sábado, 8 de mayo de 2010

Grecia : ¿Qué podemos decir honestamente sobre lo ocurrido el miércoles? x Anónim@. ¿Qué significa, con honestidad, lo ocurrido el miércoles para el movimiento anarquista / antiautoritario?

Occupied London - Traducido para La Haine
¿Qué significa, con honestidad, lo ocurrido el miércoles para el movimiento anarquista/antiautoritario? ¿Cómo nos posicionamos frente a la muerte de estas tres personas, sin importar quién las causó? ¿Dónde nos posicionamos como seres humanos y como activistas en lucha? Nosotros, que no aceptamos que existan los “hechos aislados” (de brutalidad policial o estatal) y que señalamos con el dedo, a diario, la violencia ejercida por el estado y el sistema capitalista. Nosotros, que tenemos el valor de llamar a las cosas por su nombre, nosotros que denunciamos a los que torturan inmigrantes en las comisarías o a los que juegan con nuestras vidas desde oficinas y estudios de televisión. Nosotros, ¿qué vamos a decir ahora?
Podríamos escondernos tras el comunicado del Sindicato de Trabajadores Bancarios (OTOE) o las acusaciones de los empleados dela sucursal bancaria, o podríamos insistir en que los trabajadores muertos habían sido obligados a quedarse en un edificio sin protección contra incendios, incluso encerrados en él. Podríamos insistir en la bolsa de mierda que es Vgenopoulos, el dueño del banco, o en cómo este trágico incidente será usado para desatar una represión sin precedentes. Cualquier que caminase (que se atreviese a pasar) por Exarcheia la noche del miércoles ya sabe a lo que nos referimos. Pero no es aquí donde está el tema.
Para nosotros, el punto crucial debe ser cuál parte de responsabilidad cae en nosotros, en todos nosotros. Todos somos responsables. Sí, tenemos razón al luchar con todas nuestras fuerzas contra las injustas medidas que nos quieren imponer, tenemos razón al dedicar nuestra creatividad y fuerza a buscar un mundo mejor. Pero como seres políticos, somos igualmente responsables de todas y cada una de nuestras elecciones políticas, de los medios que utilizamos y de nuestro silencio cada vez que no admitimos nuestras debilidades y nuestros errores. Nosotros, que no engañamos a la gente para conseguir votos, nosotros, que no tenemos ningún interés en explotar a nadie, tenemos la posibilidad, en estas circunstancias trágicas, de ser honestos con nosotros mismos y los que nos rodean.
Lo que está experimentando el movimiento anarquista griego en este momento es una especie de aletargamiento total. Porque hay un escenario que apremia a una dura autocrítica que va a doler. Más allá del horror de que haya muerto gente que estaba “en nuestro lado”, el lado de los trabajadores -trabajadores bajo condiciones extremadamente difíciles, que posiblemente hubieran marchado junto a nosotros si las cosas hubiesen sido distintas en su trabajo-, más allá de esto, nos enfrentamos también con manifestantes que pusieron en peligro la vida de personas. Incluso si (y esto no es ninguna pregunta) no había intención de matar, esto es un tema primordial que puede llevar a mucha discusión, una discusión sobre los objetivos que nos marcamos y los medios que utilizamos.
El incidente no ocurrió por la noche, en alguna acción de sabotaje. Ocurrió durante la mayor manifestación de la historia griega reciente. Y aquí es donde surgen algunas preguntas dolorosas: en general, en una manifestación de 150-200.000 personas, sin precedentes en los últimos años, ¿realmente es necesario algún tipo de violencia “de mayor nivel”? Cuando ves a miles gritando “quema, quema el parlamento” e insultando a los policías, ¿otro banco quemado realmente tiene algo que ofrecer al movimiento?
Cuando el propio movimiento se vuelve masivo, digamos como en diciembre de 2008, ¿qué puede ofrecer una acción si esta acción excede los límites de lo que la sociedad puede asumir (al menos en un momento dado) o si esta acción pone vidas humanas en peligro?
Cuando estamos en la calle, somos uno con la gente que nos rodea, estamos junto a ellos, a su lado, con ellos –esto es, al final y al cabo, por lo que nos rompemos el culo escribiendo textos y haciendo carteles, y nuestras propias disposiciones son un parámetro más de los muchos que convergen. Ha llegado la hora de hablar francamente sobre la violencia y examinar críticamente una cultura específica de la violencia que se ha desarrollado en los últimos años. Nuestro movimiento no se ha fortalecido por los métodos dinámicos que a veces utiliza sino más bien por su articulación poítica. Diciembre de 2008 no paso a la historia sólo porque miles se levantaron y lanzaron piedras y molotovs, sino principalmente por sus características sociales y políticas, y su rico legado en este sentido. Por supuesto que respondemos a la violencia que ejercen sobre nosotros, pero aún así debemos hablar sobre nuestras elecciones políticas así como sobre los métodos de los que nos hemos apropiado, reconociendo nuestros – y sus- límites.
Cuando hablamos de libertad significa que en cada momento dudamos de lo que ayer tomábamos por seguro. Que nos atrevemos a ir a por todas, evitando la palabrería política y los clichés, que nos atrevemos a mirar a las cosas a los ojos, como son. Está claro que puesto que no consideramos que la violencia sea un fin en sí misma, no deberíamos permitir que la violencia lance ninguna sombra sobre la dimensión política de nuestras acciones. Ni somos asesinos ni santos. Somos parte de un movimiento social, con nuestras debilidades y nuestros errores. Hoy, en vez de sentirnos más fuertes tras una manifestación tan enorme nos sentimos anestesiados, por decir algo. Por sí mismo esto lo dice todo. Debemos convertir esta trágica experiencia en una introspección e inspirarnos los unos a los otros, ya que al final, todos actuamos según nuestra consciencia. Y desarrollar de esta consciencia colectiva es lo que está en juego.
fuente, vìa:
http://www.lahaine.org/index.php?p=45312

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