1.
Los más de 2,500 delegados del Yo soy 132 y de la sociedad civil
reunidos en San Salvador Atenco, Estado de México el sábado y domingo,
acordaron realizar una megamarcha el domingo 22 para exigir a los
órganos electorales que invaliden la elección presidencial pasada por
todo el cochinero que el PRI realizó en la compra de votos. Sería una de
las 50 grandes marchas realizadas en el país sin que se diera los
resultados esperados. Las otras mil que se han realizado en tiempos
recientes han sido sólo marchas al participar en ellas de mil a 50 mil
personas. Las megamarchas han rebasado al medio millón de participantes
o, por lo menos, se han contado a 150 mil. El problema es que a la clase
política le importa un bledo la cantidad e inclusive suele burlarse de
ellas sabiendo que luego de cinco horas se retiran a su casa.
2.
Antes del movimiento de 1968 casi no nos dejaban manifestarnos en las
calles; el Paseo de la Reforma (saliendo de Antropología, La Diana o el
Ángel) fue siempre el lugar de la cita, aunque mucho antes llegaban
cientos de policías vestidos de civil que intimidaban la marcha porque
muchas veces recibieron órdenes de impedirla; y cuando la hacíamos sólo
podíamos llegar hasta el monumento a Benito Juárez porque siempre fue
prohibido –con miles de soldados, caballos, perros y tanquetas
bloqueando- que avanzáramos 10 metros más hacia el Zócalo. Pero después
de aquellos días que terminaron con la masacre asesina en Tlatelolco, ya
ocupar el Zócalo se volvió común y las marchas de protesta se
multiplicaron. Hoy el gobierno y los empresarios ven las marchas sin
temor y sus policías guían la marcha.
3.
Ya no les asusta ninguna marcha y sólo quieren (en esta gran ciudad
donde ellos mandan) que no perjudique el paso de los automóviles en sus
avenidas de lujo. Por eso quieren construir un “marchómetro” lo más
lejano del centro de la ciudad para que todos los descontentos se
encierren en él y den las vueltas que deseen. Es más colocarían los
fotos de Salinas, de Fernández de Cevallos, de Azcárraga, de Calderón y
Peña Nieto, más varios cientos de pelotas, para que calmen su coraje
tirándoles en la cara. Los empresarios han declarado que no están contra
las marchas de protesta, pero que las hagan lejos del centro y por la
madrugada para que no perjudiquen a nadie. Esto es: ya las simples
marchas no les asustan, no les tienen miedo, porque ya no sirven como
formas de presión para obligar al gobierno a resolver los problemas.
4.
¿Por qué la burguesía siempre se queja de las “enormes pérdidas
económicas” por la toma de Reforma en 2006 por la gente de López
Obrador? Porque la burguesía todo lo ve y lo cuenta en forma de dinero. A
la burguesía le vale un carajo que el Paseo de Reforma sea histórico,
bello, artístico o represente cultura; lo único que le interesa es que
los bancos, los hoteles, los restaurantes y todos los negocios
económicos “perdieron dinero”; que la rotunda presencia allí de la
embajada de los EEUU “desprestigiaba a México” frente al mundo. Nunca
dijeron que Felipe Calderón estaba actuando como usurpador de la
Presidencia ni nada parecido. No se bloqueó ningún banco, ningún hotel o
algún negocio, ni tampoco la embajada; pero nunca dejaron los medios de
información de hacer campaña contra López Obrador.
5.
¿Se busca acaso demostrar con las megamarchas la fuerza del
lópezobradorismo que ya está más que probada al llenar varias veces,
hasta el tope el Zócalo y parte de todas las calles que confluyen a él?
Pienso que en adelante esas marchas deben prepararse para bloquear,
además de bancos, hoteles o restaurantes, carreteras, casetas de cobro y
entrada de productos. Con ello la burguesía tendrá que aceptar las
acusaciones y podrá sentarse a negociar. De lo contrario tengan la
seguridad que el IFE, el TRIFE y demás, repetirán el discurso que muy
bien han aprendido: “no fueron suficientes las pruebas, que no se
pudieron demostrarse las acusaciones, que la elección fue limpia, se
recontaron los votos, etcétera”. Si no comenzamos a manifestarnos desde
estos días, lo más seguro es que en septiembre todo se haya enfriado.
6.
López Obrador sigue representando lo más limpio del movimiento
progresista; no es “un mal perdedor” sino de las pocas personas que
poseen una gran dignidad; que al defender los intereses de los oprimidos
lo hace con gran valentía y convicción. Los que quisieran ver a AMLO
reconociendo a Peña son las personas que no tienen ni un poco de
dignidad y están dispuestos a venderse por un plato de lentejas. ¿Cómo
es posible que existan gentes que estén viendo todo el cochinero, que
incluso reconozcan la compra de votos y los negocios financieros, pero
están dispuestos a dormir dentro de la suciedad con el mismo Peña Nieto?
Ya ese comportamiento inmoral es muy preocupante porque demuestra una
vez más que México no está dispuesto a cambiar para bien y que prefiere
seguir viviendo dentro del lodo.
7.
Vivamos nuevamente junto a la desarrollada conciencia de los defenios
que en sus batallas en los últimos 30 años han sido un ejemplo del
despertar ciudadano. En esa maravillosa ciudad se han concentrado los
profesores de la CNTE, los electricistas, los lópezobardoristas, los
zapatistas, los seguidores de Sicilia, los estudiantes de 1968, 86, 99 y
los del 132; los campesinos, obreros, etcétera. Necesitamos ahora
acompañar las protestas para evitar que el PRI y el PAN sigan
imponiéndonos en el país políticas derechistas y proempresariales que
mantienen a la población en el mayor desempleo y en la miseria extrema.
Transformemos nuestras megamarchas en megaocupaciones para enseñarle a
la burguesía gobernante que al pueblo debe respetársele y que no es
solamente una clase social que produce para seguir siendo oprimida.
Pedro Echeverría V.
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