MÉXICO D.F. (apro).- La vergüenza es una palabra que tiene más de 20
sinónimos en el diccionario, pero ninguno de ellos podría definir la
calidad de esta elección que, para los priistas, resultó ejemplar y para
millones de mexicanos y observadores internacionales una de las más
sucias por la cantidad de irregularidades, abusos, anomalías y
ilegalidades cometidas antes, durante y después del proceso electoral.
Cómo podría calificarse de ejemplar cuando hay pruebas de compra y
coacción de votos por parte del PRI, mediante monederos electrónicos
como el de Soriana, repartidos por millones en todo el país, lucrando
con la pobreza de la gente que aceptó este negocio de voluntades a
cambio de su voto.
Cómo podría llamarse íntegro a quien acepta
vender su elección, su voto, por una tarjeta con dinero de origen oscuro
y luego llevarse esa mercancía a su casa por la que cambiaron su
voluntad.
Cómo se puede sostener la presunta modernidad
democrática de un partido que repartió despensas y regala dinero en
monederos electrónicos, para conseguir lo que no puede por
convencimiento.
Cómo se puede consentir la actitud de un
presidente de la República que sale sonriente a declarar triunfador a un
candidato, cuando no ha concluido el proceso electoral.
Cómo se
puede calificar la posición de un presidente de la República que festeja
la derrota de su propio partido sin dejar, en su actitud, la sospecha
de tener un pacto oculto con el PRI.
Cómo se puede calificar a un
instituto electoral que se apresura a declarar vencedor a un candidato
basado en encuestas, cuando aún no terminaba el proceso de recepción de
votos.
Cómo se puede valorar a quienes encabezan ahora a una
instancia como el IFE que costó vidas de luchadores sociales y que es
supuestamente ciudadana, pero que no escucha el reclamo de la gente para
que se limpie una elección que a todas luces esta manchada por la
ilegalidad.
Cómo se puede aceptar que las autoridades electorales
y judiciales sean omisas ante las pruebas claras que se presentaron
desde el inicio del proceso y durante la jornada electoral de
irregularidades cometidas por el PRI, como el uso de millones de pesos
mediante una instancia bancaria Monex, que tiene antecedentes de lavado
de dinero.
Cómo catalogar las declaraciones del magistrado
presidente del Tribunal Electoral, Alejandro Luna Ramos, adelantando un
juicio de que no permitirá que las pruebas de irregularidades puedan
cambiar los resultados del proceso electoral, sin que deje la sospecha
que sus palabras no son las de un juez sino las de un allegado al PRI.
Cómo
se puede admitir un triunfo basado en la compra de votos, de encuestas y
de una campaña millonaria que empezó hace cinco años en Televisa para
hacer de Enrique Peña Nieto un producto que ahora imponen en la silla
presidencial.
Cómo aceptar el papel de algunos medios encabezados
por Televisa que manipularon los hechos, que administraron política y
económicamente la información para denostar a los adversarios de su
cliente o a los que no estaban de acuerdo con su candidato, como los
jóvenes estudiantes que siguen en las calles exigiendo la
democratización de los medios.
Cómo no criticar el trabajo de
algunos articulistas, columnistas y conductores de noticieros como
Carlos Marín, Ciro Gómez Leyva, Ricardo Alemán, Joaquín López Dóriga,
Carlos Loret, entre otros, que se dedicaron a denostar a todos aquellos
que demandaron una elección limpia y justa.
Cómo se puede juzgar
la actitud de empresas encuestadoras que se llenaron los bolsillos al
prestarse para hacer de sus trabajos una estrategia de campaña echándole
la culpa a los medios y partidos, lavándose las manos alegando un
trabajo profesional y científico.
Cómo negar lo evidente, la
imposición de un Presidente con base en una campaña millonaria que
rebasó los topes establecidos por la ley, distorsionada por los medios,
inequitativa y con autoridades en connivencia para legitimar un triunfo
basado en violaciones a las normas legales y democráticas.
Cómo
no hablar de vergüenza ante este cúmulo de acciones, actitudes,
posiciones, actuaciones y decisiones de partidos, medios, autoridades,
ciudadanos y del gobierno federal de aceptar una elección que está lejos
de ser un ejemplo de transparencia legal y democrática.
http://www.proceso.com.mx/?p=313252
Peña y Rivera. Victoria anticipada.
Foto: AP / Christian Palma
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