La nieta del gran Rafael Barrett luchó contra las dictaduras de Paraguay, Uruguay y Brasil. Fue asesinada en Recife, el 8 de enero de 1973. El cabo Anselmo, un infiltrado por el régimen militar en las filas revolucionarias, la entregó.
Soledad Barrett y su compañera
Pauline Reichstul vendían ropas en la boutique “Chica Boa”, cuando cinco
hombres ingresaron con violencia y se las llevaron a punta de pistolas.
Fue la última vez que Sonja María Cavalcanti, la dueña de la tienda,
las vio con vida.
Soledad quedó paralizada al reconocer a uno de ellos. “¡Você…! ¿Por qué…?”, reclamó mientras la llevaban a rastras, sin fuerzas para luchar, según relata Sonja María.
“Era él…”, admitió la dueña de la boutique ante la Justicia Brasileña, 24 años después, al reconocer la foto de “Daniel”, (José Antonio dos Santos, “el cabo Anselmo”), quien en ese momento era amante de Soledad y padre del hijo que ella esperaba, embarazada de 4 meses.
Mucho después se sabría que “Daniel” era en realidad un doble agente de la dictadura brasileña, infiltrado en las filas de la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR), el movimiento guerrillero del legendario capitán Carlos Lamarca, del cual la paraguaya Soledad formaba parte.
“El nombre de Soledad reflejaba la
ausencia de nuestro padre, perseguido por sus ideas políticas al igual
que nuestro abuelo”, relató su hermana Nanny Barrett.
Cuando Soledad tenía solo 3 meses, su familia tuvo que huir a la Argentina, donde pasaron cinco años de exilio.
“Volvimos al Paraguay. Soledad, con su
manera de ser tan dulce, despertaba adoración. Tenía una forma de hablar
pausada. Era una criatura hermosa, de cabellos dorados y piel blanca”,
la describe Nanny.
Incapaz de huir de los genes
revolucionarios de su abuelo y su padre, en su adolescencia Soledad
empezó a militar en el grupo de los “gorriones”, vinculados al Frente
Juvenil-Estudiantil de Asunción y al FULNA, destaca Víctor Duré, en un
ensayo sobre la rebelión de los años 50 y 60.
La represión dictatorial obligó
nuevamente a la familia a emigrar, esta vez al Uruguay. “En Montevideo,
dueña de una gracia especial para la danza folclórica y el canto, ella
se convirtió en un símbolo de la juventud paraguaya. No había un acto de
solidaridad en el que no fuera invitada a actuar”, recuerda Nanny.
El primer secuestro, en Uruguay
El 1º de julio de 1962, cuando tenía 17 años de edad, Soledad fue secuestrada por miembros de un comando nazi uruguayo.
Quisieron obligarla a que grite
consignas: “¡Viva Hitler! ¡Abajo Fidel!”, pero ella se negó. Con una
navaja le dibujaron en los muslos una cruz svástica (signo del nazismo) y
la dejaron tirada detrás del zoológico de Villa Dolores.
La joven paraguaya militaba ya
activamente en los grupos revolucionarios y decidió viajar a Cuba, donde
recibió entrenamiento guerrillero. Allí conoció al amor de su vida, el
brasileño José María Ferreira de Araujo, con quien se casó y tuvo a su
hija Naim.
Un trágico final
Eran años de dictadura y terror. También
de lucha revolucionaria… y de amor. Soledad Barrett tenía 25 años de
edad cuando perdió a su esposo, el brasileño José María Ferreira de
Araujo.
Desde Cuba, José María volvió a Brasil
en julio de 1970, para ayudar a consolidar la lucha armada. En setiembre
de 1970 fue capturado y asesinado por los militares. Sin saberlo,
Soledad viajó a buscarlo, con su pequeña hija Naim, en 1971.
Al llegar y enterarse de la muerte de su
marido, la paraguaya decidió incorporarse activamente a la guerrilla
brasileña, en su lucha por derrocar a la dictadura.
La VPR la envió a Recife, junto a otros
combatientes. Allí se reencontró con Anselmo, un antiguo militante amigo
de su esposo, a quien había conocido en Cuba.
El “cabo Anselmo” era un militar que
lideró la “revuelta de los marineros” en 1964, contra el Gobierno de
João Goulart, y se había convertido en héroe para los guerrilleros. Pero
la dictadura lo había captado como doble espía y tenía la misión de
delatar a sus compañeros.
“Para no despertar sospechas, Anselmo
necesitaba acercarse a alguien respetable y con un histórico de
militancia impecable. La víctima ya había sido elegida: Soledad Barrett
Viedma”, relata la periodista brasileña Vanessa Gonçalves.
“El cabo se aproximó de la militante y
pasó a vivir como su compañero. Soledad se embarazó de él, sin
desconfiar de que era apenas un objeto para mantener la fachada de
Antonio”, agrega.
El 8 de enero de 1973 fue la “entrega”.
Junto a Soledad, fueron secuestrados:
Pauline Reichstul, Eudaldo Gómez da Silva, Jarbas Pereira Márquez, José
Manoel da Silva y Evaldo Luiz Ferreira.
Los cadáveres fueron hallados en una
granja, en São Bento, municipio de Abre e Lima, cerca de Recife. La
abogada Mercia Albuquerque inspecionó los cuerpos en la morgue y relata
lo siguiente: “En un barril estaba Soledad Barret Viedma. Estaba desnuda
y había mucha sangre en los muslos, en las piernas, y en el fondo del
barril, donde se encontraba también un feto”.
Sin embargo, su cuerpo nunca fue entregado y en la práctica Soledad sigue siendo considerada una desaparecida.
A pocos días de haber cumplido 28 años
de edad, la revolucionaria nieta del gran Rafael Barret acabó su vida de
manera violenta, traicionada por su propio amante y padre del hijo que
llevaba en sus entrañas.
Reivindicada en Brasil, poco conocida en Paraguay
En el barrio Jardim Adelfiore de São
Paulo, Brasil, en el número 315 de la calle Tarcon, hay una escuela
municipal denominada Soledad Barrett Viedma, donde los alumnos la
recuerdan como “una luchadora paraguaya heroica, que dio su vida por la
libertad”.
También en Santa Cruz, Río de Janeiro,
una calle lleva el nombre de la guerrillera que llegó para unirse a las
filas de la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR), la legendaria
guerrilla del capitán Carlos Lamarca.
En el Paraguay, el nombre de Soledad
Barrett aún es ignorado para la gran mayoría de los habitantes, aunque
su abuelo, Rafael Barrett, sí resulta más conocido.
Quienes saben algo de la historia de
Soledad, la han conocido a través de un poema escrito por el gran poeta
uruguayo Mario Benedetti o el cantautor Daniel Viglietti, quienes
conocieron personalmente a la paraguaya en Montevideo y le han rendido
su homenaje artístico.
Pedido de disculpas por el Estado Brasileño
El pasado 11 de diciembre de 2015,
Soledad Barrett Viedma fue declarada oficialmente amnistiada política,
post-mortem, por la Comisión de Amnistía del Ministerio de Justicia del
Brasil.
“Ese crimen contra Soledad Barrett
Viedma es el caso más elocuente de la guerra sucia de la dictadura en el
Brasil”, escribió el periodista brasileño Urianiano Mota, autor del
libroSoledad en Recife, publicado en 2009.
“Su cuerpo todavía está desaparecido y
hasta hoy no fue expedido su certificado de defunción. Declarada
oficialmente muerta y desaparecida por responsabilidad del Estado
brasileño, Soledad ahora también es una amnistiada brasileña por todas
las persecuciones que sufrió en vida”, declaró el presidente de la
Comisión de Amnistía, Paulo Abrão.
“Su hija, Ñasaindy Barret de Araújo,
recibe formalmente el pedido de disculpas del Estado brasileño”, explicó
el titular de la comisión.
Así la canta el artista uruguayo Daniel Viglietti:
“Otra cosa aprendí junto a Soledad /que la patria no es /un solo lugar.
Cual el libertario abuelo del Paraguay /creciendo buscó su senda y el Uruguay /no olvida la marca de su pisada /cuando busca el Norte /el Norte Brasil /para combatir…”.
El gran poeta Mario Benedetti la retrata así en sus versos:
“Con tu imagen segura /con tu pinta muchacha /pudiste ser modelo /actriz /Miss Paraguay /carátula /almanaque /quién sabe cuántas cosas /pero el abuelo Rafael /el viejo anarco /te tironeaba fuertemente la sangre /y vos sentías callada esos tirones…”.
vìa:
http://kaosenlared.net/hace-43-anos-asesinaron-en-brasil-a-la-paraguaya-soledad-barrett/
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