Buenos Aires, Argentina.
Pacientes y personal del Hospital Borda, hogar de enfermos
neurosiquiátricos abandonados por la sociedad y donde transmite la
simbólica radio La Colifata, fueron violentamente atacados por la Policía Metropolitana para imponer la construcción de un centro cívico en sus terrenos.
El gobierno de la ciudad no escuchó los
argumentos del personal del nosocomio, abandonado presupuestalmente por
las administraciones de la capital argentina. En vez de eso, se empleó
una fuerza represiva que obligó a que varios policías fueran apartados
de sus funciones.
Estos hechos instalan finalmente a una
fuerza policial, la Policía Metropolitana, en el centro de las miradas.
Esto suma al “prontuario” (por usar una jerga judicial) de dicha fuerza
acciones de represión como las ya demostradas en operativos anteriores,
como el desalojo del Parque Indoamericano en diciembre de 2010 o el de
la Sala Alberdi del Centro Cultural San Martín, en marzo de 2013.
La Policía Metropolitana fue creada
en el marco de la ley 2.894 de Seguridad Pública en 2008. Dentro de su
misión y acciones está desarrollar acciones de prevención, protección y
seguridad de las personas y sus bienes; ser auxiliar de la justicia en
el ámbito de la Ciudad; mantener una política de proximidad hacia el
vecino sumando sus opiniones y aportes, y consolidar una fuerza de
seguridad de altos estándares profesionales, que actúe de manera
eficiente en la defensa de los intereses de todos los ciudadanos y que
logre que el vecino se identifique y se sienta protegido. Los efectivos
deben demostrar compromiso con la tarea de brindar seguridad, estar
bien remunerados, contar con capacitación permanente y beneficios
sociales de excelencia.1
El Hospital Borda, psiquiátrico
creado en 1865, tiene como objetivo principal “la asistencia del enfermo
mental, el brillo de su espíritu, constituido por el esfuerzo de todos
los individuos que han contribuido a darle la personalidad de la que
hoy goza”, señala en su página2
El hospital Borda es una institución
municipal (de la antes denominada Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires, actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires), con todo lo que una
gestión municipal implica. En su predio se encuentran distintos
edificios que en los últimos años han padecido, junto con los
trabajadores, pacientes y talleristas de diferentes disciplinas,
distintos recortes presupuestarios que precarizan el servicio. El
gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires planea construir en el
predio un Centro Cívico, es decir, un espacio en el que funcionarían
diferentes dependencias municipales, descentralizándolas así del
microcentro porteño.
Desde un primer momento, la comunidad
del hospital se negó rotundamente al avance de este proyecto. El
hospital es una institución con objetivos y necesidades determinadas,
señalan, y de ninguna forma puede convivir con los negocios
inmobiliarios que promueve en distintas zonas de la capital el gobierno
de Mauricio Macri. Pero esta postura no fue escuchada.
Hay muchos antecedentes de esta
situación: vaciamiento de inversión en los edificios históricos de la
Ciudad y del Borda, específicamente; además, personal y pacientes
descuidados y maltratados en varias situaciones (no olvidemos que es un
hospital municipal y que existe una población estable en la institución,
sistemáticamente marginada por la sociedad y que vive en este predio
desde hace años). La empresa constructora contratada por el gobierno
comenzó las tareas, con lo que se ignoraron los reclamos de ciudadanos,
internos, vecinos, y trabajadores (al igual que se ignoran los pedidos
de inversión en educación y obras públicas, entre otras áreas).
Un testigo relata a Tiempo Argentino lo ocurrido el 26 de abril de 2013: “Alrededor
de las cinco y media de la mañana, el predio estaba vacío. Un grupo de
médicos y pacientes se aproximó al lugar. La Metropolitana conformó un
cordón de seguridad ante la llegada de medios de comunicación. Un
reportero de la agencia Télam (Agencia Nacional de Noticias) que logró
ingresar por detrás del cordón para registrar lo que allí sucedía fue el
primero en ser reprimido y echado del lugar. Frente al cordón la
resistencia fue mayor y comenzaron los forcejeos, que rompieron la
primera barrera de contención. La orden que emanó entonces de Giménez
(de las fuerzas de seguridad) y de su segundo, Ricardo Pedace
–registrada en las modulaciones– fue: ‘Dispersen’. El problema fue que
esa directiva no se modificó durante toda la jornada. No hubo
contraorden pese a la represión y a las detenciones contra médicos,
pacientes, enfermeras, periodistas y hasta legisladores. El protocolo
que se aplicó –el cual Montenegro (ministro de seguridad porteño) afirmó
que se cumplió a rajatabla– fue el de la dispersión de manifestantes,
no el de contención. Sin embargo, nunca se movilizó el camión hidrante,
que la misma policía aplicó en el desalojo de la Sala Alberdi”.
El diario señala que la cúpula de la
fuerza sugirió a Montenegro que el operativo no se llevara a cabo esa
semana, ya que esperaban resistencia por parte de sectores que desde
hace tiempo se oponen a la construcción del Centro Cívico en terrenos
del neuropsiquiátrico. Tiempo Argentino señala que las máximas
jerarquías de la fuerza comandaron el operativo directamente desde el
lugar: Giménez, Pedace y el superintendente de Investigaciones, Carlos
Kevorkian, y que todo empezó con una resistencia mínima que terminó
siendo una locura.
También se señala que, por la violencia
empleada, varios policías serán apartados de sus labores, entre ellos
“la mujer policía que aparece desbocada, el que rompe la formación y
comienza a tirar a mansalva, y el ex Federal que aparece, a cara
descubierta, amenazando a periodistas con que los va a ir a busca”,
ejemplifica el diario.
El relato periodístico señala algunas de
las irregularidades en el operativo: la detención de periodistas en
medio de los choques, que las balas de goma no se dispararon contra las
piernas en corta distancia, que las cámaras de exteriores dispuestas por
la propia policía para filmar el operativo llegaron mucho después de
que se desencadenara el grueso de los hechos, y que tampoco se dio
participación inmediata a la fiscalía de turno, procedimiento habitual
para este tipo de hechos.3
Se suma el testimonio de Cristian, paciente del hospital e integrante de la radio del nosocomio, La Colifata4, quien aseguró: “Esto
fue un desastre, es muy pesado para nosotros, hay gente que hoy no
quiere levantarse de la cama. Muchos están desganados, sin voluntad, con
miedo por lo que pasó y por lo que pueda pasar”. Añadió: “Lo que pasó
ayer fue una brutalidad contra nuestros derechos humanos”.5
Cristian relató que el viernes estaba en el hospital, y cuando fue a almorzar escuchó los tiros. “No entendía nada, yo estoy internado, estresado”, acusó, mientras encendía su cigarrillo. “Un grupo del Frente de Artistas del Borda realizaba un taller de mimo con pacientes, en el mismo lugar en que se desató la represión de la Metropolitana”.
Cristian relató que el viernes estaba en el hospital, y cuando fue a almorzar escuchó los tiros. “No entendía nada, yo estoy internado, estresado”, acusó, mientras encendía su cigarrillo. “Un grupo del Frente de Artistas del Borda realizaba un taller de mimo con pacientes, en el mismo lugar en que se desató la represión de la Metropolitana”.
La Colifata es un símbolo de
resistencia y de demostración de que otro mundo es posible, de que otra
realidad puede existir para los internos y ex internos de un hospital
neuropsiquiátrico. Esta experiencia es considerada por muchas personas
un faro para otras experiencias en el mundo entero. Desde allí se
escuchan palabras iluminadoras y de constante cuestionamiento como que
“lo normal no existe” o “generar puentes donde hay muros”.
La Colifata se vio involucrada
en estos hechos de violencia porque es parte del hospital, que para
muchos internos es su casa. La radio sigue como expresión artística,
como medio de comunicación, buscando ayuda para varias actividades que
tiene que realizar y siempre en pie, transmitiendo.
Un primer paso para ayudar y para
entender este universo es visitar su página y desde allí acompañar los
sucesos del Hospital Borda, donde funciona desde hace más de diez años y
por qué no, en este primer paso acompañarnos y acompañarlos en el
repudio hacia una fuerza de seguridad –como lo es la Policía- que en
cualquier lugar del mundo tiene una misión muy clara y precisa,
especialmente en democracia: la de defender los intereses de todos los
ciudadanos.
http://desinformemonos.org
http://desinformemonos.org/2013/05/la-colifata-bajo-violencia-policiaca/
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