Boletín de Prensa
Incide Social
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Nuevamente estamos ante la presencia de una contienda campal entre los
gigantes de las telecomunicaciones TELMEX y TELEVISA/AZTECA con
intervención de organismos del Estado, que supuestamente deberían
regular ese mercado, la COFECO y la COFETEL.
Por su parte, el IFE sigue recibiendo el acoso de TELEVISA/AZTECA con
el propósito de ir desdibujando el modelo de relación con los medios de
comunicación derivado de la Reforma Electoral del 2007, cuyo resultado
fue la pérdida para las televisoras de un negocio millonario por las
campañas políticas de los partidos.
Otro frente de batalla se encuentra en el tema de los llamados
“productos milagro” en cuya publicidad se gastan también excesivas
cantidades de dinero por lo que son realmente los medios de comunicación
los más interesados en que la COFEPRIS, otro órgano regulador del
Estado, no intervenga en poner orden en ese mercado.
En este contexto, son muy pocos los servidores públicos que se atreven a
enfrentar al avasallante poder de los monopolios de las
telecomunicaciones y son mucho más los que aceptan el canto de la sirena
y se rinden a estos poderes fácticos que crecientemente dictan las
políticas del cada vez más famélico Estado Mexicano. Muchos de ellos lo hacen por ideología al ser firmes creyentes del mercado, de la inversión privada, de la desregulación y de ver al Estado sólo como promotor y protector de negocios; otros por cinismo puro y no pocos, por corrupción.
políticas del cada vez más famélico Estado Mexicano. Muchos de ellos lo hacen por ideología al ser firmes creyentes del mercado, de la inversión privada, de la desregulación y de ver al Estado sólo como promotor y protector de negocios; otros por cinismo puro y no pocos, por corrupción.
En alguna época las relaciones de subordinación entre medios y clase
política eran favorables a ésta última, pues controlaban a los medios de
comunicación, mediante el otorgamiento o cancelación de concesiones y
publicidad, o eran directamente los dueños y socios de los medios.
El poder alcanzado por las televisoras en la actualidad, determina que
no haya un solo político mexicano, ni siquiera el Presidente de la
República, que se atreva a tocarlas con el pétalo de una rosa o incluso,
a tomar algunas decisiones de Estado sin consultarlas.
Frente a este déficit de Estado y subordinación de la clase política,
los ciudadanos estamos cada vez más indefensos ante los dueños de las
telecomunicaciones en el país. Nuestros derechos a la participación
política, a la información y a la libertad de expresión se encuentran
sistemáticamente conculcados y violentados, ante un Estado omiso en el
cumplimiento de sus obligaciones.
Pero no son sólo los derechos mencionados los que son violados también se vulneran otros como:
a) El derecho a un nivel de vida adecuado en razón de las elevadas
tarifas que tenemos que pagar por los servicios de telecomunicaciones,
comparativamente con las que se pagan en otros países;
b) El derecho a “tomar parte libremente en la vida cultural de la
comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico
y en los beneficios que de él resulten” en razón, por una parte, de la
imposición de modelos culturales, de producciones extranjeras y de
estereotipos de artistas de acuerdo a los criterios de los dueños de los
medios, y por otra, debido al deficiente y lento acceso que padecemos
en materia de innovaciones tecnológicas en telecomunicaciones.
c) También se violan nuestros derechos a la salud y a la alimentación
mediante la publicidad engañosa sobre las cualidades y beneficios de
determinados productos o servicios como es la mencionada promoción de
productos “milagro”.
d) Varios otros derechos también son conculcados sistemáticamente por
los medios de comunicación como el de no discriminación, el de igualdad
de género, el derecho de réplica, incluso el derecho a la educación al
privilegiarse contenidos de entretenimiento, muchos de ellos
absolutamente deplorables, por sobre los educativos.
Los medios de comunicación, en especial la televisión, son clave en la
organización de la vida social. En la actualidad, es imposible hablar de
ciudadanía sin tomar en cuenta a los medios como sostiene Norma Pareja
Sánchez.
Lamentablemente en México, la relación entre medios y ciudadanía es una
relación subordinada, en donde los ciudadanos carecemos de mecanismos
para interpelar a los primeros o en su caso, de medios públicos
verdaderamente autónomos donde se ensanchen las posibilidades de
participación ciudadana, de acceso y difusión de información y de
comunicación en la diversidad.
Clara Jusidman
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Información difundida por el Área de Comunicación y Visibilidad de Cencos
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