martes, 10 de julio de 2012

Costa Rica: La crisis del sindicalismo en Costa Rica Por: Roberto Herrera

Por: Roberto Herrera
Colaborador de Amauta

Una respuesta a Luis Paulino Vargas
(Arte: Diego Rivera)
Luis Paulino Vargas (LVP, en adelante), con razón de la más reciente movilización nacional convocada por APSE, UNDECA, CGT y FEUCR, nos presentó su último artículo denominado “La crisis del sindicalismo”. En este texto responderemos a sus principales planteamientos.
El veloz mundo digital y los sindicatos “carreta”
El diagnóstico (no muy novedoso) de LPV es que el sindicalismo está en crisis en Costa Rica y en el mundo ¿Las razones? 1) “La economía y la sociedad han experimentado grandes cambios, frente a los cuales las organizaciones sindicales no han logrado generar respuestas satisfactorias; 2) “los capitales se han transnacionalizado sin que las organizaciones sindicales hayan logrado algo remotamente similar”;  3) “la revolución tecnológica de la informática, la microelectrónica y los nuevos materiales”;  4) “las organizaciones sindicales fueron concebidas en los marcos propios de la institucionalidad democrática de base nacional”; 5) desde el punto de vista cultural, los sindicatos sintetizan “una visión colectivista y masificada de la sociedad: la de las clases sociales como realidades básicamente homogéneas”.
Democracia burguesa y sindicatos obreros
Primero señalaremos problemas de método y enfoque. Vargas señala que la importancia de los sindicatos es que “les corresponde una función importante [en la construcción de] sociedades más justas y democráticas”.
En el lenguaje ideológico de Vargas, “democracia” quiere decir democracia burguesa, parlamentaria y para él, los sindicatos son importantes para el fortalecimiento de la “democracia”, así como es importante para la “democracia” el desarrollo de una “sociedad civil vigorosa”. LPV nos presenta una típica lectura liberal del papel de Estado: uno neutral que tutela y vigila el “bien común” (“los gobiernos deben trabajar para la gente”, nos dice LPV con rostro grave) y asociaciones civiles que demandan al Estado el cumplimiento de demandas particulares. En este modelo de análisis los sindicatos son importantes, pero no más que cualquier asociación de vecinos o que la liga de los derechos de los animales.
Para los marxistas los sindicatos tienen otra importancia y otra calidad a cualquier otra forma de organización popular. Los sindicatos constituyeron la tercera forma de organización de los trabajadores después del antimaquinismo[1] y los organizaciones mutuales[2]; desde su nacimiento fueron duramente perseguidos e ilegalizados por las modernas democracias burguesas (tanto en Francia, como en Inglaterra, ya no se diga en América Latina).
Los sindicatos son las organizaciones naturales de los trabajadores y tienen el objetivo de velar por sus intereses individuales y corporativos. Su objetivo es valorizar la fuerza de trabajo, lograr que la mercancía-trabajo aumente su valor en el mercado; por eso, las demandas de los sindicatos siempre están asociadas al aumento del salario real y social, a la reducción de la jornada y de los ritmos del trabajo, con trabas e impedimentos a los despidos y al “despotismo de fábrica” (multas, castigos, sanciones, etc.).
La clase obrera tiene la peculiaridad social (que LPV no percibe y le parece reduccionista señalar) que inclusive cuando quiere velar por sus intereses más inmediatos y estrechos (su salario digamos) necesita actuar colectivamente; necesariamente debe actuar organizadamente a través de los sindicatos para lograr imponerle al capital una mayor valorización de la mercancía-trabajo. No se conoce ningún caso en que la acción de un individuo haya redundado en mejoras salariales generales.
Esta peculiaridad social de la clase trabajadora hace que estas acciones colectivas originalmente salariales y corporativas, con mucha facilidad salten al plano político, a la demanda de leyes nacionales (jornada de 8 horas, código de trabajo, etc.) y eventualmente a la construcción de partidos políticos obreros (laboristas, comunistas o socialistas) que luchan por la “ciudadanización” de la clase obrera. Si hoy por hoy millones de trabajadores tienen acceso al voto fue por la acción decidida de los sindicatos, no por la gracia de las ideas liberales.
El movimiento obrero y las “acciones globales”
Los sindicatos, a diferencia de las asociaciones de vecinos o la ligas para la defensa animal, realizan con sus acciones masivas un hecho político crucial; ponen en tela de juicio el supuesto fundamental de la ideología burguesa liberal, la suposición que existe un Estado “guardián imparcial de los intereses generales de la “gente” y demandas particulares de la sociedad civil.[3] Las acciones masivas de la clase obrera organizadas por los sindicatos muestran ante los ojos de toda la sociedad y de todos los desposeídos el carácter clasista, patronal del Estado y sus instituciones públicas y privadas (justicia, medios de comunicación, policías, etc.).
Justamente como la acción colectiva de la clase trabajadora organizada en sindicatos devela con mucha facilidad el carácter clasista del Estado burgués, también devela el carácter nacional de la burguesía y su Estado, por eso cuando LPV señala que el movimiento sindical no entiende el problema de transnacionalización y la globalización, no podemos más que señalar el carácter equivocado y sobre todo históricamente ignorante de tal juicio.
El movimiento sindical nació internacionalista y sigue teniendo organizaciones sindicales internacionales (por ejemplo la CSI, la principal central sindical mundial representa a 175 millones de afiliados en 153 países y territorios, y cuenta con 308 organizaciones nacionales).
Vemos pues que la gran divisa del Manifiesto Comunista (¡Proletarios de todos los países, uníos!) era la expresión programática de una acción de hecho, de un movimiento real de las cosas y de la vida misma de los sindicatos en el siglo XIX[4].
Los sindicatos obreros fueron y nacieron internacionalistas porque las burguesías nacionales traían rompehuelgas de otras naciones, quienes atizaban el chovinismo nacional para dividir a la clase obrera.
Pensar y actuar internacionalmente al igual que el movimiento del capital fue de las primeras acciones emprendidas por los sindicatos, o ¿no sabe acaso nuestro intelectual/historiador cómo fue que el 1 de mayo se transformó en el día internacional de los trabajadores? ¿No sabe que fue la Internacional Sindical Roja, impulsada por el bolchevismo, quien organizó las campañas de solidaridad mundial con Sacco y Vanzetti y con Sandino? ¿Acaso desconoce LPV que fueron los sindicatos obreros los organizadores de las grandes campañas de solidaridad con la república española y de donde salieron las brigadas internacionales las cuales combatieron heroicamente al fascismo en España?
-¡Eso era en épocas pasadas! ¡Comunistas trasnochados!- gritara LPV-¡Deme un ejemplo actual!- .Bueno, le dejamos un relato de Mike Davis: en Guerra de clases en Mojave, el autor relata la lucha de los mineros californianos contra la transnacional Rio Tinto y la acción del ILWU y una coalición internacional de sindicatos mineros y marítimos (de Sudáfrica, USA, Turquía, Australia)  por enfrentarlos. (http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/miked1.pdf)
Esta es solo una muestra, pero no es difícil encontrar otras, además de abundantes esfuerzos de acción internacionalista de la clase obrera[5]. A lo que no debemos renunciar es a fortalecerlas,  a hacerlas más frecuentes y  a extenderlas a escala mundial(por ejemplo, es deseable una demostración de este tipo entre trabajadores costarricense y nicaragüenses en relación con el conflicto en Isla Calero; por si los lectores no lo saben, en este caso, LPV se transforma en una firma nacionalista).
Los argumentos de LPV al indicar la poca preparación de los sindicatos para enfrentar la globalización, el hecho de funcionar con base nacional y de no poder enfrentar la revolución tecnológica, no tienen mucho sentido[6].
Las verdaderas razones de la crisis del sindicalismo
Señalaremos pues, cuáles consideramos nosotros son las causas fundamentales de la crisis del sindicalismo en Costa Rica:
1) La política de guerra social contra los sindicatos, que en el caso de América Latina inicio con las dictaduras latinoamericanas, cuya política de seguridad nacional estaba especialmente enfocada contra el sindicalismo clasista de los años 60’s y 70’s. Bajo el neoliberalismo, esta política de guerra no se detuvo; baste con señalar que en el año 2011, la mitad de los asesinatos hechos contra sindicalistas en el mundo ocurrían en América Latina.
En nuestro caso, si en algún lugar el régimen social costarricense merece el nombre de dictadura es en las fábricas, donde los trabajadores no tienen derechos democráticos de ningún tipo (http://ptcostarica.org/inicio/index.php/nacionales/142-la-dictadura-del-sector-privado.html)  y además los patronos han construido una poderosa organización corporativa (el solidarismo) para enfrentar a los sindicatos. http://www.laboralred.net/media_files/download/ArticulohomenajeaMarten.pdf
2) La existencia de una poderosa burocracia sindical enquistada en la gran mayoría de sindicatos; es decir, una capa de dirigentes que pasaron de una diferenciación funcional a una diferenciación social con sus compañeros de trabajo. Para los marxistas, la categoría de burocracia sindical es clave para comprender los problemas del sindicalismo. En este sentido, son burócratas aquellos dirigentes quienes se enriquecieron y dejaron de ser socialmente trabajadores, producto de los privilegios que usufructúan por ser dirigentes sindicales.
Los burócratas sindicales no solo no trabajan, sino que ganan mejor en esta labor en relación con sus antiguos trabajos; ellos usan los recursos del sindicato como propios, reciben dietas del Estado burgués por participar en distintas comisiones y culturalmente se rodean de los asesores y funcionarios del Estado con los que frecuentemente negocian; además, su familias e hijos viven, estudian y se cuidan en lugares socialmente distintos a los frecuentados por los trabajadores de base.
La burocracia sindical es una institución del Estado burgués; son los lugartenientes del capital en las filas del movimiento obrero. Esta burocracia conservadora es un cáncer que carcome al movimiento obrero y es la explicación profunda de su debilitamiento, de la imposibilidad de la libre sindicalización en las fábricas y de la incapacidad de vencer, mediante contratos colectivos de trabajo, la flexibilidad y la precarización laboral.
La fuerza de la burocracia sindical consiste en un equilibrio inestable: mantener una afiliación sindical suficiente para poder mantener su puesto de interlocutor con el gobierno, pero desorganizar a los contingentes más explotados, combativos y militantes de la clase trabajadora, pues si estos sectores entran en la escena serían no solo una amenaza política a su conducción, sino una amenaza social a su nivel de vida, pues los burócratas necesitan de preservar su puesto político y mantener sus privilegios sociales. De este carácter inestable de sus privilegios sociales se deriva la violencia, el matonismo y la falta de democracia tan frecuente en los sindicatos controlados por burócratas.
Finalmente LPV no da en el clavo en la tercera razón del porqué el sindicalismo está en crisis en Costa Rica y el mundo.  Cuando este floreció y conquistó derechos sociales y políticos los cuales conservamos, aunque parcialmente y un poco destartalados, fue producto de su conducción política obrera: de un partido político con estrategia de poder obrero al frente de él.
En Costa Rica, los grandes momentos de luchas sindicales siempre tuvieron al frente una organización política de la clase; la CGT y el partido reformista en los 20’s, la CTRN y el PVP en los 40’s, la CUT, el PVP y el PS en los 80’s. En síntesis, la falta de una conducción política del movimiento obrero es probablemente la principal causa de su debilidad.
¿Qué hacer? El problema estratégico
Hoy por hoy, un sector de la izquierda costarricense, de la que es muy representativo LPV, no le interesa el trabajo político con la clase obrera, ya sea porque le parece que desapareció o porque fue sustituida en importancia por otros sectores sociales (las comunidades, los vecinos, las luchas por los derechos civiles e identitarios, etc.) o porque ubican como objetivo central el ganar elecciones y diputados; para ellos, no se puede ir más allá de la democracia burguesa semi colonial.
Hoy quienes construimos el Partido de los Trabajadores estamos haciendo un esfuerzo modesto pero tenaz y algunos casos efectivo por volver a construir un partido político de la clase trabajadora el cual recupere la mirada estratégica por el socialismo y el poder obrero y logre engarzar, a través de un programa, las reivindicaciones  más sentidas e inmediatas de las masas trabajadoras, con el objetivo estratégico de la toma del poder.
No creemos, como señala LPV, que el movimiento sindical haya sido superado por ninguna otro sector[7]; además de lanzar su crítica, no señala cuál sería esa nueva fuerza social con más capacidad de movilización y de poder efectivo que los trabajadores movilizados y organizando huelgas y bloques. Los gritos histéricos de las cámaras de empresarios contra la huelga de Sintrajap en Limón, parecen señalar todo lo contario de lo apuntado por el autor.
Los resultados mejores o peores de las luchas sindicales en nuestro país dependen hoy por hoy de la reorganización política de la clase trabajadora, de la organización de un partido con la paciencia y la eficacia para volver a trabajar sistemáticamente en el seno de la clase trabajadora, clandestinamente donde sea necesario, abiertamente donde sea posible; un partido el cual emprenda una lucha por tornar las necesidades más sentidas de la clase trabajadora en un proceso de creciente indisciplina e insubordinación social que conteste el poder despótico de los empresarios y rebalse y destruya a la casta burocrática de dirigentes quienes mantienen enchalecada y divida a los trabajadores y el pueblo; para que esta pueda postularse como la conducción política del conjunto de los oprimidos y explotados de nuestro país.

[1] Motines espontáneos de los obreros que destruían las máquinas, a quienes adjudicaban las causas de su explotación
[2] Sociedades de ahorro, socorro y protección mutua previas a la instauración de los seguros modernos.
[3] Señala Marx en La Cuestión Judía “La elevación política del hombre por encima de la religión comparte todos los inconvenientes y todas las ventajas de la elevación política, en general. El Estado como Estado anula, por ejemplo, la propiedad privada, el hombre declara la propiedad privada como abolida de un modo político cuando suprime el censo de fortuna para el derecho de sufragio activo y pasivo, como se ha hecho ya en muchos Estados norteamericanos. Hamilton, interpreta con toda exactitud este hecho, desde el punto de vista político, cuando dice: “La gran masa ha triunfado sobre los propietarios y la riqueza del dinero.” ¿Acaso no se suprime idealmente la propiedad privada, cuando el desposeído se convierte en legislador de los que poseen? El censo de fortuna es la última forma política de reconocimiento de la propiedad privada. (…) Sin embargo, la anulación política de la propiedad privada, no sólo no destruye la propiedad privada, sino que, lejos de ello, la presupone. El Estado anula a su modo las diferencias de nacimiento, de estado social, de cultura y de ocupación al declarar el nacimiento, el estado social, la cultura y la ocupación del hombre como diferencias no políticas, al proclamar a todo miembro del pueblo, sin atender a estas diferencias, como copartícipe por igual de la soberanía popular, al tratar a todos los elementos de la vida real del pueblo desde el punto de vista del Estado. No obstante, el Estado deja que la propiedad privada, la cultura y la ocupación actúen a su modo, es decir, como propiedad privada, como cultura y como ocupación, y hagan valer su naturaleza especial. Muy lejos de acabar con estas diferencias de hecho, el Estado sólo existe sobre estas premisas, sólo se siente como Estado político y sólo hace valer su generalidad en contraposición a estos elementos suyos.”

[4] Mención aparte y motivo de otro artículo sería  desarrollar como el estalinismo durante el siglo XX, logró hacer retroceder esta conciencia obvia y espontáneamente internacionalista del movimiento obrero trocándola por una conciencia de “socialismo nacional”. El socialismo del siglo XXI, impulsado por  Chávez mantiene esta idea de un socialismo nacionalista.
[5] En este artículo por cierto se puede encontrar el esfuerzo que realiza nuestra internacional y nuestro partido por coordinar internacionalmente al sindicalismo alternativo http://www.litci.org/inicio/newspaises/brasil/3153-construir-una-coordinacion-de-lucha-del-sindicalismo-alternativo-internacional

[6] En relación con el impacto de la revolución tecnológica no podríamos señalar que todo lo contrario las industrias de punta señalan la potencia y la fuerza social de la clase trabajadora como tal, pues siguen siendo ellos los encargados de echar a andar las industrias de punta por más” inmateriales” que sean.
[7] Por ejemplo  según el XVII Informe del Estado de la Nación del 2006 al 2010 surgieron 32 nuevos sindicatos y 31 000 nuevos trabajadores se sindicalizaron, llegando a 195 950, la mayoría en el sector publico.

Vìa,fuente:
http://revista-amauta.org/2012/07/la-crisis-del-sindicalismo-en-costa-rica/

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