Aunque lo
nieguen los millones que votarán en Estados Unidos por el Partido
Republicano el año próximo, el cambio climático sí existe y las
evidencias las tienen en su propio territorio y documentadas por
instituciones de probada credibilidad. Por ejemplo, el Centro Nacional
de Datos de Nieve y Hielo y la Administración Nacional del Océano y la
Atmósfera. Información recabada por ambas dependencias, así como los
análisis de sus especialistas, revelaron que en el verano que recién
terminó la capa de hielo en el Ártico se redujo a su segundo nivel más
bajo desde que comenzaron las mediciones hace más de 50 años. Lo
ocurrido lo atribuyeron especialmente al calentamiento global. Para el
oceanógrafo James Overland, se trata de un hecho
nada casual.
Los científicos comenzaron en 1979 a observar por satélite y a
documentar con mayor precisión el derretimiento del hielo en el Ártico.
Según los datos recabados desde entonces, el hielo en esa región
disminuye más cada año en el verano. Es natural que ocurra y que en el
otoño se comience a solidificar nuevamente. Pero el nivel mínimo que
alcanza dicho derretimiento cada verano es una medida clave para los
expertos que estudian el calentamiento global. Lo grave es que este año
el nivel de derretimiento fue mayor que el promedio observado durante
las últimas cuatro décadas.
Lo que está ocurriendo también lo documenta desde hace ocho años la
universidad alemana de Bremen. En agosto pasado publicó su reporte para
el último verano y confirma que el hielo en dicha región se redujo mucho
más que en 2007, calificado como un año récord. También en Bremen
atribuyeron tal hecho a las actividades humanas más que a las
condiciones climáticas locales, como el viento y corrientes marinas. En
tanto, hay acuerdo mundial en el sentido de que, si no se reduce el
calentamiento global radicalmente, este siglo podrá terminar con un
Ártico sin hielo. En primer término afectaría, como ya ocurre en el
verano, a la fauna que allí existe: desde focas hasta morsas y osos
polares. Y, como en paralelo la temperatura de la Tierra aumentaría, sus
efectos se dejarían sentir en todo el planeta. En México serían muy
negativos.
Ante la perspectiva de deshielo generalizado, Estados Unidos,
Rusia, Canadá, Noruega y Dinamarca, con intereses directos en el Ártico,
han manifestado en los últimos años la inquietud que les causa tal
hecho y reconocen que lo originan los gases de efecto invernadero, por
lo que apremian a actuar en consenso para evitar catástrofes de alcances
insospechados. A ese llamado se unieron Islandia y China.
Afirman que todo lo que suceda en el Ártico los afecta directamente.
Pero a las proclamas de actuar en conjunto para conservar el medio
ambiente en esa parte de la Tierra se oponen los intereses económicos y
militares.
El año pasado Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega resolvieron establecer bases de observación científica para
monitorearel deshielo y sus efectos. Pero cada uno hace planes para aprovechar a su favor las nuevas condiciones climáticas. Y hasta firman acuerdos de
cooperación. Todo cabe en esos planes: desde la presencia de buques movidos por energía nuclear y el control de las nuevas rutas comerciales hasta el aprovechamiento agrícola de las extensiones de tierra donde ahora reina el bosque boreal, que desaparecería con el deshielo. Y la joya de la corona: los valiosos recursos que podrán explotarse más fácilmente: minerales, petróleo, gas. Allí existe una cuarta parte de los hidrocarburos por descubrir en el planeta.
El año pasado Rusia y Noruega acordaron repartirse 175 mil kilómetros
cuadrados con abundantes yacimientos de gas y petróleo en las aguas del
mar de Barents y el océano Ártico. Canadá y Rusia negocian ahora
acuerdos para explotar conjuntamente los yacimientos existentes en sus
aguas territoriales. La Exxon y la rusa Rosneft se unieron para extraer
el crudo en el Ártico Ruso, en el mar de Kara.
Así, los negocios de unos cuantos países son los que están imponiendo
nuevamente su ley en el Ártico, en contra de lo que dictan la sensatez y
el interés de la inmensa mayoría de naciones, que exige evitar su
destrucción.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/10/10/opinion/016a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2011/10/10/opinion/016a1pol
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