De manera absolutamente sorpresiva, el candidato triunfador en las primarias de la derecha, Pablo Longueira,
ha decidido bajar su candidatura a la presidencia de la república.
Estamos hablando, qué duda cabe, de uno de los mayores talentos
políticos de su sector. Su ausencia como candidato de la Alianza tiene una serie de implicancias políticas mediatas e inmediatas que es bueno ponderar en todo sus alcances.
Es claro que una derecha acéfala y
sumida en una crisis de liderazgo no es nada bueno para la democracia
chilena. Por de pronto, la ausencia de un líder reconocible en la
derecha chilena modifica el panorama político en su totalidad. No se
trata solamente de una crisis de la UDI y ni siquiera
de un revés en el conglomerado de la Alianza. Estamos ante un
acontecimiento que afecta a la estabilidad democrática toda, en cuanto
es indispensable una presencia de la derecha en los próximos comicios.
Una derecha inestable no es un aporte a la democracia, por el contrario,
su ausencia o falta de competitividad debilita la legitimidad de
nuestra débil democracia.
No es concebible una democracia en el Chile
de hoy donde la “votación histórica” de la derecha no esté,
legítimamente, representada. Se puede disentir del discurso de la
derecha chilena, pero ello no debe ser impedimento para advertir que la
carencia de un liderazgo nítido en dicho sector no favorece, en
absoluto, a la democracia chilena. De hecho, una derecha sin un
liderazgo reconocible y políticamente responsable, abre la puerta a
cualquier tipo de aventuras y actos irresponsables.
En el Chile post dictatorial, una
derecha políticamente comprometida con el proceso democrático es la
mejor garantía para emprender las reformas indispensables en el futuro
inmediato. En este sentido, ante la declinación de la candidatura
Longueira, los sectores democráticos esperan que los partidos políticos
de la derecha chilena asuman su responsabilidad histórica de nominar un
candidato a la presidencia a la brevedad. Lo que está en juego es, ni
más ni menos, la estabilidad y la legitimidad del proceso democrático en
que estamos sumidos todos los chilenos.
El triunfo previsible de la ex mandataria Michelle Bachelet
solo será tal frente a un antagonista que represente a los votantes de
derecha. El juego democrático supone y exige la expresión de todos los
sectores ciudadanos del país. Por todo ello, la renuncia de Pablo
Longueira a su candidatura a la presidencia es de lamentar, sobre todo,
al considerar el mecanismo democrático de las primarias que había
legitimado su liderazgo. Insistamos, se puede discrepar profundamente
del discurso derechista, sin embargo, en la hora actual, la única manera
de legitimar y profundizar la democracia y las anheladas reformas es
“con” una derecha dispuesta a jugar el juego.
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. Elap. Universidad Arcis
Vía:
http://www.elciudadano.cl/2013/07/19/73916/sin-pablo-longueira/
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