Talamanca, Costa Rica. El domingo
30 de junio un helicóptero sin identificación y de color negro,
aterrizó en las cercanías de Alto Cuén, comunidad indígena bribri del
cantón de Talamanca, en el Caribe costarricense. Esta aeronave
permaneció en la zona hasta el 4 de julio mientras unos supuestos
misioneros recorrían de forma sospechosa las comunidades indígenas
haciendo mediciones topográficas.
De la aeronave bajaron ocho personas con
atuendos militares, quienes aseguraron ser misioneros evangelistas y se
presentaron en cada casa obsequiando biblias. Los paramilitares se
identificaron con los nombres de Alejandro Cetrulo, Rodolfo Ortíz, Roque
Revilla Candiotti, Isaias Romero Acuña, Travis Reid, Brian Bucek, Nual
Richardson y Josh Hyatt. Posteriormente se supo que eran un peruano, dos
costarricenses, y cinco canadienses.
Según los testimonios de habitantes de
Alto Cuen estas personas, aunque se presentaron como evangelistas, se
comportaban de forma extraña y cargaban equipo de montaña sofisticado:
GPS, cámaras fotográficas, medidores de altitud, armas blancas y de
fuego; así como equipo para hacer mediciones topográficas detectores de
metales y radares. Tal y como lo constatan las fotográficas
suministradas por los pobladores de esta comunidad, los supuestos
evangelistas vestían de uniforme color fatiga y se encontraban armados.
Estos supuestos misioneros al parecer
contaban con entrenamiento militar y fueron capacitados para sobrevivir
en la montaña, señalan los indígenas, quienes reportan también que los
visitantes no tomaban agua del río, sino que la extraían de las plantas
de bambú y además lograron cazar una serpiente terciopelo, la cual
degollaron y comieron su carne. Los lugareños les solicitaron a los
supuestos misioneros realizar oraciones, tarea que no pudieron cumplir,
con lo quedó claro que no eran evangelistas.
Los vecinos alarmados por la situación
se comunicaron con la Fiscalía de Bribri, que procedieron a subir a Alto
Cuen. Dos oficiales de la fuerza pública llegaron al campamento de los
misioneros sin encontrarlos en el lugar. Los funcionarios bajo la orden
del Ministerio Público procedieron a decomisar los pasaportes y algunas
armas, tales como cuchillos y una pistola de balines, dejando a la
comunidad a la merced los paramilitares.
Después de la visita de la fuerza
pública, la comunidad fue amenazada de forma violenta por los supuestos
misioneros, quienes apuntaron a los indígenas con armas y les exigieron
los artículos sustraídos por la policía. Mientras tanto, otro de los
misioneros se mantuvo en el campamento sujetando un arma de grueso
calibre, gritando: “si vuelven los policías les dispararemos”. Según el
testimonio recogido por el Programa Kioscos Ambientales de la
Universidad de Costa Rica, los paramilitares amenazaron con volver a la
comunidad.
La situación anterior se dio en medio de
un contexto regional que tiende hacia la ocupación de la policía de los
espacios públicos, y el control del movimiento de la población por
parte de aparatos estatales y empresas de seguridad privada, los cuales
incrementan la vigilancia al amparo del discurso de la lucha contra el
narcotráfico.
El Caribe costarricense vive hoy un
proceso de criminalización de la protesta social de forma oficial e
implantada por el Estado y los medio de comunicación comerciales,
acompañado por la impunidad que cubre el gatillo fácil contra
ambientalistas y líderes comunitarios. Al mismo tiempo aumenta la
presencia militar de las fuerzas armadas estadounidenses provenientes de
la Cuarta Flota que desembarcan en el Puerto de Limón con supuestas
misiones humanitarias.
Sumado a lo anterior se incrementan las
presiones para la explotación minera y la construcción de
hidroeléctricas dentro del territorio indígena, mientras se concreta el
Plan Mesoamérica a través de la interconectividad con líneas de alta
tensión que cruzan desde Panamá y tiene como destino México.
En solidaridad
El pasado 13 de julio una delegación de
más de quince indígenas del territorio de Talamanca caminaron cinco
horas para llegar a Alto Cuén y solidarizarse con esta comunidad. Dicha
delegación estuvo compuesta por personas de las comunidades de Alto
Uren, Arenal, Meleruk, T’suri y Kachabli. Al llegar el colectivo fue
recibido por la comunidad de Alto Cuén para celebrar una asamblea
informativa, espacio donde conversaron sobre los acontecimientos y
preocupaciones generadas por la intromisión de los supuestos misioneros.
Para los miembros de la delegación solidaria ésta intromisión viola el
derecho a la autonomía indígena y la soberanía territorial.
Existen serias sospechas sobre el
objetivo de la visita de este misterioso helicóptero. Las personas
afectadas temen que se trate de paramilitares relacionados con el
narcotráfico o prospectores pagados por las compañías mineras
canadienses. Al respecto, las distintas comunidades indígenas reclaman
la inacción gubernamental en la investigación y exigen el
esclarecimiento del caso.
http://desinformemonos.org
http://desinformemonos.org/2013/07/haciendose-pasar-por-misioneros-paramilitares-amenazan-a-indigenas-en-talamanca/
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