En el pasado, entre otros, la religión, la escuela y
el Estado constituyeron los agentes ideológicos por excelencia. Sin
embargo, hoy han surgido nuevos agentes que han resultado ser mucho más
efectivos y eficaces para el preservamiento del actual status ideológico
que se muestra predominante en el mundo. Son los comunicadores
sociales, los sociólogos, los psicólogos, especialistas de la
propaganda, etc.
Se ha tenido en cuenta que las
representaciones que se concluyan para una realidad dada (ideología)
necesitan, a su vez, ser transmitidas en la sociedad sobre la cual se
actúa. Es en este marco, por tanto, que estos nuevos agentes pasan a
tener un papel determinante en el mantenimiento de las condiciones que
permiten reproducir la actual ideología imperante (neoliberal)
Sin
embargo, hay que tener a la vista, que tanto la propaganda como la
ideología, aún antes de existir y de conocerse en sus términos actuales,
atraía la atención también a los que en épocas pasadas podríamos
calificar de políticos. Por lo mismo, tanto la ideología como los
problemas del arte propagandístico, empezaron a discutirse en las
doctrinas y en la teoría política desde mucho antes en que éstas se
conocieran como tales.
En este sentido, la
literatura moderna vincula sus orígenes, por lo común, al nombre de
Nicolás Maquiavelo. Está claro que muchos pensadores destacados de
épocas pasadas, comenzando por el mismo Platón, escribieron mucho antes
sobre esa actividad política que se llama actualmente «propaganda». Pero
no se puede dejar de reconocer el por qué Maquiavelo y sus obras atraen
una atención especial de los historiadores y teóricos, en especial,
para la explicación de la propaganda burguesa.
En
efecto, ha sido Maquiavelo, precisamente, quien ha dado al objetivo y
las funciones de la propaganda política una interpretación
particularmente afín a la teoría burguesa moderna. Se trata, ante todo,
de la idea de que sólo el Estado y el poder político constituyen un
supremo valor independiente, mientras que el «súbdito» sigue siendo «objeto de manipulaciones».
Pero resulta evidente que, en su línea más gruesa, Maquiavelo no pudo
aplicar ni la ideología ni la ciencia de la psicología, por la simple
razón que éstas en tal periodo aún no habían madurado o bien se
desconocían como tales. Hoy, en cambio, en el pensamiento social de
nuestra época, se presta una atención cada vez mayor a la psicología, la
sociología y la propaganda debido, precisamente, a las posibilidades
que pueden ofrecer estas ciencias en la esfera de la manipulación de
masas.
P. Linebarger apunta muy bien al meollo que se encuentra contenido en este asunto, cuando escribe: «La
propaganda puede ser un arma eficaz de la guerra psicológica,
científica por su espíritu, y convertida en un arte si se formulan
claramente sus premisas, se definen sus misiones, están siempre
preparados sus instrumentos y se controla aunque, sea en parte, sobre la
base de los métodos científicos, la realización de operaciones
propagandísticas» (Psychological Warfare).
También
N. Choukas, en su libro Propaganda Comes of Age, señala que si al
individuo se le bombardea constantemente con ideas propagandísticas, se
aísla tarde o temprano de la realidad. Se destruyen unos tras otros sus
nexos con el mundo real, mientras que el propagandista le proporciona
paulatinamente todos los consejos que satisfacen la curiosidad del
individuo… “De este modo, cualquier iniciativa desaparece y el
horizonte mental del individuo se estabiliza. Todo lo individual se
congela y se hace estático. Y por muy grande que sea el poder del
individuo, éste cae por completo bajo la influencia del propagandista”.
Sin
embargo, el grito de alarma sobre la utilización de la psicología de
masas con efectos funestos lo ha expresado R. Wüst en su libro, La guerre psychologique.
El punto central de este libro es una profunda preocupación por la
humanidad que no ha comprendido aún —y parece aún no comprenderlo — el
horrible peligro que deriva de la posibilidad de éste y otro tipo de
experimentos: «La forma termonuclear de guerra es conocida por todos y
provoca indignación universal.. .El arma psicológica es mucho más
secreta... No ha provocado aún ninguna indignación pública ni apelación a
la conciencia universal.. .Pero, ¿no es terrible un arma que permite a
un Estado moderno mecanizar los espíritus, imponer desde la infancia su
dominación y obligar a cada uno a actuar sin pensar?».
No
se puede considerar arbitraria esta analogía puesto que, en los dos
casos, se trata de una deformación monstruosa del progreso. Las
conquistas de la ciencia y de la razón parecen unirse en el tiempo
actual para volverse contra el propio género humano.
A
su vez, dentro del campo de la comunicación social se utilizan una
serie de estímulos neurotizantes, llegando al punto en que estos
estímulos causan angustias y tensiones que tienden a modificar el grado
de atención del individuo, siendo aprovechados por el propagandista para
transmitir mensajes y valores, muchos de los cuales sólo tienen la
finalidad de incentivar el consumo, de crear necesidades muchas de ellas
prescindibles y superfluas. Y bien sabemos, que cuando las necesidades
se estimulan a un grado extremo y el receptor no tiene los medios para
satisfacerlas, no sólo viene la frustración, sino que muchas veces viene
acompañada por una acción que tiene por finalidad romper el punto de
tensión entre ambos polos.
Por ello, la
estructuración de la propaganda sobre una base científica no se entiende
en nuestros días sólo como la determinación de su lugar en el campo de
la política y la elaboración de su contenido ideológico, sino que su
aplicación comprende a muy variados campos. En tal línea, la propaganda
mide el curso que tendrán los gustos así como también la actividad
empresarial y comercial diaria, entre otros.
Pero
tanto en uno como en otro campo, las concepciones que dominan entre los
especialistas de la teoría y la práctica de la propaganda actual, se
reducen a que la tarea del propagandista consiste en influenciar no sólo
en el intelecto, sino más todavía en las emociones del hombre.
Semejante enfoque significa que el influjo ideológico se suplanta, en
esencia, por el psicológico. De ahí, sin duda, el crecimiento del papel
que desempeñan los psicólogos en la propaganda.
En
este aspecto, una forma peculiar de intervención en el proceso de
percepción por el hombre de la realidad circundante consiste en
distintos procedimientos de distracción respecto de la información capaz
de conducir a la gente a las ideas, opiniones y conclusiones no
deseables desde el punto de vista del propagandista. Se trata, en
esencia, de los intentos organizados de matar el propio interés de la
gente por los problemas reales de la vida social que tienen importancia
vital para ellos.
Sobre esto, es sabido que en la Roma Antigua había sido ya formulado y aplicado la fórmula del «pan y circo»
que facilitaba al pueblo el olvido de sus necesidades más vitales, así
como desviaba su atención sobre los asuntos políticos Tal intención,
lejos de haber decaído ha cobrado un auge en la sociedad moderna actual.
Así, la prensa, la literatura, el cine, la radio y la televisión,
tratan de atraer la atención de las grandes masas trabajadoras hacia el
sexo, el deporte, la vida íntima de nuevos ídolos (estrellas de cine,
futbolistas, cantantes, princesas, etc.), promovidos artificialmente por
la máquina propagandística al proscenio de la vida social. Las
novedades de la música ligera, los nuevos automóviles y distintos
escenarios de placeres se convierten a veces en psicosis de masas
llegando a constituir uno de los rasgos típicos del modo de vida y la
cultura de la vida actual.
En la literatura
sociológica burguesa se intenta presentar todo eso como un engendro
inevitable que actúa sobre la vida social y la cultura. Varios autores
tratan incluso de probar que ésta es una evolución sana, una reacción
defensiva del hombre ante las sobrecargas emocionales propias del modo
de vida existente en la sociedad de masas e industrial.
Pero,
cualquiera sea el juicio, lo cierto es que uno de los rasgos típicos de
la propaganda moderna, es el intento de utilizar la ciencia para
elaborar los métodos y procedimientos más eficientes de influencia
propagandística. Uno de los medios importantes para el cumplimiento de
esta tarea ha sido descubierto en la psicología, con sus búsquedas de
métodos necesarios para ejercer una influencia profundizada en el
hombre, influencia que sea capaz de prescindir de la razón o vencer a la
misma.
Por eso, sería erróneo subestimar el
peligro real que encierra el objetivo de profundizar la debilidad
ideológica que se vive hoy, con el perfeccionamiento de los métodos de
moldeo espiritual de las masas. Hay que tener en consideración que esta
actividad no descansa sólo en premisas teóricas falsas. Tiene por base
también, los cálculos reales de la falta de información, de cultura
insuficiente, de los prejuicios y debilidades humanas y de la sugestión
que todo ello motiva y que trata de utilizar con habilidad científica el
propagandista.
Tiene por base, asimismo, el
análisis y la síntesis de la enorme experiencia secular de engaño de los
hombres acumulados por la burguesía y sus predecesoras: las clases
explotadoras de las épocas pasadas. Tiene por base, en fin, un gran
trabajo de miles y miles de hombres, en muchos casos muy capaces y
hábiles, que se dedican profesionalmente a la propaganda y que tienen
una gran experiencia y una sólida preparación.
De
otra parte, el empobrecimiento del pensamiento sociopolítico de la
burguesía moderna se disfraza a menudo con la introducción de «métodos
científicos» y la acentuación del principio aplicado en la ciencia
social. Por ello, es común ver como la sociología abandona los problemas
básicos de la vida social para dedicarse a la investigación de
problemas que distan mucho de ser las tareas fundamentales de
reestructuración social. En dicho ámbito, ha sido muy característica la
evolución del pensamiento social burgués, Comenzando por una aguda
crítica social y la argumentación de las transformaciones
revolucionarias, han terminado por caer en una defensa cerrada de las
posturas políticas y culturales de un liberalismo a ultranza.
Después
de la victoria de las revoluciones democrático-burguesas, en la
sociología moderna empezó a predominar un peculiar reformismo, la
confección de programas de reformas que pudiesen «perfeccionar» el
régimen existente y conducir al triunfo de dichos ideales. En la
sociología actual se ha difundido ampliamente la apología abierta de la
política reaccionaria, intentando ayudar al Estado capitalista a
gobernar la sociedad. Caracterizando estos cambios el sociólogo
estadounidense W. Mills escribió: «...La sociología ha perdido su
carácter reformador; su tendencia a considerar problemas fragmentarios y
causas aisladas, ha condicionado el viraje conservador hacia su
utilización por las corporaciones, el ejército y el Estado».
Así,
los ideólogos de hoy no sólo tratan de aligerar al régimen capitalista
de las culpas por sus vicios sociales, sino que también, buscan
argumentos para explicar el viraje a la reacción política, adscribiendo
sin limitaciones al sistema imperante. En este terreno, las ideas y
teorías de la burguesía, en vez de ayudar a conocer la realidad y
expresar las tareas acuciantes del desarrollo social, sirven cada vez
más a la defensa y a la argumentación de los regímenes e instituciones
caducos, que impiden el progreso social.
En la
filosofía esto halla su expresión en que, no obstante el carácter
sumamente abigarrado de sus corrientes y escuelas, uno de los lugares
dominantes lo han ocupado, firmemente, distintas variantes del idealismo
y el irracionalismo, desde las más refinadas, que exhiben un ropaje
científico, hasta las religiosas y francamente místicas.
En
un plano semejante, el género novelístico también nos presenta obras
monumentales que apuntan con acierto a los fundamentales problemas que
se encuentra viviendo la sociedad actual. La literatura utópica ha
destacado en este sentido con obras magistrales. Así, por ejemplo, entre
tantas otras, el año 1949, Orwell en su libro “1984” se lanzó a
imaginar con humor irónico y hasta sarcástico lo que 35 años más tarde,
en un mundo totalmente socializado y tecnificado podría ser la ciudad de
Londres y la misma Inglaterra. En un supuesto lugar llamado «Ingsoc»,
sus habitantes han llegado a perder, en cuanto a personas, toda
libertad y toda autonomía encontrándose sus vidas íntegramente ordenadas
al interés del poder.
En la novela, lo que
importa al poder es el control técnico de las conductas individuales. El
mensaje queda explícito Cuando O’Brien, uno de los dominadores, le dice
en forma elocuente al personaje central de la novela, Winston Smith: «A
la vida la dominamos nosotros, Winston, en todos sus aspectos. Se deja
Ud. llevar por la idea de que existe la llamada naturaleza humana, la
cual cree Ud. acabará por reaccionar contra nosotros al ser vulnerada en
sus leyes. Pero, la naturaleza humana la creamos nosotros. El hombre es
un ser infinitamente maleable. Si Ud. cree ser un hombre, Winston,
considérese como el último ejemplar de esa especie. A esa especie la
hemos sucedido nosotros».
Con estas palabras
O’Brien ha llegado al fondo mismo de la cuestión. Es un terrible
aserto, por cierto, si pensamos que ya no se trata de una jactancia de
O’Brien, o de un capricho expresivo de Orwell como autor del personaje
de la novela. Porque,... ¿cuántosWinston Smith existen en nuestra actual época?... Una
pregunta digna de reflexionar en profundidad, sobre todo en nuestros
días cuando nos encontramos en mejores condiciones para comprender más
claramente el significado de esta representación.
En
efecto, transformado anímicamente por las técnicas de manipulación,
Winston Smith, en esencia el postrer sediento de libertad y autonomía,
el último espíritu rebelde de Inglaterra, llega finalmente a doblegarse
y, más que eso, llega a convertirse en un entusiasta y fervoroso
defensor del estado de domesticación y subordinación que le ha impuesto
la sociedad de Ingsoc, contra la cual denodadamente en el tiempo más reciente luchaba.
¿Cuántos personajes similares a Winston Smith existen en nuestro país? Una pregunta interesante que los lectores tendrán que llevarse como tarea para la casa.
Fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/psicologia-sociologia-propaganda-agentes-ideologicos-excelencia
http://www.kaosenlared.net/noticia/psicologia-sociologia-propaganda-agentes-ideologicos-excelencia
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