En las áreas del centro de gravedad
mundial del capitalismo, que es Nueva York-Wall Street, y las
periferias, dependientemente semicapitalistas, estallan las revueltas
sociales contra el neoliberalismo económico o capitalismo salvaje.
Son los movimientos de los Indignadoscontra el desempleo masivo y
los bajísimos salarios; las jubilaciones diferidas; la creciente
privatización de los servicios de salud; el alza despiadada de las
medicinas; los subsidios empleados para el pago de quiebras bancarias y
desastres financieros de los gobiernos administrativamente ineficientes y
funcionarios ladrones que, sin hartarse de la corrupción, han dado al
traste con los servicios de los órganos del Estado que no cumplen con
sus obligaciones mínimas (y donde la inseguridad se combate con Estados
fallidos que están cayendo en estados de excepción o en vías de golpes
de Estado de corte militar… ¿México en vísperas?).
Ante ese panorama, las sociedades civiles protestan con huelgas
generales, rebeliones estudiantiles, repudios (Grecia, Chile, Estados
Unidos, Italia, España, Irlanda, Inglaterra, los países árabes, Israel,
Bolivia, etcétera) y enfrentamientos directos contra sus gobernantes,
responsables de las crisis estancadas y depredadoras (México, Guatemala,
Haití, Japón, etcétera).
Esas rebeliones han penetrado el corazón estadunidense, al poner en
ebullición social a sus ciudadanos, con miras a extenderse más porque,
por enésima ocasión, los trabajadores de todas las actividades padecen estrangulamientos económicos, mientras que con sus impuestos y pago de servicios públicos y privados, se inyecta liquidez a los voraces banqueros.
También se subsidia la pavorosa corrupción gubernamental y bancaria
en todos los Estados, mientras sus malos gobiernos están en quiebra o
mantienen reservas multimillonarias (Felipe Calderón tiene, como si
fueran suyos, más de 200 mil millones de dólares en la banca extranjera,
en tanto no hay gasto social ni inversión para estimular el crecimiento
económico). Arrastrados por Washington, vamos a una recesión y por ende
a más desempleo, reducción de salarios por inflación y que el pueblo
quede asido en más pobreza que va del hambre a la miseria y el
empobrecimiento general.
Se frotan las manos los calderonistas y el Partido Acción
Nacional con sus aliados del conservadurismo clerical y su iglesia
vaticana con “limpias” y padrenuestros en la evangélica Casa sobre la
Roca, porque los mexicanos están al margen de las protestas masivas.
Calderón es igual de homicida que Gustavo Díaz Ordaz, cuando en
vísperas de 1968, éste a todo pulmón gritaba que México “era una isla”,
mientras en Francia y después en California, los estudiantes (como ahora
en Chile que defienden la educación laica y gratuita) escenificaban los
gloriosos movimientos de protesta… Y que estalla nuestro 1968,
reprimido a sangre y fuego por soldados del general y regente del Distrito Federal, Alfonso Corona del Rosal, para preparar el golpe de Estado.
Hoy sólo hay síntomas y hechos aislados, pero se gesta (“se escucha
el ronco son de la Revolución” decía, en París de 1848, Víctor Hugo) el
gran levantamiento de los encabronados contra las elites
panistas, los multimillonarios, el duopolio Televisa-Tv Azteca, los
bancos de propios y extraños en la globalización del capitalismo salvaje
financiero.
¿Para cuándo…? Para cuando la sociedad llegue a su límite y de la
abnegación, sometimiento y resistencia hagan “necesario el heroísmo, la
guerra civil y las batallas de los pueblos” contra “los engreídos ladridos de triunfo” de los calderonistas, y como nación de minorías dispuestas a reventar la burbuja de la cuestionada “paz social” por los embates de la “guerra” calderonista (“guerra” contra el narco), dispongan del “aventurero que ha podido abusar de ella”.
El napoleoncito panista, con la definición de “chaparrito,
calvo y con lentes”, al carecer de atributos políticos, busca salir de
su sexenio sin rebeliones sociales, pero éstas están ya derribando la
puerta de la Casa sobre la Roca de Los Pinos.
Calderón ya creó a los encabronados, cuyo filo no vemos
desde 1968, y sólo hechos aislados de protesta y guerrillas, que del
díazordacismo al zedillismo aplastaron a sangre y fuego. Pero, ahora el foxismo y Calderón están sentados sobre un volcán social, y las minorías en actos aislados son la vanguardia de la rebelión de los encabronados.
“Tan pronto como una de las capas sociales experimenta cierta
efervescencia revolucionaria, el proletariado se alía a ella”, para el
levantamiento contra la pobreza y miseria que invade a no menos de 100
millones de mexicanos.
Si por todos los países se expanden las manifestaciones de protesta
contra los gobiernos antidemocráticos, cómplices de multimillonarios y
desfalcos bancarios, entonces por los hechos aislados y síntomas
sociales del descontento social en México, no cabe duda que de un
momento a otro (“en la historia siempre hay elementos de sorpresa”), han
de estallar contra los actos de autoridad del calderonismo, los 32
gobernadores y el jefe del Gobierno del Distrito Federal.
Serán las protestas de los encabronados por la penuria de 50
millones, el alza de productos alimenticios y el creciente desempleo;
por los jóvenes rechazados por falta de cupo en los centros escolares y
la multiplicación de los delincuentes que tienen en grave riesgo la
soberanía de México, pues los estadunidenses vociferan sobre la
necesidad de intervenir militarmente, ya que el gobierno federal no ha
sabido someter a la legalidad a los narcotraficantes.
La seguridad nacional está al borde de una “guerra de todos contra todos”. Así que no hay más salida a los problemas que los encabronados
ganen las calles para obligar a los gobernantes del federalismo a
cumplir con sus obligaciones o renunciar para elegir a quienes estén
dispuestos a solucionarlas… ¡encabronados de México, uníos!
*Periodista
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