En efecto, luego del anuncio de
la erogación de un billón de dólares para tales menesteres, los
mercados financieros vivieron absoluta jornada de euforia.
Los
especuladores se dieron a la tarea de impulsar el apetito por las
inversiones de riesgo, lo cual provocó el alza con inusitada fuerza de
las acciones en Wall Street y las restantes plazas bursátiles del
planeta, enverdadera borrachera de las finanzas donde el licor clave no
fue otro que el inicial alivio de las largas tensiones en torno al
posible estallido de la crisis de deuda en varias naciones de la zona
euro.
No obstante, tramposos como siempre,
antes de concluir la jornada los tahúres guardaron las velas y
comenzaron a desaparecer buena parte de las alzas tempranas que
experimentó la moneda común europea, que luego de escalar a más de 1,30
dólares cerró en Nueva York con apenas magras ganancias frente al
billete verde.
Era solo el comienzo, porque en
sucesivas sesiones bursátiles el fantasma de las dudas en torno a la
efectividad del rescate a Grecia comenzó a cobrar amplios espacios.
El
petróleo descendió casi de inmediato junto al conjunto de los llamados
metales industriales, mientras el oro se iba a récord histórico en el
precio debido a su extendido uso como refugio frente a las inseguridades
mercantiles y bursátiles.
La lógica nunca
dejó de estar a la vista. Los comentaristas indican que si bien los
préstamos multimillonarios pueden brindar un momento de tranquilidad en
cuanto a la liquidez de aquellos quienes los reciban, no ponen fin a los
problemas de solvencia de los susodichos beneficiarios.
Mucho
menos cuando los programas de ajuste que debe aplicar Grecia, por
ejemplo, apuntan directamente contra decenas de miles de personas las
cuales perderán sus empleos y los elementales servicios de salud y
educación a cuenta de la demandada por el FMI “sustancial reducción de
gastos públicos” como variante para acumular recursos monetarios con los
cuales asumir los compromisos con los acreedores.
Ciertamente,
la acelerada vuelta a la incredulidad de los mercados es prueba clara
de que el plan de salvamento tiene sus hoyos.
No
puede pasarse por alto que entre los malandrines de los mercados y las
bolsas no abundan los ingenuos, y cuando sacan la mano del saco, es
porque saben que en el bulto, no son precisamente delicias las
arribantes.
El sostén principal de la
embriaguez compradora de las bolsas este lunes fue la aprobación por la
Unión Europea, el fin de semana, de medidas muy esperadas por el mercado
para blindar al euro y a las economías más débiles de esa zona.
Además
del fondo de emergencia por valor de 750 mil millones de euros --no se
hacía algo similar desde la crisis desatada en 2008 tras la quiebra del
banco Lehman Brothers en EE.UU.--, se suman la aprobación por los
respectivos parlamentos de Alemania, Francia y otros países de la ayuda
financiera a Grecia.
También, la aceptación
por el Banco Central Europeo (BCE) de comprar bonos de países de la
eurozona en apuros económicos y otras acciones excepcionales de un grupo
de influyentes bancos centrales del mundo, entre los que se encuentran
el propio BCE y la Reserva Federal de Estados Unidos.
fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/05/crisis-economica-aunque-se-vista-de.html
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