Un diccionario anarquista
a Juan Manuel Roca y Luis Hernández Navarro
En
1929, Walter Benjamin escribió un ensayo que a Paul Auster le parece
profético. El objetivo principal del trabajo crítico era el de analizar
la idea de la libertad implícita en la moral surrealista. Dice
Benjamin: “Desde Bakunin, Europa ha carecido de un concepto radical de
la libertad. Los surrealistas tienen uno. Son los primeros en destruir
el ideal liberal-moral-humanista de la libertad, porque están
convencidos de que la libertad, que en este mundo sólo puede comprarse
con los más duros sacrificios, debe ser disfrutada sin restricciones,
en toda su plenitud, sin ningún tipo de cálculo programático, todo el
tiempo que dure.” La frase de Benjamin me trajo la imagen del Bakunin
descrito por Valle Inclán en una de las novelas de su Ruedo ibérico,
mientras gritaba su caudalosa defensa de la libertad humana en el
refectorio de un barco anclado frente a la milagrosa visión de Cádiz.
Muchos años después de leer la novela de don Ramón María del Valle
Inclán, marqués de Bradomin, autor de las Divinas palabras (y, según su esposa “de otras menos divinas”) y del mejor teatro que se escribió en lengua castellana a principios del siglo XX,
recordé al personaje pintado por Antonio Gala: una loca alegre y
desasosegada que recorría las calles de la tacita de plata (leáse
Cadíz), regalando flores y cantando sin descanso la copla que le salía
del alma: “Allá en La Habana/ tengo un amor/ es almirante y embajador/
y como me quiere tanto/ cada mañana desde La Habana/ me manda un barco
con una flor.” Esa desolada y amorosa loca y la figura de oso
siberiano de un Bakunin defensor de la libertad, me llevaron a la
lectura del Diccionario anarquista de emergencia, escrito por
mi querido amigo, el poeta colombiano Juan Manuel Roca y por Iván Darío
Álvarez. Abrí al azar el diccionario y me detuve en la definición de
millonarios: “Se denomina así a unas gentes tan pobres que lo único que
tienen es dinero.” Leopardi les entregó una idea sobre la moda: “Es la
madre de la muerte”, y el indispensable Voltaire define así al
monstruo: “Todo el que persigue a un hombre porque no es de su opinión,
es un monstruo.” En una línea parecida, el gran pedagogo A. S.
Neil, afirma: “Cada opinión impuesta a un niño es un pecado en contra
de él.” El revisitado con urgencia Carlos Marx dice de la palabra capital:
“El capital es trabajo muerto que sólo se reanima vampirescamente
chupando trabajo vivo.” Roca y Álvarez muestran su preocupación por los
jóvenes de nuestro tiempo en la entrada sobre el cinismo: “Es en alto
grado repugnante ver cómo una buena parte de la juventud, cansina y
aturdida, se muestra desinteresada en la vida política y cultural del
país. Esa pasividad supina no podríamos llamarla de manera distinta que
cinismo.” Dos pensadores geniales, Ambrose Bierce y Borges, hablan
sobre la noción del conservadurismo: Bierce piensa que un conservador
es “un político enamorado de los males existentes, diferente del
político liberal que desea reemplazarlos por males nuevos”. Borges
confiesa: “Yo era conservador pero hoy no queda nada que conservar.”El urgente diccionario (pienso que a Luis Hernández Navarro le va a entusiasmar) contiene biografías de seres ligados al ideal anarquista-pacifista, como Thoreau, Read, Iván Illich, Bakunin, Joe Hill, Julio Verne (Nemo es un anarquista), Rexroth, Tolstoi (el “cristiano libertario”), Kropotkin ; los Flores Magón, Chomsky, Wilde, Zapata, Proudhon, Sender, Radowitzky, Simone Weil, Onetti... Todos ellos aportaron ideas y temas para el diccionario de Roca y Álvarez. En estos momentos de indignación y de perplejidad, con la violencia, la miseria y el miedo que constituyen nuestro amargo padecer cotidiano, sólo nos queda gritar la palabra no, la más anarquista y libertaria de las palabras. Por medio de ese no damos sentido a nuestra visión del mundo y de la realidad, defendemos la libertad humana y, a pesar de nuestra debilidad, nos tornamos invulnerables y afirmamos los valores de la solidaridad y de la compasión, que es una alta forma del amor, una visión del amanecer en las montañas contemplado por un hombre que quiere romper, pacíficamente, sus cadenas. Tienen razón Roca y Álvarez: digamos: No.
Via,fuente:
http://www.jornada.unam.mx/2012/02/05/sem-bazar.html
http://www.jornada.unam.mx/2012/02/05/sem-bazar.html
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