Los medios de comunicación se ensañan cargando las
penas del infierno en contra de jóvenes encapuchados que, infiltrados en
las protestas, cometen actos de violencia, dando rienda suelta a una
acumulación de resentimientos en contra de una sociedad que los ignora y
desprecia.
Muy pocos especialistas se han preocupado de
desentrañar las causas que los impulsan a tener tales comportamientos.
Se centra la atención, sólo en las manifestaciones finales de un
problema cuyas causas van mucho más allá de sus propios efectos. Se
monta todo un barullo sin entrar a pensar en los orígenes que explican
el fenómeno político-social a que derivan tales actos de violencia.
Como derivado, la mirada social clama mayor represión para poner coto a
dichos comportamientos. Se piensa en el subconsciente que, poco menos,
es una condición genética lo que lleva a estos jóvenes a manifestarse de
dicho modo.
Desde la cuna, a la niñez, y desde la niñez a la
adolescencia, la sociedad no les ha dado posibilidad de salir del estado
de marginalidad en que se encuentran. La pobreza, el alcoholismo, la
drogadicción, la ausencia de imagen paterna/materna, la violencia
intrafamiliar, una cesantía que se les ha vuelto congénita, y el
ambiente de delincuencia en que han vivido desde siempre, es lo único
que han conocido como modo de vida. Hacinados en las periferias de las
grandes urbes, la opulencia de centros comercialesy barrios acomodados
de sus propias ciudades la sienten como un insulto, un escarnio al
estado de pobreza y condición marginal en que viven en sus barrios.
Con un facilismo que asombra se pretende poner coto a esta violencia
con más leyes represivas, como si la represión fuera el único recurso
para solucionar un problema que tiene raíces sociológicas más complejas y
profundas. Hoy, se estigmatiza todo esto centrando la condena social en
los jóvenes que se infiltran y encapuchan en las movilizaciones
sociales. Dicha imagen se ha transformado en todo un ícono, un símbolo
de negatividad, para mostrar el lado oscuro de la sociedad, un fenómeno
social del cual nadie quiere responsabilizarse. Las redes
institucionales y los políticos de turno han desatendido el problema que
subyace en su fondo, verdadera lacra social negadora de fundamentales
derechos para una ingente masa de jóvenes.
El problema no es de
la sociedad, se dice, es propio de un comportamiento individual, de un
hábito delincuencial congénito. En efecto, el imaginario social, a
caballo con los mensajes de los medios de comunicación, se remite sólo a
condenarlos, ignorarlos y socialmente despreciarlos. Se clama, por
tanto, como solución, invisibilizarlos, arrinconarlos a los extramuros
de las ciudades. Y si sus quejas empiezan a producir demasiada
perturbación, se exige la cárcel, como punto de cristalización a vidas
malhechoras que se supone no tienen vuelta.
Y si bien, la
sociedad se empecina en invisibilizarlos, sin embargo, en los días de
movilización y protestas, se desata un desenfrenado morbo
comunicacional, asumiéndose el caso como algo exótico a nuestra
comodidad burguesa, referenciándola sólo a modo de una noticia plañidera
de condena.
En efecto, la actual discusión sobre las
infracciones juveniles, sobre todo, la de los encapuchados, limita su
causa a las decisiones individuales de cada cual, como si el entorno
social en que habitan no tuviera ninguna influencia. Por tanto, la
solución del problema se plantea desde un punto de vista puramente
penal, desatendiendo el carácterde marginalidad social en que el
fenómeno se expresa. En tal virtud, se desvinculan los delitos del
verdadero contexto en que éstos se incuban, específicamente, como
consecuencia de un sistema socioeconómico neoliberal, del cual deriva un
carácter inequívocamente segregador y clasista, un sistema incapaz de
dar solución a sus propios engendros.
Por esta vía, a estos
jóvenes, abandonados por el Estado Subsidiario, se les ignoran sus
dinámicas culturales de formación de identidad y lazos de pertenencia.
La marginación estructural en que viven implica un acceso nulo o
decreciente a los recursos y oportunidades socioeconómicas que el tejido
institucional ofrece. De este modo, se da curso a un escenario de
precariedad general, caldo de cultivo para acceder, por medio del
delito, a los recursos y oportunidades que el medio reiteradamente les
niega.
Ahora bien, llegado a este punto, interesa poner atención
a otra clase de encapuchados, aquellos a los cuales los medios de
comunicación ni siquiera nombran, aquellos que ejercen libremente el
ejercicio del robo y la especulación sin que nadie los detenga. No
ejercen una violencia ocasional, como la de los jóvenes que se
encapuchan, al contrario, es una violencia ejercida los 365 días del
año. Una violencia que no consiste en forzar físicamente a un individuo o
grupo a hacer o pensar determinada cosa en contra de su voluntad, como,
por ejemplo, la violencia simbólica y mediática que nos vemos obligados
a soportar a través de los medios de comunicación.
En este
contexto, en una sociedad dividida en clases, el interés de la élite
empresarial es hacer aparecer su dominación -su violencia hacia los
demás- como algo natural y hasta transparente. Entre menos sea percibida
como violenta la situación en la que se encuentra el sometido, más
efectivo será el mecanismo opresor. De este modo, ciertas concepciones
opresoras -y por tanto, violentas- se han "liberado" de su sustrato
físico para interiorizarse en la manera como pensamos y actuamos en el
medio social. Así, las relaciones de explotación son embelesadas con una
retórica que nos hace perder de vista su verdadero contenido.
Inconscientemente, asumimos este tipo de violencia como algo natural,
como si nos fuera tan propia como nuestra piel.
Esta violencia, a
primera vista, no es una violencia física directa como la que puede
producir una pedrada de un encapuchado en los días de protesta, sino una
violencia sibilina, una violencia hipócrita que se ejerce sobre
nosotros diariamente. No hay posibilidad ni siquiera de una pequeña
tregua, tenemos que bregar con ella las 24 horas del día. Es una
violencia subrepticia, subliminal y también física, toda vez, que al
final del día terminamos con una depresión que debilita nuestro ánimo y
nuestro propio cuerpo; una violencia lenta pero efectiva que va minando
poco a poco nuestra calidad de vida.
En todo caso, no se vaya a
creer que la violencia producida por la usura y especulación
empresarial, es sólo simbólica, hipócrita y sibilina, al contrario,
también ejerce la violencia física directa a través de la policía y la
misma fuerzas armadas, en el momento en que sus mezquinos intereses se
ven amenazados. Una historia plagada de masacres en nuestro país da
cuenta de la violencia física ejercida en contra de nuestro pueblo: la
masacre de Ranquil, de la Escuela Santa María, las del golpe de Estado
del 73, La Coruña, etc. Sacar el mejor lucro posible para favorecer a
unos pocos, ha sido la impronta de una historia plagada de sangre y
dolor por la violencia ejercida contra el pueblo para defender mezquinos
intereses de una elite privilegiada.
Pero, ¿quiénes son estos encapuchados?, ¿En dónde podemos encontrarlos?
Estos encapuchados son aquellos que están en los directoriosde los
bancos y financieras, en los directorios de los retails, en los
directorios de las Isapres, de las AFP, de las cadenas farmacéuticas, de
las multinacionales cupríferas, etc. Con sus políticas de lucro, de
usura y especulación, alcahueteados por una fauna de carroñeros criollos
(clase política, abogados, jueces,empresarios, lobistas, etc.), dictan
leyes a la medida de sus mezquinos intereses para cubrir con un manto de
legalidad el cogoteo a diario a que nos someten.
Estos
encapuchados, (de cuello y corbata) cuentan con sofisticadas y poderosas
herramientas para hacernos objetos de sus robos y escamoteos. Los
recursos que más utilizan son, entre otros, la usura, la especulación,
los intereses, y los intereses sobre los intereses. Términos que son
todo un eufemismo para evitar reconocer que lo que están haciendo contra
la gente es un vulgar robo.
Cuentan a su favor con el estado de
derecho, el parlamento y los medios de comunicación. Y esto, sin olvidar
a la justicia, esa parte de la institucionalidad que tiene por función
cubrir con un manto de impunidad todos los robos de que nos hacen
objeto. Si esto no fuera así, que alguien explique racionalmente el
porqué el Estado de derecho produce efectos tan inequitativos y
clasistas como los ejemplos siguientes:
Marcha de Estudiantes: 527 detenidos en 8 horas
Caso La Polar: 0 detenidos en 3 meses
Colusión de Farmacias: 0 detenidos en 7 meses
Lucro Ilegal en Universidades Privadas: 0 detenidos en 30 años.
Por cierto hay casos más patéticos. Un músico adicto a las drogas
condenado a 3 años de cárcel por entrar al sitio de su vecina y robarse
un pijama. Un joven poblador por vender discos piratas en la feria
enviado a la cárcel en donde muere calcinado junto a otros 80 reos. Como
contrapartida, el ex dictador Augusto Pinochet Ugarte, el peor asesino
que ha conocido la historia de Chile, el personaje más vil e hipócrita
jamás antes conocido, y más aún, un cobarde, ladrón y corrupto, no
sufrió ningún día de cárcel. Ese es el Estado de derecho que rige en
nuestro país, amparo para los ricos y poderosos y toda larigurosidad
penal para los pobres y menesterosos. Sin duda, una institucionalidad y
una justicia inequitativa y clasista, que, a estas alturas, la hacen
poner en una posición de estado de derecho ilegítimo.
Esta
violencia hipócrita y sibilina la experimentamos diariamente cuando
compramos con tarjetas de créditos, cuando pagamos los remedios en las
farmacias, cuando pagamos los aranceles encolegios y universidades,
cuando pagamos nuestros impuestos, cuando pagamos nuestros préstamos
bancarios, cuando pagamos los servicios de agua,luz, y teléfonos, etc.
Sobre esto, no hay que ser un especialista de las matemáticas para
darnos cuenta de este tipo de violencia. En efecto, viene el fin de año,
y el reajuste de sueldos de los jubilados apenas si pasará poco más del
3%, y el de los empleados públicos, podrá alcanzar, con suerte, el 6%.
Si estas cifras las comparamos con el 70% de aumento de las utilidades
de las Isapres, utilidades no de un año, sino solo del primer
semestre,queda en evidencia que nuestra sociedad se encuentra muy mal
conformada en su estructura basamental. Sobre todo, su estructura
económica, en donde las leyes y todo el entramado del Estado de derecho,
está conformado para favorecer la usura y especulación de una
claseempresarial privilegiada.
Y si desde las Isapres se produce
este robo, en los bancos y financieras no podría andar peor la cosa. Por
nuestros depósitos el banco nos otorga, a lo más, un 0.4% de interés
mensual (5% anual). Esa misma plata el banco la presta a otros,
aplicando una tasa máxima preferencial de un 50% de interés al año.O sea
cobra un interés 10 veces mayor a la que nos paga como depositantes.
Negocio redondo por donde se le mire, gracias a un acto de especulación y
rapiña a vista y paciencia de una institucionalidad que hace la vista
gorda de este verdadero despojo. Ni hablar si nos atrasamos en el pago
de alguna cuota, para el caso, empiezan a operar los intereses sobre
intereses, sin perjuicio de costos de cobranza y administración y toda
clase de martingalas para hacer subir la deuda.Por esta vía, fácilmente,
el interés anual de 50% puede llegar hasta un 100% o más. El caso de La
Polar es un claro ejemplo de esto.
Ahora bien, este saqueo de
que somos objeto no sólo se encuentra avalado por la justicia, el
parlamento y el estado de derecho, sino también por los nexos de
relación que existen entre la clase empresarial con los actuales
inquilinos que se encuentran aposentados en el propio palacio de La
Moneda
El 10º Juzgado Civil de Santiago condenó a Cencosud por
cobros abusivos de intereses aplicados con las tarjetas de crédito Jumbo
Más, rechazando la cláusula 16 del reglamento de uso de la tarjeta que
posibilitaba a la empresa modificar las condiciones de cobro de sus
comisiones e intereses. El mismo día de la sentencia el ex director del
Sernac, José Roa recordó que cuando el organismo presentó la demanda, el
actual ministro de minería Laurence Golborne (con pretensiones
presidenciales) era el gerente general y el actual ministro de Justicia,
Felipe Bulnes, era el abogado que los defendía.
En casos
parecidos se encuentra la situación del ministro de Planificación,
Joaquín Lavín, y el ministro secretario general de gobierno Cristian
Larroulet, vinculados con una Universidad privada que ilegítimamente ha
hecho uso y abuso del lucro, a pesar de que las leyes vigentes
expresamente así lo prohíben. A su vez, consta la relación que tuvo el
actual ministro de Transporte Pedro Pablo Errázuriz, con la empresa
autobusera TUR Bus, y así sucesivamente.
La guinda de la torta la
encontramos personificada en el propio presidente de la república,
Sebastián Piñera Echeñique. Sabemos de su incontinencia bursátil
resistiéndose a alejarse del mundo empresarial desde que asumió la
presidencia. En el imaginario social existe razonable duda de cómo es
que se ha enriquecido tanto y tan rápidamente. Desde el affaire con
Ricardo Claro, respecto de la introducción en Chile de las tarjetas
VISA, pasando por dos sendas millonarias multas, tanto acá en Chile como
en Estados Unidos, por infracciones a las normas de la empresa LAN
Chile, y ese feo asunto del Banco de Talca, por ordenar,en su calidad de
gerente general formar empresas de papel para hacer aparecer con un
mayor capital a dicho banco y así poder obtener préstamos. También ha
habido razonable sospecha de que se ha valido de información
privilegiada, expresamente tipificado como delito, para mediante la
compra y venta de acciones en la Bolsa, de la noche a la mañana obtener
subidas ganancias.
Entonces, como conclusión, podemos deducir que
los robos y saqueos de que somos objeto los ciudadanos de a pie por la
elite empresarial, ha sido posible no sólo por obra y gracia de los
encapuchados de cuello y corbata que se refugian en los directorios de
las grandes empresas, sino también por otros encapuchados de la misma
laya, que actúan ya sea directamente, o ayudando a encubrir los actos de
especulación y saqueo,parapetados en el parlamento y hasta en el mismo
palacio de La Moneda.
Así, podemos concluir diciendo que el
Estado de derecho,se ha convertido en el mejor aliado del poder
empresarial,al cubrir con un manto de impunidad los robos y cogoteos de
que somos víctimas. Una clase empresarial que, empinada en la cúspide
del poder, todo lo crea y ordena a su más entero arbitrio,subordinando,
incluso hasta el propio poder político y judicial respectivamente. Una
aseveración nada nueva, toda vez que ya en su oportunidad lo dijo Carlos
Marx cuando en El Capital desentrañó el movimiento del dinero al
interior de la sociedad capitalista, esto es, en lo principal, que el
poder económico (infraestructura), subordina el comportamiento de las
demás actividades humanas (superestructura). Claro está, si gracias al
viejo Marx esto ya lo sabíamos, lo nuevo está en que este hecho de la
realidad, en nuestra sociedad chilena, ahora, se ha hecho más patente
que nunca.
Mucho más lejos aún. en graficar este cuadro, ha sido
Héctor Kohl, quien en un artículo “Chile es un Estado corrupto”, nos
recuerda que ello se debía a que su organización “deviene de una
Constitución Política fascista: sobre la que han jurado todos los
Presidentes de la post-Dictadura, todos los Parlamentarios, todos los
Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas…”
Argumentaba, más adelante, que: “su
cuerpo político es corrupto, que sus tres Poderes (Ejecutivo, Judicial y
Legislativo) son corruptos, que nos Gobierna y que legisla sobre
nuestro comportamiento un montón de sinvergüenzas que parecen distintos
entre sí, pero que pertenecen a la misma clase: la de los ladrones, la
de los explotadores, la de los que nos han robado SIEMPRE y que ahora
suman una camarilla de “renovados” seguidores de las tesis de Gramsci,
con cartones de sociólogos colgados en sus oficinas y con doctorados
(obtenidos en las Universidades europeas donde vivieron su exilio)
usados para actuar de “lobistas” de McDonald, de METALPAR o de la EXXON”
Y, para rubricar, agregaba, que: “además de estar organizados en torno a una Constitución fascista, hay otras razones para que nos hayamos convertido en esto”. Entre esas razones postula una hipótesis central: que todo esto proviene “de una situación basal: la clase de Poder Ejecutivo que tiene nuestro Estado, un poder Ejecutivo corrupto”.
Fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/verdaderos-encapuchados-cuello-corbata
http://www.kaosenlared.net/noticia/verdaderos-encapuchados-cuello-corbata
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