aparato de apoyo de que disponen.
El gobierno libio ha atacado con determinación logrando avanzar en el
control del territorio. Cuenta ahora con una mejor situación en lo
internacional. China y Rusia han dicho que están por una solución
interna sin intervención militar extranjera. Estados con influencia como
Brasil e India no se han sumado como Colombia y Chile a la postura de
los imperialistas. Los países del ALBA impulsan una propuesta de no
injerencia extranjera y un encuentro entre libios.
En este momento se ha empezado a pensar más que en una invasión en
una lucha civil larga alimentada por los países occidentales desde el
exterior. Se menciona como medio a Arabia.
El grave accidente en los reactores nucleares de Japón es un nuevo
contratiempo para el proyecto Libia de Estados Unidos y la OTAN. Lo
nuclear se demuestra como un peligro a la humanidad y se levanta como
tema de preocupación asociado inevitablemente a la violencia permanente
de los que gobiernan el mundo imponiendo sus conveniencias.
Los imperialistas nunca dejan de planificar nuevas conquistas en el
globo; pero no siempre les son posibles. El gigantesco poder militar que
poseen no es el único factor en la política internacional. Al menos por
ahora.
Fuente, vìa :
http://www.apiavirtual.com/2011/03/14/el-imperio-tambien-se-enreda/#more-37491
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