martes, 4 de mayo de 2010

Chile: 'Fileteando' a Chile Las nuevas generaciones actúan con mentalidad de 'fileteadores' y aceptan que Chile sea trozado en mil partes que se venden al mejor postor capitalista.

A ESTAS ALTURAS del desarrollo político y humano de nuestro país ya no cabe duda respecto a que los chilenos hemos cambiado drásticamente nuestro modus vivendi, al grado de contar hoy con una idiosincrasia muy distinta a la que históricamente nos caracterizaba.
Por cierto, la gente que en estos momentos cuenta con edades inferiores a los 40 años poco sabe de las batallas sociales de antaño, de las luchas políticas, laborales y estudiantiles en defensa irrestricta de nuestros principales recursos naturales. Menos aún está enterada esa porción de chilenos de los argumentos y razones que sus compatriotas esgrimieron a la hora de clavar banderas de propiedad social en montes, glaciares, bordes costeros, islas, bosques, lagos, ríos y desiertos.
Estas últimas generaciones recibieron en sus manos un país que era de todos, y lo han ido transformando en un paño de tierra que es propiedad de unos pocos. Como verdaderos expertos en venta de carnes y pescados, ellos siguen fileteando Chile para venderlo por kilos y medios kilos al postor extranjero asociado con los poderosos burgueses criollos de siempre. ¡¡Perdónales, Señor, porque no saben lo que hacen!!
La verdad es que hay situaciones ininteligibles, especialmente en materia política, pues en la calle la opinión mayoritaria apunta a la defensa irrestricta de nuestros recursos naturales, de nuestro medio ambiente y de nuestras etnias originarias…sin embargo, a la hora de sufragar, esa mayoría gira el cuerpo y da la espalda a todo aquello que proclamó en claustros, aulas, calles y oficinas. No existe ninguna correlación entre el discurso y el hecho concreto.
Pareciera que los chilenos gustan del sometimiento absoluto y de la palidez informativa, amén de la desnutrición formativa, que es aún más relevante, pero a la vez son proclives a la verborrea seudo humanista cuando se les llama a expresar opinión ante las cámaras o de cara a sus pares. Sin embargo, ya solos en la cámara secreta previo a la entrega del voto, se inclinan irrefrenablemente por las alternativas que vulnerarán todo lo lenguajeado. Son, usando una opinión breve, personas contradictorias e inefables.
Hablan (los chilenos) de ‘nuestro’ cobre, pero el metal rojo, en un 70%, pertenece a empresas e intereses foráneos. Y como si ello no bastara, la mayoría de los ciudadanos se encoge de hombros, indiferentes, ante la posibilidad de que ese exiguo 30% del cobre realmente ‘chileno’ pase a manos privadas. Rara vez se detienen a pensar –pero pensar en serio- que gracias al escaso porcentaje del cobre nacional en manos del fisco pudimos sobrellevar, sin males mayores, la severa crisis financiera mundial. ¿Qué habría sido de nuestro país de no haber existido esas reservas económicas producidas por el alto precio del metal rojo en el mercado mundial y, obviamente, porque el Estado tenía en su poder al menos el 30% del cobre existente en nuestro territorio?
Hoy pareciera importar poco que ese invaluable recurso metálico sea rapiñado por ávidos devoradores capitalistas bajo el visto bueno del estado; se huele aroma a pusilanimidad parlamentaria en este tema, y hay un fuerte hedor a indiferencia ciudadana al respecto, ya que es difícil utilizar otros conceptos cuando se demuestra que las empresas privadas se llevan el 70% de nuestro cobre pagando un royalty irrisorio que, además, por obra y gracia de un Presidente supuestamente socialista de apellido Lagos, dejó establecida una larga invariabilidad en asuntos de impuestos. En ningún país medianamente civilizado ello ocurriría, salvo en Chile, donde el concepto “civilización” es entendido como “corrupción y coimas”.
Por si usted no lo sabía, incluso el gobierno dictatorial de los militares encabezados por Augusto Pinochet se opuso férreamente a la privatización de CODELCO, lo cual encendió las molestias de neoliberales fundamentalistas como José Piñera y sus secuaces “chicaguianos”. Para las fuerzas armadas chilenas, el recurso ‘cobre’ es propiedad del Estado, y su condición natural es la fiscal, intransablemente fiscal.

No obstante, la voracidad del empresariado transnacional –con el apoyo irrefrenable de Estados Unidos y del FMI- conseguiría en los años 1980-82 poner en el escritorio de la Junta de Gobierno el proyecto sobre ley minera quedaría el ‘vamos’ al actual estado de liquidación del cobrenacional…ello Chile se lo debería ‘agradecer’ al hermano del actual Presidente, a José Piñera Echenique.
Por ello, regalado el cobre a los apetitos insaciables de empresarios apátridas que ni siquiera refinan ese mineral en Chile, y además se llevan también molibdeno, plata y oro, amén de gastar el 50% de los cursos de agua y dejar en aridez indesmentible a valles otrora fértiles y productivos, resultó fácil para los capitales privados nacionales y foráneos, de ahí en más, apoderarse del resto de nuestros recursos con la complacencia del estado, el aplauso del establishment y la indiferencia de la población.
De esa forma, el ‘fileteo’ de este trozo de buena carne que se llama Chile viene en constituir un acto de pragmática anuencia obsecuente por parte de las nuevas generaciones, ocupadas en consumir a destajo y buscar el divertimiento sin fin, incluso bordeando la muerte si de drogas y alcohol se trata.
A tal grado y nivel ha llegado la anomia ciudadana que incluso en los asuntos de contratos laborales, sueldos e imposiciones, se observa la dureza de la mano del capital. Es digno de un estudio sociológico (o al menos de psicología social) estructurar el andamiaje del comportamiento nacional en estas materias, ya que si bien en otras naciones las fuerzas vivas de las mismas se alzan decididas a luchar por el mejoramiento de sus derechos, acá en Chile ni siquiera hay un intento por preservar lo que se tiene, o lo que una vez se tuvo, dejando al libre albedrío del empresario y del gobierno la suerte del devenir de millones de trabajadores.
Y por cierto, ese albedrío empresarial jamás activará un solo músculo para favorecer a la mano de obra que le mueve sus industrias y le genera sus millones.
He llegado a la conclusión que el poder legislativo tendría que  ocuparse en el estudio de una reforma laboral en el más amplio sentido del término, lo que significa que deberían existir dos tipos de contratos para que cada trabajador elija el que más se aviene con su ideología y forma de ver las cosas.
Así, debería haber un formato de contrato legal donde el trabajador dejase estipulado por propia voluntad y decisión el no reclamar jamás por mejoramiento de sueldos, abominar oficial y legalmente de cualquier tipo de negociación (tanto colectiva como individual), el no sindicalizarse, el no protestar si es maltratado en el trabajo y renunciar a cualquier forma de indemnización aceptando el despido a todo evento y sin cortapisas. Este tipo de contrato debería ser firmado por todos aquellos(as) chilenos(as) que manifiestan repulsa por los sindicatos, por las negociaciones colectivas, por las demandas de mejores sueldos y que en cambio, siempre expresan su apoyo irrestricto y sin condiciones a los empresarios que –según ellos- “dan trabajo”.
El resto de los trabajadores –aquellos que son quienes luchan por mejorar sus condiciones- deberían firmar el otro contrato, ese parecido al actual, y seguir dando la riña por estrechar la brecha económica, mejorar la distribución de la riqueza y hacer de Chile un país más justo y solidario.

Creo que legislar respecto de lo dicho en estas líneas se acercará más al país pacífico y de “todas las tendencias” que el establishment siempre ha querido.
Estoy absolutamente seguro que ninguno (pero, ninguno-ninguno) de aquellos chilenos que viven despotricando contra el sindicalismo y contra los trabajadores que luchan por sus intereses, firmaría el primero de los contratos, ya que este tipo de gentuzas es la que gusta aprovecharse del esfuerzo y sacrificio de quienes realmente luchan por construir una sociedad mejor, pero cínicamente usufructúan de la organización y capacidad de quienes, precisamente, ellos odian y traicionan.
Estos últimos son, en esencia y rigor, los que  están ‘fileteando’ a Chile. 
fuente, vìa:
www.kaosenlared.net/noticia/fileteando-a-chile

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