viernes, 29 de enero de 2016

España: Tres aspectos del capitalismo actual...por Carmelo Suárez




Caída de la tasa de ganancia en una economía mundializada

En el capitalismo la resolución de las crisis económicas requieren, entre otros factores, de un salto cualitativo en el proceso de concentración y centralización del capital, donde se liquidan/absorben las fracciones más débiles del mismo. En el año 2015, a nivel mundial, el importe de las fusiones entre grandes monopolios ha ascendido a la cantidad de cuatro billones de dólares, una cifra que supera en un 38% la cuantía de las fusiones del año anterior.

Una de esas fusiones, entre monopolios farmacéuticos – Pfizer y Allergan-, suma un importe total de 150.000 millones de dólares. El nuevo oligopolio pasará a controlar, de forma absoluta, una altísima cuota del mercado mundial de medicamentos.

La guerra entre gigantes de la economía mundial deja víctimas en el proceso. Así, como ejemplo cercano, la multinacional española Abengoa inicia un preconcurso de acreedores, donde el montante de la deuda declarada llega a los 20.000 millones. Pero nadie debe olvidar a Freddi Mac y Fannie Mae, en el año 2007, con cantidades muy superiores.

Todo ello en un escenario mundial de atonía del comercio, y bajos precios de las materias primas, que llevan al FMI a cerrar el año con declaraciones en el sentido de que el año 2016 no responderá a las expectativas más positivas que se habían avanzado por parte de algunos gurus financieros.

La plusvalía entendida en su dimensión mundial (Marx), no local ni de una empresa concreta, se evidencia cada vez más de una forma incontestable. El ciclo de la reproducción ampliada del capital se desarrolla extendida por toda la geografía del planeta, desde los iniciales pasos en el sector primario hasta su final en una nueva cuantía de capital-dinero. Por tanto, sus crisis son crisis que afectan de forma inmediata a la totalidad del sistema capitalista internacional.

Afirmamos: La formación capitalista, en su fase imperialista, está sometida a una concentración imparable de grandes monopolios transanacionales, que controlan sectores crecientes de la economía mundial, y que llevan al sistema a una alta socialización de la producción en una situación de enorme fragilidad e inestabilidad que provocan sus contradicciones internas.
Mayor explotación, mayor pobreza de la clase obrera

En el caso de que el capitalismo español mantenga sus previsiones más optimistas, a lo largo del año 2016 el PIB del país puede llegar a igualar al PIB que tuvo en el año 2007. Así España, en 2016, volvería a colocarse en la casilla de salida correspondiente a nueve años atrás, lo cual el gobierno presenta como todo un éxito.

Y esta posición la conseguirá, entre otras razones, porque a base de contrarreformas laborales y otras políticas agresivas se han intensificado las condiciones del trabajo para la clase obrera de una forma brutal .

Analizando la evolución de las horas trabajadas en España -en tasa trimestral-, constatamos que en el tercer trimestre de 2007 las horas trabajadas fueron 9.110.297.200, mientras que en el mismo período del año 2015 esas horas bajaron hasta las 7.879.949.000. Con esta tendencia el PIB español alcanzaría el nivel del año 2007 con una reducción de las horas trabajadas que se sitúa en el rango del -14 %. Importantísimo aumento de la productividad para el capital.

La caída de los salarios ha tenido un impacto de enorme importancia en el proceso de acumulación capitalista en España en estos años, y en los mejores resultados económicos de algunas empresas, afectando de forma particularmente intensa a los salarios, más bajos donde su reducción alcanza cifras que rondan el -15%. Hay una amplia parte de la clase obrera que tiene trabajo y no consigue cubrir sus gastos más básicos.

Muy lejos de la utopía reformista, que afirmaba que ahora la clase obrera no tiene que perder solo sus cadenas, sino que es propietaria de una cierta cantidad de bienes que le facilita el sistema capitalista, hoy la clase obrera está más empobrecida por la explotación capitalista. Y esa tendencia seguirá en el futuro de forma inexorable, hasta que esa misma clase obrera desarrolle las capacidades necesarias para revertirla.

Afirmamos: El capitalismo, con su desarrollo, no lleva a una mejora de las condiciones de vida de la clase obrera, sino a su mayor explotación y a su empobrecimiento creciente.
Guerra inter-imperialista

La gigantesca concentración del poder económico se traslada directamente ejercicio del poder político por parte de las clases dominantes.

La dictadura del capital adopta en la superestructura formas coherentes con la actual dimensión de la base económica del capitalismo internacional.

El Estado del capitalismo final deja a la vista las formas más desnudas de la dictadura del capital. Liquida progresivamente los derechos y las libertades, tanto individuales como colectivas. Utiliza “la lucha contra el terrorismo” como coartada para imponer las nuevas formas de su dictadura. El poder judicial se retira en favor de la intervención policial y militar en cualquier esfera. Hollande desarrolla esta línea política en Francia sin ningún titubeo, pero no olvidemos que ayer Zapatero militarizó a los controladores aéreos en España.

Para disfrazar, y legitimar, esta necesaria deriva dictatorial se recurre a favorecer la colaboración de las formaciones oportunistas, que aportan su propia capacidad de engaño para distraer el proceso de lucha de la clase obrera. Syriza en Grecia ya ha demostrado su papel en el escenario de la crisis capitalista de ese país; y en España, antes o después, también se verá con Podemos.

Cuando todo lo demás falla en el terreno de la economía se llega a la guerra entre potencias imperialistas. Hoy sobran ejemplos en todo el planeta, con un saldo masivo en la destrucción de países y la muerte brutal de millones de personas.

Que estas guerras adquieran una dimensión mayor depende del grado de dificultad que tenga el capitalismo, en el próximo futuro, para tratar de remontar la tasa de ganancia. Y, también, de la dimensión de la pugna feroz entre los grandes monopolios por controlar recursos y mercados concretos.

La guerra ya no desaparecerá hasta la misma desaparición del capitalismo, es hoy, más que nunca, parte consustancial al proceso de acumulación de capitales.

Afirmamos: Ni guerras entre pueblos, ni paz entre clases.

Concluyendo este breve análisis sintetizamos los ejes fundamentales de la lucha revolucionaria por la emancipación de la clase obrera: Lucha contra los monopolios y sus políticas, lucha contra la dictadura del capital en la relación capital-trabajo, y lucha contra la guerra imperialista y sus ejércitos. Lineas políticas que se expresan en su antítesis en el programa de la lucha revolucionaria: Socialización de la producción, poder obrero y política de paz entre los pueblos. Dictadura del proletariado.

Carmelo Suárez


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