miércoles, 3 de marzo de 2010

El terremoto en Chile La odisea de una noche de vigilia

Al corresponsal de LA NACION en Chile le tocó vivir en carne propia, en Santiago, el temor de la población por la ola de delincuencia que siguió al sismo. Aquí, su testimonio.

FOTO

La odisea de una noche de vigiliaAl igual que en Santiago, en Concepción se organizan vigilias Foto: Reuters

Carlos Vergara
Corresponsal en Chile

SANTIAGO, Chile.- Desesperados golpes en la puerta de mi casa me hacen bajar el volumen de la televisión e ir a echar un vistazo. Un vecino, al que conozco de vista pero del cual jamás supe su nombre, me mira con cara de pánico. "Hay un rumor de que viene una turba de pobladores de una población cercana, armada con palos y marchando por la calle principal, a saquearnos. Nos vamos a juntar todos en la plaza ahora", me dice, sin tragar saliva.
Silencio. Mi mujer me mira con cara de angustia. Mi hija está desde hace 48 horas en la casa de mis padres, en la otra punta de Santiago, donde nunca se interrumpió la energía eléctrica ni el servicio telefónico.
Vivo en la comuna de Huechuraba, al norte de la capital, un verdadero crisol de clases sociales. Producto de la escasez de terrenos en los barrios tradicionales, a las constructoras se les ocurrió levantar casas para la clase media, provistas de parques y de condominios cerrados, en lo que antes eran canteras y sectores agrícolas. Al Este, y del otro lado de un cerro, está la población La Pincoya -emblemático foco de la resistencia a la dictadura de Pinochet-, y hacia el Sur, del otro lado de la ruta, se ubican Conchalí y la población La Palmilla, los barrios bravos de los cuales salió Gary Medel, el volante chileno de Boca Juniors.
Pese a que me han citado a innumerables reuniones de vecinos, es la primera asamblea a la que voy desde que vivo acá.
Vuelvo a escuchar el relato de la horda de desalmados que -cual turcos otomanos- vienen supuestamente a arrasar con todo. Otro vecino, que acaba de llegar en auto desde la calle, cuenta que recorrió todo el trayecto de entrada y no vio absolutamente nada: sólo silencio y oscuridad.
Los ánimos se exaltan. "Mira, si a ti no te importa, allá tú. Pero yo no voy a dejar que me roben mi casa", responde otro, y comienza a llamar a Carabineros desde su teléfono celular. El diálogo es de antología: "¿Cómo que es sólo un rumor? ¡Ustedes serán responsables si nos pasa algo!". Luego corta y nos explica algo que ya todos sabíamos. "Dicen que no van a venir, que no pueden destinar personal a cuentos de viejas."
Nuevo silencio. Alguien asegura haber escuchado algo. ¿Será la turba? Otro responde un teléfono y anuncia que están asaltando un colegio cercano. Un tercero sugiere cruzar los autos en la entrada del condominio para obstaculizar el paso.
El temor crece. Todo huele a pánico mezclado con algo de clasismo.
fuente, vìa:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1239259

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

free counters

Datos personales

Mi foto
Malas noticias en los periòdicos, asesinatos, enfermedad, pobreza, dolor, injusticias, discriminaciòn, guerras, lo grave es que nos parece normal.

Ecologia2